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jueves, 2 de noviembre de 2023

_- Occidente, matar las palabras

_- Fuentes: La Jornada - Imagen: Madre palestina sostiene el cuerpo de su hijo asesinado por un bombardeo israeli, 23 de octubre de 2023. Fuente: Al Jazeera.


La organización Save the Children denunció que cada 15 minutos un menor de edad muere en Gaza por culpa de los bombardeos indiscriminados que lleva a cabo Israel, por lo que los niños representan un tercio del total de muertes en el enclave palestino

Al mismo tiempo, el ejército israelí advierte públicamente que no tiene ninguna intención de respetar los hospitales y amenaza con destruir el de Al Quds, como ya hizo, de acuerdo con varias versiones de los hechos, con el nosocomio cristiano de Al-Ahli, donde fueron masacradas más de 500 personas.

Pese a esto y muchas otras señales incontestables de que a estas alturas las operaciones bélicas de Tel Aviv no tienen nada que ver con su derecho a la autodefensa ni con el combate a grupos extremistas, sino con una limpieza étnica y un genocidio contra el pueblo palestino, gobiernos y corporaciones de Occidente censuran cualquier crítica a la política del premier Benjamin Netanyahu, así como todo llamado a la solidaridad con las víctimas.

Desde el comienzo de las represalias israelíes en respuesta al ataque llevado a cabo por la facción fundamentalista Hamas el 7 de octubre, los grandes medios de comunicación occidentales han reforzado la narrativa que desvía cualquier culpa de Israel y hace pasar como verdugos a los millones de palestinos que subsisten apiñados en campos de refugiados o encerrados en la franja de Gaza, y que en Cisjordania cada día se encuentran sometidos a controles draconianos, además de sufrir el riesgo constante de ser expulsados de sus hogares por la construcción de nuevos asentamientos ilegales para colonos israelíes ultranacionalistas. En la prensa escrita o digital, así como en las plataformas de redes sociales basadas en Estados Unidos o sus aliados, se oculta de manera sistemática que la situación actual es producto, en gran medida, de la histórica violación por parte de Tel Aviv de todas las resoluciones de la ONU que lo conminan a permitir la existencia de los palestinos, de su política de exterminio y del obtuso cierre de cualquier salida negociada a los diferendos en torno a las tierras donde en 1948 se impuso el Estado de Israel.

La mordaza va más allá de los medios: en estas semanas, toda figura pública que expresa algún asomo de crítica hacia la matanza que tiene lugar en Gaza ha sido castigada con el rompimiento de vínculos laborales o contractuales por parte de empleadores, socios o patrocinadores, lo que ha impuesto una censura que poco se diferencia de las que caracterizan a los regímenes totalitarios. La asfixia económica y el ostracismo alcanzan a deportistas, miembros del mundo del espectáculo e incluso a la comunidad cultural, presunto baluarte de las libertades de las que presume Occidente; por ejemplo, la Feria Internacional del Libro de Fráncfort suspendió la entrega del Premio LiBeraturpreis a la escritora palestina Adania Shibli en plena solidaridad con Israel, una atrocidad que fue criticada por 600 autores y editores. Berlín, Londres y París han prohibido por completo las manifestaciones de apoyo a Palestina, mientras Washington ha detenido a centenares de personas por participar en protestas contra lo que algunos integrantes de la propia comunidad judía no titubean en calificar de genocidio.

En suma, el conflicto en Medio Oriente ha vuelto a desnudar la hipocresía de las grandes potencias occidentales, cuyos gobernantes y magnates se arrogan la facultad de dictar al resto del planeta cómo conducir sus asuntos internos, así como de extender o retirar certificaciones en materia de respeto a los derechos humanos, mientras asesinan a la libertad de expresión para proteger los intereses de sus cómplices. Hoy queda más claro que nunca: cuando se habla del conflicto palestino-israelí, se requiere un enorme valor y un inquebrantable compromiso ético para decir la verdad.

Fuente: 

lunes, 5 de noviembre de 2018

_- Occidente teme la resurrección de la Unión Soviética

_- AVN


Las naciones occidentales tienen el temor de que la Unión Soviética, disuelta en 1991, resucite. De allí las medidas hostiles que asoman hacia Rusia, consideró el presidente Vladimir Putin en una entrevista que concedió a la cadena rusa Rossiya1, versionada por HispanTV. Putin dejó claro que el miedo que existe en occidente, es que "tienen una mentalidad estancada en la era de la Guerra Fría". y expresó que nadie quiere creerles de que ellos no se proponen volver a crear a la Unión Soviética. A pesar de que los líderes occidentales creen en el sistema bipolar, este se ha derrumbado y en consecuencia, "hay que aceptar las nuevas realidades pero ellos no lo han hecho", cita HispanTV.

Y un ejemplo de ese temor occidental de la resurrección de la Unión Soviética -expuso el mandatario-puede ser la crisis de Ucrania y la injerencia estadounidense y sus aliados en el país europeo. Para la máxima autoridad de Rusia, no se trata de que Estados Unidos haya querido ayudar a los ucranianos, como suelen exponer, sino el temor a la resurrección de la URSS.

Recuerda HispanTV que el conflicto que se presentó en el este de Ucrania, intensificado posteriormente en 2014, hasta el momento ha dejado unas 8 mil personas muertas y 1.6 millones de seres desplazados internamente, de acuerdo a cifras que dio a conocer la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Finalmente, reseña HispanTV que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, se han deteriorado drásticamente y a niveles de la Guerra Fría, según analistas. Ambos países se acusan mutuamente, de haber generado la crisis ucraniana.

Fuente.
http://www.avn.info.ve/contenido/occidente-teme-resurrecci%C3%B3n-uni%C3%B3n-sovi%C3%A9tica

viernes, 27 de julio de 2018

La propaganda del otro

Cómo occidente reacciona ante el informe del adversario cuando este rompe su monopolio.

Fue a finales de los noventa en Moscú. Solía visitar a un ex muy alto cargo analista del antiguo KGB de la URSS, el cerebro pensante de la acción exterior, un hombre culto, inteligente y con mucho mundo ya completamente apartado de toda función oficial. La URSS llevaba años enterrada y era el tipo de fuente que, si lograbas ganarte su confianza, valía un Potosí. Naturalmente, el acuerdo no era contármelo todo, pero sí, responder directamente a mis preguntas. Lo que no se podía contar, no se contaba. Así llegamos a una relación de confianza.

Fue aquel teniente general jubilado, cuya casa tenía video vigilancia, una rareza entonces, quien, entre otras cosas, me contó con bastante detalle los defectos de las alianzas mundiales de Moscú en la guerra fría, el despilfarro de unos medios que eran muy limitados y que si se hubieran concentrado en ciertos países habrían rendido mucho más. Entre sus observaciones críticas sobre la propaganda recuerdo la siguiente: Moscú podría haber creado una red de medios mucho más eficaz que la oxidada red de las agencias Tass y Nóvostí, las revistas en idiomas extranjeros como “Tiempos Nuevos” o “Novedades de Moscú” o el servicio internacional de Radio Moscú, todos muy mediatizados por el KGB y cuyas relaciones internas darían para escribir miles de folletines alguno de ellos completamente kafkiano.

“Habría bastado”, decía el ex jefe analista, “con copiar a nuestros adversarios: crear un canal que diera voz a todos los disidentes del mundo occidental”. Los adversarios disponían de tal red. En realidad una red de redes que se llamaba “Voz de América”, “Radio Liberty”, “Radio France International (RFI)”, “Deutsche Welle”, “BBC”, etc. La mayoría de ellas tenía programas en ruso y ucraniano, y algunas en casi todas las lenguas importantes de las diversas nacionalidades de la URSS (y había muchas lenguas en la URSS!). Los disidentes soviéticos, fuera en Lituania, San Petersburgo, Tibilisi o Moscú, se expresaban a través de aquellos medios, que difundían sus papeles y noticias. Millones de ciudadanos soviéticos escuchaban aquellas “voces”; ese era el eufemismo con el que la prensa oficial se refería a veces a aquella red, eficaz, profesional, bien pagada. Pues bien, muchos años después, ya con Putin y concluida oficialmente desde hacía quince años la guerra fría, Moscú creó un aparato similar.

Fue en 2005. Entre tanto el ex gran jefe analista volvió a servir a la patria. Quizá fue su vieja idea, quizá estaba en el aire, pero con el canal Russia Today (RT), Moscú hizo las cosas bien.

Una propaganda alternativa
Desde entonces el canal y las agencias internacionales no han hecho más que crecer. El presupuesto de RT es de unos 300 millones de dólares. Contrataron a competentes profesionales extranjeros y se han consolidado como un formidable medio de comunicación global en muchas lenguas. Naturalmente, la hegemonía informativa occidental es aplastante y naturalmente RT defiende intereses rusos, pero su mera existencia contribuye al pluralismo. Quiero decir al pluralismo realmente existente, que especialmente en materia de medios de televisión es un pluralismo de propagandas, algo que está muy lejos de ser ideal, pero que es mucho mejor que el monopolio que sufrimos durante la primera guerra de Irak (CNN) o la inducida disolución bélica de Yugoslavia (CNN+BBC, etc.).

La red propagandística occidental sigue siendo la principal, pero el mundo emergente multipolar ya tiene sus aparatos alternativos: los canales del Golfo, la china CCTV (también en varios idiomas), RT, Tele Sur, y otras.

En el pulso Rusia-Occidente la desproporción de medios salta a la vista. RT no forma parte de una inexistente red de los emergente. Frente a sus 300 millones, la Deutsche Welle dispone de un presupuesto de 350 millones, RFI 380 millones, la BBC 524 millones y el complejo americano mucho más. Y todos esos medios actúan al unísono en cuanto a la difamación de Rusia se refiere. Pese a todo, RT se ha convertido en un adversario de peso.

Su canal en inglés, por ejemplo, se parece mucho a un medio alternativo: ahí es donde el ciudadano americano puede enterarse de muchas noticias relevantes que sus medios no dan. Aunque la idiosincrasia del régimen ruso sea bien de derechas, una versión nacional-eslava de eso que calificamos como espíritu neocon, su posición en el mundo redunda en un posicionamiento mucho más liberal (partidario de la diplomacia y del multilateralismo) y crítico con el belicismo realmente existente (que es occidental) en cuestiones internacionales. El resultado es interesante. Por eso, pese a la modestia de sus medios, esta competencia se ha hecho muy incordiante en occidente, cuyas potencias no soportan que el adversario les responda, aunque sea modestamente, con su propia moneda.

Atando corto al incordio
Todos ustedes conocen las denuncias por atropello a la libertad de información que se producen en Rusia, pero seguramente desconocen que los periodistas y colaboradores de RT trabajan en Estados Unidos en unas condiciones muy parecidas a las que los periodistas occidentales estábamos sujetos en la URSS. En Estados Unidos el canal ruso se ha tenido que registrar como “agente extranjero” (igual que algunas ONG financiadas por dinero occidental en Rusia) y están obligados a trabajar con esa etiqueta. Los periodistas deben enviar copias de su trabajo a las autoridades en un plazo de 48 horas y sus movimientos están estrictamente supervisados. Por supuesto, empresas privadas como Google y Twitter, estrechas colaboradoras de la NSA como se ha demostrado, discriminan al canal ruso todo lo que pueden. En el parlamento británico se han escuchado voces de diputados para “clausurar” RT. En Alemania, con el complejo mediático más uniforme y retrógrado de Europa occidental, la campaña antirrusa ha batido todos los récords y con ella la demonización de los medios rusos. El parlamento europeo ha aprobado resoluciones discriminatorias contra los medios de comunicación rusos. Twitter y Facebook ya han cerrado las cuentas de portales rusos como USAReally.com, donde pueden leerse informes tan sorprendentes como el de que uno de cada cuatro americanos apoyaría la secesión pacífica de su estado de los Estados Unidos… Y en el este de Europa las cosas son aun más rudas: una periodista de RT, Paula Slier, acaba de ser expulsada de Ucrania- y su entrada en el país vetada por cinco años- al acudir a un certamen de la OSCE sobre libertad de información organizado en Kiev. En Estonia, el periodista y ex diputado italiano Giulietto Chiesa, habitual colaborador de RT, fue también expulsado cuando acudió a una conferencia. Son solo algunos ejemplos recientes entre muchos otros.

Los procedimientos que occidente utiliza para remediar que los rusos hayan logrado establecer cierta competencia con el antiguo monopolio informativo occidental, son claros atentados a la libertad de información y bastante reveladores de hacia donde soplan los vientos en nuestras democracias. En cualquier caso, gracias al pluralismo de propagandas es mucho más fácil orientarse en los actuales conflictos que sacuden nuestro agitado mundo.

Rafael Poch de Feliu

lunes, 28 de agosto de 2017

Un ‘picnic’ para la historia. Hungría y Austria conmemoran la huida de 600 alemanes del este a través de sus fronteras.

El Muro de Berlín comenzó a agrietarse a las 14.55 horas del 19 de agosto de 1989, hace 25 años, cuando el teniente coronel húngaro Arpad Bella vio cómo decenas de ciudadanos de la RDA se acercaban al puesto fronterizo de la localidad húngara de Sopron para cruzar a territorio austriaco.

El oficial tenía órdenes de utilizar su pistola en caso de agresión o violencia, pero cuando vio a cientos de hombres, mujeres y niños, tardó 10 segundos en tomar una decisión de trascendencia histórica. “No quería convertirme en un asesino”, relató Bella al justificar la orden que impartió a sus cuatro subalternos: “Mirad en dirección a Austria, controlad pasaportes en caso de que alguien los muestre y lo que pase detrás de nosotros no lo hemos visto”, les dijo. En menos de tres horas, más de 600 ciudadanos de la RDA pasaron a Austria, la primera gran huida masiva en la Europa de la Guerra Fría.

El picnic pudo ser organizado gracias a una rara concesión del presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, al primer ministro húngaro, Miklos Nemeth, ese mes de marzo. Gorbachov autorizó a Budapest a desmontar la vigilancia electrónica a lo largo de la frontera con Austria.

Ocho semanas después, los ministros de Asuntos Exteriores de Hungría y Austria, Gyula Horn y Alois Mock, armados con sendas tenazas, llegaron a Sopron para cortar simbólicamente un trozo de la valla. La foto conmocionó a la Alemania comunista. En pocos días, miles de germanos viajaron a Hungría bajo la excusa de las vacaciones y a la espera de un milagro.

Fue entonces cuando el líder reformista húngaro Imre Pozsgay y Otto von Habsburg, heredero de la desaparecida corona austro-húngara, organizaron una fiesta popular para celebrar la fraternidad entre los pueblos húngaro y austriaco. El lugar escogido para el picnic fue Sopron y se acordó que la frontera se abriría durante tres largas horas para que los austriacos asistieran. La noche del 18 de agosto, desconocidos repartieron miles de panfletos entre los alemanes de Budapest. El anuncio del festejo incluía un mapa para llegar a Sopron (a 210 kilómetros) e instrucciones para alcanzar el paso fronterizo, a dos kilómetros.

El ensayo general que significó esta merendola en la que 600 alemanes abandonaron el este fue un éxito; y el silencio de Moscú hizo posible que el ministro de Asuntos Exteriores húngaro anunciara el 10 de septiembre la apertura de sus fronteras con Occidente. La medida fue negociada, no entre Budapest y Moscú, sino entre Myklos Nemeth y su colega de la RFA, Helmut Kohl, durante una reunión secreta en el castillo de Gymnich, el 25 de agosto de 1989. El resultado fue inmediato: en dos meses más de 60.000 alemanes orientales abandonaron Hungría para llegar a la tierra prometida. Kohl reveló el precio que pagó su Gobierno para obtener la apertura de la frontera: un crédito de 500 millones de euros. Erich Honecker, en cambio, murió convencido de que quien acabó con su país fue Otto von Habsburg. “Repartió panfletos en los que invitaba a los alemanes a un picnic. Les dio regalos, comida y marcos, y, luego, les convenció de huir hacia Occidente”, dijo.

El picnic ocupa posiciones muy distintas en la historia oficial de sus protagonistas. Ayer fue recordado con una ceremonia presidida por el primer ministro húngaro Viktor Orban —veterano opositor al comunismo y china en el zapato de la Unión Europea por las posturas poco demócratas que ha desarrollado con los años— y en la que participó una amplia delegación austriaca. Alemania, sin embargo, estuvo representada sólo por la jefa del Gobierno regional de Turingia, Christine Lieberknecht.

https://elpais.com/internacional/2014/08/20/actualidad/1408529554_932738.html

viernes, 16 de diciembre de 2016

Una periodista destapa en la ONU las mentiras de Occidente sobre Siria

¿Crees todo lo que CNN, BBC News y otros te cuentan sobre Siria? Cuidado, te podrían estar engañando. La periodista canadiense Eva Bartlett desenmascara la desinformación masiva con la que ciertos medios cubren los eventos.
LEER MÁS: http://es.rt.com/4ugo

jueves, 27 de septiembre de 2012

Entrevista con Danilo Zolo, profesor de filosofía del derecho y de filosofía del derecho internacional en la Universidad de Florencia

...Se necesitan muy pocos datos para confirmar dramáticamente que el sol se pone sobre la “Era de los derechos” en la era de la globalización. La Organización Internacional del Trabajo calcula que 3.000 millones de personas viven ahora bajo la línea de pobreza, fijada en 2 dólares diarios. John Galbraith, en el prefacio al Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas en 1998, documentó que un 20% de la población del mundo se apodera de 86% de todos los bienes y servicios producidos a escala mundial, mientras el 20% de los más pobres solo consume 1,3%. Hoy en día, después de casi 15 años, esas cifras han cambiado para peor: El 20% más rico de la población consume un 90% de los bienes producidos, mientras el 20% más pobre consume 1%. También se calcula que un 40% de la riqueza del mundo es de propiedad del 1% de la población mundial, mientras las 20 personas más ricas del mundo poseen recursos iguales a los de los mil millones de gente más pobre...

CG: Su próximo libro, que está a punto de ser publicado por Laterza en Italia llevará el título Democracy without a Future. ¿Piensa que nuestro futuro será verdaderamente muy sombrío?

 DZ: No cabe duda, a mi juicio, de que en Occidente las instituciones que llamamos “democráticas” están en serio peligro, especialmente en Europa e Italia. La soberanía política y legal de las naciones Estado ha sido considerablemente debilitada, mientras la función de los parlamentos es limitada por el poder de burocracias públicas y privadas, incluyendo la burocracia judicial y los tribunales constitucionales. Al mismo tiempo, el poder ejecutivo tiende a asumir una función hegemónica sin tomar en cuenta la división de poderes que ha sido el sello distintivo del Estado constitucional europeo continental y del Estado de derecho anglo-estadounidense.

La democracia parlamentaria cede el paso a la “telecracia”. Los canales de televisión públicos y privados son instrumentos muy efectivos de propaganda política. Como señaló Norberto Bobbio, el enorme poder de la televisión ha causado un cambio de rumbo de la relación entre ciudadanos que controlan y ciudadanos que son controlados. La minoría limitada de representantes elegidos controla a las masas de votantes y no viceversa. Por ello estamos en un régimen al que no es retórico calificar de “tele-oligarquía post democrática”, en el cual la vasta mayoría de la gente no “escoge” y no “elige” sino ignora y obedece.

Cientos de miles de jóvenes, mujeres y ancianos no tienen trabajo, ni siquiera los más insignificantes, y viven en la pobreza. ¿Significa que nos espera un mañana “muy sombrío”? No es fácil responder esa pregunta. Lo que parece absolutamente seguro es el progresivo debilitamiento de las funciones políticas y económicas de Estados individuales y la dominación de algunas elites económicas y políticas que sirven intereses privados intocables. Es la así llamada “nueva clase capitalista transnacional” que domina los procesos de globalización desde la punta de torres de vidrio en ciudades como Nueva York, Washington, Londres, Frankfurt, Nueva Delhi, Shanghái.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Global_Economy/NI26Dj01.html Foto: Salinas de Bonanza vistas desde Bajo Guía, en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz.

martes, 10 de julio de 2012

El estado de bienestar occidental y su perdida progresiva desde los 80


Introducción
Uno de los rasgos socioeconómicos más asombrosos de las dos últimas décadas es la inversión del signo de la legislación sobre bienestar de la segunda mitad del siglo pasado en Europa y Norteamérica. Los recortes sin precedentes en servicios sociales, indemnizaciones por despido, empleo público, pensiones, programas sanitarios, estipendios formativos, periodos vacacionales y seguridad laboral vienen acompañados por el incremento de los gastos de la educación, la fiscalidad regresiva y la edad de jubilación, así como por el aumento de las desigualdades, la inseguridad laboral y la aceleración del ritmo en los centros de trabajo.
La desaparición del «Estado de bienestar» echa por tierra la idea expuesta por los economistas ortodoxos, que sostenían que la «maduración» del capitalismo, su «estado de desarrollo avanzado», su alta tecnología y la sofisticación de sus servicios vendrían acompañadas de mayor bienestar y niveles de vida más altos. Aunque es cierto que «servicios y tecnología» se han multiplicado, el sector económico se ha polarizado aún más entre los empleados minoristas mal remunerados y los agentes de bolsa y financieros muy ricos. La informatización de la economía ha desembocado en la contabilidad electrónica, los controles de costes y los movimientos acelerados de fondos especulativos en busca del máximo beneficio, mientras que, al mismo tiempo, han sido preludio de reducciones presupuestarias brutales en los gastos sociales.
Esa «Gran Inversión» del curso de los hechos parece un proceso a gran escala y largo plazo centrado en los países capitalistas dominantes de Europa Occidental y Norteamérica y en los antiguos Estados comunistas de Europa del Este. Nos incumbe a todos examinar las causas sistémicas que trascienden las idiosincrasias particulares de cada país... Seguir aquí. (artículo de Petras)