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lunes, 21 de septiembre de 2015

Por qué decía Krugman en 2011 que la deflación en España no iba a ser la solución


Hace escasos días explicábamos que con la reciente actualización de los datos de la Contabilidad Nacional de España se confirmaba que el crecimiento de su economía en el año 2014 había sido del 1,4% en términos reales.

Sin embargo, su crecimiento del PIB nominal a precios corrientes fue tan solo del 1%, queriendo decir esto que un 0,4% del crecimiento real de la economía española -desde el 1% hasta el 1,4%- se había producido como consecuencia de un descenso general de los precios.

Que un escenario de este tipo no tiene por qué ser necesariamente positivo para España lo decía ya el economista Paul Krugman en su blog del New York Times a principios del año 2011 con un artículo en el que planteaba una hipotética Zona euro de dos únicos estados miembros -Alemania y España- para mayor simplificación.

Y planteaba lo siguiente: “Supongamos que la Eurozona pretende retrotraer el nivel de precios y salarios relativos entre ambos países cinco años en el tiempo teniendo en cuenta que el tamaño de la economía de Alemania es tres veces el de España y que el nivel de precios y salarios en esta última economía es un 20% superior al de la primera”

Con esta hipótesis de partida, el siempre lúcido economista Paul Krugman exponía dos desarrollos posibles; A: Alemania tiene una inflación del 2% y España una deflación del 2%, con la que la inflación de la Zona euro quedará en el 1%, B) Alemania tiene una inflación del 4% y España del 0%, de manera que en la Eurozona será del 3%, y apuntaba que la opción “A” sería la menos favorable para España al conllevar unas tasas de desempleo y de deuda pública mucho más elevadas que las que traería asociadas el escenario “B”.

Ahora, casi cinco años más tarde, sabemos que la inflación media en la Zona euro no se sitúa ni en el 2% -su objetivo oficial- ni en el 3%, sino en el entorno del 1%, es decir, en el planteado en la opción “A”, y que en España el desempleo sigue siendo anormalmente elevado pese a la supuesta recuperación macroeconómica, al igual que lo es su descomunal volumen de deuda pública, cuya factura anual por intereses de deuda supone miles de millones de euros a sus ciudadanos.

El tiempo nos ha traído por lo tanto esta conclusión: España no tiene permiso en Europa para registrar una inflación superior a la de Alemania. Quizás sí lo tuviera en el pasado -cuando sus precios duplicaban los alemanes-, pero lo que ahora de verdad importa es que la inflación de la Zona euro, que en gran medida viene marcada por el valor de Alemania, se encuentra en un entorno particularmente bajo, lo cual impide a la economía española crecer sin la necesidad de tener que deflacionar.

Y que nadie se equivoque; crecer con deflación no es empezar de cero si el volumen de deuda pública sigue esperando todavía ahí, cuantificado conforme al nivel de precios anterior. Así, un crecimiento de la economía en volumen, también puede significar un decrecimiento económico en la vertiente nominal, lo que difícilmente puede solucionar cualquier problema verdaderamente grave de carácter fiscal y laboral. “Esto se va a poner feo”, terminaba concluyendo Paul Krugman en su artículo de enero de 2011.
Fuente:
http://www.elcaptor.com/2015/09/por-que-krugman-deflacion-espana-solucion.html

domingo, 24 de mayo de 2009

MALDAD, Paul Krugman

Maldad
Paul Krugman
krugman.blogs.nytimes.com

Jonathan Landay, uno de los pocos periodistas que contó bien la historia de la marcha hacia la Guerra, ha dejado esto dicho en McClatchy:

“La administración Bush presionó implacablemente a los interrogadores para que emplearan métodos expeditivos con los detenidos, en parte para encontrar pruebas de la cooperación entre al Qaida y el régimen del dictador iraquí Saddam Hussein, de acuerdo con un veterano funcionario de los servicios estadounidenses de inteligencia y antiguo psiquiatra del Ejército.
“Tal información daría fundamento a uno de los principales argumentos utilizados por el antiguo presidente George W. Bush para invadir Irak en 2003. No se halló prueba alguna de vínculos operativos entre la red terrorista de Osama Bin Laden y el régimen de Saddam.

“El uso de interrogatorios abusivos –comúnmente considerados como tortura— como parte de la búsqueda por parte de Bush de una justificación para invadir Irak en 2003 salió a la luz cuando el Senado publicó un informe importante que revelaba el origen de los abusos y el presidente Obama abrió las puertas para perseguir a antiguos funcionarios estadounidenses por haberlos autorizado.”
Digámoslo suavemente: la administración Bush quería servirse del 11/9 como pretexto para invadir Irak, aun cuando Irak no tenía nada que ver con el 11/9. Así que torturó a gente para que confesara un vínculo inexistente.

Hay una palabra para eso: maldad.

Paul Krugman ganó el premio Nobel de economía de 2008

martes, 8 de octubre de 2013

Locura y guerra de clases en EE UU

Para Kugman la solución a la crisis económica pasa por la política. Paul Krugman, probablemente el economista más conocido del mundo, lo tiene claro. Desde su posición progresista –liberal, en Estados Unidos; de izquierdas, en Europa- prescribe su receta.

Cuando recibió el premio Nobel en 2008, Paul Krugman (Albany, Estados Unidos, 1957) ya llevaba casi una década escribiendo columnas en el New York Times. Da clases de Economía y Política Internacional en la Universidad de Princeton, antes lo ha hecho en la de Yale, donde se graduó, en la de Stanford y en el MIT.

El economista Mark Thoma escribió recientemente una excelente columna para el Fiscal Times relacionando la lucha contra el límite de deuda con el tema más importante de la desigualdad extrema. Me gustaría señalar que la realidad es incluso peor de lo que Thoma da a entender.

Él lo expresa en su blog de esta manera: “El incremento de la desigualdad y la diferente exposición al riesgo económico han hecho que un grupo considere que son los que “hacen” en una sociedad en la que mantienen al resto y pagan la mayoría de las facturas, y que el otro grupo son los que “toman” ya que reciben todos los beneficios. El estrato más alto se pregunta, ‘¿Por qué deberíamos pagar la seguridad social cuando recibimos pocos o ninguno de sus beneficios?’ y eso lleva a atacar estos programas”.

Por eso relaciona la lucha contra el límite de deuda con la influencia de los ricos, que quieren desmantelar el Estado de bienestar porque no significa nada para ellos y porque quieren unos impuestos más bajos.

Uno podría añadir que esa misma desigualdad que distancia a los ricos de las preocupaciones normales y corrientes les da un mayor poder y eso hace que sus opiniones en contra del Estado de bienestar tengan una influencia mucho mayor.

Entonces, ¿por qué las cosas están incluso peor de lo que dice Thoma? Porque muchos de los ricos se muestran selectivos a la hora de oponerse a que el Gobierno ayude a los desfavorecidos. Están en contra de cosas como los cupones para alimentos y los subsidios de desempleo. Pero ¿a favor de rescatar a Wall Street? ¡Sí!

En serio. Charlie Munger, el vicepresidente de Berkshire Hathaway, dijo en 2010 que deberíamos “dar gracias a Dios” por los rescates bancarios, pero que la gente normal y corriente que estaba viviendo una época difícil debería “aguantarse y salir adelante”. Y el consejero delegado de AIG - ¡el consejero delegado de una empresa rescatada! -señaló a The Wall Street Journal que las quejas sobre las primas a los ejecutivos de dichas empresas son tan malas como los linchamientos (no me lo estoy inventando)-.

La cuestión es que los súper-ricos no se han convertido en nuestro John Galt; no realmente, aunque piensen que lo han hecho. Se parece mucho más a la guerra de clases pura, a una defensa del derecho de los privilegiados a mantener y a aumentar sus privilegios.

No es Ayn Rand: esto es el Antiguo Régimen.
Fuente: Krugman, El País.
Ver el Blog de Paul Krugman en el País y NYT.

domingo, 5 de julio de 2015

Influyentes economistas toman partido en el referéndum griego. Los argumentos de importantes académicos, tres de ellos premios nobel, a favor de la opción del sí o del no

La convulsa situación que se vive en Grecia, inmersa en un ‘corralito’ financiero y en el intento de alcanzar un acuerdo de tercer rescate con la Eurozona, ha provocado que algunos de los más influyentes teóricos de economía se hayan posicionado en uno u otro lado en el referéndum del próximo domingo. Estos economistas, entre los que destacan tres premios Nobel, argumentan el porqué de su decisión así como las posibles consecuencias que conllevaría para el país heleno y su población el hecho de decantarse por el ‘sí’ o por el ‘no’ en la consulta.

A favor del no
Joseph Stiglitz, nobel de Economía 2001: “Las condiciones impuestas a Grecia son indignantes” El teórico estadounidense ha defendido claramente el ‘no’ en el referéndum en diversas entrevistas y artículos publicados en los últimos días. Pese a reconocer que es complicado aconsejar a los griegos, Stiglitz no tiene dudas de que un ‘sí’ en la consulta “significaría una depresión casi interminable” y solo llevaría a Grecia a una crisis más profunda, tal y como afirmó en su artículo ‘Obligar a Grecia a ceder’ publicado en ‘El País’ y The Guardian.

Stiglitz cree que la antigua troika (BCE, FMI y Comisión Europea) tiene una importante responsabilidad en la situación de crisis que atraviesa el país. Sin exculpar a Grecia, defiende en una entrevista en BBC Mundo que Europa debió apostar en el año 2010 por un plan de deuda que devolviera al país a la senda del crecimiento en lugar de adoptar unas medidas que dieron paso a una etapa de austeridad que da por fracasada. Para culminarla, apuesta por decir ‘no’ a unas condiciones que tacha en la misma entrevista como “indignantes y un ataque para la democracia”.

El ‘no’ que, tal y como reconoce en el artículo citado, podría abrirles la puerta a un futuro que “aunque no tan próspero como el pasado” será “más esperanzador que el inadmisible tormento actual”. Una situación que para Stiglitz ha llegado por culpa del programa económico impuesto por la Troika y cuyos resultados, entre los que se encuentran un descenso del 25% del PIB nacional o una tasa de paro juvenil del 60%, han sido “terribles”. En definitiva, un rechazo rotundo a un ‘sí’ que solo agravaría la crisis del país heleno.

Joseph Stiglitz es economista y profesor estadounidense. Logró el Premio Nobel de Economía en el año 2001. Antes, en 1979, recibió la medalla John Bates Clark. 'El precio de la desigualdad' es una de sus obras más importantes. Es execonomista jefe del Banco Mundial.

Paul Krugman, nobel de Economía 2008: "Grecia debe votar 'No"
Todavía más contundente que Stiglitz se muestra Paul Krugman, quien en su artículo ‘Grisis’ publicado en ‘The New York Times’, afirma con rotundidad que la población helena debe decidirse por el ‘no’ en el referéndum del domingo y que el gobierno de Tsipras debe estar preparado para abandonar el euro si fuera necesario. El motivo, la postura de la Troika. El Premio Nobel de Economía considera que la austeridad impuesta a Grecia en los últimos años ha sido la causante de esta situación y que por lo tanto el ‘sí’ supondría "una prolongación indefinida del momento actual".

Por ello, los ciudadanos griegos deben decir 'no' y rechazar al que ha sido el causante del desplome de la economía helena desde el año 2010, cuando comenzaron los recortes del gasto público, los aumentos de los impuestos y demás medidas austeras que solo provocaron una enorme reducción de la recaudación, tal y como explica el teórico estadounidense en su columna.

En ella, critica a la troika su actitud de extrema dureza y su decisión de aplicar una mayor dosis de austeridad, rechazando las medidas de un Tsipras para el que pide el apoyo del pueblo griego. Pese a afirmar que el ‘Grexit’ no es un efecto automático del 'no', argumenta que no sería una vía tan catastrófica como hace ver la eurozona, puesto que "las consecuencias más temidas serían el cierre de bancos y el control de capital", algo que ya se ha dado con el ‘corralito’ financiero impuesto el lunes.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía en el año 2008 y ganador del Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2004.
Actualmente es profesor de Economía y Asuntos Exteriores en la Universidad de Princeton y columnista de ‘The New York Times’.

Postura intermedia
Thomas Piketty: "La salida de Grecia del euro sería el principio del fin"
El economista francés desglosa y argumenta con dudas su posición respecto al referéndum del próximo domingo. Sin decidirse por el 'no' como hacen Stiglitz o Krugman, Piketty considera en una entrevista a Efe que el plan puesto en marcha por los acreedores es “malo y recesivo” y que por lo tanto es absolutamente negativo para Grecia. Piketty considera que el ‘no’ nunca debería suponer la salida de Grecia del euro, un escenario al que augura consecuencias catastróficas.

Por otro lado, entiende a aquellos griegos que voten 'sí’ por miedo a las “amenazas de expulsión” recibidas por la Troika y a la “política de asfixia del Banco Central Europeo”. Unas amenazas que no considera nada creíbles, ya que para Piketty “la salida de Grecia sería el principio del fin” para una Europa que se quedaría en una posición mucho más frágil. Por tanto, en la entrevista, el francés considera que es una utopía pensar que la zona euro está preparada para la marcha de cualquier miembro y aboga por el diálogo y la reestructuración del conjunto de deudas sea cual sea el resultado del referéndum.

Thomas Piketty es economista francés y autor del conocido ensayo El capital en el siglo XXI. El impulsor de la Escuela Económica de París es profesor en ese centro y en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París. Fue galardonado con el premio Yrjö Jahnsson en el año 2010.

A favor del sí
Christopher Pissarides, nobel de Economía 2010: "El 'no' podría dejar a Grecia fuera del euro"
Pissarides cree que la única salida viable para Grecia pasa por un ‘sí’ de los ciudadanos en el referéndum del día 5 de julio. El Premio Nobel considera que el gobierno de Tsipras ha tomado decisiones equivocadas, como "retrasar el control de capitales o negar la existencia del pánico a la fuga de capital", tal y como reconoce en una entrevista en Deutsche Welle. Además, critica la forma de llevar las negociaciones por parte del primer ministro griego, quien debería haber negociado con más insistencia ciertas medidas impuestas por la eurozona. En la entrevista, advierte de que un 'no' "podría dejar a Grecia fuera del euro mientras que el 'sí' asegura su permanencia".

Pese a ser partidario del ‘sí’ en la consulta, no está a favor de las exigencias de la Troika, a quien también critica. En una columna que escribió en The Guardian, Pissarides afirma que cualquier medida de austeridad es "negativa no solo para Grecia sino también para toda la Unión Europea"y que lo único que ha provocado es agravar la situación griega así como "generar una división en Europa". Por ello, anima a los dirigentes europeos a ser más benévolos en ciertos puntos, renegociar la deuda y hacer ver así a Grecia que quieren mantenerse unidos.

En ambos medios pide a los helenos que apuesten por el ‘sí’ para solucionar su crítica situación. Por otro lado, si llega el ‘no’ augura a Grecia un enorme distanciamiento de Europa, un retroceso y un mayor aumento de la recesión.

247 profesores de economía de universidades griegas abogan por el 'sí' en una declaración conjunta
La crítica situación vivida en Grecia y la convocatoria del referéndum provocó que 247 profesores de economía de diversas universidades del país se juntaran para publicar una declaración firmada en la que piden el ‘sí’ para Europa a la población griega, haciéndoles ver las graves consecuencias que conllevaría la victoria del ‘no’ y la posible salida de la Eurozona. Este grupo de profesores defiende en su manifiesto que este ‘no’ siempre sería peor que pagar la deuda y sentarse a negociar y pactar con el resto de socios de Unión Europa y el FMI.

Además, la negativa a Europa supondría unos efectos “económicos, sociales, políticos y geopolíticos desastrosos” y una serie de consecuencias funestas a corto y medio plazo que han querido hacer llegar a la población griega:

"Consecuencias a corto plazo: Cierre de los bancos, corte en el valor de los depósitos, notable descenso del turismo, escasez de productos básicos y materias primas, mercado negro, hiperinflación, quiebras, gran aumento de la tasa de desempleo, rápida bajada de los salarios y del valor real de las pensiones, profunda recesión, disturbios sociales y graves problemas en el funcionamiento de la sanidad pública".

A continuación, detallan los efectos a medio plazo: "aislamiento internacional, falta de acceso al mercado internacional de capital durante varios años, crecimiento bajo e inversión anémica, enorme desempleo combinado con altas tasas de inflación, suspensión del flujo de fondos estructurales de la Unión Europea, importante disminución del nivel de vida, deficiente prestación de bienes y servicios públicos básicos".

Consideran que todas estas consecuencias no deben producirse tras los graves sacrificios realizados por el pueblo griego en los últimos años ni tampoco en un momento en el que la situación económica estaba empezando a recuperarse. El manifiesto culmina con la petición al pueblo heleno de un ‘sí’ que les asegure mantenerse del lado de la Unión Europea y la eurozona.

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/07/03/actualidad/1435913452_956868.html

lunes, 15 de junio de 2020

Paul Krugman: "La gente no confía en EE.UU. porque ha resultado no ser fiel a sus ideales".

Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, columnista del New York Times y uno de los más reconocidos intelectuales estadounidenses del momento no es excesivamente optimista sobre cómo será el mundo después de la pandemia de coronavirus.



"Será un mundo más débil y caótico", dijo en el video que convocó a los seguidores de BBC Mundo y el Hay Festival a enviarle preguntas sobre cómo veía la realidad post covid-19.

Y las preguntas llegaron por centenares: más de 400 en menos de 24 horas, de todas partes de América Latina, Estados Unidos y Europa.

En su entrevista para responder a sus inquietudes, Krugman matizó sus opiniones y dijo que había motivos para la esperanza: "estoy lleno de miedo, pero no desesperanzado", reveló.

"La posibilidad de una economía con cero emisiones nunca había sido tan real", indicó como ejemplo de esperanza.

En su conversación el periodista Juan Carlos Pérez Salazar de BBC Mundo, Krugman habló sobre el declive de Estados Unidos, el ascenso de China, la situación en la que se encuentra el capitalismo a nivel global y lo que le espera a América Latina después de la pandemia.

Y claro, la esperanza.

Te invitamos a la conversación completa para observar a una mente brillante en acción, en el marco del proyecto conjunto entre BBC Mundo y el Hay Festival para convocar a grandes pensadores a reimaginar nuestro mundo y nuestras sociedades.

BBC

domingo, 12 de marzo de 2017

Admitamos que nuestras creencias nos están matando

CTXT

Paul Romer, nuevo economista jefe del Banco Mundial, demuele los cimientos de la corriente del pensamiento económico neoclásico, la hegemónica en nuestros días, a la que él pertenece

Paul Romer es desde hace unos meses el nuevo economista jefe del Banco Mundial. Desde que Joseph Stiglitz ocupó ese cargo a finales del siglo pasado, el organismo multilateral no había tenido en ese puesto a un economista de relevancia mediática como Romer sino de perfil más discreto. Considerado por la revista Time una de las 25 personas más influyentes de EE.UU., conocido como uno de los pioneros de las teorías del nuevo crecimiento (“crecimiento endógeno”), siendo profesor en lugares como Berkeley o Stanford, Romer ha conmovido los cimientos de la profesión al publicar un texto (del que aquí adjuntamos un resumen al que se han eliminado todos los aspectos técnicos y matemáticos, que corresponden a otro tipo de publicación) en el que demuele los cimientos de la corriente del pensamiento económico neoclásico, la hegemónica en nuestros días, a la que él pertenece. La primera frase de ese artículo resume todo lo demás: “Desde hace tres décadas, la macroeconomía está yendo marcha atrás”.

Romer se ha unido en esta crítica a otros colegas que desde hace ya bastantes años ponen en cuestión la economía neoclásica, aunque la mayor parte de ellos se haya formado dentro de la misma. Recorreremos algunos de esos hitos. En el año 2009, en el momento más duro de la Gran Recesión, Paul Krugman publicó un artículo en The New York Times (“¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?”) que dio la vuelta al mundo. Escribió el Nobel de Economía que los economistas creían tener las cosas bajo control antes de la crisis económica y que, siendo importante el error de no ver avanzar las dificultades, mucho más significativa fue su ceguera ante la posibilidad de que hubiera fallos catastróficos en la economía de mercado. No los consideraban factibles. Krugman estableció la famosa distinción entre los economistas “de agua dulce” (neoclásicos) y los economistas “de agua salada” (básicamente keynesianos). Durante dos décadas (1987-2007) ambos grupos firmaron una paz intelectual basada en la confluencia de opiniones que salvaban al mercado de sus fallos; eran los años de la “Gran Moderación” en los que había poca inflación y las recesiones eran relativamente suaves; los economistas “de agua salada” se tranquilizaron pensando que la Reserva Federal [el banco central de EEUU] tenía todo bajo control; los “de agua dulce”, aun sin creer que las políticas de la Reserva Federal fuesen óptimas, como las cosas iban bien miraron hacia otro lado. La Gran Recesión terminó con esa paz postiza durante la cual las fricciones ideológicas entre ambos grupos habían permanecido dormidas aunque no se había producido la mínima convergencia real entre ellos.

Ha sido Steve Keen, profesor australiano de quien se dice que fue el que más se aproximó a los efectos que iba a tener la Gran Recesión y al momento en el que estallaría, uno de los que más eficazmente ha atizado a la economía neoclásica (en la que ha incluido a Krugman, dando sentido a esa frase de que en economía todos somos neoclásicos respecto a alguien). Su libro La economía desenmascarada (Capitán Swing) es pródigo en ejemplos de su tesis principal: que la economía neoclásica es responsable no sólo por no haber anticipado la Gran Recesión sino por ser intrínsecamente errónea y haber contribuido a multiplicar las calamidades que intentaba prever. Si su único fallo hubiera sido no anunciar la crisis con tiempo, para que los ciudadanos pudieran guarecerse, los economistas neoclásicos no se diferenciarían de los meteorólogos que no ven llegar una tormenta: serían culpables de no haber dado la alerta pero no se les podría responsabilizar de la tormenta misma.

En cambio, los economistas neoclásicos tendrían una responsabilidad directa en la tormenta económica ya que convirtieron lo que podría haber sido una crisis financiera y una recesión “del montón” en una crisis mayor del capitalismo; las creencias y las acciones de los neoclásicos lograron que la última crisis económica fuese mucho mayor de lo que hubiera sido sin su intervención.

Steve Keen, que se define a sí mismo como economista poskeynesiano y sraffiano [seguidor del economista italiano Piero Sraffa] comprometido, hace asimismo una denuncia de la penetración de la ortodoxia neoclásica en la docencia (libros de texto, profesorado, cátedras,…), en los servicios de estudio, programas de investigación, organismos multilaterales, selección de las materias principales que se estudian en las facultades de Económicas y Empresariales, medios de comunicación, etcétera. Esta posición de dominio neoclásico se muestra en los nombramientos de las jefaturas de estudios de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, gobernadores de los principales bancos centrales, ministros de Economía y Hacienda o premios Nobel de Economía.

También analiza Keen si estos economistas han reconocido su fracaso, si han reflexionado sobre las contorsiones ideológicas (las políticas monetarias expansivas, las intervenciones permanentes en la banca privada) hechas para salvarse del descrédito. Nada de nada. Un ejemplo de ello es Ben Bernanke, el anterior gobernador de la Reserva Federal, que ha argumentado que no hay necesidad alguna de revisar la teoría económica como resultado de la crisis, distinguiendo entre “ciencia económica”, “ingeniería económica” y “gestión de la crisis”… para permanecer donde estaba. “La reciente crisis financiera”, escribió Bernanke, “ha tenido más que ver con un fallo en la ingeniería económica y en la gestión económica que en lo que yo he llamado ciencia económica (…), las deficiencias en materia de ciencia económica (…) fueron en su mayor parte menos relevantes de cara a la crisis; es más, aunque la mayoría de los economistas no previeron el colapso del sistema financiero, el análisis económico ha demostrado ser –y lo seguirá demostrando-- de una importancia crítica a la hora de entender la crisis, desarrollar políticas para contenerla y diseñar soluciones de largo plazo para prevenir su recurrencia”.

La conclusión a la que llega Keen es muy significativa para este debate: ¿por qué a pesar de tantos bienintencionados economistas neoclásicos, casi todas sus recomendaciones favorecen a los ricos antes que a los pobres, a los capitalistas antes que a los trabajadores, a los privilegiados antes que a los desposeídos?. “Llegué a la conclusión de que la razón por la que manifestaban estas conductas tan poco intelectuales, tan ideológicas y en apariencia tan destructivas desde el punto de vista social no tenía que ver con patologías personales superficiales, sino que era de naturaleza más profunda: lo que ocurría es que la forma en que habían sido formados les había inculcado las pautas de comportamiento de los fanáticos, más que de intelectuales desapasionados”.

Uno de los aspectos que centran las críticas a los economistas es la utilización excesiva del aparato matemático: la economía trata de la gente, no de las curvas, se dice. El periodista italiano Roberto Petrini, que ha escrito un alegato titulado Proceso a los economistas (Alianza Editorial), acusa al mainstream de esta profesión no sólo de errar continuamente en sus diagnósticos (“la feria de las previsiones”) sino de haber perdido el contacto con la realidad al padecer una sobredosis de matemáticas; los físicos, habitualmente discretos, han sacado del bolsillo el dedo que señala y subrayan los defectos de quienes practican una ciencia social imperfecta. Uno de ellos, Jean-Philippe Bouchard, escribió un artículo incendiario en Nature, cuyo inicio es arrollador: “En comparación con la física se puede decir que los éxitos cuantitativos de la economía son decepcionantes. Los cohetes llegan a la Luna, se extrae la energía del átomo, los satélites permiten que millones de personas encuentren el camino a casa… ¿Cuál es el resultado representativo de la economía si dejamos a un lado la recurrente incapacidad de predicción y de evitar crisis?”.

En el artículo citado, Krugman afirma que los economistas han confundido la belleza, revestida de matemáticas de aspecto imponente, con la verdad. La causa inmediata del error de la profesión fue el deseo de un planteamiento intelectualmente elegante que lo abarcase todo y que, además, brindara a los economistas la oportunidad de presumir de sus proezas matemáticas. Kalle Lasn, coordinador de un libro singular titulado Guerra de memes. La destrucción creativa de la economía neoclásica, editado por Adbusters, una organización canadiense que lleva una cruzada contra el consumismo, se pregunta: “¿Sufren los economistas de un complejo de inferioridad académico denominado `envidia de la física?”.

En otro momento habrá que abordar la relación simbiótica entre la revolución conservadora y la economía neoclásica.
Joaquín Estefanía
Fue director de El País entre 1988 y 1993. Su último libro es Estos años bárbaros (Galaxia Gutenberg) @ESTEFANIAJOAQ

Fuente:
http://ctxt.es/es/20170222/Politica/11261/neoliberalismo-paul-romer-paul-krugman-Steve-keen.htm

sábado, 28 de mayo de 2016

El viraje a la derecha de Hillary y Bill Clinton y Paul Krugman para frenar a Bernie Sanders

¿Se acuerdan cuando hace unas semanas Hillary Clinton se quejaba de que los Demócratas no la consideran “progresista”? La gran victoria de Bernie Sanders en Wisconsin puso fin a esa táctica y desencadenó el viraje a la derecha de Paul Krugman y de Hillary y Bill Clinton, lo cual inadvertidamente le da la razón a Bernie cuando niega que son progresistas en las cuestiones más importantes.

Esta última semana, el discurso de Hillary y sus representantes se ha movido a la derecha y han cambiado de postura respecto los asuntos más relevantes. De hecho, en varios casos la deriva a la derecha va más allá de las políticas que practicaron hace una década - a pesar de que estas políticas demostraron ser un fracaso. Sin darse cuenta también han demostrado cuán terribles fueron las políticas que resultaron del tan alardeado “pragmatismo” de Clinton y de su compromiso con las demandas más extremas de los Republicanos. Este es el caso de la infame “reforma” de la seguridad social de Clinton — una política que ambos Clintons defendieron. Tom Frank detalla en su nuevo libro titulado Listen, Liberal como el “pragmatismo” de los Clintons y su entusiasmo por trabajar con las peores facciones del Partido Republicano llevaron a la “reforma” de la seguridad social. Zach Carter justo acaba de escribir el artículo que yo planeaba escribir sobre esta farsa. Lo ha titulado “Nada de lo que Bill Clinton dijo para defender su Reforma de la Seguridad Social es cierto”: les recomiendo leerla.

Como criminólogo (también soy asesor económico de Bernie), voy a dedicar la primera de dos columnas sobre el viraje de Hillary a la derecha al intento de Bill Clinton de defender tanto sus políticas sobre drogas como la acusación de Hillary a los consumidores negros de “super-depredadores”. La segunda columna explica como Paul Krugman al hablar de la banca se ha unido a esta deriva derechista con tal de apuntalar el giro de Hillary.

Bill defendió sus políticas que contribuyeron a aumentar el encarcelamiento masivo de negros y Latinos por delitos relacionados con las drogas en el mismo mitin de campaña del pasado 7 de abril que llevó a Zach Carter a ridiculizar su defensa de la reforma del “Bienestar”. El discurso de Bill fue muy protestado por los miembros de Black Lives Matter, lo cual llevó a que Bill se saliera del guión atacando vehemente a algunos de los manifestantes y dio pie también saliera en defensa de su proyecto de ley sobre la delincuencia y de que Hillary atacara a los “super-depredadores”.

Bill planteó cuatro puntos esenciales en relación a la delincuencia en su intento de defenderse y de atacar a los manifestantes. En primer lugar, reclamó que su proyecto de ley contra la delincuencia hizo reducir mucho el crimen. La realidad es que la delincuencia callejera estaba reduciéndose antes de su proyecto de ley y la tendencia continuó después. (Los crímenes financieros de la élite estaban disparándose gracias a la lucha de Clinton por las tres “des”: la desregulación, des-supervisión y de facto des-criminalización de las finanzas — pero los Clintons y los autores y difusores del mito de los negros y latinos “super-depredadores” miraron hacia otro lado).

En segundo lugar, Bill alegó que todo lo malo de su proyecto de ley contra la delincuencia era debido a las demandas de los Republicanos. El libro de Tom Frank muestra como el “pragmatismo de los Clinton y las promesas de trabajar con la derecha más dura le llevó a elaborar un proyecto de ley que produjo la reclusión masiva de americanos. Este problema estaba agravado por la estipulación de las sentencias que castigaba a los consumidores de cocaína en crack cien veces más severamente (por peso) que a los consumidores de cocaína en polvo. Parece probable que los encargados de elaborar el borrador de la ley no sabían que los principales consumidores de cocaína en crack son negros y Latinos y que, en cambio, la cocaína en polvo la consumen mayoritariamente los blancos. Amplios sectores de la población respondieron con lo que los científicos sociales llaman un “pánico moral” respecto al consumo de la cocaína en crack a pesar de tener efectos idénticos a la cocaína en polvo. El proyecto de ley de Bill recibió apoyo de ambos partidos, incluido Bernie.

Lo que Bill no discute, pero si que enfatiza el libro de Tom Frank, es que la inmensa desigualdad racial en las penas impuestas — y su falta de fundamento dada la equivalencia química entre ambas sustancias — se puso de manifiesto el primer año de la ley. En 1995, la Comisión de Armonización de Penas de los Estados Unidos había recopilado los datos, había llevado a cabo los análisis y había hecho el esbozo para poner fin a tal disparidad — y Bill y el Congreso Republicano sin demora se pusieron pragmáticamente a trabajar mano a mano para bloquear la derogación de la desigualdad racial en las penas. Después de abandonar el poder, Bill se disculpó repetidamente por su Ley sobre la delincuencia pero hace unos pocos días en Filadelfia volvió a alabar su desastrosa ley. Se está posicionando excepcionalmente a la derecha cuando sigue sus instintos naturales al salirse de guión.

En tercer lugar, Bill se ha desviado tanto a la derecha que ha resucitado una postura racista que Hillary en su día promovió (y de la que después se desdijo). Hillary agredió a los consumidores negros de crack calificándolos como “super-depredadores”. Esta expresión fue acuñada con tal de generar pánico moral y así producir el encarcelamiento masivo de negros. La CNN se hizo eco del uso que hizo Hillary del término:
“Suelen ser los tipos de chicos que llamamos ‘super-depredadores’” dijo Clinton en un mitin en 1996, cuando la delincuencia era una preocupación pública importante, según las encuestas del momento. “Sin consciencia, sin empatía… podemos hablar de por qué acabaron así pero primero tenemos que hacerlos arrodillar”.

Hillary estaba citando a tres autores de la ultraderecha que habían tenido cargos oficiales durante el gobierno de Reagan. Ninguno de ellos era criminólogo pero aun así afirmaban que el crecimiento de los “super-depredadores”, mayoritariamente negros, era tan grande que deberíamos estar suficientemente aterrorizados como para apoyar una “guerra” a gran escala contra los consumidores de droga negros y Latinos. No solo acuñaron el término de “super-depredadores” y enfatizaron que eran principalmente negros – sino que les llamaron “asilvestrados”. La palabra que se usa para referirse a los animales que una vez fueron domésticos y pasan a vivir en las condiciones de un animal salvaje. Los consumidores de crack negros eran demonizados como subhumanos – animales salvajes cuyos ancestros habían sido en algún momento domésticos (como esclavos) y los cuales, como Hillary reclamó, debían ponerse de rodillas como perros adiestrados. Nada de esto era verdad pero las mentiras racistas permitieron crear el pánico moral que tanto daño creó a nuestra Nación. El libro de Michelle Alexander, The New Jim Crow: Mass Incarceration in the Age of Colorblindness hace un tratamiento excelente de este vergonzoso resultado.

Hillary con el tiempo (en 2016) se retractó de haber empleado la expresión y meme racista “super-depredador”. Bill lo ha desenterrado porque se puso nervioso y rabioso con los manifestantes de Black Lives Matter pero en una intervención no planificada deshizo el discurso que habían trazado reflexivamente.

En cuarto lugar, Bill atacó a los manifestantes de Black Lives Matter de forma vergonzante. De hecho, su ataque fue el resultado de su disparatado intento por apoyar el uso de la expresión “super-depredadores” por parte de Hillary meses después de que ella se retractara. Bill invocó los mismos mitos racistas y usó el mismo lenguaje racista que usaron hace una década a pesar de que ha sido completamente desacreditado por los criminólogos. La CNN menciona esto al respecto del mitin de Filadelfia:

Él también defendió que Hillary Clinton usara la expresión ‘super-depredadores’: “No sé como caracterizaría los líderes de las bandas que hacían que niños de 13 años se colocaran de crack y los mandaban a las calles a asesinar otros niños afroamericanos” dijo el ex-presidente. “Quizás ustedes pensaron que eran buenos ciudadanos — ella no”.

(Bill también parece haberse hecho venir bien la escena del interrogatorio de la película LA Confidencial “Estabas colocado, Ray?”). Evidentemente, los activistas de Black Lives Matter nunca han sugerido que los “buenos ciudadanos” “asesinan” “niños”. El hecho que Bill lo afirmara muestra que estaba aterrado por la gran victoria de Bernie en Wisconsin. La narración que hace Bill sobre los “líderes de las bandas que hacían que los niños de 13 años se colocaran de crack y los mandaban… a asesinar otros niños afroamericanos” es un mito racista. Incluso los autores de ultraderecha que inventaron el término “super-depredador” y calificaron a los consumidores negros de crack como animales abandonaron la expresión y sus demandas hace unos cinco años. Bill ha ido más allá que la ultraderecha al desenterrar estos mitos racistas asegurando que eran y son acertados y haciendo la absurda afirmación de que los activistas de Black Lives Matter apoyan a los asesinos de los niños negros.

Postscript (added at 4:50 p.m. CDT April 9, 2016)
¿Cuán desastroso fue el discurso sobre la delincuencia de Bill en el mitin de Filadelfia? Justo acabo de encontrar una editorial del Wall Street Journal que han publicado bajo el título de “En defensa de Bill Clinton”. La editorial del equipo del WSJ elogia a los Clintons por “decir la verdad” sobre los “super-depredadores”, asevera falsamente que la ley de la delincuencia es lo que redujo el crimen y aplaude que haya dicho que los miembros de Black Lives Matter busquen defender aquellos que asesinan los niños negros. Los subordinados de Murdoch también incluyen a los demócratas y a los “agitadores” (otro meme racista que el WSJ desentierra después de treinta años para este editorial) de Black Lives Matter sobre por qué deberían alabar que Bill exhume la ficción racista de los “líderes de las bandas que hacían que los niños de 13 años se colocaran de crack y los mandaban a las calles a asesinar otros niños afroamericanos”... seguir

http://www.sinpermiso.info/textos/el-viraje-a-la-derecha-de-hillary-y-bill-clinton-y-paul-krugman-para-frenar-a-bernie-sanders

martes, 10 de enero de 2017

El sistema se rompe. Michael Roberts. 31/12/2016


 En una nota de fin de año, el biógrafo de John Maynard Keynes, el economista Lord Robert Skidelsky (en la foto) escribe: "Seamos honestos: nadie sabe lo que está sucediendo en la economía mundial en la actualidad. La recuperación del colapso de 2008 ha sido inesperadamente lenta. ¿Estamos en el camino de una plena recuperación o estamos sumidos en un "estancamiento secular?". ¿La globalización va o viene?


Y continúa: "Los políticos no saben qué hacer. Utilizan las palancas habituales (e incluso las inusuales) y no pasa nada. La flexibilización cuantitativa (QE) se suponía que produciría la inflación "prevista". No lo hizo. La contracción fiscal debía restablecer la confianza. No lo hizo".

Skidelsky echa la culpa de esto al estado de la macroeconomía - nos recuerda la ahora infame visita de la reina británica Isabel II a la London School of Economics en medio de la Gran Recesión en 2008, cuando preguntó a un grupo de eminentes economistas: ¿por qué no la vieron venir? (Véase mi libro, La Larga Depresión). Le respondieron que ¡no sabían lo qué no sabían!

Skidelsky pasa a considerar varias razones del fracaso de la economía dominante a la hora de ver venir la crisis o saber qué hacer con ella. Una de las razones podría ser la concentración de la enseñanza de la economía en modelos poco realistas y fórmulas matemáticas, en vez de comprender "la imagen completa". Cree que la economía se ha aislado de "la comprensión común de cómo funcionan o deben funcionar las cosas”. Este análisis sigue al que hizo recientemente Paul Romer, el nuevo economista jefe del Banco Mundial, que, tras renunciar a la academia, también criticó el estado actual de la macroeconomía.

La segunda razón de Skidelsky es que la economía dominante entiende la sociedad como una máquina que puede alcanzar el equilibrio de la oferta y la demanda a fin de que "las desviaciones de equilibrio son ‘fricciones’, simples ‘baches en el camino’; restringiéndolos, los resultados son pre-determinados y óptimos". Lo que esto no tiene en cuenta, dice Skidelsky, es que hay seres humanos que operan en un sistema económico y que no pueden entrar en los cálculos de un modelo de equilibrio. Las matemáticas se interpone en el camino de la gran imagen con todos sus impredecibles y cambios humanos. Lo que no funciona en la teoría económica, según Skidelsky es su falta de una "educación y visión amplias". Los economistas necesitan saber más cosas sobre la organización social, el comportamiento y la historia del desarrollo humano, no sólo de modelos y matemáticas.

Si bien los argumentos de Skidelsky tienen más de un punto de razón, en realidad no explican por qué la teoría económica convencional se ha divorciado de la realidad. No se trata de un error pedagógico o de una falta de reconocimiento de las ciencias sociales más generalistas, como la psicología; se trata del resultado deliberado de la necesidad de evitar la realidad del capitalismo. 'La economía política' comenzó como un análisis de la naturaleza del capitalismo sobre una base "objetiva" por los grandes economistas clásicos Adam Smith, David Ricardo, James Mill y otros. Pero una vez que el capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante en las principales economías y se hizo evidente que el capitalismo era otra forma de explotación de la mano de obra (esta vez por el capital), la economía se apresuró a negar la realidad. En lugar de ello, la economía convencional se convirtió en una apología del capitalismo, y el equilibrio general sustituyó a la competencia real; la utilidad marginal sustituyó a la teoría del valor trabajo; y la Ley de Say sustituyó a la teoría de las crisis.

Como Marx lo resumió: "De una vez por todas quiero aclarar que por economía política clásica entiendo la teoría económica, que, desde la época de W. Petty, ha investigado las relaciones reales de producción en la sociedad burguesa, a diferencia de economía vulgar, que se ocupa sólo de las apariencias, rumia sin cesar los materiales que desde hace mucho tiempo ha proporcionado la economía científica, y busca explicaciones plausibles de los fenómenos más abstrusos, para uso diario de la burguesía, pero para el resto, se limita a sistematizar de forma pedante, y proclamando verdades eternas, las ideas trilladas en las que cree la auto-complaciente burguesía con respecto a su propio mundo, que es para ellos el mejor de los mundos posibles".

El problema de la teoría económica convencional no es (solo) que los economistas actuales se centran demasiado en las matemáticas y los modelos económicos - no hay nada inherentemente malo en utilizar matemáticas y modelos - o que la mayoría de los economistas no tengan tanta "erudición y talentos múltiples" como los clásicos del pasado. El problema es que la economía ya no es "economía política", un análisis objetivo de las leyes del movimiento del capitalismo, sino una apología de todas las "virtudes" del capitalismo.

La asunción de la economía es que el capitalismo es el único sistema viable de organización social humana capaz de satisfacer los deseos y necesidades de las personas. No hay alternativa. El capitalismo es eterno y funcionará siempre que no haya demasiadas interferencias en los mercados de fuerzas externas como el gobierno o de monopolios "excesivos". De vez en cuando, la tarea es controlar los 'choques externos' del sistema (visión neoclásica) o intervenir para corregir los "problemas técnicos" en la producción y la circulación capitalistas (visión keynesiana). Pero el sistema en sí, funciona.

Veamos la reacción de Paul Krugman a la nota de Skidelsky. Lo que molesta a Krugman es la sugerencia de Skidelsky de que la economía dominante mantiene que la contracción fiscal (austeridad) era necesaria para "restablecer la confianza" después de la Gran Recesión. Krugman, como decano moderno del keynesianismo, no está de acuerdo con el biógrafo de Keynes. La economía dominante, al menos su ala keynesiana, sostienen lo contrario. Más gasto público, no menos, es lo que hubiera sacado a la economía capitalista de su depresión. Eso dice la macroeconomía básica, afirma Krugman.

A continuación, señala que la austeridad está "fuertemente correlacionada con las crisis económicas". En realidad, la evidencia de ello es realmente débil, como he demostrado en varias notas y en varios ensayos (publicados y futuros). Las grandes soluciones keynesianas de dinero fácil, tasas de interés cero y gasto fiscal no han sido capaces ni de lejos de acabar con la depresión cuando se han aplicado (y las tres se han probado en Japón). Krugman, por supuesto, nos dice que no se han intentado, o por lo menos no lo suficiente. Los políticos "se negaron a utilizar la política fiscal para promover el empleo; prefirieron creer en la hada de la confianza para justificar los ataques contra el estado de bienestar, porque eso es lo que querían hacer. Y sí, algunos economistas les dieron excusas. Pero eso es una historia muy diferente a la afirmación de que la economía no pudo ofrecer una orientación útil. Por el contrario, se ofrecieron orientaciones muy útiles, que los políticos, por razones políticas, prefirieron ignorar ".

En mi opinión, los políticos pueden haber decidido ignorar el gasto fiscal para resolver el "problema técnico" de la Larga Depresión en parte "por razones políticas". Pero también hay muy buenas razones económicas para defender que en una economía capitalista, el aumento del gasto público y el crecimiento del déficit fiscal no conseguirían la recuperación económica si la rentabilidad del capital es baja.

Skidelsky mencionó el otro gran punto ciego de la economía convencional: la afirmación de que la libre circulación de mercancías y capitales, la globalización, beneficia todos. Angus Deaton, ganador del Premio Nobel de Economía en 2015, es un defensor optimista de la globalización. El libro de Deaton La gran evasión (2013) defendió que el mundo en que vivimos hoy es más sano y más rico de lo que hubiera sido, gracias a siglos de integración económica. En una entrevista en el FT, Deaton cree que "la globalización no parece ser un mal importante en si misma y me resulta muy difícil no pensar en los miles de millones de personas que han salido de la pobreza gracias a ella".

He discutido los argumentos de Deaton en notas anteriores. Deaton representa lo mejor de la economía dominante actual cuando aborda los grandes temas: la globalización, los robots, la desigualdad, la salud humana y la felicidad. Ahora está preocupado por la amenaza de los robots a las rentas del trabajo, las crecientes desigualdades en la "búsqueda de rentas" y el deterioro de la salud de los estadounidenses por el uso abusivo de medicamentos con los que les bombardean las compañías farmacéuticas. Cree que "la felicidad alcanza su punto máximo cuando una persona gana el equivalente a 75.000 dólares al año". Por supuesto, la mayoría no gana eso, como bien sabe Deaton. Pero él sigue confiando en que el capitalismo es el mejor sistema de organización social, ya que ha sacado a mil millones de personas "de la pobreza" en los últimos 250 años. Así que el capitalismo funciona, incluso si sus apologistas ignoran su funcionamiento y no pueden explicar como funciona.

El entrevistador del FT dejó a Deaton y se dirigió hacia su coche: "Hay una multa de aparcamiento mojada en mi parabrisas, una multa de 40 dólares. Sonrío. Recuerdo el consejo de Deaton cuando me senté con él y le mencioné mi temor de acabar con una multa. "Estoy seguro de que podrá evitar pagarla", me dijo el premio Nobel. "Simplemente dígales que el parquímetro no funcionaba".

Pues bien, el sistema se rompe y los economistas no pueden sacarnos de él.

Michael Roberts
http://www.sinpermiso.info/textos/el-sistema-se-rompe

domingo, 2 de junio de 2013

CARMEN REINHART / CATEDRÁTICA DE HARVARD KENNEDY SCHOOL “Dos años más para hacer reformas no van a resolver la falta de crédito”

Carmen Reinhart (La Habana, 1955), catedrática de Sistema Financiero Internacional en la Harvard Kennedy School, defiende que España debe zafarse de su deuda privada mediante una reestructuración si quiere volver a crecer. La economista, que esta semana ha acudido a Sitges a la XXIX Reunión del Círculo de Economía, ha sufrido los ataques de economistas que la han señalado, junto a Kenneth Rogoff, como el baluarte de la austeridad. El motivo de esa polémica —que ha incluido un cruce de acusaciones con Paul Krugman— se debe a que un estudiante halló errores en la hoja de cálculo de un informe que apunta que a medida que la deuda aumenta el crecimiento disminuye. “Se ha distorsionado nuestro trabajo de forma grotesca”, lamenta.

Pregunta. ¿Sigue defendiendo una quita?
Respuesta. La crisis española tiene similitudes con la de Irlanda. En los seis años anteriores se produjo un boom espectacular en el mercado inmobiliario vinculado a un alto nivel de endeudamiento privado. Cuando llega la recesión, esa deuda privada empieza a convertirse en pública.

P. ¿Eso ocurre en España?
R. No tan explícitamente como en Irlanda, pero la socialización de deudas privadas tiene muchas manifestaciones, como el apoyo a instituciones. En EE UU, hasta 2009, las firmas gigantescas del mercado hipotecario Freddie Mac y Fanny Mae estaban en el balance del sector privado. Luego pasaron al público.

P. Llevamos cinco reformas del sistema financiero. ¿Son parches o van en el buen camino?
R. No digo que no vaya en la dirección correcta, pero la velocidad también es importante. Hay que ser realista. La resolución de una crisis de deuda requiere de reconocer que el deudor no va a pagar la deuda que constaba en el contrato original. La devolución ya no existe. El caso de España es complicado porque muchas de las deudas del sistema financiero están contraídas con bancos alemanes, holandeses o franceses. Y una quita en esas deudas tiene consecuencias para los sistemas bancarios de Alemania, Holanda y Francia, que necesitarán más recapitaciones y verán como eso repercute en su hacienda pública. La negociación tampoco es fácil, porque esos tres países tienen poder dentro de la Unión Europea.

P. ¿Significa eso que hubiera sido más efectiva una quita que haber destinado ayudas públicas a la banca?
R. Así es, pero las consecuencias son muy distintas. Si se realizaran transferencias, Alemania podría distribuirlas a lo largo del tiempo. Con una quita, el impacto sería inmediato. Sin embargo, para España eso supone que la resolución va a requerir más tiempo. La crisis de las subprime empieza en verano de 2007. Siempre hablamos de la década perdida de América Latina, pero ¡ya llevamos seis años con esta! Hay que licuar estas montañas de deuda pública y privada de una manera u otra. Y no se hará todo con devoluciones, sino que debe haber recortes.

P. ¿Pero una quita no supondría un estigma para España?
R. Entiendo la resistencia para abordar una reestructuración de deuda soberana, pero la historia apunta que todas las crisis bancarias se resuelven con quiebras, impagos y reestructuraciones. Eso también se puede hacer con leyes domésticas. En EE UU el proceso de ejecuciones hipotecarias ha sido muy desagradable, pero ha ayudado a reducir la deuda de los hogares. La gente se queda sin casa, pero también sin deuda, y en España eso no es así.

P. ¿Cuál debe ser el papel del Banco Central Europeo (BCE)?
R. Puede ayudar a este proceso enormemente. Entiendo que la compra de deuda privada está fuera de su mandato tradicional, pero también la Reserva Federal durante 100 años solo compró bonos del Tesoro y en los últimos años se ha inundado de títulos respaldados por hipotecas. El BCE está posicionado para poder expandir su apoyo de los bonos soberanos a la deuda bancaria senior, que sería una inyección de crédito a instituciones que lo necesitan desesperadamente.

P. ¿Eso sería más eficaz que la barra libre de liquidez?
R. Sí, porque el mecanismo de transmisión falla. El BCE comenzó con la convención de luchar contra la inflación. Ya no vivimos en ese mundo, el riesgo de colapso es mayor por el paro que por la inflación. Lo que planteo no es una herejía, sino crédito dirigido.

P. La Comisión Europea ha dado a España dos años más para cumplir con sus objetivos de déficit. ¿Eso va a ayudar?
R. Dos años más para realizar reformas estructurales no van a resolver el problema de la falta de crédito, que mantiene paralizada la actividad económica. Se requiere al prestamista en última instancia inyectando liquidez.

P. Un estudiante halló errores en la tabla en la que se basaba un estudio que publicó con Kenneth Rogoff en 2010. ¿Eso anula sus conclusiones sobre la relación entre deuda y crecimiento?
R. Para nada. En ese documento encuentran un error: la exclusión alfabética de algunos países cuando hicimos el promedio. El informe de Herndon, Ash y Pollin concluye que cuando el porcentaje de deuda en relación al PIB es del 30% la tasa de crecimiento es del 4,2%, mientras que cuando es superior al 90%, es del 2,2%. Ese es también nuestro resultado: a medida que la deuda aumenta, el crecimiento cae.

P. Les acusan de ser el baluarte intelectual de las políticas de austeridad.
R. En febrero de 2010 yo dije que en Estados Unidos teníamos un problema de deuda y que no era el momento de aplicar medidas de austeridad porque el crecimiento era muy débil.

P. ¿Tal vez ello se debe a que se justifican en sus estudios defensores de la austeridad como Olli Rehn o Wolfgang Schäuble?
R. El hecho es que las deudas de Estados Unidos no cuadran a medio plazo si no se empieza a hacer algún ajuste de medio plazo, tanto en ingresos como en gastos. Pero nosotros, sobre todo yo, trabajamos en ello con el Gang of six, un grupo bipartidista, de tres demócratas y tres republicanos.

P. En las últimas semanas el debate entre Paul Krugman y ustedes ha sido de alto voltaje...
R. El debate sobre la austeridad no se puede hacer en torno a EE UU. Krugman habla de estimular la economía. ¿Está un país como España o Italia, con problemas de acceso al mercado de capitales, en condiciones de financiarse? Se olvidan de que EE UU financia su déficit por cuenta corriente a través de los bancos centrales del resto del mundo. Muchos emergentes compran letras del Tesoro por miedo a que se aprecie su moneda, aun sabiendo que los retornos serán negativos. El debate sobre la austeridad con el marco de EE UU es problemático.

Fuente: El País.

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Crónica de un desastre anunciado. ¿Argentina va a creer en la magia monetaria? Paul Krugman.

Argentina es un gran país, es rico por sus recursos, tiene buenas tierras con inmensos pastizales, buenas costas con pesca abundante, minerales valiosos, gas, petróleo, agua dulce, cereales en inmensas cantidades, ha sido un país culto y formado con buenas universidades, premios Nobel, baja densidad de población... etc. Y qué le ha ocurrido para que estén, como sociedad, llenos de deudas y pasando hambre y con gran parte de la población en la pobreza y miseria. 

Simplificando mucho, podemos decir que ha padecido una muy mala gestión continuada. Dictaduras militares con palabras patrioteras pero con grades desfalcos, robo de riquezas naturales y corrupción rampante... 

Ahora, una vez más, se ve venir una gestión que castigará a los mas pobres y necesitados, los menos culpables del estado actual y ofreciendo una nueva ocasión para que los más ricos y poderosos de hagan aún mas ricos y poderosos aprovechando el desastre de la crisis e inflación para apoderarse de más riquezas y propiedades... 

El pueblo caerá en más miseria y pobreza,... las grandes fortunas y multinacionales se harán más poderosos y ricos,... 

Milei en primer lugar ha viajado a EE.UU. a rendir pleitesía al gigante del Norte y asegurarle la protección de sus intereses ,... es la crónica de un desastre anunciado... y con los votos de un pueblo manipulado y engañado por los medios de comunicación en mano de los poderosos. 

Paul Krugman, el premio Nobel de economía americano nos adelanta parte de lo que ocurre y ocurrirá en el inmediato futuro.


Hace tres semanas, Argentina eligió a Javier Milei como su nuevo presidente. Milei contendió en una plataforma libertaria radical, cuya propuesta más notable era la eliminación de la moneda argentina, el peso, para remplazarla con el dólar estadounidense.

En este momento, no se sabe bien si en realidad Milei cumplirá esa promesa o qué tan radical será en verdad su rompimiento con políticas anteriores en general; yo no pretendo entender lo que está ocurriendo realmente en la política argentina. Pero el hecho de que tantas personas creyeran, al parecer, que la dolarización resolvería los problemas de Argentina solo fue el ejemplo más reciente del poder persistente del pensamiento mágico en materia monetaria.

A decir verdad, a veces el dinero —y la política monetaria— pueden parecer magia. Incluso antes del surgimiento de la tecnología de la información, era bastante asombroso que la gente pudiera convencer a otras personas de darles bienes y servicios a cambio de unos pedazos de papel verde sin ningún valor intrínseco. Ahora podemos hacer transacciones desde celulares y con tarjetas de débito sin contacto que no representan otra cosa más que representaciones digitales del papel verde sin ningún valor.

Pero el dinero existe y funciona; de hecho, tiende a aparecer en alguna forma, aunque no tenga ningún tipo de respaldo oficial. Por un tiempo, Sam Bankman-Fried convenció a inversionistas de que las matemáticas complicadas podían hacer aparecer de la nada una alternativa al dólar; ahora él está en la cárcel y, según se dice, esa cárcel se ha convertido en una economía interna rudimentaria que se basa en el intercambio de paquetes de macarela. (Piensen en todas las bromas que se han hecho acerca de que ahí hay algo sos-pez-choso).

Entonces, de cierta manera no nos sorprende que a menudo la gente se imagine que introducir una nueva moneda y decir las palabras mágicas correctas pueda resolver los problemas económicos de un país. Es un poco más sorprendente que los argentinos crean en este tipo de pensamiento. Después de todo, ya lo han vivido.

Es verdad que Argentina nunca ha estado dolarizada por completo, pero en 1991 intentó controlar la inflación con una ley que supuestamente establecería una tasa de cambio permanente de un peso por dólar, un compromiso respaldado por una “junta monetaria” que fue promocionada por conservar un dólar en reserva por cada peso en circulación. La verdad era que los pesos nunca estuvieron respaldados al 100 por ciento con dólares, pero este respaldo incompleto no fue la razón por la que el sistema se derrumbó. Más bien, el problema fue que al haber eliminado la posibilidad de usar una política monetaria para impulsar la economía cuando era necesario, Argentina se vio atrapada en una recesión prolongada y extenuante. Además, la junta monetaria no resolvió el problema persistente de los déficits presupuestarios que tenía el país.

También había otro problema: ¿por qué vincular el peso al dólar? Argentina está muy lejos de Estados Unidos y en realidad tiene más comercio con China y la Unión Europea que con Estados Unidos. Sin embargo, cuando el dólar subió y bajó, por razones que no tenían nada que ver con Argentina, la moneda argentina siguió estas fluctuaciones. A fines de la década de 1990, hubo un gran aumento en el valor del dólar, tal vez como reflejo del optimismo por el auge tecnológico de esa época.

Entonces, Argentina, al haber vinculado el peso al dólar, vio que su moneda aumentaba de valor en los mercados mundiales, lo cual hizo que sus exportaciones fueran cada vez menos competitivas y profundizó la recesión. Y por supuesto que abandonar por completo el peso por los dólares tendría el mismo problema: en la práctica, Argentina amarraría su política económica a la de un país que tiene problemas muy diferentes y que ni siquiera es su principal socio comercial.

Por cierto, si El Salvador —que ha estado intentando promover el uso de bitcoin— consiguiera, ay, bitcoinizar su economía, tendría el mismo tipo de problema pero a una escala mucho mayor, al vincular de manera efectiva su política económica a un activo con un valor salvajemente fluctuante. Por fortuna, incluso con la promoción gubernamental, el bitcoin no parece tener mucha atracción como dinero real.

En cualquier caso, la junta monetaria de Argentina se desplomó de manera desordenada a principios de 2002. El gobierno señaló al final que muchas deudas especificadas en dólares se declararían después del hecho en realidad en pesos, lo cual era más o menos necesario para evitar una desastrosa oleada de bancarrotas. La economía argentina, ya liberada de su vinculación con el dólar, prosperó por un tiempo.

Por desgracia, el antiguo problema de los déficits presupuestarios irresolubles nunca desapareció y, a la larga, la inflación resurgió de manera estrepitosa.

Pero, esperemos. El primer intento de Argentina de controlar la inflación con prestidigitación monetaria se remonta incluso más atrás en su historia. A finales de la década de 1970, el régimen militar que, en ese momento, gobernaba el país intentó utilizar una serie de minidevaluaciones de desaceleración gradual preanunciada —la tablita— para frenar la inflación. (Es probable no quieras conocer los detalles). Como en episodios posteriores, esta estrategia monetaria no estuvo respaldada por una reforma adecuada de otras medidas y acabó en una crisis de la balanza de pagos y en el resurgimiento de la inflación. Llegados a ese punto, no quedaba más remedio que invadir las Islas Malvinas.

¿Acaso esto quiere decir que la reforma monetaria nunca funciona? No, puede tener éxito si está respaldada por otras reformas importantes. A principios de la década de 1990, Brasil, que también ha tenido sus problemas de inflación, remplazó su vieja moneda, el cruzeiro, con el real. Ahora bien, tal vez no estemos acostumbrados a pensar en Brasil como un ejemplo de economía, pero los brasileños sí lograron solucionar sus problemas subyacentes, a tal grado que el país pudo reducir la inflación de forma duradera.

Así que introducir una nueva moneda puede frenar con éxito la inflación, si esto se acompaña de otras reformas políticas, aunque en ese caso no se sabe qué tanto importó la moneda. Citemos a Voltaire, cosa que pocas veces hacemos en economía, “algunas palabras y ceremonias destruirán un rebaño de ovejas de manera eficaz, si se suministran con una cantidad suficiente de arsénico”.

A fin de cuentas, lo que importa es darse cuenta de que, si bien hay algo de magia en la economía monetaria, cambiar la moneda pocas veces tiene efectos mágicos. Además, es especialmente importante señalar, dado el entusiasmo de los tipos de criptomonedas y demás, que, aunque Estados Unidos tiene muchos problemas, nuestra moneda prácticamente no tiene nada de malo. Es cierto que hace poco tuvimos un brote de inflación, pero no fue provocado por problemas de nuestra moneda, y parece que ya hemos terminado más o menos con ese aumento de la inflación sin pagar ningún precio importante en materia de desempleo. En estos momentos, muchas cosas son problemáticas, pero el dólar va bien.

Paul Krugman ha sido columnista de Opinión desde 2000 y también es profesor distinguido en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Ganó el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008 por sus trabajos sobre comercio internacional y geografía económica. @PaulKrugman


sábado, 12 de diciembre de 2009

Empleo público como parte de la solución

El economista Paul Krugman publicó recientemente un artículo en el NEW YORK TIMES en el que criticaba a la Administración Obama por su programa de recuperación económica que, casi palabra por palabra, podría haberse aplicado a la Administración Zapatero. Escribía Krugman que muchas de las medidas tomadas por la Administración Obama habían sido buenas medidas para estimular la recuperación económica (y lo mismo puede decirse del Presidente Zapatero). Krugman aplaudía, por ejemplo, las facilidades fiscales dadas a las industrias ecológicas, que permitirían cambiar la orientación productiva hacia áreas necesarias y prometedoras, disminuyendo el peso centralizado que ha tenido la industria de la construcción en estimular el crecimiento económico de EEUU en los últimos años (un tanto semejante podría decirse de las propuestas del Presidente Zapatero, que incluyen también medidas muy positivas en esta dirección). Los aplausos de Krugman a tales propuestas de Obama iban acompañados de duras críticas a las propuestas del Partido Republicano, que se centraban en bajadas de impuestos (sobre todo de las rentas superiores) y reducción muy significativa del gasto y empleo público, medidas que empeorarían sustancialmente la situación económica. De nuevo una crítica semejante podría hacerse de las medidas económicas propuestas por el Partido Popular, que transmiten una falta de entendimiento muy preocupante de lo que está ocurriendo en la economía española. Su fundamentalismo liberal, carente de la mínima autocrítica, motiva a aquel partido a promover las mismas políticas que han llevado a la economía española a la situación actual. Su énfasis en la desregulación del mercado de trabajo y de los mercados financieros, y la reducción de impuestos y al gasto público, son la expresión de un proyecto económico y político basado en la fe y el dogma, ignorando que son las políticas promovidas por economistas liberales las responsables de la crisis actual.

Pero que los republicanos en EEUU y el PP aquí tengan unas propuestas que empeorarían todavía más la situación económica no quiere decir que los gobiernos Obama y Zapatero estén haciendo todo lo que debiera hacerse para salir de la crisis...

...debe invertirse mucho más creando empleo en las áreas más deficitarias de empleo público en España, que son sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, servicios sociales, y un largo etcétera. En contra de lo que los liberales están promoviendo (ayudados por los medios de información y persuasión liberales, que son muchos), el estado y el empleo público está poco desarrollado en España. Y los datos lo muestran claramente. España es el país de la UE-15 que tiene un porcentaje menor de personas adultas trabajando en tales servicios públicos. La imagen que se promueve por los medios liberales de que el sector público es excesivo y que su peso está dificultando la recuperación económica, no se sustenta a la luz de los datos. Sector por sector, el porcentaje de la población trabajando en tales servicios, es inferior al promedio de la UE-15.

... las economías más eficientes y competitivas de Europa son las escandinavas (enraizadas en la tradición socialdemócrata, un tanto olvidada en el sur de Europa) que se caracterizan por un elevado nivel de cohesión y protección social, con un elevado empleo público.

Debido al enorme dominio del pensamiento (y dogma) liberal se ha extendido la creencia de que en estos momentos de crisis debiera reducirse el sector y empleo público. Estas medidas son precisamente lo opuesto a lo que debiera hacerse. La preocupación de reducir el déficit público se basa en una lectura errónea de las causas del déficit. No es el déficit el que ralentiza el crecimiento económico. Todo lo contrario. Es el escaso crecimiento económico el que crea el déficit. La mejor manera de reducir el déficit es estimulando el crecimiento económico...

Leer todo el artículo de Vicenç Navarro

miércoles, 1 de julio de 2015

Quebrar a Grecia. Paul Krugman

28/06/15

Me he mantenido prudentemente callado en relación con Grecia: no quería gritar “¡Grexit”! en un teatro lleno a rebosar. Pero dadas las informaciones sobre las negociaciones en Bruselas, algo hay que decir: ¿qué se creen los acreedores, y en particular el FMI, que están haciendo?

Esta tendría que ser una negociación sobre objetivos de superávit primario y, luego, sobre una reducción de la deuda que eliminara la perspectiva de interminables crisis futuras. Y el gobierno griego ha aceptado lo que en realidad son objetivos de superávit bastante altos, habida cuenta especialmente de que el presupuesto se hallaría ya en una situación de enorme superávit primario si la economía no estuviera deprimida. Pero los acreedores mantienen su rechazo a las propuestas de Grecia aduciendo que se basan demasiado en impuestos y demasiado poco en recortes de gastos. De modo que estamos todavía por la labor de dictarles la política interior.

La pretendida razón para rechazar una propuesta basada en los impuestos es que dañaría el crecimiento. La obvia respuesta es: ¿están de cachondeo? Los tipos que manifiestamente han fracasado a la hora de ver el daño que podría hacer la austeridad –vean la imagen que compara las proyecciones hechas en el acuerdo de 2010 con la realidad—, esos mismos tipos ¿pretenden impartir ahora lecciones de crecimiento? Además, las preocupaciones por el crecimiento son todas del lado de la oferta ¡en una economía que funciona con toda seguridad al menos un 20% por debajo de su capacidad!

Si hablas con la gente del FMI te dirán que es imposible tratar con Syriza, el hartazgo que les produce su grandilocuencia, etc., etc. Pero no estamos en un instituto de enseñanza secundaria aquí. Y precisamente ahora son los acreedores, harto más que los griegos, quienes están alterando las reglas del juego. ¿Qué está pasando? ¿El objetivo es quebrar Syriza? ¿Forzar a Grecia a una bancarrota presumiblemente desastrosa para desanimar a otros?

Llegó la hora de dejar de hablar de “Grecaccidente”; si ocurre un “Grexit”, será porque los acreedores, o al menos el FMI, lo quisieron.

Paul Krugman, Premio Nobel de economía 2008.
Fuente: Traducción para www.sinpermiso.info : Mínima Estrella
En este blog:
http://verdecoloresperanza.blogspot.com.es/2011/11/carta-abierta-de-mikis-theodorakis-y.html#links

martes, 15 de mayo de 2012

Krugman vaticina el fin del euro y ve posible el ‘corralito’ bancario en España

El Nobel de Economía Paul Krugman, convertido en azote de quienes pretenden salir de la crisis a base únicamente de austeridad y recortes, advierte en un post publicado este pasado fin de semana que “es muy posible” que Grecia abandone el euro el próximo mes. En caso de que se cumpla esta posibilidad, que en su opinión y la de otros como el Der Spiegel o incluso el Financial Times (enlace con suscripción), medio que está en las antípodas de Krugman, ya no es tan extrema, cundiría el pánico entre el resto de la periferia. Este es el panorama que se avecina según afirma Krugman en su post, cuyo texto íntegro se reproduce a continuación:
"Algunos de nosotros hemos estado hablando del tema, y creemos que el final del juego será algo como esto:
1. Salida griega del euro, muy posiblemente el próximo mes.
2. Cuantiosas retiradas de fondos de los bancos españoles e italianos, a medida que los depositantes tratan de llevar su dinero a Alemania.
3a. Tal vez, solo posiblemente, se impondrán controles de facto, con los bancos prohibiendo transferir depósitos fuera del país y limitando la retirada de dinero en efectivo.
3b. Alternativamente, o tal vez a la vez, el BCE realizará fuertes inyecciones de crédito para evitar el derrumbe de los bancos.
4a. Alemania tiene una elección. Aceptar indirectamente las reclamaciones que se hacen sobre Italia y España —además de realizar una drástica revisión de su estrategia— básicamente, para darle a España alguna esperanza y poner en marcha garantías a la deuda para mantener bajos los costes de endeudamiento y permitir una mayor inflación en la eurozona para posibilitar el ajuste de precios relativos, o:
4b. Fin del euro. Y estamos hablando de meses, no de años, para que esto ocurra”.
De EL PAÍS Madrid 14 MAY 2012.

miércoles, 15 de julio de 2009

Aquel espectáculo de los años treinta. PAUL KRUGMAN .


El análisis que Krugman, propone en este artículo viene bien, salvando las distancias, a la situación en España. El paro aumenta y a las asociaciones empresariales e incluso al Banco de España, como vimos en una entrada anterior, no se le ocurren otras cosas que "facilitar el despido", dicho sin eufemismos, que el despedir les salga gratis. Y, además, se pide bajar los sueldos. Ello causaría a medio y corto plazo una mayor caída de consumo y por lo tanto una espiral de mayor crisis, mayor despido, caída del consumo, y así sucesivamente. Lo que es bueno para los trabajadores lo es para la economía nacional, aunque para el empresario particular le venga muy bien la posibilidad de despedir y liquidar su empresa sin costos. Krugman lo explica bien en su artículo aparecido en el País del domingo.

Krugman en la Universidad de Princeton.
Perfecto, el último informe sobre el mercado laboral no deja lugar a dudas. Vamos a necesitar más estímulo. ¿Pero lo sabe el presidente? Hagamos cuentas. Desde que empezó la recesión, la economía estadounidense ha perdido 6,5 millones de puestos de trabajo, y como corroboraba ese pesimista informe sobre el empleo, sigue perdiéndolos a gran velocidad. Si tenemos en cuenta los 100.000 nuevos puestos de trabajo mensuales que necesitamos para adaptarnos al crecimiento de la población, tenemos un agujero aproximado de 8,5 millones de empleos.

Y cuanto más crezca el agujero, más nos costará salir de él. Las cifras de empleo no eran lo único malo en el informe del martes, que también demostraba que los salarios están estancados y posiblemente a punto de experimentar un rotundo descenso. Es la receta para caer en la deflación al estilo japonés, que es muy difícil de superar. ¿Alguien quiere una década perdida?

Un momento, hay más malas noticias: la crisis fiscal de los Estados. A diferencia del Gobierno federal, a los Estados se les exigen presupuestos equilibrados. Y enfrentados a una drástica caída de ingresos, la mayoría está preparando salvajes recortes presupuestarios, muchos de ellos a expensas de los más vulnerables. Aparte de crear directamente mucha miseria, estos recortes deprimirán aún más la economía.

¿Y qué tenemos para contrarrestar esta espeluznante perspectiva? Tenemos el plan de estímulo de Obama, cuyo objetivo es crear 3,5 millones de puestos de trabajo de aquí a finales del próximo año. Es mucho mejor que nada, pero ni mucho menos suficiente. Y no parece que haya muchas cosas más. ¿Recuerdan el plan del Gobierno de reducir drásticamente la tasa de ejecuciones hipotecarias, o su plan de conseguir que los bancos vuelvan a prestar retirando los activos tóxicos de sus balances contables? Yo tampoco.

Todo esto le resulta deprimentemente familiar a cualquiera que haya estudiado la política económica estadounidense de la década de 1930. De nuevo un presidente demócrata ha conseguido que se aprueben políticas de creación de empleo que suavizarán la caída, pero que no son suficientemente audaces como para producir una recuperación total. De nuevo buena parte del estímulo federal se ve eclipsado por los recortes presupuestarios a escala estatal y local.

¿Quiere esto decir que no hemos aprendido de la historia y estamos, por lo tanto, destinados a repetirla? (Para seguir leyendo, clik en el titular)

martes, 30 de octubre de 2012

PAUL KRUGMAN PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA “Antes del Nobel ya era arrogante”

Blog de Paul Krugman
Pregunta. ¿No es pesadísimo ser gurú?
Respuesta. Sí. Mi mujer y yo acabamos de pasar diez días en Inglaterra sin que nadie supiéra dónde estábamos, y para que a nadie se le ocurriera pedirme un comentario sobre nada.

P. ¿Es el enfant térrible de la economía?
R. Tengo 59 años. Estoy ya en una edad mediana, incluso madurita. O sea que espero que ya nadie piense que soy un enfant térrible.

P. Dedicó su último libro a los parados. ¿No le agradecerían más una pequeña aportación económica, un detallito?
R. Bueno, hago lo mío, pago mis impuestos, doy para obras de caridad, y la dedicatoria es para gente que yo conozco que no tiene trabajo.

P. ¿Se le ha subido el Nobel a la cabeza?
R. Antes del premio ya era arrogante. Espero no serlo aún más.

P. “Gente como yo, que tal vez no hayamos acertado siempre, hemos acumulado un espléndido historial durante los últimos cinco años”. Pues veo cero problemas de autoestima.
R. Pero yo estaba hablando de una escuela de pensamiento, no de mí. De todo un grupo, unos veinte, y lo que digo es que mi teoría es certera, el pensamiento es el correcto, no que yo sea el más listo de la clase.

P. La introducción de su libro dice: “Y ahora, ¿qué hacemos?” ¿Me aconseja leerlo o ir a una echadora de cartas para que me lo aclare?
R. Quiero pensar que yo sé más que ella, aunque depende de la señora a la que vaya.. Pero en el libro argumento mi tesis. Y quiero añadir que odio el argumento de autoridad, que la gente se crea superior por haber obtenido un premio.

P. Creo que destaca por su capacidad de predicción. No me voy de aquí sin que me dé una fecha para salir de esto.
R. En Europa, desde luego, la toma de decisiones es cuestión de meses, no más. Ahora, por dónde irán los tiros no se lo sé decir.

P. Pues creo que debería cambiar de bola de cristal.
R. Bien [ríe]. Si quiere una predicción detallada, entonces sí es mejor que vaya a la señora que le echa las cartas.

P. Fue consejero económico de Reagan. Algo le tocará de su culpa.
R. Sí, aquello fue bastante divertido. Yo, funcionario de alto nivel, con tarea más bien burocrática, era ya conocido como demócrata, y me encargaba de la asesoría económica internacional. Trabajaba conmigo Larry Summers, también demócrata identificado, que llevaba la economía nacional. Era gracioso. Demócratas ambos.

P. Pues yo creía que sus críticas al neoliberalismo eran para hacerse perdonar esa etapa.
R. Bueno, no he cambiado mucho desde entonces. Lo que sí demuestra esto es que el mundo económico en Estados Unidos es un pañuelo, porque Larry Summers y yo nos conocemos desde 1982 y tenemos desde siempre una rivalidad amistosa.

P. ¿Merkel es la bruja del cuento?
R. Yo creo que ella no importa para nada. Hace lo que haría cualquier canciller alemán. El problema no es Merkel, sino Alemania.

P. ¿Y tiene más peligro ella o el BCE?
R. Bueno, yo tengo más esperanzas en el Banco Central Europeo, en que llegue a ser más flexible y de más ayuda. Conozco a Draghi desde que era estudiante en el MIT.

P. Ha dicho que España necesita menos austeridad y más crecimiento. ¿Por qué no invita a un café a Rajoy y se lo cuenta?
R. Él no puede hacer mucho, Puede relajar un poco la política de recortes. Pero la respuesta la tiene Merkel.

P. ¿Defiende que la inflación es la última playa?
R. No es que sea la última playa. Europa necesita inflación. España, no. Lo que necesita es que la tenga Alemania.

P. ¿Tiene en su casa un altarcillo dedicado a Keynes?
R. La gente sigue diciendo esto de mí, pero no dedico culto a Keynes. Era una mente brillante que dijo cosas muy acertadas, y escribía muy bien. Pero también pienso que se equivocó en otras cosas.
... Leer más en El País. Ver su web aquí.

jueves, 8 de marzo de 2012

Krugman advierte de que la austeridad en España "reforzará la espiral descendente"

"España no entró en esta crisis por ser fiscalmente irresponsable", defiende.
Paul Krugman dedica el último artículo de su blog en el periódico estadounidense The New York Times a España, el país que considera es la quintaesencia de la crisis del euro. En el breve texto, el Nobel de Economía alaba la decisión del presidente Mariano Rajoy de desafiar a Bruselas a la hora de optar por un objetivo de déficit superior al marcado por la Comisión Europea (anunció que perseguirían cerrar 2012 en el 5,8%, y no del 4,4%). Según Kugman, perseguir más austeridad, sería erróneo, ya que agravaría más la "espiral descendente" de la economía".
"Siempre he considerado a España, no a Grecia, el país de la crisis por excelencia. Con el Gobierno de Rajoy eludiendo -con razón- el aumento de la austeridad, la atención se centra ahora donde sin duda debería haber estado todo el tiempo". Así comienza el post que Krugman dedica a la economía española.
El economista estadounidense acompaña el comentario con un gráfico donde compara el porcentaje de deuda respecto al PIB de España y de Alemania entre 1999 y 2011. Los datos, que reflejan que el endeudamiento de España ha sido durante todo el periodo muy inferior al de Alemania, explican según Krugman "la maldad esencial del enfoque de la política europea en su conjunto se convierte en algo totalmente evidente. España no entró en esta crisis por ser fiscalmente irresponsable", opina. Añade además, dirigido a todos aquellos que apuntan a que el superávit español antes de la crisis estaba hinchado por la burbuja, que "Martin Wolf, señala que en su momento el FMI consideró que el superávit era estructural"...
Leer todo el artículo en El País.
Bien, nuestra clase dominante parece que opta por soluciones que llevan a más crisis,... ¿Y la clase trabajadora, se porta tan mal como para no fiarse de ella y entregar la llave de las relaciones laborales, después de años de lucha por humanizarla, a los empresarios, como ha hecho la reciente Reforma Laboral del PP? Según el informe publicado por USA y colgado en este blog parece, que en contra de los estereotipos interesados y engañosos, no es para nada así, sino más bien una clase ejemplar que muchos países quisieran y quieren y por eso se llevan a nuestros jóvenes suficientemente preparados y muy trabajadores.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Libres para morir

Ya en 1980, los Estados Unidos comenzaba a hacer políticas de derecha, y entoncs Milton Friedman prestó su voz para facilitar el cambio con la famosa serie de televisión "Libre para elegir." En un episodio tras otro, el genial economista identificaba el "laissez-faire" (dejar hacer) con la "elección personal y la autonomía", una visión optimista de la que se hizo eco y amplificaba Ronald Reagan.
Pero eso era entonces. Hoy en día, "la libertad de elegir" se ha convertido en "la libertad de morir."
Me refiero, como ya habréis adivinado, a lo que ocurrió el lunes durante el debate presidencial del Partido Republicano. Wolf Blitzer de la CNN le preguntó Ron Paul lo que se debe hacer si un hombre de 30 años de edad, que "optó" por no adquirir un seguro de salud y se encontraba de repente en la necesidad de seis meses de cuidados intensivos. El Sr. Paul respondió: "Eso es de lo que trata la libertad. Tomar sus propios riesgos". Mr. Blitzer le presionó de nuevo, preguntando si "La sociedad debería dejarle morir". Y la multitud estalló en aplausos y gritos de "¡Sí!"
El incidente puso de manifiesto algo que no creo que la mayoría de los comentaristas políticos hayan asimilado completamente: en este punto, las diferentes visiones morales es fundamental acerca de la política estadounidense.
Ahora, hay dos cosas que ustedes deben saber sobre el intercambio Blitzer-Paul. La primera es que después de la intervención de la multitud, el Sr. Paul básicamente trató de evadir la pregunta, afirmando que del buen corazón de los médicos y las personas caritativas siempre se aseguraba el que la gente recibiera la atención que necesitaban - o al menos lo harían si no hubieran sido corrompida por el estado de bienestar. Lo sentimos, pero eso es una fantasía. Las personas que no pueden pagar la atención médica esencial, a menudo no lo consigue siempre - y, a veces, como resultado de ello mueren.
La segunda es que muy pocos de los que mueren por falta de buscar la atención médica como individuo hipotético según el señor Blitzer, son quienes pueden y debían haber comprado un seguro. En realidad, la mayoría de los estadounidenses sin seguro médico es porque tienen bajos ingresos y no pueden pagar un seguro, o son rechazados por las aseguradoras, ya que tienen enfermedades crónicas.
Por lo que la gente de la derecha esté dispuesta a permitir que aquellos que no tengan seguro médico por causas ajenas, lleguen a su propia muerte por falta de atención. La respuesta, basada en la historia reciente, es un rotundo "¡Sí!"
Piense, en particular, en los niños.
El día después del debate, la Oficina del Censo publicó sus últimas estimaciones sobre ingresos, pobreza y seguro médico. El panorama general era terrible: la debilidad de la economía sigue causando estragos en las vidas de los estadounidenses. Un punto, sin embargo, relativamente brillante, fue la atención de salud para los niños: el porcentaje de niños sin cobertura de salud fue menor en 2010 que antes de la recesión, en gran parte gracias a la expansión del Programa Estatal de Seguro de Salud de 2009.
Y la razón para ese programa se amplió en 2009, pero no antes, por supuesto, ya que el ex presidente George W. Bush bloqueó los intentos anteriores para cubrir a más niños, con los aplausos de muchos en la derecha. ¿He mencionado que uno de cada seis niños en Texas no tiene seguro médico, la segunda tasa más alta de la nación?
Por lo tanto la libertad de morir se extiende, en la práctica, a los niños, así como a la imprevisión y a la mala suerte. Y aceptamos por el derecho, la noción de señales de un cambio importante en la naturaleza de la política estadounidense.
En el pasado, los conservadores aceptaron la necesidad de un gobierno-red de seguridad proporcionada por razones humanitarias. No es de mí, es de Friedrich Hayek, el héroe intelectual conservador, quien, expresamente declaraba en "Camino de servidumbre" su apoyo a "un sistema integral de seguridad social" para proteger a los ciudadanos contra "los peligros comunes de la vida ", y destacó, como uno de ellos, la salud en particular.
Dada la conveniencia de acordar proteger a los ciudadanos contra la peor, la pregunta se convirtió en una más de los temas de costos y beneficios. Y el cuidado de la salud era una de esas áreas en las que incluso los conservadores están dispuestos a aceptar la intervención gubernamental en nombre de la compasión, dada la clara evidencia de que la cobertura de los no asegurados, de hecho, no cuesta mucho dinero. Como muchos observadores han señalado, el plan de atención de salud de Obama se basa en gran medida en los planes republicanos del pasado, y es prácticamente idéntica a la reforma de salud de Mitt Romney en Massachusetts.
Ahora, sin embargo, la compasión está de moda - de hecho, la falta de compasión se ha convertido en una cuestión de principio, al menos entre la base del Partido Republicano.
Y lo que esto significa es que el conservadurismo moderno es en realidad un movimiento muy radical, que es hostil a la clase de sociedad que hemos tenido durante las últimas tres generaciones - es decir, una sociedad que, a través del gobierno, trata de mitigar algunos de los "peligros comunes de la vida" a través de programas como el Seguro Social, seguro de desempleo, Medicare y Medicaid.
¿Están dispuestos los electores a aceptar un rechazo radical de la clase de Estados Unidos en la que todos hemos crecido? Supongo que lo sabremos el próximo año. PAUL KRUGMAN. 15 de septiembre 2011. NYT. Traducción y Foto propia (desfiladero de la Hermida, Cantabria).

miércoles, 16 de enero de 2019

Por qué conviene tener una economía mixta. Paul Kugman

La mente es algo terrible que perder, sobre todo si se trata de la mente del presidente de Estados Unidos. No obstante, creo que necesito tomarme un descanso de debatir ese tema.

Así que vamos a hablar sobre algo totalmente distinto y probablemente irrelevante para Trump.

Me han preguntado en varias entrevistas recientes si el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida y si es necesario cambiar a algo más. Nunca estoy seguro de qué piensan los entrevistadores cuando hacen esa pregunta y sospecho que ellos tampoco. No creo que estén hablando sobre planificación central o una economía centralizada, que todos consideran que está desacreditada. Tampoco he visto siquiera una propuesta inverosímil de un sistema descentralizado que no dependa de los incentivos económicos por precios y el interés propio: por ejemplo, una economía de mercado con propiedad privada, que muchos considerarían capitalismo.

Así que tal vez esté falto de imaginación, pero parece ser que las únicas opciones siguen siendo los mercados o un sistema de control público, tal vez con algo de descentralización, pero que aún sería más o menos aquello a lo que solíamos referirnos como socialismo. Y, pues, casi todos piensan que el socialismo está desacreditado o les ponen la etiqueta de socialista a cuestiones —como los programas de seguridad social— que no son a lo que solíamos referirnos cuando usábamos esa palabra.

No obstante, me he estado preguntando exactamente qué tan desacreditado está el socialismo. Es cierto, ahora nadie se imagina que lo que el mundo necesita es la segunda llegada del comité de planificación central soviética Gosplán, pero ¿acaso ya determinamos que los mercados son la mejor forma de hacerlo todo? ¿Realmente deberíamos hacerlo todo a través del sector privado? No lo creo.

De hecho, hay algunas áreas, como la educación, en las que es evidente que al sector público le va mejor en la mayoría de los casos, y otras, como los servicios médicos, en las que el argumento para recurrir a la empresa privada es muy débil. Esos dos sectores en conjunto son bastante grandes.

En otras palabras, aunque el comunismo fracasó, todavía hay un muy buen argumento a favor de una economía mixta en la cual la propiedad y el control público podrían ser un componente importante, si bien no mayoritario de la mezcla. Al hacer un cálculo muy general encuentro que, dado lo que sabemos sobre el desempeño económico, es posible imaginar una economía bastante eficiente que sea dos tercios capitalista y un tercio propiedad pública; es decir, algo que podríamos denominar más o menos algo socialista.

Llegué a la conclusión de ese reparto de dos tercios a partir de los datos del empleo en Estados Unidos. Lo que salta a la vista es que incluso ahora, con toda la privatización que ha tenido lugar, el gobierno estadounidense a varios niveles da empleo a aproximadamente el quince por ciento del las personas en el mercado laboral: casi la mitad en el sector educativo, otra gran parte en los servicios médicos y, por último, en una combinación de servicios y gestión públicos.

Si revisamos las cifras del empleo en el sector privado de Estados Unidos, encontramos que otro quince por ciento de la mano de obra se emplea en la educación, la salud y la asistencia social. Ahora, una gran parte de ese empleo se paga con fondos públicos; piénsenlo, por ejemplo, como los dólares del sistema Medicare (para cobertura a personas en situación de pobreza) que se gastan en hospitales privados. Casi todo el resto se paga a cuenta de aseguradoras privadas, que en Estados Unidos existen como lo hacen en la actualidad solo gracias a enormes subsidios y regulación.

No hay razón para pensar que el sector privado ejecuta esas actividades mejor que el público. Las aseguradoras privadas obviamente no proveen un servicio que no pueda proporcionar un seguro de salud nacional tal vez más barato. Los hospitales privados obviamente no son ni mejores ni más eficientes que los públicos. La educación privada es, de hecho, una zona de desastre.

Así que es posible imaginar una economía en la que gran parte de la educación, la salud y la asistencia social en general, que actualmente está en el sector privado, se vuelva pública y en la que la mayoría de la gente esté casi tan bien como está ahora.

Existen otras actividades privadas que bien podrían ser públicas. Los servicios como la electricidad se regulan fuertemente y, en algunos casos, ya son propiedad pública.

En general, otras áreas como el comercio minorista o la manufactura no parecen adecuadas para el sector público, pero hasta en esas industrias podemos ver algunos ejemplos. La senadora estadounidense Elizabeth Warren ha sugerido que haya fabricación pública de los medicamentos genéricos y no es una mala idea.

Si sumamos todo esto, es posible ver una economía que funciona bien con, digamos, una tercera parte de propiedad pública.

Ahora, esto no satisfaría a la gente que odia el capitalismo. De hecho, ni siquiera estaría a la altura del viejo lema sobre el gobierno que controla las “alturas dominantes” de la economía. Esto sería más como si el gobierno tuviera la caldera encendida en el sótano. Además, me parece que no hay ninguna posibilidad de que esto ocurra durante mi vida laboral.

Pero pienso que vale la pena tratar de pensar un poco más allá de nuestro actual paradigma, que establece que todo aquello que podríamos llamar socialista ha sido un fracaso total. Quizá no ha fracasado tanto, ¿no? Paul Krugman en NYT

https://www.nytimes.com/es/2018/12/26/paul-krugman-economia-privatizacion/?emc=edit_bn_20190103&fbclid=IwAR2FPm3E9Z20X_hEmsJVCaXzi4JnjSzcA22WozNre5QjAPEFVJz_WZZSy9M&nl=boletin&nlid=81903942emc%3Dedit_bn_20190103&smid=fb-espanol&smtyp=cur&te=1