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domingo, 16 de mayo de 2021

Pablo Iglesias, la derrota de una ilusión. Políticos y analistas de distintas tendencias reconocen al exlíder de Podemos que supo “canalizar la indignación”, aunque la mayoría le reprocha su “cesarismo”

Nadie podía imaginar que aquel chico de coleta que ametrallaba con su discurso en las tertulias de televisión se convertiría en uno de los grandes protagonistas de la política española. Que el joven profesor de Políticas, cargado de lecturas y sueños anticapitalistas, orador enardecido en las plazas del 15-M, llegaría a encabezar los sondeos de intención de voto. Y que un día no muy lejano enfilaría la escalinata de La Moncloa sosteniendo una cartera de cuero con la inscripción “vicepresidente segundo del Gobierno”.

Ni él podía imaginar que todo eso sucedería en muy poco tiempo. La historia de Pablo Iglesias Turrión (Madrid, 42 años) tiene mucho de epopeya escrita a ritmo de vértigo. En un suspiro se erigió en un líder que amenazaba con poner en jaque a la élite del país. Cabalgando sobre la indignación popular tras la Gran Recesión, Iglesias, junto a otros profesores, creó un partido de la nada en marzo de 2014. En diciembre del año siguiente, entraba en el Congreso con 69 diputados y más del 20% de los votos. Y proclamaba que eso no era más que el comienzo. Él aspiraba, como dijo el viejo Marx de los communards parisinos, a “asaltar los cielos”.

Ese fulgor irresistible se fue consumiendo a la misma velocidad con que creció. Cuando Iglesias llegó al Gobierno, en enero de 2020, Podemos había entrado en declive electoral y el tamaño de sus ilusiones ya era mucho más terrenal: actuar como un complemento del PSOE, el aliado pequeño pero rebelde en permanente forcejeo para defender las esencias de la izquierda. Y todo sucedió de nuevo vertiginosamente. En año y medio, ha abandonado el Gobierno y se ha retirado de la política tras admitir que su figura se ha “gastado”.

Pocos políticos han despertado tantos entusiasmos y tantos odios. Para valorar el rastro que deja en la política española, EL PAÍS ha consultado a una decena de personalidades, políticos que fueron de primera fila y otros en activo que se han mantenido al margen de los combates con Iglesias, así como analistas y científicos sociales.

José Luis Rodríguez Zapatero, “un cauce para la desafección”. Al expresidente del Gobierno, que tiene una relación de “respeto y afecto” por Iglesias, más allá de “discrepancias políticas e ideológicas muy claras”, no le cogió de sorpresa su retirada. “La última vez que hablé con él ya le noté la impronta de una reflexión sobre su futuro y el de Podemos”, cuenta. Zapatero explica que siempre consideró positivo que la “desafección” que se extendió tras la Gran Recesión “tuviese un cauce, a través de Podemos, para participar en el debate político”. “Que un proyecto muy crítico y muy alternativo al sistema tenga una representación en las instituciones es una buena muestra de que la democracia admite la representación política de cualquiera, y más en un caso de una fuerza muy enfocada en temas sociales”.

“La socialdemocracia tiene una teoría de gobierno y de los límites del poder, y construir una fuerza a su izquierda es muy difícil”, apunta el expresidente.

La primera vez que habló con Iglesias e Íñigo Errejón, relata, les explicó cuáles eran los límites que imponían la UE, el BCE y los mercados. ¿Los subestimó Iglesias? “No podemos olvidar los orígenes de su formación política ni las reminiscencias ideológicas de quien quiere cambiarlo todo e inventar un nuevo modelo”, responde Zapatero. “Pero yo procuro no juzgar y respetar las opiniones. Eso es cultivar la democracia”.

Los ataques a Iglesias, incluso después de su retirada, le parecen al expresidente un “mal síntoma”: “Él hizo críticas muy duras y tuvo su réplica. Pero creo que esta retirada debería servir para una reflexión colectiva sobre la necesidad de rebajar los antagonismos, porque la temperatura política es excesiva”. Zapatero cree que Iglesias seguirá siendo un “referente político” y que no dejará de hacer “aportaciones a la reflexión de las fuerzas progresistas”.

José Bono, diagnóstico correcto, medicina errada. Ese primer encuentro de Zapatero con Iglesias y Errejón fue en 2014 en casa de Bono, quien los reunió en una cena. “Vimos que quien podría quitarnos votos al PSOE era Errejón”, recuerda el exministro de Defensa, mucho más crítico que el expresidente. “Debo reconocer que Iglesias es muy listo. Pronto dejó de llamarnos ‘casta’ y se convirtió en un auténtico castizo: llegó a vicepresidente y su pareja a ministra en un tiempo récord”. El también expresidente del Congreso dice que tiene de él “un buen concepto personal”, aunque, ironiza, “quizá algo menos bueno que el que él tiene de sí mismo”. Y evoca una frase que le oyó en una ocasión a Iglesias: “Somos víctimas de nuestra propia lucidez”.

Según Bono, Podemos “ha sido más un termómetro para medir la fiebre de la política española que una medicina”. “Diagnosticaron bien, pero su medicina es antigua y cargada de odio social”, critica. El veterano socialista atribuye el “gran fracaso” del PSOE en las elecciones madrileñas al temor a que gobernase con Iglesias. “Los ciudadanos no quieren las soluciones extremistas y él lo lleva en su genotipo político. Su épica antifascista no motiva lo más mínimo a quienes ya fuimos antifranquistas militantes. Además, ser antifascista no te convierte en demócrata. Stalin era antifascista”. Aunque condena el acoso a Iglesias, el exministro resalta que este calificó en su día los escraches de “jarabe democrático”. “Le deseo que sea feliz y que tenga suerte en la vida”, concluye.

José Manuel García-Margallo, “concepción totalitaria”. El que fue ministro de Asuntos Exteriores con el PP ha estudiado a fondo las obras de Iglesias. “Tenemos una buena relación”, asegura, y recuerda algunos duelos, siempre con buen estilo, que mantuvo en el Congreso con él, en los que Iglesias incluso alabó la “erudición” de su contrincante. Margallo también elogia su “formación brillante” y su destreza para “capitalizar el descontento”. Por lo demás, apenas salva nada de su legado. “Tiene una concepción totalitaria de la política, todo al servicio de una concepción revolucionaria, aunque no violenta. Su afán es el control total, como se ve cuando habla de los medios. Es puro leninismo”, sostiene.

Le achaca, además, que crease un “movimiento exótico”, una suerte de “peronismo en el que cabe todo” y lo que él llama un “partido minarete, cesarista, donde se debe obediencia ciega al líder”. Según Margallo, el exlíder de Podemos “ha dinamitado el mapa de la Transición” y además “ha podemizado al PSOE”. Sobre el acoso que ha sufrido, replica: “Tienen la piel muy fina. A mí también me han hecho escraches. Y nos han llamado organización criminal”. Y sentencia: “Podemos ya no existe, ha explosionado”.

Gabriel Rufián, “la voz de toda una generación”. “No siempre nos hemos llevado bien”, admite el portavoz de ERC en el Congreso, lo que no impide las alabanzas: “Como a todas las personas grandes, la historia se encargará de ponerlo en su lugar y de enterrar esa criminalización que se ha hecho de él. Ya sucedió con Julio Anguita, otra especie de enemigo público número uno. Ha pasado con todos los líderes de la izquierda y siempre pasará. También con Yolanda Díaz, le buscarán a ver si robó un caramelo”. Para Rufián, el exvicepresidente supo dar voz “a toda una generación”. “Fue capaz de verbalizar las sospechas, las angustias, las rabias, la desafección, el dolor que había en la calle. Mucha gente pensaba: ‘Este tipo dice lo que yo pienso’. Fue cuando nos dimos cuenta de que nos habían engañado”, manifiesta. Con todo, Rufián opina que a Iglesias le ha sucedido en ocasiones lo mismo que reconoce que le sucedía a él en sus comienzos en la política: “Tardé en darme cuenta de que no solo es importante lo que digas, sino cómo lo digas”.

El portavoz de ERC niega que el exlíder de Podemos haya actuado como “el puente” entre su formación y el PSOE. “No es así”, rechaza. “Nosotros casi siempre negociamos directamente con el PSOE”. En la cuenta de sus errores, se detiene en uno: “No haber evitado la repetición de elecciones en 2019. Por culpa de eso, tenemos 52 diputados de Vox”.

Gaspar Llamazares, contra la “estrategia populista”. Aunque el excoordinador de IU nunca se entendió con Iglesias, arranca con un reconocimiento similar al de Rufián: “Fue un soplo de aire fresco y supo poner voz a las aspiraciones de toda una generación”. Y también lamenta el “acoso intolerable” contra él. La gran diferencia de Llamazares con el exlíder de Podemos estriba en la “estrategia populista”, que, según él, conduce a la “demolición de las instituciones intermedias”, al “debilitamiento del sistema parlamentario” y a la conformación de organizaciones políticas que funcionan “por la relación directa entre el líder y la masa”. Esa estrategia, según Llamazares, ha conducido a la “polarización” y ha “contaminado a todos los partidos”.

El exlíder de IU señala que, con Unidas Podemos en el Gobierno, se han logrado “conquistas sociales”, pero también se ha agudizado “esa noción de la política en la que prima la imagen sobre el contenido” y se han provocado “peleas innecesarias”. Llamazares no tiene claro el futuro de la organización sin Iglesias: “Aquí se puede aplicar aquello de que ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio”.

Mónica Oltra, elogio de la retirada. “Iglesias ha tenido un gesto extraordinario”, subraya la vicepresidenta valenciana y líder de Compromís. “Ha sido una figura determinante en la política española y retirarse así, poniendo por encima el interés colectivo, no lo ha hecho nunca nadie”. Oltra rechaza la frecuente acusación contra Iglesias de haber alimentado la crispación: “Esa es la visión del establishment, que es incapaz de responder a las fuerzas políticas que cuestionan las reglas del juego. El acoso y derribo que ha sufrido ha sido intolerable”.

Una de las apuestas de Iglesias fue la de las confluencias con formaciones nacionalistas como Compromís, que acabó decantándose por el partido de Errejón. “Ha habido una aceleración del tiempo tan grande, con ciclos electorales tan cortos, que nos han faltado tiempo de maduración y serenidad para consolidar las cosas. Todo parece haberse vuelto efímero”, justifica.

Aitor Esteban, “la realidad es más complicada”. Para el portavoz del PNV en el Congreso, los mayores méritos de Iglesias son haber contribuido a crear “un partido de la nada que en cinco años”, pese a “errores de bulto y algunas contradicciones”, ha logrado entrar en el Gobierno. La incógnita ahora es “si Podemos aguanta como organización, ya que, tras la marcha de otros líderes, tenía tintes muy personalistas”. Y si Iglesias va a dejar la organización “completamente en manos de otras personas, o se mantiene en una segunda línea”. De su trayectoria, Esteban extrae una lección: “Como otras figuras emergentes de la llamada nueva política, desde un cierto adanismo, apuntaba muy alto, a asaltar el cielo, como decía él. Al final el mundo te va colocando ante la realidad, más complicada de lo que parece”.

Ignacio Sánchez-Cuenca, lo positivo del populismo. “Es un personaje excesivo, para lo bueno y para lo malo”, opina el sociólogo y escritor de quien “logró encarnar el espíritu del 15-M” y conectar con el “sentimiento de insatisfacción” de la sociedad. Eso sí, con una actitud “personalista y narcisista”, que le llevó a ejercer el liderazgo de una manera “muy autoritaria” y a prescindir de “todo el que no formase parte de su camarilla incondicional”. Otra cosa son los ataques que ha sufrido, señala Sánchez-Cuenca: “La campaña contra él ha sobrepasado los límites admisibles en un sistema democrático”.

Frente a otras opiniones, el sociólogo defiende que el populismo “tiene un lado inquietante, pero también una dimensión positiva”: “Es un elemento corrector de lo que ha dejado de funcionar en una democracia representativa”. En ese sentido, Podemos, según él, ha ofrecido una lección al PSOE: “Hay que ser más permeables a lo que sucede en la sociedad, salir del ensimismamiento, no estar tan pendientes de lo que dice Bruselas”. Por el contrario, cree que el partido de Iglesias pecó de un “exceso de voluntarismo”: “La posibilidad de darle la vuelta al calcetín de la Transición era muy remota”.

Cristina Monge, de la esperanza a la decepción. La politóloga también cree que “las élites” desataron contra Iglesias ataques “que no son de recibo en una democracia europea”. Pero al tiempo destaca que “igual que despertó muchas esperanzas, ha acabado generando decepción”. Iglesias aprovechó la “ventana de oportunidad del 15-M con mucha fe, empuje y liderazgo”. Solo que ese mismo liderazgo, opina Monge, fue devorando al partido: “Al final, la organización era él”. La politóloga sí cree que el lenguaje de Podemos “ha aportado crispación”. Y le achaca una “obsesión enfermiza por el sorpasso al PSOE”. “Su principal problema es que ha acabado pareciéndose mucho a la antigua IU”, remacha.

Daniel Bernabé, el giro progresista. El escritor y periodista, buen conocedor de la trayectoria de Iglesias, lo define con un símil muy del gusto de este: “Es ese personaje que en toda serie introduce cambios de argumento”. “Ha acertado en todas las grandes decisiones”, sostiene, “pese a que, cuando Errejón se fue, le daban por muerto”. Sobre la acusación de cesarismo, Bernabé defiende que fue una reacción de Iglesias a “maniobras poco éticas para arrebatarle el control del partido”, que atribuye fundamentalmente al sector de Errejón.

Su mayor contribución, asegura, ha sido “girar la política española hacia el progresismo”. “El propio Pedro Sánchez es una reacción del PSOE a Podemos”, afirma. Entre sus errores, un estilo “a veces arrogante y teatral” y, sobre todo, la compra del chalet. Su caída le deja una conclusión inquietante: “Se puede destruir a un político machacándolo con acusaciones falsas. Eso es adulterar la democracia”.

El País.

domingo, 4 de junio de 2017

¿Giro en el PSOE?

Rafael Silva

"Pero conviene no equivocarse: el PSOE, como cualquier otro partido que pretendiera resucitar la socialdemocracia más allá de las palabras, está condenado al fracaso, sea cualquiera el líder que elija. Porque en la actual época de dominación del capital financiero globalizado no existe posibilidad de practicar ningún tipo de keynesianismo (de Estado "redistributivo"). La diferencia principal entre un PSOE encabezado por Sánchez y un PSOE dirigido por Díaz es que aquel podrá tratar de mantener durante más tiempo la ficción de ser una "alternativa a la derecha", apuntalando el bipartidismo dinástico de la alternancia, y éste (si hubiera ganado ella) se habría mostrado más claramente como una mala copia de esa derecha. Los militantes del PSOE que realmente se sientan de izquierda comprobarán esto más pronto que tarde. Y entonces tendrán que preguntarse qué hacen ellos en un partido como ese" (Isidoro Moreno)

"La victoria de Sánchez debilita al Gobierno de Rajoy, facilita cierta colaboración con Unidos Podemos y convergencias, pero su proyecto está lejos de forjar una deseable alianza de progreso. Para ello, además de un mínimo de confianza y lealtad es imprescindible avanzar en un programa mínimo compartido de giro socioeconómico progresista y democratizador, de regeneración democrática y respecto de la problemática territorial" (Antonio Antón)

"Que el mundo se pare, que el PSOE sigue sin saber qué quiere ser, y mientras lo decide que nadie más actúe. Algo magnífico para seguir ganando tiempo y que el guión pueda completarse" (Olga Rodríguez)

La militancia de base del PSOE, en su mayoría, se expresó en las pasadas Elecciones Primarias del partido de forma rotunda y contundente. Ya conocemos la historia previa: el PSOE, de derrota en derrota electoral, y con su nicho de votantes en continuo descenso, después de muchas indefiniciones y ambigüedades, quiso hacer un acercamiento a Podemos para desbancar al PP del gobierno, lo que propició un golpe de Estado del aparato del partido, para provocar la dimisión de su Secretario General, e implantar una Comisión Gestora presidida y compuesta por afines a la lideresa andaluza y a toda su cohorte de fieles barones, tanto regionales como históricos. Tras las primarias, Susana Díaz, avalada por dicha cohorte de dinosaurios del partido, cayó derrotada ante un Pedro Sánchez que salió fortalecido de dicha gesta. Y así, los Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez Zapatero, Pérez Rubalcaba, José Bono, Eduardo Madina, Fernández Vara, Javier Lambán, Ximo Puig, Emiliano García-Page, y tantos otros afines al Susanato, hubieron de retirarse de la primera línea, para dejar paso al flamante Secretario General electo. Hay quien dice que triunfó la militancia, pero...¿de verdad podemos esperar un giro en una de las dos patas del bipartidismo? ¿en serio Pedro Sánchez se atreverá a revolucionar el PSOE hasta situarlo como un referente de la izquierda? Mucho nos tememos que es una ingenuidad supina proclamarlo tan abiertamente.

Por supuesto, un actor fundamental que tendrá enfrente será la caverna mediática, antaño auténtico referente de la prensa progresista, como es el diario El País. Su maquinaria no tardó en reaccionar, y al día siguiente publicaba un patético editorial, que fue muy bien analizado por Rosa Guevara en este artículo. Ha sido derrotado, como decimos, el PSOE del aparato, el PSOE oficialista, el PSOE del régimen, el PSOE de los dinosaurios, el PSOE resignado y domesticado. Fue abatido el PSOE del bipartidismo y de la alternancia...¿pero viene de verdad un nuevo PSOE? ¿Es el nuevo PSOE el PSOE que necesitamos? ¿Será un PSOE que de verdad responda a sus siglas "Socialista" y "Obrero"? Dejadme, queridos lectores y lectoras, que muestre mis más profundas dudas sobre ello. Hasta ahora, Pedro Sánchez hace uso de una retórica discursiva regeneradora y democrática, pero a la hora de las verdades, sigue siendo el mismo Pedro Sánchez de siempre. Hasta ahora, le ha vuelto a mostrar su apoyo a Rajoy para el asunto de la negativa cerrada a celebrar un referéndum en Cataluña, y se ha negado a apoyar la moción de censura al Gobierno de Rajoy presentada por Unidos Podemos. Mal comienzo, pues. El insistente "NO es NO" sólo indica una retórica falaz y vacía, un eslógan mitinero que no esconde ningún proyecto político detrás, si no va acompañado de un conjunto de medidas políticas, económicas y sociales de auténtica ruptura con el régimen actual. Y parece estar claro que Pedro Sánchez y su renovado equipo no están por la labor de apoyar las políticas de la izquierda transformadora.

El renacido líder del partido tiene que abandonar la ambigüedad y situarse claramente, definiendo y situando al partido ante las políticas que sean capaces de ofrecer una clara alternativa, si es que quiere recuperar algo de credibilidad. Porque, ¿quién es realmente Pedro Sánchez? O mejor dicho...¿en qué Pedro Sánchez tenemos que creer? ¿En el que se alineaba y defendía la reforma del artículo 135 de la Constitución, el TTIP, el CETA, la unidad de España, las privatizaciones y las reformas laborales, o el que por el contrario denunciaba el complot de las élites del aparato "socialista" para desalojarlo de Ferraz y confesaba no haber entendido el fenómeno de Podemos? ¿Qué Pedro Sánchez tendremos ahora? Y por otra parte, incluso bajo un Pedro Sánchez renovado y coherente, no le arrendamos sus ganancias, ya que tendrá que luchar contra el aparato del partido, el mismo que se alineó con Susana Díaz en las primarias, y que sigue defendiendo a capa y espada un PSOE social-liberal. Esa parte del régimen bipartidista conserva aún mucho poder, a través de sus relaciones económicas, políticas y mediáticas. Sánchez primero ha de estar profundamente convencido del giro político que debe protagonizar el PSOE (de lo que aún tenemos dudas), pero más allá, deberá poseer una gran valentía para implementarlo con éxito, de lo cual dudamos aún más. Pero el hecho es que no se puede estar en misa y repicando. No se puede estar "próximo a los votantes de Podemos" (como ha declarado recientemente), pero en cambio enfrentarse a Pablo Iglesias continuamente, en vez de entablar un profundo, constante y leal diálogo y entendimiento con la formación morada.

¿Ofrecerá por tanto Pedro Sánchez ese necesario giro a la izquierda en el PSOE? ¿Cambiará el rumbo en asuntos tan significativos como el entendimiento con Podemos, la aceptación del derecho a decidir, el fin de los recortes y de la austeridad, la nacionalización de los bancos rescatados, la desobediencia frente a los mandatos de las instituciones europeas, la ruptura con la Iglesia Católica, o el fin de las puertas giratorias, entre otros muchos asuntos? ¿Defenderá una Renta Básica Universal, un nuevo modelo energético renovable, la salida de la OTAN, o un Proceso Constituyente? Un PSOE que responda a este perfil es el que necesitamos, pues en caso contrario, estaremos ante el mismo perro, sólo que con otra correa. Lo que está claro es que si Pedro Sánchez continúa como en su primera etapa al frente de la Secretaría General, esto es, dando bandazos, ofreciendo incoherencia y cobardía, intentando ganar tiempo, haciéndose amigo de Albert Rivera mientras se aleja de Pablo Iglesias, etc., más tarde o más temprano el PSOE volverá a implosionar, volverá a sufrir una catarsis, pues es un partido que está abocado al fracaso total. Sólo un Pedro Sánchez convencido y valiente, dispuesto a garantizar esa "autonomía" que tanto ha reclamado para el PSOE en sus mítines, será capaz de rescatar para la izquierda a un partido sumido en su más profunda crisis. Tiene el apoyo de una gran parte de la militancia, de la mayoría de las bases del partido, pero eso sólo no bastará. Se necesitarán grandes dosis de "mano izquierda" para lidiar contra un aparato rígido y anclado en el pasado, que no quiere renunciar a las prebendas de un PSOE que ha entablado grandes pero peligrosas amistades.

Por tanto, el necesario giro en el PSOE ni está ni se le espera. Todo parece obedecer, como muy bien afirma José López en su artículo, a una operación de marketing de estrategia muy elaborada para intentar recuperar el terreno perdido, y volver a frenar a Unidos Podemos. De entrada, consiguen tener al PSOE en el candelero (de hecho, su recuperación en las encuestas ya se ha conseguido), intentando volver a crear la esperanza en la ciudadanía de que el partido del capullo representa una regeneración democrática en este país, cuando lo cierto es que han tenido muchos años de gobierno para llevarla a cabo, y lo único que han hecho ha sido enterrar al partido en las miserias de la socialdemocracia. En resumidas cuentas, ¿podemos esperar realmente un cambio de rumbo en el PSOE? Mucho nos tememos que no, ya que el camaleónico Sánchez sigue dando una de cal y otra de arena. Desde la famosa entrevista en el programa "Salvados" de la Sexta con Jordi Évole, donde declaraba abiertamente haberse equivocado rotundamente con PODEMOS, parece haber pasado mucho tiempo, y de nuevo los mensajes del sanchismo vuelven a ser ambiguos, incoherentes y poco creíbles. Su famoso hastag "AquíEstáLaIzquierda" vuelve a ser un truco falaz para mantener la ilusión de los militantes más fieles al sanchismo, pero creemos que dará poco de sí cuando comiencen a aparecer los grandes asuntos en los cuales el PSOE comparte diagnóstico y recetas con el PP: modelo territorial, tratados de libre comercio, defensa cerrada de la monarquía, pacto antiterrorista, reformas laborales regresivas, modelo educativo, etc. Su línea viene siendo la de amagar con algunas reformas sociales que tienden a homologar derechos (mundo LGTBI, muerte digna, feminismo, etc.), pero no variar un ápice el modelo económico neoliberal, que es el verdadero responsable de la tremenda crisis multifacética que vivimos. Por tanto, mucho tendrían que cambiar las cosas para que viéramos a un PSOE que se aleje del PP, de las puertas giratorias, del dogma neoliberal y de las complicidades con los poderes económicos. Y eso es justo lo que necesitamos.

Blog del autor:

http://rafaelsilva.over-blog.es

martes, 30 de agosto de 2016

Ser brecha o pared: Podemos y las terceras elecciones. Publicado el 28 agosto, 2016 por Juan Carlos Monedero

Párate o camina, pero no te tambalees. Así reza una propuesta milenaria. La confusión electoral, post electoral y preelectoral está afectando a lo nuevo. Y ahí no hay luz. La luz está en la calle. Dentro lo que hay son bombillas. Y estatuas. Y telarañas.

España entró muy tarde al estado social por culpa de la dictadura. Mientras en Europa se ponía en marcha un estado social, democrático y de derecho nacido de la derrota de Hitler y Mussolini, aquí se fusilaba al amanecer y se encarcelaba o exiliaba al pensamiento democrático. Algunos hoy, en el PP o en Ciudadanos, siguen mirando con simpatía a la dictadura y creen que Franco fue un gran estadista. Si entendiéramos que el franquismo fue una dictadura de clase entenderíamos que hay conexiones que no se comprenden con otras herramientas. Hay muchos políticos y periodistas a los que les sentaría excelente una vestimenta falangista.

El modelo neoliberal, es decir, este momento del capitalismo en donde la patronal se atreve a decir que los trabajadores debieran pagar a los empresarios cuando son despedidos, necesita cambiar el contrato social democrático y social en nombre de la competitividad. La globalización se hace sobre las espaldas de las clases medias, las mujeres y los trabajadores del sur. Los derechos laborales son un impedimento para el beneficio empresarial. JP Morgan ha dicho que los derechos sociales eran importantes en España solo porque se estaba saliendo de la dictadura. Pero que ahora ya no hacen falta. Si debe valer más la vida digna de un ser humano o el beneficio de apenas el 10% de la población lo decidirá el conflicto social. Las luchas de ayer son los derechos de hoy, y las luchas de hoy son los derechos de mañana. Ir a votar no entra dentro de la idea de conflicto, si bien puede ser la palanca esencial para lograr cambios. Votar no es garantía de que logres cambiar las cosas, pero si no votas, te van a reventar y encima dirán que tú así lo has decidido. Toca votar y estar dispuesto a defender en la calle la soberanía democrática. En España estamos en un empate esperpéntico (más que catastrófico): la ciudadanía no tiene la fuerza suficiente como para frenar la pérdida de derechos sociales y las élites no tienen la fuerza suficiente para formar un gobierno que complete los procesos de privatización, de desrregulación y de primacía de los intereses de la banca iniciados en los gobiernos de Felipe González, constitucionalizados por José Luis Rodríguez Zapatero y llevados a sus extremos por los gobiernos de Aznar y Rajoy.

El 15-M nació como respuesta a la expulsión creciente de sectores sociales por culpa de ese modelo económico depredador, acompañado de la impunidad de la corrupción, que afecta al tuétano del PP y del PSOE, y la caradura de los políticos corruptos que orinaban sobre el respetable pero le decían que llovía. No les hemos parado los pies. Sigue de Ministro en funciones el responsable de interior que ha inventado pruebas contra Podemos y CDC, pero el PP pide la inhabilitación política para Pablo Echenique porque en una fiesta privada cantaba una jota no de las más escabrosas. Algo que se hace público porque un medio pantuflo que tiene en su historial haber falsificado pruebas en connivencia con policías corruptos, saca en su medio-vertedero contenidos de un teléfono robado. Como diría Labordeta, vayánse a donde pertenecen. Ahí exactamente. Son cosas que pasan cuando tienes un Presidente de gobierno que no ha tenido que dimitir pese a escribirse amablemente con su tesorero preso en una cárcel de la democracia.

Cuando el hielo se resquebraja lo hace en direcciones que no son predecibles. Después de las elecciones de diciembre, Podemos invitó al PSOE a explorar un gobierno conjunto. Pero una semana después de los comicios, el 28 de diciembre, el Comité Federal del PSOE prohibía a Sánchez negociar con Iglesias. Eso echó al PSOE en manos de Ciudadanos. A los que, durante la campaña, les llamaba “cachorros de la derecha”. Ni Rajoy -que forzó a la Casa Real a caminar por la línea borbónica histórica- ni Sánchez, que sólo piensa en su supervivencia, lograron formar gobierno. Podemos insistió en que no se trataba de apoyar un gobierno de Rivera presidido por Sánchez, y que no se trataba de sacar a Rajoy para mantener las mismas políticas. Y nos fuimos a las segundas elecciones. Y las cosas quedaron, más o menos, en donde estaban. Rajoy recuperó parte del voto que se había ido a Ciudadanos, el PSOE tuvo el peor resultado de su historia -y como andan como pollo sin cabeza, lo celebraron como si fuera una medalla de oro-, y Unidos Podemos se quedó igual en escaños pero perdió un millón de votos, principalmente por creerse las encuestas, por hacer una campaña desdentada y por dedicar los seis meses posteriores a diciembre a hacer vida parlamentaria y olvidarse de la calle.

El “sistema” quiere una gran coalición en alguna de sus formas. Que el PSOE, el PP y Ciudadanos se pongan de acuerdo. Incluso, que pacten con la derecha catalana y con la vasca, dándoles alguna ventaja fiscal a las empresas para que desactiven las tensiones nacionales y se regrese al bipartidismo feliz en el que se desarrolló la Gürtel, los ERE, los casos Pujol, el desmantelamiento del estado social y la pérdida de soberanía. Como la piedra en el zapato es Unidos Podemos, se ha hecho todo lo posible para quebrarla: falsas acusaciones de financiación, cacareos sobre peleas internas, enjuiciamientos personales, anuncios apocalípticos acerca de su futuro (las encuestas ya son un arma de guerra electoral como cualquier otra). Pero sin éxito. El único enemigo de Unidos Podemos es Unidos Podemos y nadie sino esa misma formación puede hacerle un daño perceptible.

Sánchez quiere terceras elecciones porque gana tiempo. Sabe que su partido le odia -casi su única certeza- y están esperando que se abstenga para poder justificar despeñarle en el congreso del partido que se convocará inmediatamente después de que haya gobierno. Aunque los barones le prometieran no tumbarle en el congreso del partido, Sánchez no les cree. Después de que Rajoy fracase, se reunirá con Pablo Iglesias con el único objetivo de ir a las elecciones echándole la culpa a Podemos de que no haya gobierno. Así iríamos, en el deseo del establishment, a unas elecciones peculiares: se agota a la ciudadanía con tres elecciones, se busca una fecha imposible como son las Navidades y se pacta reducir la campaña electoral a ver si nadie se entera de que hay elecciones (Podemos se equivoca con una ingenuidad pusilánime al aceptar que los plazos busquen el ahorro en los tiempos de discusión ciudadana y no en otros lugares). En su marco ideal, Rajoy acabaría con Ciudadanos -el acuerdo con Ciudadanos es un teatro pactado desde la perspectiva del fracaso de la investidura- y el PSOE -así lo quieren creer- superaría la pesadilla de una fuerza política, Unidos Podemos, que representa lo que ya no se atreve a representar la socialdemocracia. Entonces, una vez que se regresara a la tranquilidad política anterior a 2011, estarían en disposición de pagar los 25.000 millones que reclama Bruselas y que aplicaría la puntilla al estado social español.

Unidos Podemos tiene que hacer un buen diagnóstico. Es mentira que le economía esté mejorando. Ningún avance macroeconómico mejora desde hace mucho tiempo la situación de las mayorías. Es un nuevo modelo al servicio de las élites. Nuestros niveles de endeudamiento ya cabalgan más allá del 100% del PIB, el desempleo baja menos de lo que necesitamos, y el empleo se está empezando a pensar como un ámbito donde ya no hay derechos. Pese al momento peculiar -que se cerrará muy pronto- de crecimiento, posible solamente por los bajos precios del petróleo, las políticas expansivas del Banco Central Europeo, los record de turismo motivados por las situaciones de violencia en otros destinos mediterráneos y europeos, y los plazos que la Troika ha concedido a Rajoy para que pudiera ganar las elecciones. Pero ni los salarios mejoran, ni los contratos mejoran, ni las horas extra no pagadas se reducen ni se va acumulando seguridad social para poder tener una pensión. La economía mejora pero no para los españoles.

El pueblo no ha elegido a Rajoy Presidente, pero tampoco lo ha echado a su casa. El PSOE ya no es capaz de convencer a la ciudadanía con ese juego de hacer un discurso de izquierdas sólo cuando está en la oposición. Pero Unidos Podemos no ha logrado pasarle en las urnas. El imitador invita a respetar al original. Es verdad que en unas terceras elecciones, si al final fueran convocadas -decir si las habrá o no es una mera especulación- todo puede clarificarse. No tiene sentido un resultado electoral y una formación de gobierno que no sea consistente con el pulso de la calle. Ahí debe encontrar su línea política Unidos Podemos. Haya o no haya elecciones.

El PSOE tendrá dificultades para explicar en unas terceras elecciones por qué Ciudadanos, con quien pactó gobierno en diciembre, es malo ahora cuando pacta cosas similares con el PP. A no ser que dé ya todo lo mismo (lo que creo que es el caso). El PSOE es una asociación de profesionales de la política que están viendo exclusivamente como sobreviven a su propia incapacidad. El PP, como siempre, solo tiene que esperar y jugar al aburrimiento, aprovechando el poco respeto que tiene a la separación de poderes para hacer que la Presidenta de las Cortes señale el 25 de diciembre como fecha de los nuevos comicios. Si hay terceras elecciones, recuperarán el discurso del miedo, Venezuela, la prima de riesgo y el apocalipsis. A sus votantes les gusta esa música aterradora, tan propia de la imaginería católica más vertical y autoritaria.

Ya va siendo hora de que Unidos Podemos recuerde que nació de la protesta contra la pérdida de los derechos sociales, de la intolerancia contra la corrupción, haciendo fuerza en la grieta abierta y no ayudando a sostener la pared que aún resiste. Y en esa pared también está el PSOE, aunque desde la oposición prometa lo que nunca cumple cuando gobierna. Es urgente trabajar en las líneas ideológicas de Podemos (por ejemplo, de cara a las elecciones gallegas y vascas, recordar que Podemos nace para construir un país de países donde España se construye también desde las naciones que la conforman). Septiembre tiene que ser un mes que complemente una tarea institucional irreverente con más calle, con más sensibilidad con las situaciones precarias que vive la gente, con una voluntad decidida de entender que el modelo que ha funcionado en los últimos cuarenta años está superado pese al discurso embellecedor de la derecha y sus voceros. También más allá del discurso incoherente del PSOE y de sus intereses desnudos pártidistas o individuales. Solamente en las prácticas pueden abrirse nuevos sentidos. Y en la mera discusión parlamentaria no hay sino juegos de sombras donde los partidos siguen devorando la política que la ciudadanía mira desde una distancia impotente y resignada.

Para la Historia: Cuando Pablo Iglesia advirtió al PSOE sobre Ciudadanos from Esparroqui on Vimeo.