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sábado, 4 de septiembre de 2021

_- "El peor mito sobre el cáncer es pensar que la gente lo tiene porque de alguna manera se lo ha buscado": Anne Boyer, ganadora del Premio Pulitzer de Ensayo 2020

La poeta y ensayista estadounidense Anne Boyer (Topeka, Kansas, 1973) acababa de cumplir 41 años cuando le diagnosticaron un cáncer de pecho triple negativo, uno de los más mortales que existen y que requería un tratamiento muy agresivo.

Madre soltera, se ganaba la vida modestamente dando clases y no sabía entonces mucho sobre el cáncer de mama. Pero lo aprendió…

Dice que aprendió que la lógica capitalista con frecuencia considera que quienes tienen cáncer en parte se lo merecen: por haber comido muchas salchichas grasientas y poco brócoli, por haber bebido demasiadas cervezas, por no haber salido a correr por las mañanas…

Descubrió también que el cáncer está rodeado de mitos falsos y de clichés, como por ejemplo pensar que una actitud positiva puede ayudar a curarlo. Se percató de que el lenguaje que se utiliza para hablar de cáncer está pervertido, porque sobrevivir al cáncer no es ganar una carrera y morir no es perderla.

Pero sobre todo, cuenta, descubrió la brutalidad y la dinámica capitalista por la que se rige el sistema de salud de Estados Unidos, uno de los países más ricos del mundo…

Tras practicarle una doble mastectomía, y casi sin que se pudiera mantener en pie, a Anne Boyer la mandaron a su casa sin permitirle pasar ni una sola noche en el hospital, exactamente igual que le sucede a aproximadamente el 45% de las mujeres que se somete a ese tipo de intervención en EE.UU.

Con las bolsas de drenaje aún cosidas al pecho, a los diez días de pasar por el quirófano ya estaba trabajando dando clases.

Todo eso, relata, le sirvió para recapacitar sobre la mortalidad y las políticas de género relacionadas con la salud, sobre la diferente distribución del dolor y del sufrimiento en función de la condición social y del género, sobre las lógicas patriarcales, racistas, militaristas y capitalistas que marcan una enfermedad de género como es el cáncer de pecho…

Fruto de todo eso es su libro "Desmorir. Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista", publicado en español por la editorial Sexto Piso. Ganador del Premio Pulitzer de Ensayo 2020, se trata de un texto excepcional que mezcla autobiografía, filosofía, poemas, textos antiguos, datos y estadísticas y estudios científicos.

En BBC Mundo, hablamos con su autora, que participa este viernes en el HAY Festival Querétaro.

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En "Desmorir" usted reflexiona sobre la mortalidad, un tema que hoy es casi un tabú, especialmente en Estados Unidos. ¿Por qué no queremos pensar en la muerte y por qué deberíamos en cambio hacerlo?

Estados Unidos tiene una curiosa relación con la muerte. Sus películas, programas de televisión y videojuegos están llenos de espléndidas representaciones de muertes violentas. Los cadáveres ensucian nuestras pantallas, y nos venden eso como entretenimiento.

Nuestro lenguaje es a menudo igualmente crudo y violento, y nuestro ejército y nuestras industrias son notorios traficantes de muerte alrededor del mundo.

Y, sin embargo, cuando se trata de la muerte en sí misma -no su versión cinematográfica- la escondemos, la desinfectamos, la subcontratamos, ya que parece entrar en conflicto con la doctrina de la positividad a toda costa.

Si no pensamos sobre la muerte de una manera intencionada y realista, nos quedamos con estas versiones dañinas y manipuladoras de la misma.

Alrededor del 50% de la población de los países industrializados tiene cáncer o desarrollará cáncer. Sin embargo, todavía hay muchos mitos y clichés sobre el cáncer. ¿Cuál es el peor?

El peor mito es pensar que la gente con cáncer lo tiene porque de alguna manera se lo ha buscado.

En las últimas décadas también ha crecido la idea de que si una persona es positiva y tiene buena actitud vital puede sobreponerse al cáncer. ¿Por qué dice que es una idea profundamente perversa?

Porque no es verdad. Las actitudes no nos provocan cáncer, ni nos lo curan.


El mito de la actitud se reduce principalmente a imponer una norma de género en la sociedad, es como decir a las mujeres que tienen que sonreír mientras caminan por la calle.

En "Desmorir" también explora la relación entre capitalismo y cáncer. El sistema capitalista suele argumentar que los ricos son ricos porque se lo merecen, porque han trabajado más duro que los pobres. ¿Ha impuesto el capitalismo esa misma lógica respecto al cáncer?

El capitalismo estadounidense ha impuesto una insidiosa lógica de individualismo extremo y corrosivo que pone a todos en competición contra todos, y en ocasiones a las personas contra sí mismas.

Los enfermos, al fracasar y dejar de ser entidades capitalistas "productivas" y competitivas, son vistos como perdedores, a menos que sobrevivan, y desde ese punto de vista, son los muertos los perdedores y los supervivientes los sujetos capitalistas apropiados.

En el esquema capitalista se cree que todo es una opción y, por lo tanto, que el cáncer también lo es. Esa retórica esconde que, en realidad, mucho de lo que nos sucede no es fruto de nuestra elección, es un conjunto de condiciones compartidas, de fuerzas históricas, de estructuras políticas sociales.

Pero cuando eso se nos oculta, nos volvemos tan trastornados que comenzamos a creer que cada uno de nosotros tiene el control incluso sobre la división patológica de nuestras células.

El cáncer hoy es más conocido que nunca y la medicina ha realizado grandes avances, pero paradójicamente para muchos pacientes con cáncer en Estados Unidos hoy es muy difícil tener acceso a un tratamiento adecuado. ¿Por qué la industria de la salud se ha vuelto tan inhumana?

La respuesta simple es: ganancia. Durante la pandemia de coronavirus, los trabajadores sanitarios parece que han experimentado como nunca antes las presiones destructivas de este modelo con fines de lucro, crisis de salud mental, agotamiento, etc.

Si la medicina estadounidense no está al servicio de los pacientes y no funciona para los médicos, enfermeras y otros trabajadores, la pregunta es: ¿para quién está? ¿Y quién decidió que fuera así?

Espero que una de las consecuencias de esta crisis sea un clamor contra las condiciones que hacen imposible la asistencia sanitaria tanto para los pacientes como para los trabajadores.

¿Por qué no le gusta el lazo rosa en apoyo de las enfermas de cáncer de mama? ¿Qué tiene de malo?

No me opongo al consuelo y a la solidaridad que se pueden encontrar en usar un símbolo visual para unir a las personas que luchan contra una enfermedad, pero la cultura del lazo rosa toma un impulso genuino y positivo de apoyo y lo pervierte en una estructura de explotación y lucro.

No necesitamos cintas rosas en los equipos de fracking, ni los necesitamos en artículos de consumo fabricados con productos químicos peligrosos. En el momento en que nuestro dolor se convierte en un producto, tenemos que decir no.

En su libro confiesa que en los textos clásicos sobre el cáncer, como los de Susan Sontag o Audre Lorde, no encontró lo que buscaba cuando le diagnosticaron a usted misma cáncer de mama. ¿Por qué esos libros no la ayudaron?

Me ayudaron, pero lo que no pude encontrar en ellos es un relato de la versión contemporánea del cáncer: la enfermedad tal como se vive en el mundo de la información, de las pantallas, bajo las fuerzas extremas de lucro que son el motor de la atención médica en los Estados Unidos.

Mi esperanza al escribir este libro es que se una a otros libros ya existentes como un relato de nuestro tiempo.

Durante su enfermedad, encontró mucho apoyo en los vídeos de YouTube de otras mujeres con cáncer de mama triple negativo. ¿Por qué esos vídeos le consolaron?

Es bastante difícil explicar qué efecto tuvieron en mí esas personas a las que no conocía, y por esa razón escribir esa parte del libro fue particularmente desafiante para mí.

Creo que muchas personas con enfermedades graves han tenido la experiencia de aprender de otros que comparten sus propias experiencias en las redes sociales.

Los blogueros me brindaron una educación que ningún médico o enfermera podía darme, una educación sobre los sentimientos, sobre cómo morir y cómo vivir.

¿Por qué cree que es tan importante la solidaridad y compartir el dolor?
Creo que si no compartimos el dolor corremos el riesgo de ser destruidos por él, porque nos arriesgamos a creer falsamente que estamos solos. El dolor tiende a atarnos en nosotros mismos, a menos que reconozcamos que es una experiencia compartida.

Recientemente escuché una oración budista: "Haz que pueda tener suficiente sufrimiento para despertar en mí la más profunda compasión y sabiduría posibles", y eso quizás sea el meollo.

Un dolor compartido, un sufrimiento compartido, nos ayuda a convertir ese dolor en compasión, nos ayuda a comprender la experiencia colectiva del ser humano.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-58413432

jueves, 25 de febrero de 2021

Los 14 tipos de amor: la clasificación que propone un psicólogo luego de analizar más de mil formas de expresar amor en 50 idiomas

"Sin duda, no existe una palabra que de cuenta de la amplia gama de sentimientos y experiencias que envuelve el amor", le dijo el psicólogo Tim Lomas a la BBC.

Lomas, profesor de psicología positiva en la Universidad del Este de Londres, Reino Unido, se dio a la tarea buscar palabras que se refirieran a sentimientos relacionados con el amor en cerca de 50 idiomas.

Su investigación le arrojó más de 600 palabras que expresan amor y que muchas veces resultan imposible traducir a otros idiomas.

A partir de este catálogo y de trabajos de otros psicólogos que han clasificado los tipos de amor, Lomas concluyó que existen "al menos" 14 "sabores" de amor que describen los distintos matices que puede tener este sentimiento.

"Una relación no es exclusivamente un solo tipo de amor", explica Lomas. "Por ejemplo, una relación romántica puede tener varios tipos de amor".

"La metáfora de los sabores nos permite apreciar que una relación pueda mezclar varios sabores para crear un "gusto único".

Una relación amorosa puede experimentar varios tipos de amor.

A cada "sabor", Lomas le puso una etiqueta en griego, pues fue el idioma en el que más palabras encontró relacionados con el amor.

Los sabores del amor

Meraki: amor experiencial
Es el amor que sentimos por ciertas actividades, experiencias o vivencias, como practicar algún deporte, cocinar o viajar.

Érōs: amor estético
Se refiere al amor que podemos sentir hacia objetos o conceptos que nos causan admiración y anhelo, como una obra de arte.

Chōros: amor de arraigo
Es el amor que sentimos por un lugar, especialmente al que llamamos hogar.
El hogar suele despertarnos sentimientos de amor.
Toska en ruso y hiraeth en galés, son dos términos complejos que expresan el sentimiento de anhelo y arraigo a un lugar.

Philia: amor de amigos
Es el lazo que nos une a nuestros amigos. Es el sentimiento con base en el que se construye una amistad y que despierta confianza. Es lo que en español llamamos cariño.

Philautia: amor propio
Se refiere al autoestima y la capacidad que cada quien tiene de quererse y cuidarse a sí mismo.

Storgē: amor familiar
Se refiere al cuidado y el afecto que prima entre quienes comparten lazos familiares. Lomas menciona que puede haber una frontera difusa entre Storgē y Philia, pues son comunes los casos en los que un amigo es tan cercano que se considera parte de la familia.
El Storgē es el amor que sienten quienes comparten lazos familiares.

Epithymia: amor pasional
Es el tipo de amor que despierta la pasión romántica y los deseos sexuales.
En Chile, la étnia yagán usa la palabra mamihlapinatapei para referirse a dos personas que se cruzan miradas para expresarse que se desean mutuamente.

Paixnidi: amor juguetón
Esta palabra significa "juego" y se refiere al tipo de amor coqueto que involucra atrevidas muestras de afecto. En idioma tagalo existe la palabra gigil, que se refiere a las ganas irresistibles de pellizcar o apretar a la persona a quien se quiere.

Mania: amor posesivo
Es el amor basado en la dependencia, que generalmente está asociado a sentimientos de posesión, ansiedad y manipulación. En francés, lo describen como amour fou, que traduce "amor loco".
La mezcla de distintos "sabores" de amor da como resultado un "gusto único", según explica el sicólogo Tim Lomas.

Prâgma: amor racional
Es el contrario a la Mania. Se refiere al amor duradero y sosegado que está más relacionado con el compromiso a largo plazo y las ganas de construir una vida juntos más allá de que con el tiempo el deseo y la pasión disminuyan.
En coreano, el término noun jeong se refiere a una afinidad o conexión que no necesariamente está acompañada del romance.

Anánkē: amor desventurado
Es lo más cercano al amor a primera vista, ese sentimiento de conocer a alguien y sentir que queremos estar con esa persona para siempre, como si estuviéramos destinados a estar juntos.
En japonés, se usa el término koi no yokan para explicar la sensación de haber conocido a alguien de quien será inevitable enamorarse.

Koinōnía ese es amor fugaz que se siente cuando se crea una conexión con otra persona.
Este amor muchas veces se relaciona con el de los amantes desventurados, quienes a pesar de sentir que están destinados a estar juntos, la vida se encarga de separarlos.

Agápē: amor compasivo
Es el tipo de amor que mueve hacia la compasión desinteresada e incondicional, como por ejemplo el sacrificio que unos padres hacen por el bienestar de sus hijos o las obras de caridad.
En el idioma pastún, del sur de Asia, la palabra melmastia significa mostrar bondad y hospitalidad con otras personas, especialmente hacia extraños.

Koinōnía: amor momentáneo
Tiene que ver con esos chispazos en los que por unos segundos sentimos conexión con alguien. Es un instante en el que nos sentimos identificados, en los que con solo mirarse dos personas saben que están pensando exactamente lo mismo.
La caridad es una forma de amor.
En francés, la palabra que mejor los explica es frisson, que significa emoción o escalofrío y que se usa para describir esos momentos en que dos personas sienten emoción y algo de miedo al ver la potente conexión que se ha creado entre ellos.

Sébomai: amor reverencial
Es el amor sumiso y devoto hacia una divinidad o un ser superior. Por extensión, también se refiere al amor que se puede sentir por ídolos como actores o cantantes, por quienes algunas personas profesan un sentimiento casi religioso.

viernes, 6 de marzo de 2020

Ay, los amigos.

De ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso

Casi nunca le preguntan a la madre de un preso si cree o no en la inocencia de su hijo. De una manera sufrida asume los errores de ese ser al que tanto quiere, y entiende, con admirable inteligencia emocional, que no dejarle solo con su culpa es parte del proceso de reinserción. Hay siempre alguna disculpa, las malas compañías es la más habitual, pero mantener el cariño a pesar de los errores es el mayor soporte para quien ha tropezado. Lo que está ocurriendo con los hombres célebres investigados por acosar, abusar, violar o comportarse inapropiadamente con las mujeres (a veces también con varones) es digno de estudio sociológico. Cuando salieron a la luz los testimonios de mujeres que denunciaban públicamente el acoso sexual al que las había sometido Plácido Domingo, amigos del tenor, admiradores y algunas colegas de su gremio que decían conocerlo tanto como para poner la mano en el fuego por él o dejarse cortar un brazo, se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras. A esa tesis se apuntaron algunas de esas políticas que echan mano del vocabulario freudiano para definir como histéricas a las mujeres que osan denunciar a un gran hombre. El mero hecho de ser un reputado artista exime de culpa, porque ¿qué mujer en su sano juicio no va a querer meterse en la cama de una estrella?

Es muy posible que ahora comience una desbandada, que aquellos amigos, promotores de la alta cultura, o esas mujeres con las que al parecer siempre fue correctísimo, marquen una fría distancia. Así es como está evolucionando este asunto en Estados Unidos, de donde importamos tan discutibles y veleidosos comportamientos: de ser un servil halagador a lanzar la primera piedra hay tan solo un paso. Se trata de no quedarse atrás en el señalamiento público para que quede claro que uno está libre de pecado. Es una vieja manera de sacudirse una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima.

Suele decirse, ya es un concepto manido, que hay que distinguir entre la persona y el artista. A mí me parecería más hondo, en casos como éste, que los que han sido defensores ciegos reflexionaran un poco sobre lo que significa la amistad. Los políticos nos han acostumbrado al odioso teatro de justificar las tropelías de los suyos para salvar el honor de un partido, que es como salvar su propio pellejo. La pertinaz corrupción española nos empuja a ese tipo de cínicas actitudes. Había, en el cierre de filas en torno a Domingo, una legitimación del abuso de poder y el habitual rechazo a todo lo que huela a causa feminista. La tolerancia con el jefazo que mete mano a las chicas está tan instalada como el culpabilizarlas a ellas por ponerse a tiro. Pero ¿y los amigos?, ¿y las colegas?, ¿es una prueba de lealtad con un amigo desacreditar a quien le denuncia?, ¿el apoyo emocional a un acusado al que admiras incluye la humillación de las ya humilladas?

Hay muchas actitudes que se aprenden de la gente humilde. Tan acostumbrados están esos familiares que visitan a sus presos a perder, porque nacen con casi todo perdido, que son capaces de entregar su amor sin necesidad de aprobar un mal comportamiento. El amigo que aísla a un acusado actúa, sobre todo, por miedo al contagio. Hay que ser valiente para admitir que hay ocasiones en que nuestros amigos o algún miembro de nuestra familia tienen una parte reprobable y oscura. Por eso nunca he acabado de entender, en otro orden de cosas, que la Casa Real actúe como si su particular oveja negra no existiera. Existe. Todos contamos con alguna en nuestro entorno. Y la compasión es compatible con admitir que alguien debe estar en la cárcel o ser reprendido públicamente. No hay cariño sin coraje.

https://elpais.com/elpais/2020/02/29/opinion/1582984882_924266.html
Artículo original de Elvira Lindo.
P.D.:
Qué buen artículo, y qué bien ha expuesto los argumentos, las emociones y dudas que tantas veces he sentido pero me ha costado lo imposible verbalizar y argumentar.

Recuerdo que en un caso tan delicado o más que este, le preguntaba a una amiga por la razón de que hubiese firmado una carta a favor de la defensa de la persona que reunía casi todas las probabilidades de haber incurrido en una falta grave. Ella me contestó que la razón principal era que se lo habían pedido amigas. Y ella lo hacía por amistad. Le contesté que lo más importante en ese caso, en mi criterio, no era la amistad, sino la verdad. Y mi amiga volvió a insistir que la amistad estaba por delante de la posible verdad.

 Aquí se afirma, "se creyeron en la obligación de salir en su defensa y lo hicieron de manera curiosa: el mero hecho de ser amigo lo convertía en inocente y a las denunciantes en embusteras" y "la compasión es compatible con admitir que alguien debe ser reprendido" y en fin también es de destacar que es "una culpa que tiene algo de colectiva dado que forma parte de un sistema que protege al poderoso y silencia a la víctima"...

El proceso a seguir ya es conocido; investigar para averiguar y conocer la verdad, hacer justicia y, dentro de lo posible, cumplir con la reparación, tan necesaria aunque en la mayoría de los casos por múltiples causas se torne, en realidad, imposible.

En fin, lo dicho, un formidable artículo en mi opinión.

jueves, 5 de enero de 2017

Los ultraliberales y la banalización de la pobreza

Cada año vemos en la prensa noticias que informan sobre el riesgo de pobreza en España, riesgo que se mide con el indicador AROPE (At risk of poverty and/or exclusion), una metodología europea que considera que se está en riesgo de pobreza si se cumple uno de estos tres requisitos: Tener ingresos por debajo del 60% de la mediana del país (8.011€/año para un hogar unifamiliar en España), sufrir privación material severa (cumplir cuatro de las nueve condiciones que se ven aquí) o vivir en hogares con una “intensidad del empleo” de menos del 20% (una jornada completa sería 100%, 20% implica 8 horas/semana por adulto activo del hogar de media). Según los datos de 2015, un 28,6% de la población española está en riesgo de pobreza, mientras los países más avanzados de Europa tienen una tasa AROPE de entre el 15 y el 20%.

Como reacción a estos datos, todos los años encontramos articulistas y medios alineados con el ultra-liberalismo económico que se dedican a desprestigiar los datos del indicador AROPE y a decir que realmente la pobreza es mucho menor de lo que muestra el indicador, que según ellos sobredimensiona el riesgo de pobreza, insinuando que está mal hecho.

¿Cómo lo rebaten? Pues intentando señalar casos hipotéticos de personas que podrían estar en alguna de estas tres situaciones y que, sin embargo, no serían pobres ni estarían en riesgo de serlo. Por ejemplo, podría haber personas que ingresasen en un año menos de 8.000€ pero que viviesen en una casa en propiedad pagada y en una región donde el coste de la vida fuese bajo, en un caso así podría ponerse en duda que esa persona fuese realmente pobre o estuviese en riesgo de serlo. O respecto a la intensidad del trabajo argumentan que es posible que haya personas que trabajen pocas horas a la semana pero que cobrasen mucho dinero por hora o bien que recibiesen otro tipo de rentas no salariales. O incluso he llegado a ver cuestionada la carencia material severa, diciendo que podría darse el caso de un vegetariano que no quisiese tener coche ni TV ni irse de vacaciones una semana al año y que por tanto no se le debería considerar pobre (el argumento es infame, pero os prometo que lo he leído). Rebatiendo cada caso individualmente y mostrando excepciones pretenden desmontar la metodología AROPE y sembrar confusión sobre la misma, buscando que la gente rechace su validez.

Estamos ante el típico caso donde una pequeña parte de verdad se vende como una impugnación a la totalidad en un claro ejercicio de manipulación. Es verdad que la tasa AROPE no es perfecta y que hay muchas situaciones que entran en ese grupo pero que si hiciésemos un análisis pormenorizado no las consideraríamos como riesgo de pobreza. Seguro que hay personas que durante un año no tienen ingresos pero que no los necesitan porque tienen ahorros y capital que no liquidan. También habrá personas que no trabajen y tengan rentas suficientes, o personas que trabajen en la economía sumergida y que por eso aparecen con escasos ingresos cuando realmente no los tienen tan bajos. Por supuesto que hay casos como estos entre los 13,3 millones de españoles que están en riesgo de pobreza según AROPE.

Pero a este argumento se puede desmontar fácilmente haciendo el ejercicio al revés. ¿Cuantas personas están objetivamente en riesgo de pobreza y, por cuestiones metodológicas, no se cuentan en la metodología AROPE? Probablemente muchas también. Por ejemplo, ¿cuantos hogares superarán el 60% de los ingresos medianos gracias a las pensiones que cobran los abuelos que viven en él? Estos hogares están en riesgo objetivo de pobreza porque en cuanto muera el pensionista entrarán indefectiblemente en él. Otro ejemplo ¿cuántas familias no están en carencia material severa porque sus padres les ayudan económicamente, les pagan las facturas cuando no pueden pagarlas o hasta las vacaciones? Seguro que todos conocemos casos así. O respecto a la baja intensidad del empleo, solo se contabilizan las personas hasta 59 años ¿No hay hogares con personas de entre 60 y 65 años con esa baja intensidad en el empleo y que no habrán sido contabilizados?

Pretender ridiculizar un índice por las excepciones o las anécdotas es absurdo, sobre todo cuando se pueden hacer las mismas excepciones en sentido contrario y a lo mejor nos encontramos con que la tasa AROPE no solo no está hinchada, sino que podría hasta quedarse corta.

Pero más allá de esto creo que es importante señalar muy bien qué mide AROPE y por qué sí es una medida adecuada. AROPE no mide la pobreza en un año concreto, mide el riesgo de pobreza que es algo más amplio pero quizá incluso más importante. Los ultra-liberales restan importancia al indicador por no contemplar sólo la pobreza de ese momento pero el riesgo de pobreza sostenido en el tiempo con altísima probabilidad se convierte en pobreza. Una cosa es que la tasa AROPE diese un resultado muy alto en un año aislado, eso podría ser un problema menor, pero cuando los valores se mantienen similares a lo largo de los años nos encontramos claramente ante un caldo de cultivo de la pobreza futura. En los últimos 6 años la tasa AROPE ha sido 26,1%-26,7%-27,2%-27,3%-29,2% y 28,6%, así que no estamos en una situación puntual sino en camino de ser estructural.

En la pobreza es fácil caer pero muy difícil salir. Que se mantengan en el tiempo hogares con ingresos por debajo del 60% de la mediana, con desempleos de larga duración o con carencias materiales severas es algo que “descuelga” del sistema a sus víctimas y que afecta a las siguientes generaciones. La riqueza y la pobreza se heredan en alto porcentaje, eso es algo que no debemos olvidar jamás. Las familias que están en riesgo permanente de pobreza pueden acabar insertas en el ciclo de la pobreza y, para sacarlas de allí, hacen falta esfuerzos titánicos que pueden durar más de una generación.

Pero en vez de preocuparse de este problema, algunos prefieren frivolizar quitando importancia a la pobreza relativa y el subempleo e incluso ponen en duda si la carencia material severa es lo suficientemente severa para ser considerada pobreza. Parece que a algunos cumplir cuatro de los nueve items que hacen entrar en carencia material severa les parecen pocos y argumentan que si fuesen cinco items entonces en vez de un 6,4% de los hogares abarcaría sólo a poco más de un 2%, y si fuesen seis items sólo al 0,6%…Pues sí, y si tuviesen que cumplirse los nueve items y, además, hubiese dormir con una cabra con piojos para ser pobre pues a lo mejor no había hogares pobres en España, pero es que resulta que los señores que han validado esta metodología han considerado cuatro para la carencia material severa, y la única alternativa “oficial” a esto es la Carencia material que es cumplir con tres de los nueve, algo que abarcaría alrededor del 17% de los hogares.

¿No nos gustan las cifras de pobreza? Pues decimos que el límite está mal y nos inventamos uno más bajo hasta que salga una cifra que nos guste más ¿Nos molestan las cifras de carencia material severa? Pues la reinterpretamos a conveniencia y metemos más ítems hasta que nos venga bien… Siempre hacen lo mismo, todo lo que muestra lo que no conviene a su dogma está mal, todo lo reinterpretan, ridiculizan y degradan en una estrategia destructiva y sectaria.

Los ultra-liberales son sospechosos habituales de la manipulación y el trilerismo numérico. Se inventan índices, agitan los números para crear ilusionismos al servicio de su causa, ignoran la desigualdad y hacen todo tipo de barbaridades ante el escándalo de quienes las leen. Pero banalizar la pobreza es probablemente de las cosas más feas que recuerdo. Quienes no pasamos necesidades no podemos frivolizar con estas cosas, hacerlo no es que demuestre ausencia absoluta de empatía es que quizá roce la sociopatía. No es moral, no es compasivo y no está bien.

Hablando de la compasión, me vienen a la cabeza unas palabras del filósofo José Sanmartín Esplugues en su libro Bancarrota Moral con las que me gustaría acabar: “No hay nada más alejado de la compasión que el individuo que se maneja con cifras y no quiere bajar al terreno de las personas y de sus padecimientos porque eso podría llevarle a desistir de las medidas que considera que ha de adoptar en nombre de un objetivo superior”. Sanmartín es un especialista en violencia, entendida ésta en todas sus vertientes, también la económica. Creo que algunos deberían leerle antes de dejarse llevar por los bajos instintos que les llevan a escribir al servicio de ese objetivo superior que creen perseguir.

Pedro Fresco, colaborador de econoNuestra.

Fuente:
http://blogs.publico.es/econonuestra/2016/12/27/los-ultraliberales-y-la-banalizacion-de-la-pobreza/

lunes, 21 de noviembre de 2016

NUESTRA MEJOR BRÚJULA. LA COMPASIÓN.

Los dóciles que prefieren seguir la línea de mando eludiendo todo juicio crítico lo hacen por pereza intelectual o incluso por inseguridad en sí mismos.

EL OTRO día pasaron por televisión la película Lo que queda del día, de James Ivory, basada en la novela de Ishiguro. Resulta extraordinario comprobar cuánto va cambiando nuestra mirada con el tiempo. Cuando vi por primera vez este hermoso filme en 1993, fecha de su estreno, me fijé sobre todo en el desencuentro amoroso de sus protagonistas. De la historia me quedó el recuerdo de dos vidas arruinadas por las inseguridades emocionales y por la mezquindad de una sociedad lastrada por un clasismo demoledor y un sistema de servidumbre casi feudal.

En esta ocasión, en cambio, me he topado con el otro gran tema de la película: la responsabilidad moral individual. Lord Darlington, el aristócrata al que el protagonista sirve con veneración, es un hombre esencialmente bueno y, sin embargo, apoya a los nazis y llega a cometer la suprema vileza de despedir a dos criaditas adolescentes porque son judías. Un año más tarde se arrepiente; dentro de su conciencia sin duda siempre hubo un escozor, un desasosiego ante lo que estaba haciendo. Pero ignoró esa llamada ética porque Lord Darlington es un pusilánime, un hombre que venera las jerarquías: él mismo es un producto privilegiado de ese sistema. Cree que Hitler es la nueva autoridad europea y que, por lo tanto, sabe más que él. Y le obedece.

Esta es la banalidad del mal de la que hablaba Hannah Arendt.
Gentes dóciles que prefieren seguir la línea de mando eludiendo todo juicio crítico. Y lo hacen por pereza intelectual, o por medrar, o por comodidad, por debilidad, por cobardía, incluso por modestia, es decir, por inseguridad en sí mismos. Sea cual sea la causa, los resultados son terribles. El famoso experimento de Milgram de 1963 demostró cómo tendemos a obedecer las órdenes de la autoridad aunque entren en conflicto con nuestra conciencia. A los sujetos se les hacía creer que participaban en un experimento sobre el dolor; supuestamente tenían que propinar descargas eléctricas cada vez más fuertes en otras personas. Escuchaban los gritos de dolor de sus víctimas, sus súplicas para que no siguieran. Pero los instructores les ordenaban continuar y ellos lo hacían. A partir de los 300 voltios, los electrocutados dejaban de dar señales de vida: la descarga podía ser mortal. Ninguno de los participantes se detuvo en el nivel de 300 voltios y el 65% llegaron hasta los 480, una potencia inequívocamente letal. Son unos resultados conocidísimos, pero cada vez que repaso los datos se me ponen los pelos de punta.

Yo misma he sentido esa tendencia a la aceptación acrítica. Con 20 años me consideraba una ignorante (y sin duda lo era) e intentaba aprender de la gente a la que por entonces daba un lugar de autoridad moral: militantes de izquierdas, fundamentalmente del PCE o de otros partidos marxistas más radicales. Muchos de ellos se dejaron la piel en la lucha antifranquista y desde luego parecían admirables, y a veces lo eran. Pero también eran correas de transmisión de un dogmatismo atroz. Me recuerdo, por ejemplo, dando por bueno el primer asesinato de ETA, es decir, la muerte del torturador Melitón Manzanas. O difamando aplicadamente a Solzhenitsin por denunciar el Gulag soviético (había que decir que mentía, que era un derechista repugnante), o llamando gusanos a los críticos de la dictadura cubana. Mientras hacía todo esto, siempre sentí un punto de incomodidad, un rescoldo de angustia en el interior de mi cabeza. Pero lo reprimía, porque creía que ellos, los mayores, sabían más que yo.

Pocos años después fui comprendiendo que esa brasa moral que arde en tu pecho es la única linterna fiable para moverse por las oscuridades de la vida.

A estas alturas ya sé que el único gran valor totalmente seguro es la compasión. Porque todos los otros conceptos sublimes por los que nos movemos pueden ser traicionados. En nombre de la libertad, de la igualdad y de la justicia se han cometido atroces carnicerías. Pero la compasión consiste en ponerse en el lugar del otro, y si haces ese viaje interior no serás capaz de degollar a esa persona. Esforcémonos en escuchar la señal ética y empática de la conciencia, aunque a veces nos llegue muy debilitada: sin duda es nuestra mejor brújula.
Rosa Montero

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/nuestra-mejor-brujula/

jueves, 16 de mayo de 2013

Diez pautas para educar

La mayoría de los padres consideran que educar es una tarea difícil, si se me permite, yo diría compleja más que difícil.

La educación del comportamiento de los hijos exige, sobre todo, perseverancia, persistencia y unas técnicas básicas de disciplina

Menos obligaciones y más ilusiones, más entusiasmo.

Carloooos! Que te he dicho que te duches, te sientes a la mesa y recojas tu cuarto… ¡YA! No entiendo por qué no me haces caso a la primera, siempre tengo que gritarte y ni por esas, me tienes hartísima. Cuando venga tu padre, se lo digo. Me desesperas. Si es que no puedo contigo, un día de estos te voy a dar un bofetón”.

Después de esta escena, algunas madres se van y dan un portazo, incluso las hay que lloran de desesperación. No entienden que su hijo no haga lo que se le pide a la primera. La explicación que dan es que el niño es (muy) desobediente, malo, y que no hay nada que hacer por conseguir la paz en casa. Terminan por juzgarse como malas madres e ineficaces y que no sirven en la educación de sus hijos.

En la escena podemos destacar varios errores para que Carlos no obedezca:
-Dar voces,
-Impartir órdenes contradictorias,
-Declararse vencida al comunicarle que ha perdido la batalla -o ha tirado la toalla-
-Y mostrarse impotente (“puedes conmigo, me desesperas”)
-Por fin al amenazarle con hablar con su padre le muestra que su autoridad es nula.

La mayoría de padres ve la tarea de educar como algo (muy) difícil, acepto y considero que es una labor compleja y con frutos a medio y largo plazo, (son muy raros que se produzcan a corto plazo o de forma inmediata) esto sin duda, normalmente dependerá más de nuestros hábitos y ejemplos de actuación y comportamiento el que lo transformemos en algo difícil. Y, sobre todo, si anticipa todo lo que puede fallar, que su hijo no estudiará, se relacionará con amigos que le "perjudiquen", no comerá bien… esto le desesperará y caerá en la profecía autocumplida "no sirvo o no soy buena madre y es lo que veo".

Lo más importante en la educación es, además del amorestablecer unas reglas razonables que no se salte ni usted. Trabaje para que se cumplan desde edad temprana. A partir de los seis meses los niños entienden muchas cosas; no se expresan, pero empiezan a diferenciar entre “esto sí se puede hacer y esto no”.

No trate de educar de un día para otro, a un chaval de 15 años al que lleva consintiendo todo ese tiempo, será bastante tarde y por ello más difícil. Educar es un proceso, un camino o método, no solo una meta.

Cuanto antes sepan sus hijos que hay normas, que los premios van asociados al cumplimiento de responsabilidades, que todos tienen que colaborar, antes conseguirá tener hijos educados, responsables y con autonomía.

Ser padre para el profesor Frank MaCourt  es más duro que ser profesor, pues esta es una tarea pasajera, temporal. "Ser padre es algo que dura todos los días, durante todo el día y todo el tiempo."

La mejor prevención en educación es la intervención temprana. Los padres, sobre todo, los primerizos, están incluso asustados ante la enorme responsabilidad que se les viene encima. Muchos padres se quejan de que "los niños no vienen con un manual bajo el brazo", pero si siguen "estas reglas básicas", seguramente le allanarán el camino que supone la compleja labor de educar.

Primero. Volumen y tono de voz conversacionales. La entonación tiene mucha importancia, es lo primero que entiende un bebé. Usar su nombre con el tono adecuado nos facilita la mitad de la tarea. Conseguir que le hagan caso no es cuestión de hablar alto, modular bien la voz, su volumen, su tono, el énfasis que ponemos es fundamental, si usamos bien la voz, una madre o una maestra tiene hecho la mitad del camino, por el contrario la inadecuada utilización de la voz crea, desobediencia, desorden, incumplimiento y mal clima para educar en el respeto mutuo, el bienestar y la felicidad que mejora el aprendizaje, las actitudes y valores. El poder está más que en lo que se dice, en el tono y las consecuencias que conllevará no hacerlo a la primera, en la coherencia y en ser muy disciplinado con las rutinas. Si quiere que sus hijos le respeten, empiece por respetarles a ellos. Nadie quiere obedecer a alguien que no se muestra seguro y relajado.

Segundo. No dé órdenes contradictorias. Si le dice a su hijo que se duche, que recoja su cuarto y que se siente a la mesa, sin indicarle el orden, igual lo bloquea. Dígale lo primero que tiene que hacer, y cuando haya finalizado, lo segundo. Si su hijo tiene edad para memorizar varias órdenes, enuméreselas, dígale cuál es su prioridad. No espere que él la sepa, porque tiene las suyas propias.

Tercero. Imaginación. Humor. Haga un concurso por semana para que jueguen “a hacer lo que deben”; puede ser sobre cualquier comportamiento a corregir. Los domingos lo puede anunciar: “A partir de mañana, se celebra el fantástico concurso de ‘Quién tiene la dentadura más limpia’. Las bases son estas: limpiarse los dientes tres veces al día y pasar revista. Las puntuaciones de papá y mías se sumarán, y el viernes anunciaremos ganador”. Si quiere que los niños se lo tomen en serio, haga lo mismo. Y tenga paciencia, hasta que se convierta en rutina necesita tiempo. El juego y el humor -muy importante el sentido del humor y la alegría- genera un ambiente relajado en el que apetece más aprender y obedecer.

5 consejos para que tus hijos colaboren en las tareas de casa.

Cuarto. No quiera modificar en su hijo/a todo lo que le molesta de una vez y menos de forma inmediata. Si se pasa el día diciéndole lo que hace mal, terminará por cargarse su autoestima. Elija una conducta a modificar y céntrese en ella siguiendo las pautas de este artículo. Cuando lo consiga, siga con otra.

Quinto. Cuando corrija o muestre su enfado con ellos, no los ningunee, ni ridiculice, ni haga juicios de valor. Si lo hace, terminarán por comportarse conforme a las expectativas que se han puesto en ellos y les afectará a la autoestima. Es mejor decir: “No me gusta ver tu cuarto desordenado; por favor, guarda los juguetes en las cajas”, a decirles: “Eres un guarro, qué asco de dormitorio”. No consiga que se cumpla la profecía autocumplida. Si les transmite que no confía en ellos y que no espera nada, puede que se cumpla.

Sexto. Sea constante. Aquello muy importante, basta con que lo argumente una vez, no busque más razonamientos porque su hijo no los necesita. Simplemente busca ganar tiempo para no hacer lo que debe. Dígale: “Esto no es negociable; cuanto antes empieces, antes podrás disfrutar de lo que más te gusta”. Negocie lo que sea negociable y no siente precedente con lo que no lo es. En los casos más complejos de conductas desafiantes ver estas orientaciones y la técnica de los tres cestos, aquí y, además, la relación positiva entre educación de la inteligencia emocional y disminución de la agresividad en la página del Equipo de Orientación Badajoz-2. Educación emocional, cómo hacerlo.

Séptimo. Paciencia y calma. Las personas que transmiten con paciencia son más creíbles y generan un ambiente cálido y relajado. Cuando introduce cambios en la manera de educar, al principio los niños reaccionan con incertidumbre: “¿Qué significa que mi madre/padre ahora están calmados y no me gritan?”. Deles tiempo, necesitan acostumbrarse a esta nueva forma de comunicarse. Los gritos crean un mal clima propicio a no obedecer que a su vez generan más gritos...

Octavo. No se contradiga con su pareja. Los niños tienen que saber que la filosofía y la escala de valores parten de los dos. Si no, estarán chantajeando a uno y a otro, fomentando el engaño para conseguir lo que quieren. Terminará por tener muchas discusiones con su pareja por eso. No se descalifiquen, ni ridiculicen, ni contradigan delante de ellos. Todo aquello en lo que no estén de acuerdo, háblenlo en la intimidad y dialoguen y negocien, hasta llegar a acuerdos comunes que mantendrán y cumplirán sin excusa.

Noveno. Nunca levante los castigos. Si bien hay que decir que no se debe castigar en pleno enfado pues después vemos las cosas de otra manera y tendemos a perdonar. Es preferible pensarlo bien y considerar que el tiempo para un niño va muy lento, mucho más que para nosotros, y cuanto más pequeños esta regla es más importante, una hora a los cinco años es mucho tiempo. Preferible es aplazarlo, pero que sea efectivo y lo cumpla, que imponer uno muy duro fruto de la ira y que luego levantará convirtiéndose en alguien a quien se puede chantajear. Dígale: “Esto merece un castigo, ya te diré qué va a pasar”. Sin dejar tampoco pasar mucho tiempo, el suficiente para que reflexionemos bien.

Décimo. Siempre es mejor el refuerzo que el castigo. Significa prestar atención a lo que hace bien, cualquier cambio, y decírselo alabándolo. Si continuamente centra la atención en lo que hace mal y le corrige y se enfada, su hijo aprenderá que esta es la manera de llamar su atención. Todo lo que se refuerza, se repite. Al niño le gusta que sus padres estén orgullosos de él, pero tiene que decirle de qué se siente usted orgulloso, porque él no lo va a adivinar. Educar en positivo I: alternativas al no

Recuerde lo más fundamental: hasta la adolescencia, no hay figuras más importantes que los padres. Si trata de educar en una dirección, pero se comporta en otra, será inútil. Los hijos copian, son esponjas. Educar con acciones, con el ejemplo, tiene mucho más impacto que con palabras.

A veces buenos padres pueden tener malos hijo, no siempre hay que culparse por ello. Ver aquí en español

“Educad a los niños, y no tendréis que castigar a los hombres” (Pitágoras)

Lecciones con arte
La película
– "El club de los poetas muertos", del director Peter Weir.

Las frases
– “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”,  (Inmanuel Kant).
“El propósito de la educación es lograr que los niños quieran hacer lo que deben hacer” (Howard Gardner).

Canciones
– "Lecciones de urbanidad", con ironía de lo que no se debe hacer, de Serrat.

Hoy puede ser un gran día
https://youtu.be/-KPcE0qTdNM
 
De vez en cuando la vida

Algunos casos excepcionalmente difíciles, de niños más violentos y sin empatía, el llamado "Síndrome del Emperador".  Más sobre este síndrome aquí.

También existen programas de éxito en el proceso de ayudar a controlar las emociones, principalmente agresivas en adolescentes, mediante escritura creativa.
También puede ayudar a crear historias escritas.
Y no olvide que educar es principalmente crear, divertirse, re-crearse. El juego, la bondad, la compasión y el sentido del humor son fundamentales para el aprendizaje y la empatía, para educar.

Fuentes: El País. Aportaciones varias y de experiencias propias, como maestro, psicólogo y padre de 4 hijos (2 mujeres y 2 hombres) y 8 nietos muy diferentes.