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jueves, 20 de octubre de 2016

La secesión de los ricos. "La concentración de riqueza se ha estado produciendo en las sociedades democráticas y con un proyecto de Estado de bienestar"

Los ricos son cada vez más ricos. Esto no es ninguna novedad. Como decía san Vicente Ferrer (seguramente con mayor conocimiento de causa que cualquier agencia de rating), la avaricia va i vé, però mai es deté. (la avaricia va y viene, pero nunca se detiene.) La novedad es que la concentración de riqueza se ha estado produciendo en las sociedades democráticas y con un proyecto de Estado de bienestar.

Aunque la información no abunde —y la opacidad es una astucia de los verdaderamente ricos: ocultar su identidad, el volumen real de su fortuna y eludir la luz pública—, los datos son irrefutables: el periodo de crecimiento económico registrado desde mediados de los años noventa no se tradujo en una mejora de las rentas del empleo. Muy al contrario: la desigualdad salarial apenas cambió y los activos se concentraron en manos de los hogares más pudientes.

En concreto, más del 78% del valor de las propiedades inmobiliarias diferentes a la vivienda principal, casi un 88% del valor de los negocios por cuenta propia y más del 92% del valor de las acciones, está en manos del 20% de los hogares más ricos. El 5% más rico tiene el 31% de la riqueza, el 22% de las viviendas, el 57% de la riqueza financiera y el 22% de la renta. Son datos publicados en 2008 por el VI Informe FOESSA sobre la exclusión y el desarrollo social en España.

Este crecimiento (y sus consecuencias) vino en volandas de una ideología neoliberal que promovía la desregularización y la liberalización. Y lo hacía con una promesa: la riqueza generada, como la lluvia fina, acabaría empapando a todo el mundo. Era cuestión de esperar un poco. Pues bien, lo que el 99% sabemos hoy es que lo que ha llegado es un vendaval que arrasa nuestras condiciones de vida y las de nuestros hijos, que lastra el futuro de esta sociedad, y que, por si fuera poco, nos obliga a pagar los platos rotos.

El segundo mito sostiene que hay que tratar con indulgencia a las grandes fortunas, porque las riquezas por ellas generadas no solo son legítimas, sino que revertirán en la economía productiva y esta inversión redundará en el bienestar general. Por ello, seguramente, durante este periodo se eliminaron tipos impositivos, la economía sumergida se multiplicó por cuatro y el gasto social fue a la baja. No había que molestarles, no fuera caso que abandonaran el país, buscando los refugios que ofrece una economía globalizada. La experiencia ha mostrado que, como los cuervos, han cogido los granos del sembrado (léase economía productiva) para colocarlos en inversiones especulativas y en paraísos fiscales. Los técnicos del Ministerio de Hacienda vienen mostrando en sus rigurosos informes que la economía sumergida se sitúa en torno al 23% del PIB; y que la evasión fiscal de las grandes fortunas, corporaciones empresariales y grandes empresas alcanzó los 42.711 millones de euros en 2010. La impunidad consolida los comportamientos defraudadores.

¿Qué paisaje moral ha quedado después de todo? Esta es una cuestión crucial, ya que una sociedad también consiste en un entramado —frágil— de compromisos, contratos y consensos morales, como la “confianza”. Pues bien, los medios de comunicación muestran cada día los humores que desprende el campo de batalla: avaricia sin mesura, fascinación por el dinero fácil y rechazo a todo impuesto. El objetivo de acumulación sin límites ha tenido dos efectos: la secesión moral de los ricos (no tienen ninguna deuda social, ninguna obligación, ninguna responsabilidad personal, todo se lo deben a sí mismos) y la complicidad (a veces, indignada) de quien les idolatra.

La tarea económica es titánica, la política, gigantesca, pero la regeneración moral no es menos acuciante. Algunos (muy pocos, es verdad) de los que componen ese 0,1% de grandes ricos en EE UU o en Francia han dicho que quieren contribuir a buscar salidas. ¿Por qué no cunde el ejemplo por estas tierras? Quienes padecemos los recortes, no curaremos nuestras heridas, pero podríamos consolarnos al menos pensando que no utilizan esta crisis para ir aún más lejos: para desmantelar el Estado de bienestar.

Antonio Ariño es catedrático de Sociología de la Universitat de València.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/01/25/valencia/1327509435_910723.html

viernes, 6 de noviembre de 2015

5º Informe EAPN: EL Estado de la Pobreza. Riesgo de pobreza y exclusión social en España

EAPN

En el año 2014, y calculado según la nueva metodología, el índice AROPE para España, alcanza al 29,2 % del total de la población, lo que supone un total de 13.657.232 personas en riesgo de pobreza y/o exclusión. En este último año, la evolución del indicador ha sido especialmente significativa, con un aumento de 1,9 puntos porcentuales que se traducen en 790.801 nuevas personas. Desde el año 2009 el indicador ha subido 4,5 puntos porcentuales lo que, expresados en términos absolutos, significa que en el coste social de la crisis deben incluirse un total de 2.111.017 nuevas personas que han pasado a estar en situación de pobreza y/o exclusión social.

EAPN Estado Pobreza

lunes, 6 de julio de 2015

5.450.000 personas en desempleo. 771.000 hogares sin ingresos laborales. Aumento de la desigualdad.

Aquí tienes el enlace a un nuevo número de Gaceta Sindical en el que se analizan algunas de las causas estructurales que inciden en el aumento de la desigualdad, la pobreza laboral y la devaluación de los salarios.

La desigualdad y la exclusión social han alcanzado en España niveles insoportables, que evidencian que la recuperación de la economía no está llegando a las personas. La prueba más palpable de esta cruda realidad son los datos del desempleo: casi 5.450.000 personas están paro y más de la mitad son parados de larga duración, que corren el riesgo de convertirse en “parados estructurales”; es decir sin posibilidad de reinserción en el mercado de trabajo, incluso aunque la economía se recupere por completo.

La cara más dramática de LA DESIGUALDAD

La desigualdad y la exclusión social han alcanzado en España niveles insoportables, que evidencian que la recuperación de la economía no está llegando a las personas.

Además, según la EPA, en el primer trimestre de 2015 había 771.000 hogares donde no entra ningún ingreso laboral (40.000 más que en el trimestre anterior). En ellos viven cerca de 1.600.000 personas (330.000 son niños) que siguen sufriendo la crisis.

Por si esto fuera poco, España es el país donde la brecha entre ricos y pobres es más grande (13 puntos).

El Gabinete Económico CCOO advierte que la solución a la desigualdad pasa por impulsar el crecimiento para generar empleo y reducir el paro. Para ello, se necesita cambiar el rumbo de la política económica para que tenga como prioridad a las personas, y se combinen políticas activas de empleo con otras de protección social.

Hace falta una política presupuestaria distinta, que apoye el cambio de modelo de crecimiento y aumente la base industrial, así como otra política fiscal más justa, solidaria y redistributiva, que entienda que la economía funciona mejor cuando funciona para todos y que la salida de la crisis no se puede financiar con un aumento de la desigualdad y la pobreza.