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lunes, 28 de enero de 2013

Lo que la película "Lincoln" no dice sobre Lincoln

La película Lincoln, (hay que verla y también la de Tarantino, Django desencadenado, muy americana pero necesaria. Recomiendo verla previamente a Lincoln) producida y dirigida por uno de los directores más conocidos de EEUU, Steven Spielberg, ha reavivado un gran interés por la figura del presidente Lincoln, uno de los presidentes que, como el presidente Franklin D. Roosevelt, ha intervenido siempre en el ideario estadounidense con gran recuerdo popular. Se destaca tal figura política como la garante de la unidad de EEUU, tras derrotar a los confederados que aspiraban a la secesión de los Estados del Sur de aquel Estado federal. Es también una figura que resalta en la historia de EEUU por haber abolido la esclavitud, y haber dado la libertad y la ciudadanía a los descendientes de las poblaciones inmigrantes de origen africano, es decir, a la población negra, que en EEUU se conoce como la población afroamericana.

Lincoln fue también uno de los fundadores del Partido Republicano que en sus orígenes fue directamente opuesto al Partido Republicano actual, que está hoy altamente influenciado por un movimiento –el Tea Party- chauvinista, racista y sumamente reaccionario detrás del cual hay intereses económicos y financieros que quieren eliminar la influencia del gobierno federal en las vidas económicas, sociales y políticas del país. El Partido Republicano fundado por el presidente Lincoln era, por el contrario, un partido federalista, que consideró al gobierno federal como garante de los Derechos Humanos. Y entre ellos, la emancipación de los esclavos, tema central de la película Lincoln, fue al que Lincoln dio mayor hincapié. Terminar con la esclavitud significaba que el esclavo pasaba a ser trabajador, dueño de su propio trabajo.

Ahora bien, Lincoln, incluso antes de ser presidente, consideró otras conquistas sociales como parte también de los Derechos Humanos, y entre ellas, el derecho del mundo del trabajo a controlar, no sólo su trabajo, sino también el producto de su trabajo. El derecho de emancipación de los esclavos transformaba al esclavo en una persona libre asalariada, unida –según él- en lazos fraternales con los otros miembros de la clase trabajadora, independientemente del color de su piel. Sus demandas de que el esclavo dejara de serlo y de que el trabajador –tanto blanco como negro- fuera el dueño, no sólo de su trabajo, sino también del producto de su trabajo, eran igualmente revolucionarias. La emancipación de la esclavitud requería que la persona fuera la dueña de su trabajo. La emancipación de la clase trabajadora significaba que la clase trabajadora fuera la dueña del producto de su trabajo.

Y Lincoln demandó los dos tipos de emancipación. El segundo tipo de emancipación, sin embargo, ni siquiera se cita en la película Lincoln. En realidad, la ignora. Y utilizo la expresión “ignora” en lugar de “oculta”, porque es del todo posible que los autores de la película o del libro sobre el que se basa ni siquiera conozcan la historia real de Lincoln. La Guerra Fría en el mundo cultural e incluso académico de EEUU (que continúa existiendo) y el enorme dominio de lo que en allí se llama la Corporate Class (la clase de los propietarios y gestores del gran capital) sobre la vida, no sólo económica, sino también cívica y cultural, explica que la historia formal de EEUU que se enseña en las escuelas y en las universidades sea muy sesgada, purificada de cualquier contaminación ideológica procedente del movimiento obrero, sea socialismo, comunismo o anarquismo. La gran mayoría de estudiantes estadounidenses, incluso de las universidades más prestigiosas y conocidas, no saben que la fiesta del 1º de Mayo, celebrada mundialmente como el Día Internacional del Trabajo, es una fiesta en homenaje a los sindicalistas estadounidenses que murieron en defensa de trabajar ocho horas al día (en lugar de doce), victoria que inició tal reivindicación exitosa en la mayoría de países del mundo. En EEUU, tal día, el 1º de Mayo, además de no ser festivo, es el día de la Ley y el Orden -Law and Order Day- (ver el libro People’s History of the U.S., de Howard Zinn). La historia real de EEUU es muy distinta a la historia formal promovida por las estructuras de poder estadounidenses.

Las ignoradas y/o ocultadas simpatías de Lincoln
Lincoln, ya cuando era miembro de la Cámara Legislativa de su Estado de Illinois, simpatizó claramente con las demandas socialistas del movimiento obrero, no sólo de EEUU, sino también mundial. En realidad, Lincoln, tal como indiqué al principio del artículo, consideraba como un Derecho Humano, el derecho del mundo del trabajo a controlar el producto de su trabajo, postura claramente revolucionaria en aquel periodo (y que continúa siéndolo hoy), y que ni la película ni la cultura dominante en EEUU recuerda o conoce, convenientemente olvidada en los aparatos ideológicos del establishment estadounidense controlados por la Corporate Class. En realidad, Lincoln consideró que la esclavitud era el dominio máximo del capital sobre el mundo del trabajo y su oposición a las estructuras de poder de los Estados sureños se debía precisamente a que percibía estas estructuras como sustentadoras de un régimen económico basado en la explotación absoluta del mundo del trabajo. De ahí que viera la abolición de la esclavitud como la liberación no sólo de la población negra sino de todo el mundo del trabajo, beneficiando también a la clase trabajadora blanca, cuyo racismo él veía que iba en contra de sus propios intereses.

Lincoln también indicó que “el mundo del trabajo antecede al capital. El capital es el fruto del trabajo, y no hubiera existido sin el mundo del trabajo, que lo creó. El mundo del trabajo es superior al mundo del capital y merece la mayor consideración (…) En la situación actual el capital tiene todo el poder y hay que revertir este desequilibrio”. Lectores de los escritos de Karl Marx, contemporáneo de Abraham Lincoln, recordarán que algunas de estas frases eran muy semejantes a las utilizadas por tal analista del capitalismo en su análisis de la relación capital/trabajo bajo tal sistema económico.

Le sorprenderá a gran número de lectores saber que los escritos de Karl Marx influenciaron a Abraham Lincoln, tal como documenta en gran detalle John Nichols en su excelente artículo “Reading Karl Marx with Abraham Lincoln Utopian socialists, German communists and other republicans” publicado en Political Affairs (27/11/12), y del cual extraigo las citas así como la mayoría de datos publicados en este artículo. Los escritos de Karl Marx eran conocidos entre los grupos de intelectuales que estaban profundamente insatisfechos con la situación política y económica de EEUU, como era el caso de Lincoln. Karl Marx escribía regularmente en The New York Tribune, el rotativo intelectual más influyente en Estados Unidos en aquel periodo. Su director Horace Greeley se consideraba un socialista y un gran admirador de Karl Marx, al cual invitó a ser columnista de tal diario. En las columnas de su diario incluyó gran número de activistas alemanes que habían huido de las persecuciones ocurridas en la Alemania de aquel tiempo, una Alemania altamente agitada, con un naciente movimiento obrero que cuestionaba el orden económico existente. Algunos de estos inmigrantes alemanes (conocidos en el EEUU de aquel momento como los “Republicanos Rojos”) lucharon más tarde con las tropas federales en la Guerra Civil, dirigidos por el presidente Lincoln.

Greeley y Lincoln eran amigos. En realidad Greeley y su diario apoyaron desde el principio la carrera política de Lincoln, siendo Greeley el que le aconsejó a que se presentara a la presidencia del país. Y toda la evidencia apunta que Lincoln era un ferviente lector del The New York Tribune. En su campaña electoral para la presidencia de EEUU invitó a varios “republicanos rojos” a integrarse en su equipo. En realidad, ya antes, como congresista, representante de la ciudadanía de Springfield en el Estado de Illinois, apoyó frecuentemente los movimientos revolucionarios que estaban ocurriendo en Europa, y muy en especial en Hungría, firmando documentos en apoyo de tales movimientos.

Lincoln, gran amigo del mundo del trabajo estadounidense e internacional.
Su conocimiento de las tradiciones revolucionarias existentes en aquel periodo no era casual sino que era fruto de sus simpatías con el movimiento obrero internacional y sus instituciones. Animó a los trabajadores de EEUU a organizar y establecer sindicatos y continuó haciéndolo cuando fue presidente. Y varios sindicatos le nombraron miembro honorario. En su respuesta a los sindicatos de Nueva York subrayó “vosotros habéis entendido mejor que nadie que la lucha para terminar con la esclavitud es la lucha para liberar al mundo del trabajo, es decir, a liberar a todos los trabajadores. La liberación de los esclavos en el Sur es parte de la misma lucha por la liberación de los trabajadores en el Norte”. Y durante la campaña electoral, el presidente Lincoln promovió la postura en contra de la esclavitud indicando explícitamente que la liberación de los esclavos les permitiría a los trabajadores exigir los salarios que les permitirían vivir decentemente y con dignidad, ayudando con ello a aumentar los salarios de todos los trabajadores, tanto negros como blancos.

Marx, y también Engels, escribieron con entusiasmo sobre la campaña electoral de Lincoln, en un momento en que ambos estaban preparando la Primera Internacional del Movimiento Obrero. En un momento de las sesiones, Marx y Engels propusieron a la Internacional que enviara una carta al presidente Lincoln felicitándolo por su actitud y postura. En su carta, la Primera Internacional felicitaba al pueblo de EEUU y a su presidente por, al terminar con la esclavitud, haber favorecido la liberación de toda la clase trabajadora, no solo estadounidense, sino también la mundial.

El presidente Lincoln respondió, agradeciendo la nota y respondiendo que valoraba el apoyo de los trabajadores del mundo a sus políticas, en un tono cordial, que, por cierto, creó gran alarma entre los establishments económicos, financieros y políticos a ambos lados del Atlántico. Estaba claro, a nivel internacional que, como señaló más tarde el dirigente socialista estadounidense Eugene Victor Debs, en su propia campaña electoral, “Lincoln había sido un revolucionario y que por paradójico que pudiera parecer, el Partido Republicano había tenido en su orígenes una tonalidad roja”.

 La revolución democrática que Lincoln inició y que nunca se desarrolló.
 Ni que decir tiene que ninguno de estos datos aparece en la película Lincoln, ni son ampliamente conocidos en EEUU. Pero, como bien señalan John Nichols y Robin Blackburn (otro autor que ha escrito extensamente sobre Lincoln y Marx), para entender Lincoln hay que entender el periodo y el contexto en los que él vivió. Lincoln no era un marxista (término sobreutilizado en la literatura historiográfica y que el propio Marx denunció) y no era su intento eliminar el capitalismo, sino corregir el enorme desequilibrio existente en él, entre el capital y el trabajo. Pero, no hay duda de que fue altamente influenciado por Marx y otros pensadores socialistas, con los cuales compartió sus deseos inmediatos, claramente simpatizando con ellos, llevando su postura a altos niveles de radicalismo en su compromiso democrático. Es una tergiversación histórica ignorar tales hechos, como hace la película Lincoln.

No hay duda de que Lincoln fue una personalidad compleja con muchos claroscuros. Pero las simpatías están escritas y bien definidas en sus discursos. Es más, los intensos debates que ocurrían en las izquierdas europeas se reproducían también en los círculos progresistas de EEUU. En realidad, la mayor influencia sobre Lincoln fue la de los socialistas utópicos alemanes, muchos de los cuales se refugiaron en Illinois huyendo de la represión europea.

El comunalismo que caracterizó a tales socialistas influenció la concepción democrática de Lincoln, interpretando democracia como la gobernanza de las instituciones políticas por parte del pueblo, en el cual las clases populares eran la mayoría. Su famoso dicho (que se ha convertido en el espléndido eslogan democrático más conocido en el mundo –Democracy for the people, of the people and by the people- claramente señala la imposibilidad de tener una democracia del pueblo y para el pueblo sin que sea realizada y llevada a cabo por el mismo pueblo. De ahí que viera la liberación de los esclavos y del mundo del trabajo como elementos esenciales de tal democratización. Su concepto de igualdad llevaba inevitablemente un conflicto con el dominio de tales instituciones políticas por el capital. Y la realidad existente hoy en EEUU y que detallo en mi artículo “Lo que no se ha dicho en los medios sobre las elecciones en EEUU” (Público, 13.11.12)es una prueba de ello. Hoy la Corporate Class controla las instituciones políticas de aquel país.


Últimas observaciones y un ruego
Repito que ninguna de estas realidades aparece en la película. Spielberg no es, después de todo, Pontecorvo, y el clima intelectual estadounidense todavía está estancado en la Guerra Fría que le empobrece intelectualmente. “Socialismo” continúa siendo una palabra mal vista en los círculos del establishment cultural de aquel país. Y en la tierra de Lincoln, aquel proyecto democrático que él soñó nunca se realizó debido a la enorme influencia del poder del capital sobre las instituciones democráticas, influencia que ha disminuido enormemente la expresión democrática en aquel país. Y la paradoja hiriente de la historia es que el Partido Republicano se haya convertido en el instrumento político más agresivo hoy existente al servicio del capital.

Por cierto, agradecería que todas las personas que encuentren este artículo interesante lo distribuyan ampliamente, incluyendo en su distribución a los críticos de cine, que en su promoción de la película, seguro que no dirán nada del otro Lincoln desconocido en su propio país (y en muchos otros, incluyendo España). A uno de los fundadores del movimiento revolucionario democrático ni siquiera se le reconoce como tal. Su emancipación de los esclavos es una gran victoria que hay que celebrar. Pero Lincoln fue incluso más allá. Y de esto ni se habla. Vicenç Navarro. Público

Lincoln y Marx. Lincoln

sábado, 9 de mayo de 2009

Song Of The Lincoln Brigade, Woody Guthrie

Songs Of The Lincoln Brigade


Three-verse versions: Jarama Valley / El Valle del Jarama
This shorter (three-verse) version of the song—with variant versions —are something of an anthem for veterans, particularly those from the Abraham Lincoln Battalion. Woody Guthrie and Pete Seeger have recorded it. In addition to this version, other Spanish variants exist.

Jarama Valley

There's a valley in Spain called Jarama
It's a place that we all know so well
It was there that we gave of our manhood
And so many of our brave comrades fell.

We are proud of the Lincoln Battalion
And the fight for Madrid that it made
There we fought like true sons of the people
As part of the Fifteenth Brigade.

Now we're far from that valley of sorrow
But its memory we ne'er will forget
So before we conclude this reunion
Let us stand to our glorious dead.

Letra de Jarama Valley
There's a valley in Spain called Jarama
It's a place that we all know so well
It was there that we fought against the Fascists
We saw a peacful valley turn to hell

From this valley they say we are going
But don't hasten to bid us adieu
Even though we lost the battle at Jarama
We'll set this valley free 'fore we're through

We were men of the Lincoln Battalion
We're proud of the fight that we made
We know that you people of the valley
Will remember our Lincoln Brigade

From this valley they say we are going
But don't hasten to bid us adieu
Even though we lost the battle at Jarama
We'll set this valley free 'fore we're through

You will never find peace with these Fascists
You'll never find friends such as we
So remember that valley of Jarama
And the people that'll set that valley free

From this valley they say we are going
Don't hasten to bid us adieu
Even though we lost the battle at Jarama
We'll set this valley free 'fore we're through

All this world is like this valley called Jarama
So green and so bright and so fair
No fascists can dwell in our valley
Nor breathe in our new freedom's air

From this valley they say we are going
Do not hasten to bid us adieu
Even though we lost the battle at Jarama
We'll set this valley free 'fore we're through

El Valle del Jarama

Hay un valle en España llamado Jarama
es un lugar que nosotros conocemos bien.
Fue allí donde dimos nuestra virilidad
y donde cayeron nuestros valientes camaradas.

Estamos orgullosos del Batallón Lincoln
y de la lucha que hizo por Madrid.
Allí luchamos como verdaderos hijos del pueblo
como parte de la Quince Brigada.

Ahora estamos lejos de aquel valle de dolor
pero su memoria nunca olvidaremos;
Así que antes de que continuemos esta reunión
pongámonos en pie por nuestros gloriosos muertos.

domingo, 24 de septiembre de 2023

_- HISTORIA. Ferrocarril subterráneo rumbo al Sur: la desconocida historia de los esclavos que huían a México.

_- La historiadora Alice Baumgartner vincula el estallido de la Guerra de Secesión estadounidense con la abolición de la esclavitud en el vecino del sur. “La alianza de Lincoln y Juárez contribuyó a estrangular a la Confederación”, dice en una entrevista.

Engraving by an unknown artist showing slaves picking sugar cane in Louisiana
Grabado de un artista desconocido que muestra a esclavos recogiendo caña de azúcar en Luisiana, 1833.PRINT COLLECTOR (GETTY IMAGES)
El patrón del Metacomet descubrió la deserción de los hermanos Frisby, George y James, cuando en el verano de 1857 el barco de vapor estaba listo para regresar de Veracruz a Nueva Orleans a por más algodón. El tipo dio aviso a la policía, pero se guardó un dato: los Frisby eran negros, propiedad de un plantador de Luisiana, y, según la Constitución recién aprobada, cualquier esclavo se convertía en un hombre libre con solo poner un pie en México, cuyo Congreso había abolido la servidumbre humana en 1837. A George lo apresaron rápido. James supo esconderse mejor, pero sobre todo acertó al contar su historia a las autoridades cuando al fin dieron con él. Por eso, no lo enviaron de vuelta al Metacomet, pese a la queja formal del embajador estadounidense.

Barry Jenkins: “La historia de EE UU se ha contado desde un único punto de vista demasiado tiempo” 

La de los Frisby es una de las muchas historias humanas que la joven historiadora estadounidense (nació en 1987) Alice L. Baumgartner, profesora de la Universidad del Sur de California, relata con pulso narrativo y empatía en South to Freedom (Sur hacia la libertad, cuyo subtítulo dice: “Esclavos fugitivos a México y el camino que llevó a la Guerra Civil”). El ensayo revela que también hubo un ferrocarril subterráneo (underground railroad) en el sur de Estados Unidos, una red de casas y personas que ayudaban a los fugitivos en su huida hacia México en busca de la libertad desde los estados esclavistas de Texas o Luisiana y, en menor medida, Carolina del Norte. Además, el libro analiza de una forma novedosa cómo la decisión de erradicar la esclavitud precipitó las discusiones en el vecino del norte que acabaron desembocando en la Guerra de Secesión.

La ruta del sur no gozó de tanta fama como la del norte y fue menos transitada: Baumgartner calcula que si la frontera con México la cruzaron de tres a cinco mil fugitivos esclavizados, entre 30.000 y 100.000 atravesaron la línea Mason-Dixon, división geográfica y mental que separa a la altura de Pensilvania las dos Américas que se enfrentarían entre 1861 y 1865.
 
La historiadora estadounidense Alice L. Baumgartner.
La historiadora estadounidense Alice L. Baumgartner.

La historiadora estadounidense Alice L. Baumgartner. “Era más fácil arriba. Quienes partían de los estados esclavistas más al norte, Maryland, Virginia o Delaware, contaron con mejor ayuda, pero también les aguardaba un peor porvenir”, explicó recientemente la historiadora en la elegante biblioteca del Instituto Cultural Mexicano en Washington, donde el día anterior habló sobre su libro como parte de los actos de conmemoración del bicentenario de las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos. “En el colegio, todos conocíamos a [la líder antiesclavista] Harriet Tubman y el mito de una ruta de casas con velas encendidas en las que las personas esclavizadas podían refugiarse. Ese mito dice que era una red formada fundamentalmente por blancos, cuando también hubo negros libres que fueron esenciales. Esas ideas han sido revisadas en los últimos tiempos”.

Fueran en la dirección que fueran, les esperaban el racismo y el riesgo de ser secuestrados. En México, adonde llegaban con permisos falsificados de sus dueños, se hacían pasar por blancos con pelucas falsas o montaban caballos robados, tenían dos opciones: sumarse a las colonias militares que defendían la frontera del Nordeste de las incursiones de los indios o integrarse en lo más bajo de la fuerza laboral. “Hay pruebas en los archivos de que algunos fueron capaces de reclamar tierra y la ciudadanía. Eso no pasaba en el norte, donde disfrutaban de lo que [el escritor y político] Frederick Douglass definió como ‘una dudosa libertad’. En la lucha entre el derecho a la propiedad y el derecho a la libertad tendió a imponerse el primero incluso en las zonas antiesclavistas de Estados Unidos. Existía el debate sobre si los descendientes de africanos podían ser considerados ciudadanos en absoluto”, explica.

Baumgartner empezó a escribir su ensayo en 2012, sin saber que contaría con la ayuda del autor  Colson Whitehead, que en 2017 sacó el ferrocarril subterráneo de los manuales de historia para instalarlo en la cultura popular con una novela homónima (publicada en español por Literatura Random House), que le valió su primer Pulitzer y que luego  adaptaría en una serie Barry Jenkins (Prime Video). La historiadora se había decidido por el tema a partir del caso de Haití; tras hacer la revolución contra los franceses, el país tumbó la esclavitud en 1804, y promulgó en 1819 una ley que daba la libertad a quien pusiera un pie en su territorio.  Eso provocó turbulencias en los países vecinos. Así que Baumgartner indagó en las consecuencias que tuvo en Estados Unidos la decisión de México de abolir la servidumbre, sobre todo tras la conquista de Texas en la guerra de 1848. “En 1837, el Congreso prohibió la esclavitud en todo el país. Esta política de abolición elevó la moral entre los mexicanos, galvanizó el apoyo internacional para el país”, escribe en el libro. “Sin esa decisión, que puso nerviosos a los propietarios de esclavos“, aclaró en la entrevista, “tal vez nunca se habría dado la Revolución de Texas, y quién sabe si ese territorio seguiría siendo hoy mexicano. Estoy de acuerdo con [el historiador] Enrique Krauze, cuando dice que a los pecados originales de mi país, la esclavitud y el genocidio del pueblo indígena, hay que sumar un tercero: la usurpación de esos territorios mexicanos”.

La unión de esos puntos es tal vez la gran aportación del libro, que toma un camino poco transitado: contar la historia de ambos países como un relato interconectado. “A muchos les sorprendió cuando lo publiqué; les costaba admitir que México hubiera tenido un papel en los debates estadounidenses de la época sobre la esclavitud”.

‘Bad hombres’
Fue, explica, otra expresión de la condescendencia con la que sus compatriotas acostumbran a mirar al sur. “Hubo muchos momentos al revisar las fuentes del siglo XIX en los que no podía evitar pensar en lo que cada día veía en las noticias. Por ejemplo, cuando [Donald] Trump empezó con la retórica de que los mexicanos eran bad hombres y violadores, o cuando decía que haría que pagaran por el muro. Me recordó a aquel político estadounidense [Jacob W. Miller, congresista de Nueva Jersey], que dijo que México pagaría por la guerra contra Estados Unidos con su propio territorio. Me interesé por la historia del siglo XIX porque me parecía un lugar muy distinto de la vida moderna. Pero a veces resultan inquietantemente similares”.

Baumgartner explica que el virreinato de Nueva España fue siempre un lugar mucho más diverso que Estados Unidos, y en cierto sentido, también más avanzado. “Las diferencias demográficas explican las distintas aproximaciones al tema racial en ambos lugares. En 1810, había 10.000 esclavos en Nueva España, frente al millón aproximadamente de Estados Unidos”, recuerda. En el libro, lamenta que esa disparidad llevara a los historiadores de su país a concluir erróneamente que México abolió en 1837 la servidumbre humana porque le era más fácil, dado que su población esclava estaba en declive. “Creo que se tomó esa decisión por motivos humanitarios y políticos, pero sobre todo se hizo con Texas en la cabeza, como una manera de parar los pies a los colonos”.

El libro, que llega hasta 1867, también se detiene en las peripecias de algunos protagonistas del siglo XIX norteamericano. Como Vicente Guerrero, líder rebelde en la guerra de la independencia con España y descendiente de esclavos africanos que, durante su breve presidencia, abolió la esclavitud por decreto en 1829. O Abraham Lincoln, que, siendo congresista, se opuso a la guerra de Texas, y Benito Juárez, cuyas efigies destacan en el mural del Instituto Cultural de Washington, encargado a Roberto Cueva del Río por recomendación de Diego Rivera.
Fragmento del mural del Instituto Cultural mexicano en Washington, obra de Roberto Cueva del Río. En la parte de la izquierda, de arriba abajo: Benito Juárez, Abraham Lincoln y José Martí. En la de la derecha, desde arriba: George Washington, Miguel Hidalgo y Simón Bolivar.
Fragmento del mural del Instituto Cultural mexicano en Washington, obra de Roberto Cueva del Río. En la parte de la izquierda, de arriba abajo: Benito Juárez, Abraham Lincoln y José Martí. En la de la derecha, desde arriba: George Washington, Miguel Hidalgo y Simón Bolivar.
Fragmento del mural del Instituto Cultural mexicano en Washington, obra de Roberto Cueva del Río. En la parte de la izquierda, de arriba abajo: Benito Juárez, Abraham Lincoln y José Martí. En la de la derecha, desde arriba: George Washington, Miguel Hidalgo y Simón Bolivar. Fragmento del mural del Instituto Cultural mexicano en Washington, obra de Roberto Cueva del Río. En la parte de la izquierda, de arriba abajo: Benito Juárez, Abraham Lincoln y José Martí. En la de la derecha, desde arriba: George Washington, Miguel Hidalgo y Simón Bolivar. 

“La alianza de Lincoln y Juárez contribuyó a estrangular a la Confederación”, considera Baumgartner. “Y ahí fue esencial la figura fascinante del diplomático Matías Romero, representante mexicano en Estados Unidos. Fue el primer enviado extranjero en felicitar a Lincoln tras lograr la presidencia. Así empezó una interesante relación entre ambos, recogida en sus cartas. Romero, desde el principio, vio algo que solo más adelante Lincoln llegaría a ver: que México y Estados Unidos tenían el compromiso compartido con la igualdad y la libertad, y que eso podría ser la base de la cooperación entre los gobiernos de Juárez y Lincoln”.

Aquel fue, considera la autora, uno de los momentos estelares de la relación entre dos países separados (y unidos) por 3,200 kilómetros de frontera y condenados a entenderse.  Una relación que aún define una socorrida frase atribuida inexactamente al presidente Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

jueves, 26 de agosto de 2021

La victoria histórica de Obama

Por Howard Zinn | 09/11/2008
Fuentes: La Jornada

Aquellos de nosotros que desde la izquierda hemos criticado a Obama, como yo lo he hecho, porque no ha podido asumir posturas fuertes en torno a la guerra y la economía, debemos unirnos a las expresiones de júbilo de aquellos estadunidenses, negros y blancos, que gritaron y lloraron el martes por la noche al darnos cuenta de que había ganado las elecciones presidenciales. Es en verdad un momento histórico, que un hombre negro vaya a conducir a nuestro país. El entusiasmo de los jóvenes, negros y blancos, la esperanza de los viejos, simplemente no pueden ser ignorados.

Hubo un momento similar hace un siglo y medio, en 1860, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente. Lincoln había sido criticado duramente por los abolicionistas, por el movimiento contra la esclavitud, por no haber logrado asumir una posición clara y valiente contra el esclavismo, por actuar como astuto político y no como fuerza moral. Pero cuando lo eligieron, el líder abolicionista, Wendell Phillips, que había sido un furioso crítico de la cautela de Lincoln, reconoció la posibilidad que yacía en haber logrado la presidencia.

Phillips escribió que por vez primera en la historia de la nación «los esclavos han escogido a un presidente de Estados Unidos». Lincoln, dijo, no era un abolicionista, pero de algún modo «consiente representar la posición antiesclavista». Para Phillips, como peón en un tablero de ajedrez, Lincoln tenía el potencial, si el pueblo de Estados Unidos actuaba vigorosamente, para moverse por todo el tablero, convertirse en reina y, como Phillips lo dijo, «barrer con todo».

Obama, al igual que Lincoln, tiende a mirar primero sus fortunas políticas en vez de hacer decisiones basadas en principios morales. Pero, siendo el primer afroamericano en la Casa Blanca, elegido por una ciudadanía entusiasta que espera una jugada decisiva hacia la paz y la justicia social, él presenta la posibilidad de un cambio importante.

Obama se vuelve presidente en una situación que grita por un cambio de esa naturaleza. La nación se ha enfrascado en dos guerras fútiles e inmorales, en Irak y Afganistán, y el pueblo estadunidense se ha vuelto decididamente contrario a tales guerras. La economía está siendo sacudida por golpazos tremendos y corre el peligro de colapsarse, conforme las familias pierden sus hogares y la gente trabajadora, incluidos aquéllos de la clase media, pierden sus empleos. Así que la población está lista para un cambio. De hecho, está desesperada por un cambio, y «cambio» fue la palabra más utilizada por Obama en su campaña.

¿Qué tipo de cambio se necesita? Primero, anunciar la retirada de nuestras tropas de Irak y Afganistán, renunciar a la doctrina Bush de la guerra preventiva y a la doctrina Carter de la acción militar para controlar el petróleo de Medio Oriente. Obama necesita cambiar radicalmente la dirección de la política exterior estadunidense, declarar que Estados Unidos es una nación amante de la paz que no intervendrá militarmente en otras partes del mundo, y que comenzará a desmantelar las bases militares que mantenemos en más de cien países. Además, debe comenzar a reunirse con Medvediev, el líder ruso, para alcanzar acuerdos acerca del desmantelamiento de los arsenales nucleares, en cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Esta retirada del militarismo liberará cientos de miles de millones de dólares. Un programa fiscal que incremente con decisión los impuestos para el uno por ciento más rico de la nación y que incida en su riqueza y no solamente en sus ingresos, arrojará más de cientos de miles de millones de dólares.

Con todo ese ahorro de dinero, el gobierno podrá otorgar una atención gratuita a la salud para todos, poner a millones de personas a trabajar (lo que el llamado libre comercio no ha conseguido). En suma, emular los programas del New Deal, en los que el gobierno otorgó empleo a millones. Esto es sólo un bosquejo de lo que podría transformar a Estados Unidos y hacerlo un buen vecino para el mundo.

Traducción: Ramón Vera Herrera.

* Howard Zinn creció en Brooklyn, sirvió como bombardero en la Segunda Guerra Mundial y desde entonces está profundamente involucrado en los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra. Es autor de muchos libros, incluido A Power Governments Cannot Suppress (Un poder que los gobiernos no pueden suprimir) publicado por City Lights Books, 2007.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La victoria histórica de Obama

Por Howard Zinn | 09/11/2008 | EE.UU.

Fuentes: La Jornada.

Aquellos de nosotros que desde la izquierda hemos criticado a Obama, como yo lo he hecho, porque no ha podido asumir posturas fuertes en torno a la guerra y la economía, debemos unirnos a las expresiones de júbilo de aquellos estadunidenses, negros y blancos, que gritaron y lloraron el martes por la noche al darnos cuenta de que había ganado las elecciones presidenciales. Es en verdad un momento histórico, que un hombre negro vaya a conducir a nuestro país. El entusiasmo de los jóvenes, negros y blancos, la esperanza de los viejos, simplemente no pueden ser ignorados.

Hubo un momento similar hace un siglo y medio, en 1860, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente. Lincoln había sido criticado duramente por los abolicionistas, por el movimiento contra la esclavitud, por no haber logrado asumir una posición clara y valiente contra el esclavismo, por actuar como astuto político y no como fuerza moral. Pero cuando lo eligieron, el líder abolicionista, Wendell Phillips, que había sido un furioso crítico de la cautela de Lincoln, reconoció la posibilidad que yacía en haber logrado la presidencia.

Phillips escribió que por vez primera en la historia de la nación «los esclavos han escogido a un presidente de Estados Unidos». Lincoln, dijo, no era un abolicionista, pero de algún modo «consiente representar la posición antiesclavista». Para Phillips, como peón en un tablero de ajedrez, Lincoln tenía el potencial, si el pueblo de Estados Unidos actuaba vigorosamente, para moverse por todo el tablero, convertirse en reina y, como Phillips lo dijo, «barrer con todo».

Obama, al igual que Lincoln, tiende a mirar primero sus fortunas políticas en vez de tomar decisiones basadas en principios morales. Pero, siendo el primer afroamericano en la Casa Blanca, elegido por una ciudadanía entusiasta que espera una jugada decisiva hacia la paz y la justicia social, él presenta la posibilidad de un cambio importante.

Obama se hace presidente en una situación que grita por un cambio de esa naturaleza. La nación se ha enfrascado en dos guerras fútiles e inmorales, en Irak y Afganistán, y el pueblo estadunidense se ha vuelto decididamente contrario a tales guerras. La economía está siendo sacudida por golpazos tremendos y corre el peligro de colapsarse, conforme las familias pierden sus hogares y la gente trabajadora, incluidos aquéllos de la clase media, pierden sus empleos. Así que la población está lista para un cambio. De hecho, está desesperada por un cambio, y «cambio» fue la palabra más utilizada por Obama en su campaña.

¿Qué tipo de cambio se necesita? Primero, anunciar la retirada de nuestras tropas de Irak y Afganistán, renunciar a la doctrina Bush de la guerra preventiva y a la doctrina Carter de la acción militar para controlar el petróleo de Medio Oriente. Obama necesita cambiar radicalmente la dirección de la política exterior estadunidense, declarar que Estados Unidos es una nación amante de la paz que no intervendrá militarmente en otras partes del mundo, y que comenzará a desmantelar las bases militares que mantenemos en más de cien países. Además, debe comenzar a reunirse con Medvediev, el líder ruso, para alcanzar acuerdos acerca del desmantelamiento de los arsenales nucleares, en cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Esta retirada del militarismo liberará cientos de miles de millones de dólares. Un programa fiscal que incremente con decisión los impuestos para el uno por ciento más rico de la nación y que incida en su riqueza y no solamente en sus ingresos, arrojará más de cientos de miles de millones de dólares.

Con todo ese ahorro de dinero, el gobierno podrá otorgar una atención gratuita a la salud para todos, poner a millones de personas a trabajar (lo que el llamado libre comercio no ha conseguido). En suma, emular los programas del New Deal, en los que el gobierno otorgó empleo a millones. Esto es sólo un bosquejo de lo que podría transformar a Estados Unidos y hacerlo un buen vecino para el mundo.

Traducción: Ramón Vera Herrera.

* Howard Zinn creció en Brooklyn, sirvió como bombardero en la Segunda Guerra Mundial y desde entonces está profundamente involucrado en los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra. Es autor de muchos libros, incluido A Power Governments Cannot Suppress (Un poder que los gobiernos no pueden suprimir) publicado por City Lights Books, 2007. 

miércoles, 22 de febrero de 2017

_--Euclides

_--Nacido. Aproximadamente 330 A.C.
Murió. Aproximadamente 260 A.C.

No hay registros conocidos de la fecha exacta o lugar del nacimiento de Euclides, y poco se sabe sobre su vida personal. Sabemos que durante el reinado de Ptolomeo I enseñó matemáticas en Alejandría, Egipto, en la biblioteca de Alejandría o "Museo", y que escribió la obra matemática más duradera de todos los tiempos, los Stoicheia o Elementos, una obra de trece volúmenes. Esta comprensiva recopilación de conocimientos geométricos, basada en las obras de Thales, Pitágoras, Platón, Eudoxus, Aristóteles, Menaechmus y otros, estuvo en uso común por más de 2.000 años.

Un autor árabe, al-Qifti (d. 1248), registró que el padre de Euclides era Naucrates y su abuelo era Zenarchus, que él era griego, nacido en Tiro y vivido en Damasco. Pero no hay ninguna prueba real de que este es el mismo Euclides. De hecho, otro hombre, Euclides de Megara, un filósofo que vivió en la época de Platón, se confunde a menudo con Euclides de Alejandría.

Euclides es a menudo referido como el "Padre de la Geometría". Es probable que él asistió a la Academia de Platón en Atenas, recibió su formación matemática de los estudiantes de Platón, y luego llegó a Alejandría. Alejandría era entonces la ciudad más grande del mundo occidental, y el centro de la industria del papiro y del comercio de libros. Ptolomeo había creado la gran biblioteca en Alejandría, que se conocía como el Museo, porque se consideraba una casa de las musas para las artes y las ciencias. Muchos eruditos trabajaron y enseñaron allí, y es ahí donde Euclides escribió Los Elementos. Hay alguna evidencia de que Euclides también fundó una escuela y enseñó a los alumnos mientras estaba en Alejandría.

Los Elementos se dividen en trece libros que cubren geometría plana, aritmética y teoría numérica, números irracionales y geometría sólida. Euclides organizó las ideas geométricas conocidas, comenzando con definiciones simples, axiomas, declaraciones formadas llamadas teoremas, y estableció métodos para las pruebas lógicas. Comenzó con verdades matemáticas aceptadas, axiomas y postulados, y demostró lógicamente proposiciones en la geometría plana y sólida. Una de las pruebas fue para el teorema de Pitágoras, probando que la ecuación es siempre verdadera para cada triángulo rectángulo. Los Elementos fue el libro de texto más utilizado de todos los tiempos, ha aparecido en más de 1.000 ediciones desde que se inventó la impresión, todavía se encuentra en las aulas hasta el siglo XX, y se cree que ha vendido más copias que cualquier otro libro que no sea la Biblia.

Euclides utilizó un enfoque llamado "enfoque sintético" para presentar sus teoremas. Utilizando este método, uno progresa en una serie de pasos lógicos de lo conocido a lo desconocido.

Euclides probó que es imposible encontrar el "número primo más grande", porque si tomas el número primo más grande, agrega 1 al producto de todos los primos hasta el incluyéndolo, obtendrás otro número primo. La prueba de Euclides para este teorema es generalmente aceptada como una de las pruebas "clásicas" por su concisión y claridad. Millones de números primos se sabe que existen, y más están siendo añadidos por los matemáticos y los científicos de la computación. Los matemáticos desde Euclides han intentado sin éxito encontrar un patrón a la secuencia de números primos.

El filósofo griego Proclo registra que cuando Ptolomeo le preguntó si había una manera más fácil de estudiar geometría que The Elements, Euclides contestó: "Señor, no hay un camino real hacia la geometría".

Los axiomas son declaraciones que se aceptan como verdaderas. Euclides creía que no podemos estar seguros de ningún axioma sin pruebas, por lo que ideó pasos lógicos para probarlos. Euclides dividió sus diez axiomas, que él llamó "postulados", en dos grupos de cinco. Los primeros cinco eran "Nociones Comunes", porque eran comunes a todas las ciencias:

1.-Las cosas que son iguales a la misma cosa también son iguales entre sí.
2.-Si se añaden iguales a iguales, las sumas son iguales.
3.-Si los iguales se restan de iguales, los restos son iguales.
4.-Las cosas que coinciden entre sí son iguales entre sí.
5.-El conjunto es mayor que la parte.

Los cinco postulados restantes estaban relacionados específicamente con la geometría:

6.-Puedes dibujar una línea recta entre dos puntos cualquiera.
7.-Puede extender la línea indefinidamente.
8.-Puede dibujar un círculo usando cualquier segmento de línea como el radio y un punto final como centro.
9.-Todos los ángulos rectos son iguales.
10.-Dada una línea y un punto, puede dibujar sólo una línea a través del punto que es paralelo a la primera línea.

Campanus tradujo Los elementos del árabe al latín y la primera edición impresa apareció en Venecia en 1482. La primera traducción inglesa de Los elementos fue por el matemático John Dee en 1570. Las conferencias y escritos de Dee revivieron el interés por las matemáticas en Inglaterra. Su traducción fue de una traducción latina de una traducción árabe del griego original.

En 1733, un matemático italiano llamado Girolamo Saccheri casi descubrió la geometría no euclidiana. Había estudiado durante años en un inútil intento de encontrar un solo error en los postulados de Euclides. Al borde de un gran avance, se rindió y publicó Euclides libre de todos los defectos. Sería aproximadamente cien años antes de que se inventara otra geometría viable.

En 1899, el matemático alemán David Hilbert presentó Fundamentos de Geometría, el primer conjunto completo de axiomas de geometría desde Euclides.

Euclides también escribió Data, que contiene 94 proposiciones, Phaenomena, referentes a la astronomía esférica, Caloptrics, sobre espejos, Optics, la teoría de la perspectiva, y una obra de teoría musical. En sus trabajos sobre la óptica, Euclides hizo que los rayos de luz fueran parte de la geometría, trabajando con ellos como si fueran líneas rectas. Muchas de las obras atribuidas a Euclides ya no existen o son incompletas.

Construcciones euclidianas
El sistema de números griegos hacía difícil hacer cálculos. Al igual que el sistema de números romanos, no era un sistema posicional, no tenía cero y sólo tenía números enteros. Para compensar esto, usaron técnicas gráficas usando una regla y compás para producir construcciones geométricas. Estos se conocieron como Euclidean Constructions y se describen más adelante en Constructiones Euclídeas - Instrumentos y reglas

La conexión de Abraham Lincoln
A los cuarenta años, Abraham Lincoln estudió a Euclides para entrenarse en el razonamiento, y como abogado viajando a caballo, guardó una copia de los Elementos de Euclides en su alforja. En su biografía de Lincoln, su socio de la ley Billy Herndon cuenta cuán tarde en la noche Lincoln se tendía en el suelo estudiando la geometría de Euclides a la luz de la lámpara. Los discursos lógicos de Lincoln y algunas de sus frases como "dedicado a la proposición" en la dirección de Gettysburg se atribuyen a su lectura de Euclides.

Lincoln explica por qué estaba motivado para leer a Euclide:
"En el transcurso de mi lectura de la ley que constantemente se llegó a la palabra "demostrar". Pensé en un primer momento que había entendido su significado, pero pronto me sentí que no lo comprendía. Me dije: ¿Qué debo hacer cuando demuestro algo más que cuando razono algo?

Consulté el Diccionario de Webster. Hablaban de «cierta prueba», «prueba más allá de la posibilidad de duda»; Pero no pude imaginar qué clase de prueba era esa. Pensé que muchas cosas fueron probadas más allá de la posibilidad de duda, sin recurrir a un proceso tan extraordinario de razonamiento como entendí que la demostración era. Consulté todos los diccionarios y libros de referencia que pude encontrar, pero sin mejores resultados. También podrías haber definido el azul a un ciego.

Por fin dije: - Lincoln, nunca podrás hacerte abogado si no entiendes lo que significa demostrar; Y dejé mi situación en Springfield, fui a la casa de mi padre, y permanecí allí hasta que pude dar cualquier proposición en los seis libros de Euclides a la vista. Entonces descubrí lo que significa demostrar, y volví a mis estudios de derecho. "

Citas
-Un joven que había comenzado a leer la geometría con Euclides, cuando había aprendido la primera proposición, preguntó: "¿Qué consigo aprendiendo estas cosas?" Así que Euclides llamó a un esclavo y le dijo: "Déle tres peniques, ya que él debe hacer una ganancia de lo que aprende." - Stobaeus, Extractos

-"Las leyes de la naturaleza no son sino los pensamientos matemáticos de Dios". - Euclides

-"Si Euclides no encendió tu entusiasmo juvenil, entonces no habías nacido para ser un pensador científico." - Albert Einstein

-"Te digo que acepto a Dios simplemente, pero debes notar esto: Si Dios existe y si realmente creó el mundo, entonces, como todos sabemos, Él lo creó de acuerdo con la geometría de Euclides". - Ivan, en Los hermanos Karamazov, por Fiodor Dostoievski (1821-1881)

-"Euclides me enseñó que sin suposiciones no hay pruebas, por lo tanto, en cualquier argumento, examine los supuestos". Eric Temple Bell

-"Que nadie vaya a nuestra escuela, que no haya aprendido primero los elementos de Euclides". - Aviso publicado en las puertas de la escuela por los filósofos griegos

http://www.mathopenref.com/euclid.html

domingo, 5 de junio de 2011

La Brigada Lincoln: los héroes ocultos de América

Decenas de historias personales duermen en los archivos de la Brigada Lincoln que se guardan en la Biblioteca Tamiment de la Universidad de Nueva York. Pero es un triángulo de las Bermudas de la desmemoria. Para muchos estadounidenses de la calle los “lincolns” no existen. O solo existen como súcubos de un inframundo comunista irreal, contra los que quizás se cometió algún atropello histórico, pero a saber qué habrían hecho si les hubieran dejado. En su día el FBI les etiquetó de “antifascistas prematuros”, chocante baldón que con muy contadas excepciones inhabilitaba para obtener ningún puesto militar de rango en la Segunda Guerra Mundial, o ni siquiera para servir en ella. No se entiende la tenaz resistencia que, vistos desde fuera y sin prejuicios, encarnan la quintaesencia más mítica de lo americano. La vocación de salvar el mundo
Bill Bailey tenía 24 años el día del verano de 1935 en que subió a bordo del Bremen, un barco alemán anclado en el puerto de Nueva York. Con su larga y apuesta humanidad disfrazada de esmoquin parecía de buena familia de Manhattan o por lo menos el rey del mundo, en lugar del hijo de sufridísimos inmigrantes irlandeses, marino mercante y comunista heterodoxo que era. Había estado a punto de darse de baja del partido porque él nunca aguantó el ordeno y mando de nadie, pero un viaje como marino a la Italia de Mussolini le hizo desistir en el último minuto de romper el carnet. Entre una cosa y otra Bill Bailey estaba absolutamente decidido a cumplir una misión, y esta misión era arrancar la bandera con la esvástica que ondeaba en lo alto del mástil del Bremen. Así lo hizo. La insignia nazi se fue gloriosamente de cabeza al río Hudson. Aunque luego, volver a bajar del mástil, no fuera lo que se dice un camino de rosas. Hubo que pelear primero con la tripulación alemana y luego con la policía americana y pasar cierto tiempo en el calabozo.
Dos años después Bill Bailey se encontraba en España. Se había alistado en las Brigadas Internacionales junto con otros 2.799 voluntarios norteamericanos que combatieron contra Franco y en defensa de la República. Él luchó durante dieciocho meses en el cada vez más diezmado batallón que por una lógica más propagandística que militar acabaría llamándose la Brigada Abraham Lincoln. En Belchite, Bailey logró arrebatar una bandera franquista al enemigo. Orgulloso la firmó y la mandó de recuerdo al sindicato de los marinos en San Francisco.
Al volver de España, Bill Bailey retomó sus actividades sindicales. Llegó a ser una leyenda viva para la marinería norteamericana por acciones tales como enfrentarse a las autoridades que, en plena Segunda Guerra Mundial, querían denegarle el permiso para volver a embarcar —es decir, que condenaban a morirse de hambre— a un marino japonés-americano, nacido en Hawaii (como Obama), porque tenía “antecedentes criminales”. Tales antecedentes consistían en haber robado de niño la bicicleta de un vecino (sus padres eran demasiado pobres para comprarle una), bicicleta que devolvió tras darse una ansiada vuelta en ella.
Bailey embistió como un toro al tribunal: les desafió a fusilar sin más dilación al marino hawaiano-nipón si de verdad tenían pruebas de que era un agente antiamericano al servicio de Tokio. Pero, de no tener esas pruebas, les conminó ferozmente a restituirle intactos todos sus derechos. Él, Bailey, se hacía personalmente responsable de sus acciones. En esta ocasión los inquisidores se amedrentaron y retrocedieron.
En 1988, Bill Bailey regresó a España a cumplir un encargo delicado: llevar a Belchite las cenizas de otro Lincoln, su gran amigo y compañero de trinchera Bill McCarthy. Curioso apellido, es cierto, para alguien que en el fondo de su corazón nunca tuvo muy claro si quería ser comunista o cura. Mientras se lo pensaba, McCarthy se encontró haciendo la guerra y comprobando hasta qué punto la realidad desafía al idealismo: “Llegué a España lleno de verdadero fervor revolucionario. Iba a parar el fascismo. Pero en nada estaba agarrando a mi mejor amigo, quien tenía una bala en el estómago. Traté de rezar un avemaría pero no logré acordarme. Simplemente estaba allí, tratando de mantener las tripas de mi amigo dentro de su cuerpo”... Leer más.
Anna Grau, Fronterad.

lunes, 30 de octubre de 2023

Perú. El legado de Lincoln

“Mi capitán no contesta, están sus labios pálidos e inertes; 
                         

 Mi padre no es consciente de mi brazo, no tiene pulso ya ni voluntad…”


Walt Whitman en su hermoso homenaje a Abraham Lincoln nos anuncia que el legado del valeroso leñador, se ha extinguido, o está punto de perecer. Recogiendo las expresiones de los actuales voceros del gobierno de los Estados Unidos, pareciera que esta dolorosa premonición, se cumple. En todo caso, hoy está más lejos que nunca

Podría suponerse que en la Fuerza Armada de los Estados Unidos se ha impuesto el feminismo, o que ha ganado puntos la lucha por la igualdad de género, tan cara en nuestro tiempo. Pero no es propiamente así. Una golondrina, no hace el verano. Y el hecho que la señora Laura Richardson sea la 32 Jefe del Comando Sur, no constituye sino la excepción a una regla debido a la cual los altos mandos en el ejército imperial, son ocupados sólo por hombres.

Pero la señora Richardson no es tampoco flor de cualquier jardín. Tiene, lo que bien podría denominarse una brillante foja de servicios en el Ejército norteamericano, donde detenta una especialidad: la Aviación Militar.

Como el símbolo del Comando Sur es el Cóndor, y ella es la golondrina quizá podría afirmarse irónicamente que la señora asoma como un ave de alto vuelo. Y es que su función, no tiene límite.

Cuando en ese país se habla del sur, no se alude a los Estados ubicados al sur de su espacio geográfico, como podrían ser Texas o Florida, sino a los países ubicados entre el río Bravo y la Patagonia, es decir a todo el continente.

La señora Richardson, la Generala, veterana de diversas guerras, y que sirviera en su momnnto en Corea del Sur, Irak -“Operación Libertad” 2003- y Afganistán; mira hoy con singular preocupación el extenso territorio que James Monroe considerara que les pertenece, ya en 1823.

Haciendo honor a tan ilustrados antecedente –el de Monroe, por cierto- la hoy Generala aseguró en su momento que esta región es muy rica en petróleo, oro, plata, cobre, litio y otros minerales, así como en agua, floresta y bio diversidad, Y sostuvo en esa línea, que esos recursos no podrían beneficiar a “potencias extra continentales”, si no sólo a ellos.

“Nos pertenecen”, aseguró, haciendo honor a parte de sus funciones que le permiten también cautelar los intereses de los Estados Unidos “ante el avance de China y Rusia”, que les escarapela el cuerpo.

Si una declaración así hubiese sido hecha por un funcionario de la Casa Blanca, podría considerarse expresión de la voracidad proverbial del Imperio; pero dicha por un alto jefe militar de las Fuerza Armada de los Estados Unidos –hombre o mujer- luce como una grosera agresión que atenta contra las riquezas básicas de países independientes y soberanos.

Esta declaración, ue hace poco acompañada por otra: la señora Richardson se tomó la libertad de atacar a Telesur, la agencia de noticias latinoamericana que le quita el sueño, y a RT y a otras agencias internacionales de noticias no vinculadas a los intereses de Washington.

Para ella, sus trasmisiones amenazan la seguridad de los Estados Unidos, que al decir de Foster Dulles, no tiene amigos, sino intereses, y soliviantan a los pueblos. En otras palabras, ponen en riesgo a las grandes corporaciones y la inversión norteamericana; en suma, desestabilizan al capitalismo en el plano mundial.

En ese marco confuso y convulso, Dina Boluarte ha operado un giro notorio en la política exterior peruana, Se ha sometido servilmente a los designios de USA. Y eso, que asomó desde las iniciativas de Lisa Lane –exagente de la CIA y embajadora norteamericana en el Perú- se vio sobre dimensionado a partir de la presencia de la señora Richardson aquí.

En los últimos meses, los ministros del Interior y de Defensa han viajado a los Estados Unidos para “intercambiar ideas” referido a la “lucha contra el narcotráféste registra muy altos imndices en USA donde ico y el terrorismo”. Obviamente, ese “intercambio” fue desigual. Ellos se fueron sin ideas, y volvieron con las de la Casa Blanca.

¿Qué puede aportar en materia de Narcotráfico el país que consume más droga en el mundo? ¿Y qué en lucha contra el Terrorismo, el país más terrorista del planeta?

Antes que la DEA operara en el Perú, el tráfico de drogas registraba niveles muy bajos. Hoy, es uno de los más altos de la región. Y en cuanto al terrorismo, se registran altos índices en USA donde cotidianamente personas desquiciadas matan a niños en escuelas y barrios .

Si a esta ya enfermiza relación entre Biden y el régimen de Boluarte y Otárola, le sumamos, la presencia de tropas norteamericanas que operan aquí en secreto, y que serán acompañadas por navíos de guerra y nuevo armamento; tendremos la imagen de un vínculo belicista que responde a una política completamente ajena a los intereses del país.

El negocio de la guerra, no está inscrito en el ADN del Perú. Por lo demás, el legado de Lincoln, entre nosotros, no ha muerto.

En América Latina entera, bien puede esperarse con Pablo Neruda “que despierte el leñador…”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Gustavo Espinoza M.

jueves, 24 de marzo de 2016

Muere el último combatiente de la brigada Lincoln en la Guerra Civil. Delmer Berg falleció en su casa de California a los 100 años de edad

La última voz de la generación de norteamericanos que luchó en la Guerra Civil española se apagó el domingo después de un siglo en una casa de piedra en el norte de California. Delmer Berg (Anaheim, 1915) era el último superviviente de la Brigada Lincoln, formada por milicianos de Estados Unidos que combatieron en la Guerra Civil española (1936-1939) para defender la II República. Allí resultó herido. Berg estuvo toda su vida involucrado en movimientos de izquierda. “Mi vida se ha construido alrededor de las cuestiones por las que fuimos a España”, decía a EL PAÍS en el comedor de su casa durante una entrevista el pasado mes de abril.

La forma de ver el mundo de Berg quedó definida para siempre cuando le tocó vivir como adolescente el hundimiento de la economía de Estados Unidos en 1929. El año pasado aún recordaba con sorprendente detalle su vida de lavaplatos en Hollywood mientras a su alrededor se hundían agricultores y pequeños negocios. Recordaba a su padre preocupado por la situación en el campo y las colas en los bancos para sacar un dinero que se había evaporado. “Había un sentimiento, un ambiente, de qué vamos a hacer al respecto”. Contaba que empezó a creer en la movilización social cuando vio a los veteranos de la I Guerra Mundial ganar un pulso al Gobierno para cobrar sus pensiones a través de movilizaciones masivas.

Se alistó en el Ejército con 21 años para rescindir su contrato al año siguiente, cuando le surgió la posibilidad de ir a España, que veía como el lugar donde se estaba defendiendo una especie de conciencia global trabajadora. “Yo me sentía parte de eso. Soy así. Sentía que había un nosotros, en todo el mundo. Y yo soy parte de ese nosotros. Sentí que lo que pasaba allí me concernía”. Unos 2.800 norteamericanos participaron en la Guerra Civil española, según la asociación de veteranos Archivos de la Brigada Lincoln (Alba), que informó del fallecimiento de Berg en su web.

Durante el resto de su vida en California, Berg siguió involucrado en movimientos sindicales y organizaciones de izquierda. Aseguraba que perdió trabajos en los años siguientes por su compromiso y sintió la persecución de la furia anticomunista del macarthismo. Volvió a España tres veces en tours organizados para veteranos de las Brigadas Internacionales. Se emocionaba recordando el reconocimiento que se le había dado, tantos años después y se quedó con la sensación de que España en general valoraba su lucha.

Cuando EL PAÍS visitó a Delmer Berg en Columbia, un pueblo del oeste conservado como parque turístico al norte de California, era un momento difícil en su vida. Su tercera esposa, June, acababa de ser internada en un hospital. Falleció tres meses después, en junio, a la edad de 93 años. Se conocieron en un baile en Modesto y vivieron juntos cuatro décadas. Construyeron la casa de su vejez ellos mismos con materiales sacados de su propia finca, según el obituario que publicó The Union Democrat, el periódico local de la zona de la fiebre el oro. Berg era una celebridad local en un lugar donde poca gente compartía sus ideas. “Todos respetan el hecho de que fuera a España”, decía.

En aquella casa de piedra en un lugar inaccesible, con 99 años Berg se movía con dificultad, apoyado en un bastón y con ayuda de la asistenta que iba tres veces por semana. Aun así subía dos tramos de escaleras hasta su dormitorio. Tenía un potente timbre de voz, aunque rasgado y tembloroso por la edad. Había perdido casi completamente su capacidad auditiva y había que gritarle, literalmente, cerca del oído o escribirle las preguntas en un papel. Hablaba y reía con energía, sin embargo, y devoraba unos bollos con leche. Pasaba las mañanas sentado al sol en el porche.

La muerte de Berg hace presente qué poco nos queda, cuando se van a cumplir 80 años de la rebelión militar, para que perdamos definitivamente cualquier posibilidad de escuchar de viva voz recuerdos de la guerra de España. Qué poco queda para que no haya nadie a quién preguntar.

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/02/actualidad/1456908585_999275.html

Entrevista con Delmer Berg (mayo de 2015)

domingo, 14 de agosto de 2016

Historia de los brigadistas chinos que lucharon en la guerra civil española, su valor y sus destinos. South China Morning Post

Agricultores analfabeto, trabajadores manuales, funcionarios públicos, unos 100 chinos se unieron a las brigadas internacionales que ayudaron a luchar contra los fascistas del general Franco hace 80 años. A pesar de ser pocos en número, dejaron un recuerdo duradero.

En el otoño de 1937, Zhang Ruishu estaba disfrutando de uno de sus raros descansos de su trabajo de 14 horas diarias en primera línea del frente. Uno de los pocos, si no el único chino en Madrid, que no había pedido permiso de descanso -quedaba mucho que hacer-, pero su comandante había insistido en que se lo tomara. La capital española estaba decorado con desafiantes banderas desgarradas en que se leía "No pasarán " y "Madrid será la tumba del fascismo". Zhang había visto a menudo antes estos signos. En un puesto de periódicos, sin embargo, un gran cartel promocional en la revista de noticias española la Estampa le llamó la atención.

El intrigante cartel mostraba la cara de un hombre de perfil. No era una cara bonita, sino ruda y curtida, con el pelo muy recortado, mejillas hundidas y un montón de dientes torcidos en una boca ligeramente abierta -la cara de un tonto que ha conocido dificultades. De repente, una multitud se agolpaba alrededor de Zhang; los ojos se abrían y los dedos le apuntaban. "Es él!" Clamaron, lanzándose hacia adelante para estrechar la mano del desconocido.

Casi 20 años después del día en que puso el pie en suelo europeo, el humilde hombre de 44 años de edad de la provincia de Shandong, ahora médico con las fuerzas republicanas en la lucha contra el fascismo en la guerra civil española, fue aclamado como un héroe en un país a casi 10.000 kilómetros de su casa.

Poco más de un año antes, el 17 de julio de 1936, al mismo tiempo que militarismo japonés se volvía cada vez más pesado en China, un grupo de oficiales [traidores] de derechas del ejército español, dirigido por el general Francisco Franco, se levantó contra el gobierno republicano democráticamente elegido. El movimiento marcó el comienzo de una guerra civil que se prolongó durante dos años y ocho meses y hacía entrever un conflicto aún mayor en Europa.

Mientras que los nacionalistas de Franco eran asistidos abiertamente por las fuerzas alemanas e italianas de los dictadores fascistas Adolf Hitler y Benito Mussolini, las naciones democráticas como Francia y Gran Bretaña aplicando una política oficial de no intervención para disgusto de muchos de sus propios ciudadanos, que vieron la contienda como una lucha contra los males del fascismo y el preludio de un conflicto aún mayor en Europa.

En respuesta a la indiferencia de sus gobiernos, decenas de miles de trabajadores, sindicalistas y estudiantes de izquierda se movilizaron y dirigieron a España, a tomar las armas. El número de combatientes extranjeros que lucharon en lo que llegó a ser conocido como las Brigadas Internacionales se ha estimado en 40.000, con voluntarios de 53 países, entre ellos Francia (9.000 personas), Estados Unidos (2800), Gran Bretaña (2.500), Polonia (3000) e incluso Alemania (4.000) e Italia (3000). Llegaron de Costa Rica y Albania, de Grecia, Cuba y Argentina, de Finlandia, Irlanda, Sudáfrica y Bulgaria.

Y llegaron desde China
Una investigación de varias décadas de Len y Hwei-Ru Tsou, dos investigadores americano-taiwanés (ahora retirados y con domicilio en San José, California), ha demostrado que más de 100 chinos combatieron hombro con hombro con los republicanos [y anarquistas]. Algunas de sus historias se detallan en el libro de la pareja, La llamada de España: Los voluntarios chinos en la Guerra Civil española (1936-1939), que fue publicado por primera vez en chino tradicional en Taiwán en 2001 (y ampliado en 2015), y en español y chino simplificado en 2013, con nuevo material añadido, que ahora sale a la luz.

'La llamada a las armas de Tsou' [Tsou's call to arms ] fue una película documental realizada en los EE.UU. "Creo que fue alrededor de 1986, que vimos 'El Buen Combate' [The Good Fight], dice Len Tsou, señalando que el documental se centró en la Brigada Abraham Lincoln, un batallón de combatientes estadounidenses que habían viajado a España. "Nos quedamos muy sorprendidos de que tantos voluntarios de todas partes del mundo se hubieran alistado. Comenzó entonces nuestro interés en las brigadas internacionales, y hemos aprendido todo lo que pudimos".

Ese año fue el 50 aniversario del inicio de la guerra, y los veteranos de la Brigada Abraham Lincoln publicaron un folleto para recordar la ocasión. Contenía una lista completa de los voluntarios.
"Len y yo hechamos un vistazo y vimos que había tres nombres chinos allí", dice Hwei-Ru Tsou. "Nos quedamos estupefactos. Los chinos en ese momento estaban luchando por su propia supervivencia - intentando rechazar la agresión japonesa ".

Una semilla había brotado, y la pareja cavó más profundo. Con muchos veteranos de guerra envejeciendo, los investigadores tuvieron que moverse rápido, viajando varias veces a España, China, Francia, Países Bajos, Bulgaria, Alemania y otros países para entrevistar a ex soldados, ex voluntarios, familiares y amigos, y entresacar la información de entre el marasmo de documentos oficiales.

Descubrieron que los chinos habían venido de todos los estratos, algunos de familias de funcionarios públicos, otros de lo más bajo de los trabajadores manuales y agricultores analfabetos. Como su número había sido relativamente pequeña, no había habido ninguna brigada china oficial en España, y luchado en batallones de otras naciones, por lo general elegido en función de sus habilidades lingüísticas.

Aunque los fascistas de Franco tenían el poder de su lado, los republicanos no estaban completamente solos: recibieron ayuda material y más de 2.000 tropas de combate de la Unión Soviética.

Mao Zedong envió una carta abierta de apoyo a los republicanos en mayo de 1937.
"Si no fuera por el hecho de que tenemos el enemigo japonés frente a nosotros", escribió Mao, "seguramente nos uniríamos a sus tropas".

Lo que Mao quizá no sabía era que, para aquel entonces, un número de chinos ya estaban allí.

El camino de Zhang a Europa comenzó ya en 1917, cuando - en los tiempos de la Primera Guerra Mundial - Gran Bretaña y Francia reclutaron a más de 100.000 chinos con el fin de que trabajaran en las fábricas cuyas plantillas regulares ahora estaban luchando en el frente. Nacido en la pobreza extrema en 1893, Zhang - huérfano siendo ya adolescente, sin trabajo, analfabeto y desesperado - se había registrado a bordo de un barco lleno de casi otros 2.000 hombres chinos con destino a Marsella.

Después de un viaje agotador 70 días por mar, Zhang se puso a trabajar en una fábrica de papel francesa. En menos de un año, sin embargo, se logró un armisticio, la 1º Guerra terminó con la paz de Versalles y los trabajadores chinos fueron un excedente para las necesidades franceses. La mayoría fueron enviados de vuelta a casa.

Sin familia y sin perspectivas en China, Zhang decidió quedarse y probar suerte, realizando los trabajos más desagradables y peligrosos (desenterrar cadáveres o detonación de bombas de gas sin explotar, por ejemplo) que los franceses evitaban.

También proveniente de Shandong, fuerte y valiente, Liu Jingtian nació en 1890. Tras su paso por el Ejército Chino también viajó a Francia en 1917, se quedó al terminar la guerra y en 1924, él y Zhang (cada vez más un autodidacta, ahora enseñaba francés) obtuvieron un empleo estable en la planta de fabricación de automóviles Renault en el oeste del suburbio [gueto] parisino de Boulogne-Billancourt. Al igual que muchos trabajadores de la industria del momento, se unieron al Partido Comunista Francés y, cuando estalló la guerra civil española, fueron llamados a dejar las herramientas, cruzar los Pirineos a pie y luchar contra el fascismo.

Zhang y Liu llegaron a España en noviembre de 1936, y aunque se les pidió que se convirtiesen en ametralladores de la Brigada Internacional, por sus edades (ambos estaban en sus 40s) se les asignó a los equipos médicos como camilleros, a menudo encargados de rescatar a los soldados heridos bajo el fuego enemigo. Como se describe en el Estampa, Zhang fue herido en el pecho, hombros y las manos durante el desempeño de sus funciones. También una dramática fotografía en el calor de la batalla que muestra a Liu rescatando a un soldado herido fue publicada en el diario español Frente Rojo, fue entonces alabado en reconocimiento a su heroísmo.

"En ese momento, era probable que si volvían no recuperaran de nuevo sus trabajos [en la Renault de París]; Incluso puede que no fueran capaces de volver a Francia, "dice Hwei-Ru Tsou," pero ellos fueron de todos modos, porque era una pelea muy importante. Estos dos tipos no eran jóvenes, los dos estaban solteros, y dijeron entre sí: "Si los trabajadores franceses van, cuando tienen familias, tienen hijos, entonces nosotros vamos también." Fueron extraordinarios, y también muy queridos por sus compañeros. Eran muy valientes".

Luchando con la Brigada Abraham Lincoln, estaban Zhang Ji de Minnesota y Chen Wenrao de Nueva York, que eran a demás originarios de China. Chen, nacido en la provincia de Guangdong y fue abatido en la sangrienta batalla de Gandesa, en 1938, a la edad de 25 años. Zhang, sin embargo, sobrevivió a la guerra en España.

Viniendo de una familia educada y relativamente privilegiada en la provincia de Hunan, Zhang Ji había salido de China hacia San Francisco en 1918, recibiendo el título de Ingeniero de Minas por la Universidad de Minnesota en 1923. Después de la crisis financiera del 1929, en que perdió su trabajo como ingeniero y se radicalizó, se unió al Partido Comunista de los Estados Unidos en 1935. En marzo de 1937 a la edad de 37 - Zhang Ji subió a bordo del trasatlántico SS París en Nueva York y se dirigió a Francia, luego cruzó los Pirineos hacia España. Alto, delgado y desgarbado, y físicamente no el más fuerte de voluntarios, Zhang Ji fue asignado inicialmente como conductor de camión, antes de asignarle funciones de secretario.

Se describe en "La llamada de España" a un silencioso y misterioso doctor chino-indonesio, Bi Daowen (que también fue conocido por el nombre Indonesio como Tío Oen Bik) de Java, tenía 31 años cuando llegó a España, en septiembre de 1937.

Mientras que uno de los más fervientemente políticos de entre los chinos, delgado, con binóculos, fue Xie Weijin, que nació en la provincia de Sichuan en 1899. Xie participó en el Movimiento Antiimperialista del Cuatro de Mayo en Shanghai en 1919 antes de dirigirse a Francia.

En la década de 1920, se unió a la Liga de la Juventud Comunista en Europa y al Partido Comunista de la rama europea china, y una foto tomada en una reunión en Berlín en 1927 muestra a Xie entregando una pancarta con la leyenda "De los Trabajadores de la huelga de Hong Kong y Kowloon" al líder comunista alemán Ernst Thalmann, que fue asesinado a tiros por orden expresa de Hitler en el campo de concentración de Buchenwald en 1944.

Xie se dirigió a España en abril de 1937. En una carta al Partido Comunista de España escribió: "llegué a España no para una estancia corta, sino para ir al frente de batalla. Me esforzaré al máximo en combatir como soldado. Espero que el comité me conceda este derecho y deje que me una a las Brigadas Internacionales al igual que muchos otros compañeros extranjeros".

Xie se hizo ametrallador con el batallón de Austria, pero fue retirado de la primera línea por un disparo que atravesó su pierna derecha, por debajo de la rodilla.

De acuerdo con la investigación de los Tsou, Chen Agen fue posiblemente el único voluntario chino que llegó a la guerra directamente desde China. Chen, de hecho, huía de las autoridades después de haber organizado un sindicato en Shanghai. Mientras se dirigía a Europa en 1937, un cocinero vietnamita - se rumorea que fue Ho Chi Minh - quien encandiló a Chen con fábulas de la intrepidez anti-fascista de España, por lo que viajó allí para luchar; sólo para ser capturado y puesto a trabajar como prisionero de guerra sirviendo de mano de obra.

Con un embargo de armas, de acuerdo con la política de no intervención de muchos países, en 1938 los republicanos estaban en retirada, y en octubre el mando ordenó la disolución de las Brigadas Internacionales, con la esperanza [excusa] de convencer a los aliados extranjeros de los nacionalistas [fascistas] de retirar sus tropas; pero fue en vano, y la guerra terminó oficialmente el 1 de abril de 1939, con victoria de los nacionales.

Las suertes de los voluntarios de las Brigadas Internacionales Chinos después de la Guerra
Las suertes finales de los voluntarios de las Brigadas Internacionales fueron tan variadas como sus orígenes.

Chen no fue liberado de la cárcel hasta 1942, y su rastro rápidamente se perdió en Madrid. Zhang Ji huyó de España después de la disolución de las Brigadas Internacionales y llegó a Hong Kong, donde en marzo de 1939 tas sus experiencias en la guerra civil española publicó las "viñetas españolas" en el periódico mensual Tien Hsia.

Chang había escrito de su deseo de unirse a VIII Ejército de Mao a su regreso a China, pero se desconoce si tuvo éxito - los Tsou no han encontrado ningún registro de su paradero después de Hong Kong.

Bi se enroló en China y en 1940 estaba en Yanan con las tropas de Mao. Bi fue uno de los voluntarios extranjeros que volvieron y fueron venerados como "los médicos españoles", apoyando el esfuerzo de guerra de China contra Japón. Los médicos habían llegado a China desde Polonia, Alemania, Canadá, Gran Bretaña, India y muchos otros países, y habían servido en los campos de batalla españoles. Bi se mantuvo en Yanan hasta 1945 tras la rendición japonesa, trabajó en la Unión Soviética antes de regresar a Indonesia, donde fue condenado al ostracismo por sus acciones revolucionarias y creencias políticas. No se supo nada de él después de 1966, un año después del golpe militar de Suharto, y se sospecha que Bi pudo haber sido ejecutado.

"Cuando lo oí, lloré", dice Hwei-Ru Tsou. "Sentí que había llegado a conocerlo. Lo sentía muy cercano a mi. Más tarde supe mucho acerca de sus hechos, no sólo en España sino también en China. Sentí que este gran hombre había sido olvidado, no sólo por su propio pueblo, pueblo de Indonesia, y sus compañeros, sino también por el mundo. Fue un hombre que vivió para sus ideales, y que tuvo un gran valor. Era un hombre increíble ".

A principios de 1939, Xie fue uno de los cientos de miles de refugiados republicanos que huyeron a Francia, donde fueron confinados en el famoso Campo de Concentración de Gurs durante ocho meses antes de regresar a China a través de Singapur, Hong Kong y Vietnam. Xie luchó con el Ejército Rojo contra los japoneses. Con el tiempo trabajó como ingeniero para la fuerza aérea china en la década de 1950 y principios de los años 60. En 1965, sin embargo, Xie fue purgado por el Partido Comunista y acusado de revisionista debido a su implicación con los extranjeros en Europa. Murió de cáncer en 1978, no habiendo podido ser "rehabilitado".

Liu llegó a Yanan a finales de 1939 y fue admitido en el Partido Comunista en 1946. Se sabe que trabajó en proyectos de construcción, incluyendo las [arqueológicas] viviendas cavernícolas de Yaodong por las que Yanan se hizo famoso, pero luego su rastro se pierde.

¿Y el muchacho del cartel de la Estampa?
De acuerdo con Hwei-Ru Tsou, cuando los voluntarios internacionales se retiraron en 1938, Zhang Ruishu volvió a París y fue rápidamente detenido por el gobierno francés. Finalmente liberado con ayuda del Partido Comunista Francés, su antiguos compañeros de trabajo y sindicalistas de la Renault pagaron su pasaje en barco a China en el año 1939. A partir de 1949, trabajó en varias posiciones administrativas para la agencia de noticias Xinhua, retirándose en 1958. Diez años más tarde, solo y olvidado, calló a las puerta de su casa, y murió ese mismo año, a la edad de 75.

Para Hwei-Ru Tsou, las experiencias de los voluntarios chinos, que lucharon - y en algunos casos murieron - por sus convicciones internacionalistas en el lado opuesto del planeta de su tierra natal, no son mera historia, son ejemplos que brillan en un mundo habitualmente sacudido por tormentas políticas y la creciente intolerancia.

"Sus historias - en los tiempos actuales - son muy importantes", dice ella. "La situación en aquel entonces, - con Hitler y Mussolini levantándose sobre Europa, la situación económica y política en ese momento - podría regresar, y vemos signos de esto en algunos lugares del mundo.
"Estas historias pueden servir para mantenernos alerta."

Traducción: The Chinese volunteers who fought in the Spanish civil war - their amazing courage and obscure fates |(Los voluntarios chinos que lucharon en la guerra civil española- su valor increíble y oscuros destinos)

South China Morning Post 18.7.2016 vía tarcotecacounterinformation.blogspot

miércoles, 6 de mayo de 2009

Pete Seeger cumple 90 años


Jarama Valley

Songs Of The Lincoln Brigade

There's a valley in Spain called Jarama
It's a place that we all know so well
It was there that we gave of our manhood
And so many of our brave comrades fell.

We are proud of the Lincoln Battalion
And the fight for Madrid that it made
There we fought like true sons of the people
As part of the Fifteenth Brigade.

Now we're far from that valley of sorrow
But its memory we ne'er will forget
So before we conclude this reunion
Let us stand to our glorious dead.