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viernes, 28 de noviembre de 2014

Medicamentos que matan y crimen organizado. Big Pharma: superbeneficios criminales

En Dinamarca, el gasto en medicamentos y en hospitales públicos se ha duplicado en sólo siete años y los pronósticos anuncian que las autoridades sanitarias deberán destinar a este apartado 1,1 billones de euros. Evidentemente, este dato ha provocado debates entre los profesionales de los hospitales, los políticos, los periodistas y los académicos del sector.

Desafortunadamente, se trata de un debate equivocado: ¿puede permitirse la sociedad medicamentos tan caros que sólo sirven para prolongar la vida de personas con enfermedades graves durante unos meses o quizás un año? Como ejemplo de los medicamentos caros, en un reciente artículo de prensa se han citado los siguientes: . Zytica, para el tratamiento del cáncer de próstata. Yervoy del tratamiento de cáncer de melanoma. Gileneva, para el tratamiento de la esclerosis

Si la periodista se hubiera molestado en investigar un poco, habría comprobado que estos tres fármacos los producen JanssenBiotech (antiguamente Johnson & Johnson), Bristol-Myers Squibb y Novartis. Esta información habría dado una pista de dónde se encuentra el verdadero problema. Las tres empresas farmacéuticas que hemos citado se encuentran entre las infames citadas en un libro publicado el año pasado en Dinamarca: "Deadly medicina and organisedcrime" [1] El libro está escrito por un reconocido profesor danés, Peter C. Gøtzsche, que a lo largo de 450 páginas presenta una larga y bien documentada requisitoria contra la industria farmacéutica (Big Pharma) por fraude, corrupción, beneficios ultra exagerados y distribución de medicamentos mortales.

Entre sus acusaciones, se encuentran las siguientes:
· Que un desmesurado número de personas muere a causa de los medicamentos
· Que Big Pharma comercializa, con conocimiento de causa, medicamentos sin efectos positivos sobre las enfermedades de los pacientes.
· Que la industria farmacéutica retiene y manipula datos con el fin de ocultar serios efectos secundarios.
· Que la industria paga (soborna) investigadores para aconsejar sus productos, y paga a médicos para comercializar y distribuir los productos a sus pacientes.
· Que Big Pharma tiene sentencias reiteradas que le obligan a pagar millones de euros en multas a causa de comercializar productos peligrosos o medicamentos sin ningún efecto pero que, a menudo, negocia acuerdos extrajudiciales para evitar resoluciones que les obligarían a dar información detallada de los medicamentos.
· Que hay Investigadores académicos y autoridades públicas que asesoran a la industria farmacéutica para que reemplace medicamentos relativamente baratos por otros más caros y con el mismo resultado.
· Que la industria asigna más fondos para la comercialización que para la investigación, al mismo tiempo que intenta legitimar su patentes monopólicas con los altos costes de investigación.

Todo ello está basado en documentos provenientes de la industria farmacéutica mundial. Varios de los ejemplos incluyen a Bristol Myers Squibb y a Novartis.

Entre sus conclusiones de Gøtzsche señala: "En 2012 cincuenta grandes empresas vendieron 610 billones de dólares en medicamentes prescritos. Estoy absolutamente convencido que esta cantidad podía reducirse en un 95% (es decir, en 580 billones de dólares), porque nuestro medicamento más común es 20 veces más caro que el alternativo con el mismo efecto y porque la ciudadanía esta "sobre medicada"

Así pues, puede que la solución para la sanidad pública danesa no sea negar a las y los pacientes el tratamiento que necesitan, sino revisar los métodos y beneficios de la industria farmacéutica privada y comenzara poner límites a su poder y a su lucro. Incluso para esto, el profesor Gøtzsche presenta algunas pistas. Un capítulo entero está dedicado a ofrecer soluciones políticas a este problema.

En el nivel más básico, sugiere que las autoridades podrían perseguir la criminalidad de la Big Pharma con la misma energía que atacan el crimen ordinario y que podrían proteger a los delatores que pudieran existir en la propia industria y compensarles en caso de que pierdan el empleo. Y avanzado hacia medidas más radicales, Gøtzsche propone las siguientes:
· Obligar a las empresas a hacer públicos los datos de investigación y otro tipo de conocimientos sobre sus medicamentos
· Obligar a las empresas a publicar todos sus contratos.
· Prohibir a las empresas médicas privadas realizar sus propias investigaciones; en su lugar, deberían pagar un impuesto especial para financiar la investigación pública.
Finalmente, el libro analiza el núcleo del problema y las soluciones reales. La primera es desmedicar la sociedad. La segunda, prohibir la propiedad privada de las empresas médicas y reemplazarlas por la empresa públicas sin ánimos de lucro: "Dejar que las fuerzas del mercado determinen las reglas no favorece las necesidades de las y los pacientes, y es incompatible con una profesión basada en la ética. El ánimo de lucro no produce beneficios sociales".
Notas
1/ La versión castellana del libro: Medicamentos que matan y crimen organizado ha sido editada por Los libros del Lince, 2014
Fuente: Michael Voss. Tribuna Viento Sur.
Comunicado oficial:
“Medicamentos que matan y crimen organizado” premio de la British Medical Association 2014 La editorial Los Libros del Lince se complace en anunciar que el libro de Peter Gøtszche, “Medicamentos que matan y crimen organizado”, publicado a primeros de septiembre por esta pequeña editorial barcelonesa, ha obtenido el primer premio de la British Medical Association 2014 en la categoría de Bases de la Medicina. Dado el carácter extraordinariamente polémico de este libro, que denuncia a la industria farmacéutica por haber olvidado sus referentes éticos en nombre de la maximización de beneficios, que pide una revolución completa de todo el sistema, desde la investigación hasta las agencias de control y las revistas y asociaciones médicas, resulta especialmente significativo y tal vez incluso esperanzador que una institución como ésa haya decidido premiarlo. En España, han apoyado su publicación numerosas autoridades del mundo de la sanidad, entre las que destacamos a Joan-Ramon Laporte, Teresa Forcades, Juan Gérvas, Abel Novoa, así como el colectivo NoGracias y la campaña de la OCU sobre la necesidad de reducir el consumo de medicamentos.
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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Cómo las farmacéuticas ganan más que los bancos

Imagine una industria que genera el margen de utilidad más alto y a la que no es extraño que multen por malas prácticas. Agregue acusaciones de colusión y sobreprecios e inevitablemente pensará en la industria bancaria.

Pero la industria descrita es responsable del desarrollo de medicinas que salvan vidas y alivian el sufrimiento, no de la generación de ganancias.

Las compañías farmacéuticas han desarrollado una amplia gama de medicinas conocidas por toda la humanidad, pero han lucrado enormemente al hacerlo y no siempre bajo parámetros legítimos.

El año pasado, el gigante estadounidense Pfizer, la compañía de drogas farmacéuticas más grande del mundo según sus ingresos, alcanzó un 42% de ganancias.

Como dice un veterano de esta industria: "No sería capaz de justificar (ese nivel de márgenes)".

Excluyendo los US$10.000 millones que genera por cuidado de la salud animal, queda un margen de 24%, espectacular para cualquier estándar.

En Reino Unido, por ejemplo, hubo un escándalo cuando el regulador de la industria predijo un aumento del margen de beneficio de las compañías de energía de 4% a 8% este año.

El año pasado, cinco farmacéuticas obtuvieron una ganancia de 20% o más: Pfizer, Hoffmann-La Roche, AbbVie, GlaxoSmithKline (GSK) y Eli Lilly.

Ganancias excesivas
Con algunos remedios a más de US$100.000 por tratamiento completo, y cuyo costo apenas alcanza una mínima fracción de ésto, no es difícil darse cuenta del porqué.

El año pasado, 100 destacados oncólogos de todo el mundo escribieron una carta abierta para disminuir el precio de los medicamentos contra el cáncer.

Brian Druker, director del Instituto Knight y uno de los firmantes, pregunta: "Si ganas US$3.000 millones al año con (la droga para el cáncer) Gleevec, ¿no podrías ganar US$2.000 millones? ¿Cuándo se cruza la línea a las ganancias excesivas?"

Y no pasa sólo con estas drogas. Entre abril y junio pasado, la firma Gilead vendió US$3.500 millones por Sovaldi, una nueva medicina contra la hepatitis C.

Las farmacéuticas justifican sus altos precios argumentando que sus costos en investigación y desarrollo (I&D) son altísimos.

En promedio, sólo tres de diez drogas lanzadas al mercado son rentables, una de ellas convertida en éxito de ventas con ingresos anuales de US$1.000 o más. Muchas otras ni siquiera salen al mercado.

Pero las farmacéuticas gastan mucho más en mercadeo de sus remedios -en algunos casos, incluso el doble- que en desarrollarlos. Además, el margen de utilidad ya toma en cuenta los costos de I+D.

La industria argumenta que el valor de las medicinas también debe ser considerado.
"Las drogas ahorran dinero a largo plazo", dice Stephen Whitehead, director ejecutivo de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Británicas.

"Ejemplo: la hepatitis C, un traumático virus que requiere trasplante de hígado", explica. "Con un tratamiento a unos US$55.500 por 12 semanas, 90% de los pacientes están curados, nunca necesitaron cirugía y pueden seguir sosteniendo a sus familias. Es un ahorro gigantesco".

Cierto, pero poder cobrar un precio alto no necesariamente significa deber hacerlo, especialmente cuando tiene que ver con la salud, dicen los críticos como Drucker.

A los accionistas a quienes responden las grandes farmacéuticas, no les preocupa demasiado ese argumento.

Frasco de remedios
"Las drogas ahorran dinero al largo plazo", dice Stephen Whitehead, director ejecutivo de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Británicas (ABPI).

Sin lealtad
Las grandes farmacéuticas también dicen que cuentan con tiempo limitado para generar utilidades. Las patentes generalmente son otorgadas por 20 años, pero entre 10 y 12 de ellos se gastan en desarrollar la droga a costos de entre US$1.500 millones y US$2.500 millones.

Esto deja entre ocho y diez años para hacer dinero antes de que la fórmula pueda ser utilizada por compañías de medicinas genéricas, que las venden por una fracción del precio.

Claramente, un éxito de ventas puede recuperar en unos meses los costos de desarrollo.

Cuando se termina la exclusividad, las ventas caen un 90%. "A diferencia de otros sectores, la lealtad a una marca se esfuma cuando la patente expira", explica Joshya Owide, director del área de salud de GlobalData.

Remedios
El gobierno británico podría ahorrar más de US$1.500 millones anuales si sus doctores recetaran genéricos, según un estudio.
Por eso las firmas farmacéuticas hacen esfuerzos extraordinarios para extender la duración de sus patentes, con "pisos completos de abogados" dedicados a este propósito, cuenta un ejecutivo de la industria.

Para una medicina que provee US$3.000 millones trimestrales, incluso un mes extra vale la inversión.

Nuevas fórmulas que combinan dos drogas existentes para un uso más amplio y los enantiómeros -un reflejo del mismo compuesto- son algunas de las vías legales para extender patentes.

Pero algunas compañías, incluida la británica GSK, han sido acusadas de tácticas menos honestas, como pagar a los genéricos para que atrasen sus lanzamientos.

Como la pérdida en ventas de una farmacéutica es mucho mayor a las ganancias de los genéricos, puede ser un buen arreglo para ambas partes.

A la conquista de los médicos
Pero las farmacéuticas han sido acusadas de cosas mucho peores... y lo han admitido.

Hasta hace poco, pagar comisiones a los doctores por prescribir sus remedios era algo aceptado y común para las grandes farmacéuticas, pese a que la práctica no es bien vista e incluso es ilegal en muchos lugares.

GSK fue multada por soborno en US$490 millones en China en septiembre y ha sido acusada de prácticas similares en Polonia y Medio Oriente.

Las reglas respecto de regalos, becas educativas y auspicio de charlas, por ejemplo, son menos claras, pero representan prácticas comunes en EE.UU.

Grandes multas a farmacéuticas

US$3.000 millones
Glaxo SmithKline, 2012, por promover Paxil para la depresión en menores de 18 años
US$2.300 millones
Pfizer, 2009, por etiquetar mal el analgésico Bextra
US$2.200 millones Johnson & Johnson, 2013, por promover drogas no aprobadas como seguras
US$1.500 millones Abbott, 2012, por promoción ilegal del antipsicótico Depakote
US$1.420 millones Eli Lilley, 2009, por promover erróneamente el antipsicótico Zyprexa
US$950 millones Merck, 2011, por promoción ilegal del analgésico Vioxx
Fuente: ProPublica Getty

Un estudio reciente mostró que los doctores que recibían pagos de compañías farmacéuticas eran dos veces más proclives a recetar sus drogas.
Y esto puede ser una de las causas del gasto excesivo de los gobiernos en remedios. Un estudio reciente de Prescribing Analytics sugiere que el Servicio Nacional de Salud británico podría ahorrar hasta US$1.585 millones anuales si los doctores recetaran la versión genérica de ciertas medicinas.
Todo esto podría cambiar cuando nuevas normas en EE.UU. y Reino Unido obliguen a los médicos a revelar sus regalos y pagos realizados por la industria.
También se acusa a las farmacéuticas de complicidad con las farmacias para cobrar más por sus remedios y publicar datos que destacan más lo positivo que lo negativo.
Y se les ha encontrado culpables de etiquetar mal y promover erróneamente varios medicamentos, con multas millonarias como resultado.
Parece que las recompensas son tan grandes, que las farmacéuticas siguen empujando los límites de la legalidad.

"Influencia indebida"
No sorprende que la Organización Mundial de la Salud hable del "conflicto intrínseco" entre las metas empresariales legítimas de las farmacéuticas y las necesidades médicas y sociales del público.
El Consejo de Europa iniciará una investigación para "proteger a los pacientes y la salud pública contra la influencia indebida de la industria farmacéutica".
Analizará "prácticas particulares como el patrocinio de profesionales de la salud... o recurrir a instituciones de la salud pública para el conocimiento de especialistas en las nóminas de la industria".
No importa el resultado de tales investigaciones; la industria farmacéutica enfrenta cambios fundamentales, pues el modelo tradicional de desarrollo se ve amenazado por los altos costos y avances científicos.
Richard Anderson. BBC
Fuente: http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2014/11/141106_economia_farmaceuticas_industria_ch

viernes, 5 de abril de 2013

_- DECLARACIONES DE UN PREMIO NÓBEL DE MEDICINA. Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas

_- Premio Nobel de Medicina: Las Farmacéuticas bloquean las medicinas que curan porque no son rentables impidiendo su distribución.

El ganador del Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denuncia la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.

Hace unos días se publicó una nota sobre datos revelados que muestran que las grandes compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastan cientos de millones de dólares al año pagando a doctores para que éstos promuevan sus medicamentos.

Para complementar reproducimos esta entrevista con el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts quien señala que los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada. Esto, señala Roberts, también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados. Y se pregunta hasta qué punto es válido y ético que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia. La entrevista originalmente fue publicada por el diario español La Vanguardia:

¿La investigación se puede planificar?
- Si yo fuera ministro de Sanidad o el responsable de Ciencia y Tecnología, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
- Parece una buena política.
- Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada…

- ¿Y no es así?
- A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.

- ¿Cómo nació?
- La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
- Toda una aventura.
- Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.

- ¿Fue científicamente productiva?
- Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.

- ¿Qué descubrió usted?
- Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).

- ¿Para qué sirvió?
- Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.

- ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
- Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas.
- Le escucho.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo…
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que hacen crónica la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que le digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.

- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
- De todo habrá.
- Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…
Fuente: La Vanguardia.