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sábado, 30 de marzo de 2019

JFK y los demás, silenciados

Entre 1963 y 1968 el establishment de la seguridad nacional de EE.UU eliminó a los dirigentes de la oposición y a los principales políticos con veleidades de reforma.



La noticia saltó el 19 de enero. Un grupo de personalidades, intelectuales, juristas, actores y familiares, pidió que se reabran las investigaciones de los cuatro principales asesinatos políticos de los años sesenta en Estados Unidos. Se trata, por orden cronológico, de los casos del presidente John F. Kennedy, del activista Malcom X, de Martin Luther King y del senador Robert Kennedy.

Entre noviembre de 1963 y junio de 1968, el establishment de la seguridad nacional eliminó a los dirigentes de la oposición y a los dirigentes y activistas políticos con veleidades de cambio y reforma, incluido el presidente del país, los dos principales líderes de la oposición a la guerra de Vietnam -uno pedía la “retirada militar inmediata” (King) el otro solo “detener los bombardeos”- y al más influyente activista de la minoría negra. No hay otro caso comparable de una purga tan radical en ningún otro régimen parlamentario.

Crímenes de Estado
Constituido en Comité por la verdad y la reconciliación -un nombre que homenajea a la comisión que investigó los crímenes del Apartheid en África del Sur- el grupo califica esos asesinatos de, “asalto salvaje y concertado a la democracia” y “actos organizados de violencia política” que tuvieron un, “impacto desastroso en la historia del país”. Todos ellos querían de manera diversa, “apartar a Estados Unidos de la guerra y dirigirse hacia el desarme y la paz, salir de la violencia y la división interior y avanzar hacia la amistad civil y la justicia”.

Sobre el asesinato de John Kennedy, el grupo dice que, “fue organizado en las altas esferas de la estructura de poder de Estados Unidos y llevado a cabo por elementos superiores del aparato de la seguridad nacional que utilizaron, entre otros, a personajes de los bajos fondos para ayudar a su ejecución y encubrimiento”. Recuerdan los “juicios farsa” que rodearon los cuatro asesinatos y apelan al Congreso a que exija la publicación de todos los documentos gubernamentales, que deberían haber sido desclasificados por completo en 2017 pero que la CIA y otras agencias mantienen en secreto.

Oficialmente todos fueron muertos en atentados obra de “locos solitarios”; Lee Harvey Oswald mató a John Kennedy antes de ser muerto a su vez por Jack Ruby, Malcom X, murió a manos de tres negros musulmanes, Marti Luther King cayó a manos del loco James Earl Ray y el senador Robert Kennedy bajo las balas de Sirhan Sirhan, un palestino perturbado.

Forman parte del grupo los hijos de Robert Kennedy, abogados y colaboradores de Martin Luther King, médicos y forenses de renombre que trabajaron en el caso JFK, el disidente Daniel Ellsberg que destapó los papeles del Pentágono, cantantes como David Crisby, el cineasta Oliver Stone, autor de una gran película sobre el caso JFK, actores de Hollywood, etc. La noticia era clara, incluso desde el punto de vista del espectáculo y las personalidades firmantes, pero muy pocos se hicieron eco de ella. Ningún gran medio español lo hizo.

¿Les suena Michael Hastings?
Mientras nos entretienen con las fechorías de los países adversarios, la simple realidad es que no solo de puertas afuera, donde es la principal dictadura del planeta, sino en sus relaciones interiores, Estados Unidos es un ejemplo bastante bueno de estado policial en el trato a sus propios disidentes, con uso del asesinato político encubierto en casos extremos y la violación permanente de derechos elementales de aquellos que considera políticamente peligrosos.

El vicepresidente Henry Wallace tuvo su correo controlado y su teléfono pinchado por la policía política, por defender que la amenaza soviética estaba siendo exagerada por el complejo de la seguridad nacional. Lo mismo le ocurrió al candidato presidencial George McGovern, a cantantes como Pete Seeger o Woodie Guthrie, músicos como Duke Ellington, científicos como Albert Einstein, los activistas del Occupy Wall Street o Black Lives Matter… En fín, desde que Eduard Snowden demostró documentalmente la existencia de Big Brother, y su encarnación en la NSA, las más básicas garantías constitucionales son negadas al conjunto de la ciudadanía mundial desde Estados Unidos.

Todos conocen el caso de la periodista rusa Anna Politkovskaya, pero a muchos menos les suena el nombre de Michael Hastings Los Solzhenitsin, Sájarov y demás de nuestro tiempo llevan nombres anglosajones; Eduard Snowden, Julian Assange, Chelsea Maning, etc.

La cobardía de Obama
La publicación del manifiesto no noticiado del Comité por la verdad y la reconciliación vino precedida en apenas quince días, por el fallecimiento del gran sociólogo norteamericano Norman Birnbaum. En su retrato de la cobardía de Barack Obama, Birnbaum explicaba hace unos años, en una entrevista con Deutchlandfunk, que el presidente tuvo muy presente durante su mandato el destino de otros personajes de la vida americana, como los cuatro mencionados, que llegaron a representar determinados riesgos de reforma. “Nuestro sistema tiene formas y maneras de advertir para que no se superen determinados límites”, decía. “Creo que en el caso de Obama, el presidente ha hecho para su persona esa lectura de nuestra historia”.

Desde la advertencia del Presidente Dwight Eisenhower, en su discurso de despedida del 17 de enero de 1961 (“Debemos cuidarnos de la adquisición de influencia injustificada, tanto solicitada como no solicitada, del complejo militar industrial“, Oliver Stone inicia su película sobre JFK con esa cita), el presidente de Estados Unidos es un prisionero del aparato de seguridad nacional. “Ese aparato tiene sus propias leyes y sabe perfectamente cómo disciplinar a la gente”, decía Birnbaum a propósito de Obama.

Dándole la vuelta a lo que siempre se dijo sobre el comunismo, que era un sistema irreformable, la simple experiencia nos lleva a pensar más bien lo contrario: A lo largo de más de cuarenta años, los países del Este de Europa no pararon en intentar reformas hacia el “socialismo de rostro humano” que la URSS impidió siempre, el comunismo soviético fue tan reformable que hasta se autodisolvió, y en China y Vietnam se ha entronizado algo parecido a la “reforma permanente”.

Lo que se ha demostrado históricamente irreformable es más bien el sistema de Estados Unidos. Una sociedad de extrema desigualdad, desprovista de estado social, regida por el interés de una minoría y faro del mundo moderno, que elimina a los líderes que representan riesgos de transformación, y disciplina de paso a quienes llegan al poder con ínfulas de cambio.

Sacar a la luz esa historia, naturalmente, no es noticiable y cuando se saca a colación siempre hay algún genio que suelta aquello de la “teoría de la conspiración”. El concepto fue acuñado por la CIA en los años sesenta, precisamente para cortar el cuestionamiento de la increíble versión oficial de la muerte de Kennedy…

Desde entonces no paran: cada vez usan más ese latiguillo, porque cada vez tienen más estiércol que ocultar.

(Publicado en Ctxt)

martes, 13 de febrero de 2018

Berlín conjura los monstruos del racismo con ‘I Am Not Your Negro.’ Raoul Peck protagoniza el festival de cine con su documental nominado al Oscar y con ‘El joven Karl Marx’.

"La historia no es el pasado, es el presente", decía el pensador afroamericano James Baldwin, y el cineasta que ha llevado sus reflexiones a la pantalla, Raoul Peck, lo cree sin dudarlo. Peck es el hombre del momento ("No sé si eso es bueno, no calculé este doble estreno, porque llevo una década con ambos largometrajes"): candidato al Oscar dentro de 10 días al mejor documental con I Am Not Your Negro, en la Berlinale se puede ver en Panorama documental este filme basado en los textos de Remember this House, el libro que Baldwin empezó en 1979, y en Berlinale Special se proyecta El joven Karl Marx, su último trabajo en ficción. "Ambos son filmes muy cercanos a mí. Cuando entré en la universidad leí a Baldwin y de golpe descubrí que alguien escribía para los jóvenes negros, y les decía cuál era su lugar en la sociedad y cómo poder cambiarlo. Desde luego no te lo contaba Hollywood, cuyas historias me sonaban a muy lejanas. Y después vine a estudiar a Alemania, y descubrí a Marx de una manera nada dogmática, sí muy académica, que me ayudó a entender la importancia del debate".

Pero, ¿por qué ahora llaman la atención ambos largos? "Porque vivimos un momento de confusión. Se han perdido las ideologías, la ciencia, los números..., solo hay espacio para la opinión, y valen por igual la de un científico que la de un chaval que a duras penas acabó sus estudios y hoy es presidente". Nacido en Puerto Príncipe en 1953, Peck estudió y vivió por medio mundo antes de dedicarse al cine. Su The Man by the Shore (1993) fue la primera película caribeña en competir en Cannes. Durante 1996 y 1997 fue ministro de Cultura de su país, y dejó la política para volver al cine. Hoy reside en Francia. Con su documental ha recuperado también la figura de James Baldwin (1924-1987), el gran intelectual afroamericano del siglo XX, el hombre que analizó y diseccionó el racismo y la discriminación sexual en EE UU. En I Am Not Your Negro (que se estrena en España el 31 de marzo) Samuel L. Jackson ha puesto voz -imitando el especial deje del escritor- a sus textos, mientras en pantalla se ven entrevistas con Baldwin algunas de sus conferencias e imágenes de aquellos años y de la actualidad. Más que un documental, es una espléndida película ensayo. "La clarividencia de Baldwin fue increíble, porque gira el espejo y nos lo pone delante de todos. Tú eres el problema, el peor de tus monstruos, no hay inocentes. Matan personas en tu nombre, conquistan países en tu nombre. Tu coche, tu casa, tu comida tiene un precio. El capitalismo produce riqueza para unos pocos y pobreza para el resto, y sin embargo todos vivimos juntos. Eso es dialéctica marxista, sí".

Baldwin no se permitió ser pesimista, a pesar de que asesinaran a sus tres héroes morales, Malcom X, Martin Luther King junior y Medgar Evers, antes de que cumplieran 40 años: "Hay que seguir luchando, sobreviviendo", asegura el director dictando palabras del pensador. "No dejo que me pongan etiquetas. Como hago cine complejo, ¿no puedo dirigir Scary movie 4? Todos somos ciudadanos y queremos vivir en democracia. Fenomenal, pues la democracia hay que lucharla día a día, posees una responsabilidad. Todo el que te diga que es apolítico, miente, porque con esa actitud adormece a la sociedad, y eso ya es una acción. Debemos abandonar nuestros sofás, apagar la tele y deja de ser consumidores. Baldwin ya dijo que la industria del entretenimiento era el nuevo narcótico. Y no conoció la telerrealidad". Reniega de su poder de cineasta, pero... "Tomo decisiones, escojo qué temas filmar, me arriesgo, como Lubumba o El joven Karl Marx, historias que no entiendo que antes no las hubieran rodado. Como director te dan un revólver con seis balas, y tienes que estar muy seguro de cuándo disparas. La industria no siempre estará para ti, y el artista debe llegar a la mayor audiencia posible".

Como Peck, Baldwin sufrió una conmoción de adolescente. "Querías ser un vaquero como Gary Cooper, y resulta que al salir a la calle eras el indio", cuenta desde el siglo XX el escritor. Como Peck, Baldwin encontró almas gemelas por el camino, como la dramaturga Lorraine Hansberry, autora de Un lunar en el sol. "En su caso ella falleció con 35 años. Algunos de mis maestros están vivos, como Agnieszka Holland; otros como Krzysztof Kieslowski ya desaparecieron". Baldwin escarba, busca razones psicológicas para el racismo: ahí está la necesidad del blanco de contar con el negro como chivo expiatorio de los males que aquejan la sociedad. "La historia necesita tiempo para cambiar. Cierto, pero es que nada ha cambiado, como demuestran los fundamentalismos, o que tú recibas un sueldo y eso sitúe tu lugar en el capitalismo. Es curioso: el mundo occidental es una minoría con respeto al resto del planeta, pero como imperio lo ha colonizado. Por el bien de la humanidad deben de desaparecer los imperios".

En I Am Not Your Negro aparece de refilón Barack Obama. "Porque ha sido una breve aparición, y la Historia es enorme. Y como dice Baldwin, no es importante si va a haber -hoy ya sabemos que lo ha habido- un presidente negro, lo fundamental es de qué país ha sido presidente". Lo mismo piensa de los próximos Oscar. "Conozco a mis compañeros de carrera. No puedes llamarlo competición, porque eso significa atadura y control. ¿Qué ahora hay más negros? ¿Y? Es una ilusión. Allí no se toman decisiones, el problema está dentro de la industria, en quién aprueba los proyectos, y son ejecutivos hombres blancos de 35 a 55 años. El poder está en la estructura, y a veces logras colarte. Acuérdate de la pistola con seis balas. Incluso como periodista, no las desaproveches".

https://elpais.com/cultura/2017/02/16/actualidad/1487259424_927584.html