Mostrando entradas con la etiqueta mindfulness. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mindfulness. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de abril de 2024

6 consejos para superar el síndrome del impostor y mejorar la autoestima

Ilustración de una mujer subiendo peldaños

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

  • Author,




15 marzo 2024, 11:33 GMT “No sé cómo aún no me despidieron. Se van a dar cuenta de que no valgo para este trabajo. Estoy aquí por pura suerte. Soy un fraude”

 Puede que, con más o menos rudeza, te dijeras algo similar en algún momento de tu vida laboral.

No te sientas un bicho raro: puede que padezcas el llamado síndrome del impostor y es algo bastante común.

“Es la dificultad que tienen algunas personas para reconocer sus propios méritos y una percepción o miedo de que los otros puedan descubrir o pensar que son un fraude. Se relaciona con el miedo de no estar a la altura de lo que los otros esperan”, le describe a BBC Mundo Dolors Liria, psicoterapeuta y vicedecana en el Colegio Oficial de Psicología de Cataluña.

Como explica Mar Martínez Ricart, psicóloga especializada en neurociencia, este síndrome se da cuando “tu identidad real y la identidad que tienes identificada en tu cabeza no cuadran y sientes que eres mucho peor de lo que realmente eres”.

Esto nos lleva a “no reconocer lo que somos capaces de conseguir o no sentirnos dignas de haber conseguido lo que ya tenemos”, explica por su parte Isabel Aranda, doctora en Psicología y vocal del Colegio de la Psicología de Madrid.

Y para compensarlo, quienes padecen este síndrome, suelen sobresforzarse en el trabajo o llevan a cabo mecanismos compensatorios que acaban teniendo consecuencias nocivas para la salud, como ansiedad o depresión.

En 1978, las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes pusieron nombre a este fenómeno, que no es una patología ni una condición mental sino, tal y como nos explican las expertas consultadas, una conducta aprendida desde la infancia y, por lo tanto, reversible.

Mujer sentada en escalones trabajando en un ordenador. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Aunque este síndrome lo puede padecer todo el mundo, es mucho más común en mujeres.

Aunque puede padecerlo todo el mundo, este síndrome es mucho más común en las mujeres. Entre los motivos de ello, las expertas señalan la falta de referentes femeninos, los estereotipos y prejuicios de género en el trabajo y la educación recibida, en la que muchas veces se espera menos de las mujeres.

“Nos sobrexigimos para demostrar que estamos a la altura porque nos parece que partimos de una base más bajita que ellos”, apunta Ricart, creadora de un espacio de consulta que precisamente se llama “El síndrome de la impostora”.

Las tres psicólogas señalan que, en caso de sentir que la situación nos sobrepasa, tratemos de pedir ayuda a expertos y dan una serie de consejos para ponerle freno a este síndrome y mejorar nuestra autoestima.

1. Reconocer el problema
Suena obvio, pero uno de los principales problemas de cualquier malestar emocional es que no nos damos el tiempo de tomar contacto con nosotros mismos, conectar con lo que nos pasa y tratar de pensar por qué nos ocurre.

Qué nos decimos y cómo, es clave: Tienes que darte cuente que no te estás valorando, que no sabes decirte “bien hecho”, no te aplaudes a ti mismo y crees que no tienes derecho a ese éxito”, dice Aranda

Ricart destaca que esa voz crítica, sobrexigente o que nos dice “no eres suficiente” apareció en algún momento de nuestra vida “como una voz que te ayudó a sobrevivir en el entorno”. Incluso, puede que nos ayudara a mejorar en algunos ámbitos, pero hay que vigilar cuando no nos permite avanzar.

“Tratar de encontrar la causa puede ayudarnos a colocarnos mejor frente al problema y ver si se nos está yendo de las manos”, apunta Dolors Liria.

2. "Mirar la hemeroteca"
Un poco de perspectiva puede ser de ayuda, tanto si estamos en un momento con mucha angustia y agobio, para tratar de bajar ambas emociones, como para valorarnos desde un punto de vista más constructivo.

Dolors Liria recomienda revisar qué ha pasado en otras ocasiones con retos similares. “Posiblemente hemos sentido lo mismo, pero casi seguro que la mayoría de las veces hemos podido salir adelante”.

Se puede hacer en el momento o, como un trabajo más pausado, incluso se puede tener un listado escrito a mano o digital con todos los logros que se han conseguido.

“Es una suerte de carpeta de desarrollo personal, con cosas que tienen que ver contigo mismo”, señala Aranda.

Mar Ricart lo llama “el árbol de los logros” y nos explica que sirve para que, cuando se nos olviden estos, podamos reconectar con esa parte nuestra.

Ilustración de mujer frente a un espejo sintiéndose un fracaso. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Es importante echar la vista atrás y ver lo que hemos alcanzado.

3. Celebrar cada logro
“Enseguida que consigues algo, pasas a lo siguiente sin darte ese espacio para celebrarlo, para valorarlo, para agradecerte el esfuerzo que has puesto para conseguirlo”, indica Ricart.

Precisamente por eso es importante según esta especialista que, cada que vez que haya un logro, sin importar lo grande o pequeño que sea, celebrarlo, vivirlo y conectar con esta emoción.

“Porque detrás hay un precio, un esfuerzo. Y se necesita dar espacio para vivirlo, agradecerlo y, por supuesto, disfrutarlo. Si no, es como si no existiera”.

En este caso, “se trata de conectar con el logro, con la satisfacción, con la admiración de uno mismo y decirnos “yo hice esto, qué contento estoy, me lo merezco después de tanto”.

Junto a esto, Ricart remarca la importancia de trabajar el merecimiento, independientemente de nuestro trabajo. “Recalcar que tenemos valor por el simple hecho de ser y existir, y que por simplemente existir te lo mereces. Has de recordarte que eres una persona igual de válida hagas el trabajo que hagas”.

Ella e Isabel Aranda apuntan que puede ayudar encontrar y repetirse una frase para conectar con esta sensación de merecer, de poder, de sentirse poderoso.

Aclaran que no es un “método para decirlo al universo y que te ayude”, sino para reforzar la idea de que eres “válido y merecedor” y conectar emocional y mentalmente con esto.

4. Cómo te ven otras personas
Una de las cosas que caracteriza este síndrome es la distancia, a veces enorme, que suele haber entre lo que piensas de ti y lo que los demás piensan de ti.

Por eso puede ser de ayuda “verte a ti mismo a través de los ojos de los demás, en el espejo de los demás”, sostiene Aranda.

La psicóloga recomienda no solo preguntar, sino hacer un listado de los reconocimientos, de lo que los demás dicen ti. “Apunta cuando te elogian. No olvides lo que se dice de tu trabajo”.

Más allá de eso, si hay dudas en el entorno laboral de cómo nos estamos desenvolviendo, Dolors Liria apunta algo muy simple: pedir feedback.

“No hay que esperar a que nos digan cómo estamos haciendo nuestro trabajo. Si tenemos dudas, en vez de quedarnos esperando, pidamos a nuestros responsables que nos den comentarios al respecto si no estamos seguros de estar haciendo bien el trabajo o si necesitas que alguien te lo ratifique”.

Grupo de trabajo aplaude y celebra.FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

Buscar el feedback en el trabajo puede ser una estrategia para frenar el síndrome del impostor.

5. Ajustar las expectativas
En todo tipo de relación hay expectativas de ambos lados. Esto, por supuesto, ocurre también en una relación laboral: ambas partes esperan algo.

Pero si anda de por medio el síndrome del impostor es posible que tus expectativas no traten sobre las expectativas que tienes ante tus tareas, sino sobre lo que te exijes.

Y esto hay que ajustarlo.

“¿Qué quiere decir que no estarás a la altura (de una tarea o un puesto)? ¿Dónde te pones tú? ¿Cómo mides esa altura?”, pregunta Dolors Liria.

Propone que hagamos el ejercicio de ver si estamos poniendo una expectativa muy alta, no realista. Es normal entonces que sientas miedo de no cumplirla”. Pongamos un ejemplo simple: exigirte hacer un maratón dentro de 4 meses cuando apenas empiezas a entrenar, no es realista.

Y en este caso toca que, en un trabajo o una tarea determinada, la persona por encima de nosotros nos dé unas directrices claras de qué se espera “para que esas expectativas se ajusten”.

6. Autocuidado y compasión
Enlazado con todo esto, con cómo nos sentimos, con mirar adentro y escucharnos, está el autocuidado, importante, dicen las expertas, para tener más consciencia de qué nos pasa e ir aprendiendo a regularnos.

Dentro de esto, el deporte puede ayudar. “Es un autorregulador emocional importantísimo. Pero no hace falta ir al gimnasio, puede ser cualquier cosa que implique ejercicio: caminar o bailar”, señala Liria.

Al final, dice, se trata de buscar qué nos ayuda, qué nos calma.

“Qué estrategias nos sirven para relajarnos y bajar la intensidad de lo que estamos sintiendo y desde ahí ver las cosas de otra manera. Puede ser deporte, mindfulness, cantar, bailar, hablar con alguien de confianza”.

Mujer feliz. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Pie de foto,

A medida que ganamos confianza esa voz crítica y autoexigente se hará menos poderosa.

En este último aspecto, recuerda la importancia de desconectar del trabajo y conectar con otras cosas, como la familia o las amistades. “Tener una red social presencial que nos brinde apoyo mejora nuestra autoestima”.

También recomienda buscar fuentes de satisfacción en el día a día, sencillas. “La vida puede ser dura, el trabajo puede serlo, pero hay cosas bonitas y simples que pueden alegrarte en un momento de ansiedad y sacarte de esa tensión”. Y va desde que alguien fuera amable contigo a que hoy saliera un poco el sol.

A la vez, explica Mar Martínez Ricart, se trata de, poco a poco, dejar de darle protagonismo a esa voz crítica y autoexigente y, conforme adquirimos seguridad, trabajar con la compasión y la amabilidad.

“Es importante desarrollar esa mirada compasiva, mirarnos con cariño, hacer una reestructuración cognitiva con esos pensamientos tan críticos que te dice tu impostora”. 

sábado, 9 de mayo de 2020

No quiero ser una mamá divertida

En la cena nos damos la vuelta y nos contamos nuestra parte favorita del día. La mayoría de los días, mis dos hijas dicen que lo más destacado es "Capture la bandera con papá". La mayor parte de mí está tan contenta de escuchar que tienen un nuevo ritual que adoran, uno que saca sus yayas para que puedan irse a dormir a una hora razonable.

Una pequeña parte de mí se siente un poco amarga. Eso es porque el coronavirus ha revelado una pequeña línea de falla: no soy el divertido. No soy el que reparte chips de maíz para el desayuno de vez en cuando ("El maíz azul es un vegetal", dijo mi esposo), y no soy el que hará un rompecabezas de 400 piezas durante varios días, o llevará una pelea de almohadas. Yo soy quien cocina comidas nutritivas, se asegura de que mis hijos tengan zapatos que se ajusten y aplaude los abucheos creados por las peleas de almohadas. Soy muy consciente de que esto no es un problema en este momento. Pero aún así, molesta.

En las parejas heterosexuales, el padre "divertido" no rompe limpiamente las líneas de género, dijo Brigid Schulte, directora del Better Life Lab de la fundación New America, que se enfoca en temas de vida laboral. Algunos de ser percibido como el padre "divertido" tiene que ver con los intereses específicos de sus hijos y cómo se alinean con los suyos. Hay toneladas de mamás construyendo fuertes de cartón y jugando a la pelota Wiffle. Y los padres están mucho más involucrados en el cuidado infantil que antes, en promedio. Para su crédito eterno, mi esposo ha tomado la delantera en el aprendizaje a distancia de mis hijos.

Sin embargo, cuando observa los datos de uso del tiempo, lo que tiene género es las tareas organizativas y emocionales que requieren mucho tiempo, que tienden a recaer más en las madres. Hay un cuerpo de investigación de las últimas dos décadas sobre parejas heterosexuales que muestra que los padres tienen más probabilidades de participar en juegos "recreativos" con los niños y más probabilidades de estar con sus hijos cuando su pareja está presente que las madres. Según las investigaciones, es más probable que las mamás realicen el trabajo diario de cambio de pañales y compra de ropa, y pasan más tiempo solo con los niños.

Leah Ruppanner, Ph.D., profesora asociada de sociología y codirectora del Policy Lab de la Universidad de Melbourne, dijo que el trabajo pesado emocional y organizacional que hacen las madres en tiempos normales puede sentirse especialmente intenso en este momento. En situaciones donde ambos padres trabajan desde casa, el Dr. Ruppanner se preguntó: "¿Quién está trabajando en la mesa de la cocina y quién está trabajando en la oficina en casa? ¿De quién es el día de trabajo que se interrumpe constantemente? Si las madres intentan mantener unida a la familia y su trabajo, no queda mucho espacio para la "diversión".

Entonces, ¿dónde deja eso a las mamás? Le pregunté a Jacob Towery, M.D., un psiquiatra de niños, adolescentes y adultos en Palo Alto, California, si tener a mi esposo como el padre más "divertido" afectó mi relación con mis hijos. "No creo que todos los padres necesiten hacer snowboard o skate con entusiasmo con sus hijos ni que sean la vida de la fiesta de cumpleaños", respondió el Dr. Towery en un correo electrónico. "Si al menos uno de los padres está modelando el juego, eso es saludable para los niños".

Si usted y su cónyuge están en desacuerdo con la división de responsabilidades en sus hogares, "no se sienten, cocinen a fuego lento y guinden el resentimiento", dijo Sinead Smyth, terapeuta matrimonial y familiar con licencia y maestra entrenadora del Instituto Gottman, Una organización con un enfoque basado en la evidencia para el asesoramiento de parejas. Ella recomendó reservar 20 minutos cada día, lejos de sus hijos, para conectarse y compadecerse de su cónyuge, y tratar de reparar cualquier desequilibrio. El Dr. Smyth también dijo que deberíamos tomarnos el tiempo para felicitar a nuestros socios, ya que todos estamos bajo una gran cantidad de estrés. "Si no hacemos una pausa y buscamos lo bueno y las cosas que apreciamos de nosotros mismos y de nuestros padres, no lo veremos", dijo el Dr. Smyth.

Estoy tratando de ser más amable conmigo mismo en ese frente. Como Jancee Dunn, el autor de "Cómo no odiar a su esposo después de los niños" y colaborador frecuente de NYT Parenting, me aconsejó, debería crear un tipo diferente de diversión con mis hijos que no necesariamente implique juegos físicos o juegos de mesa . La verdad es que no quiero jugar a capturar la bandera. Solo quiero querer jugar, porque quiero poder alegrar a mis hijos en un momento en que sus emociones normales se cancelan. Puedo seguir horneando con ellos, leer con ellos y hacer mosaicos adhesivos con ellos sin cesar.

Lo peor que puedes hacer como padre es tratar de forzar la "diversión" cuando en realidad no es divertido para ti. Drew Magary, columnista interno de la revista GEN de Medium y autor de la novela "Punto B", dijo que si se esfuerza demasiado por la diversión de romper las reglas, ya no es un padre. "Usted es el tío que está presentando cigarrillos a sus hijos", dijo Magary, que tiene tres hijos, de 14, 11 y 8 años. Nadie quiere ser ese tipo.

P.D .: Today's One Thing proviene de Elizabeth Kitchens, madre de un niño de 4 y 2 años en Los Ángeles. Ella y sus hijos hicieron títeres con platos de papel y pajitas, luego colgaron una manta sobre una puerta para bebés para crear un D.I.Y. escenario para su espectáculo de marionetas. "Fue sin duda la actividad de cuarentena más exitosa hasta la fecha", dijo.

https://mail.google.com/mail/u/0/?tab=rm&ogbl#inbox/FMfcgxwHNCsnkjkwwSlzjRNLtzBhMsNx

viernes, 29 de junio de 2018

Para criar hijos resilientes, debes ser un padre resiliente.

Muchos padres queremos que nuestros hijos sean resilientes emocionalmente, que sean capaces de superar los altibajos de la vida. Pero nuestra capacidad para fomentar la resiliencia depende, en gran medida, de nuestra propia resiliencia emocional.

“La resiliencia de los padres funciona como un patrón para que el niño pueda identificar cómo enfrentar los desafíos, cómo comprender sus propias emociones”, afirma Dan Siegel, autor de The Yes Brain, que se enfoca en cultivar la resiliencia en los niños.

Sin embargo, poder afrontar con filosofía los berrinches y rabietas representa un reto para muchos padres, en especial, si tenemos expectativas poco realistas sobre lo que es la infancia.

“La idea de que la crianza debe ser la maravillosa, feliz y perfecta culminación de nuestras esperanzas y sueños es parte de eso”, comenta Katherine Reynolds Lewis, autora del libro próximo a publicarse The Good News About Bad Behavior.

Lewis dice que el enojo, las lágrimas y otros arrebatos son parte natural del desarrollo de cualquier niño; es lo que ella llama “el caos de la niñez”.

No obstante, los padres que son incapaces de enfrentar ese caos o que no están dispuestos a hacerlo podrían considerar los arrebatos del niño como un problema que debe resolverse de inmediato.

Laura Markham, psicóloga clínica y editora del sitio AhaParenting.com, dice que, cuando eso sucede, “ridiculizamos a los niños, los culpamos y les decimos que es culpa suya; los aislamos al enviarlos a su habitación”.

La naturaleza de la respuesta de los padres puede variar, aseveró Markham, pero el mensaje es el mismo: el enojo, la tristeza o la frustración son inaceptables.

Según Markham, eso es lo contrario a la resiliencia; se trata de imponer una frágil rigidez que hace que padres e hijos se sientan temerosos de que las emociones intensas los destrocen.

En contraste con esa fragilidad, los padres que no evaden el poder de emociones como el enojo tienen una mayor capacidad para asimilar las interacciones desafiantes con sus hijos, expuso Siegel, quien es director ejecutivo del Instituto Mindsight. Además, no hay que preocuparse si este tipo de resiliencia no llega de forma natural, añade, pues con la práctica se vuelve más sencillo.

A continuación, ofrecemos algunos consejos para que esas interacciones complicadas sean más sencillas de asimilar.

Respira profundo
Para responder con inteligencia a los arrebatos de un hijo, primero debemos apagar las alarmas que se encienden en nuestra cabeza. Markham aconseja a los padres “presionar el botón de pausa” antes de ejercer cualquier acción, aun ante el escenario de un niño gritando.

En su investigación, Lewis descubrió que padres e hijos a menudo sincronizan los latidos de su corazón, su respiración y otras funciones fisiológicas, de modo que calmarnos puede tener un efecto físico mensurable en nuestro hijo, sin mencionar que también puede ayudarnos a enfrentar la situación con serenidad.

Deja que las emociones se presenten
La resiliencia depende de comprender que las emociones —incluso aquellas que se consideran “negativas”, como la tristeza, el sufrimiento o el enojo— no son un problema que debe resolverse, sino una consecuencia natural de ser humano.

“El asunto con las emociones es que no duran para siempre; hay un comienzo, un desarrollo y un final en todas ellas”, dice Carla Naumburg, trabajadora social clínica y autora de Ready, Set, Breathe: Practicing Mindfulness With Your Children for Fewer Meltdowns and a More Peaceful Family.

Más allá de eso, permitirnos (y permitirles a nuestros hijos) experimentar y expresar un amplio rango de emociones es vital para nuestro bienestar. Markham resaltó que cuando no expresamos nuestras emociones perdemos el control sobre ellas.

Sé curioso
Como padres, nos preguntamos con mucha frecuencia “¿por qué?” cuando observamos alguna conducta no deseada (“¿Por qué no puede recordar poner los calcetines en el cesto?”). Pero Naumburg afirma que preguntarnos por qué reaccionamos de esa manera podría ser más útil, en especial, cuando nos sacan de nuestras casillas. “Date cuenta de lo que está sucediendo contigo y comienza a responsabilizarte de eso”, sugirió Markham.

Establece límites con compasión
Establecer reglas y límites y apegarse a ellos puede convertirse en uno de los momentos más desagradables en la relación entre padres e hijos, pero actuar con compasión y amabilidad en esos momentos puede ayudar a mantener bajo el nivel de tu presión sanguínea.

Markham y Naumburg indican que reconocer verbalmente los sentimientos de tu hijo y consolarlo no necesariamente va de la mano con ceder ante sus exigencias. “Hay ocasiones en las que me siento con mi hija en el regazo, mientras llora, y la abrazo mientras le digo: ‘No’”, dice Naumburg. “Continúa llorando pero seguimos conectadas”.

Analiza tus respuestas
Susan Newman, psicóloga social y autora de The Book of No: 365 Ways To Say It and Mean It, afirma que los padres deben estar especialmente conscientes de las ocasiones en las que es más probable que cedan ante los arrebatos de su hijo y agrega: “Si puedes reconocer lo que te hace decir que sí de manera automática, es hora de retroceder y pensar: ‘Espera, ¿por qué lo hago?’”.

Newman continúa: “Vivimos en una cultura de los padres que dicen: ‘Sí’ y es más fácil decir que sí que batallar con el berrinche de un niño”. Sin embargo, los padres pueden considerar una negativa como una manera de explorar los límites y así poder comprenderlos mejor.

Toma distancia
Cuando nos identificamos demasiado con nuestros hijos o los consideramos un barómetro de nuestra propia autoestima, estamos preparando el terreno para la decepción (o algo peor) cuando las cosas no salen como las planeamos.

“Nuestro ego está muy atado a nuestro modo de crianza”, dice Julie Lythcott-Haims, autora de How to Raise an Adult. Naumburg señala que esto se debe en parte a una narrativa cultural que sugiere que “si los niños no están bien, entonces es porque nos hemos equivocado como padres”.

Como lo describe Lythcott-Haims: “Si nosotros logramos vivir nuestra vida, quizá nuestros hijos también puedan hacerlo”.

https://www.nytimes.com/es/2018/04/05/hijos-resilientes-berrinche-rabieta/

domingo, 16 de octubre de 2016

¿Cómo explicar al alumnado de primaria y secundaria qué es mindfulness?

¿Cómo explicar al alumnado de primaria y secundaria qué es mindfulness?

A veces sentimos cosas que no nos gustan:

- Estamos enfadados porque alguien nos ha hecho daño.

- Estamos tristes porque no tenemos lo que queremos o hemos perdido algo.

- Tenemos miedo de lo que no conocemos.

- Nos da vergüenza algo de lo que no estamos seguro de que esté bien.

- Envidiamos algo que otra persona tiene.

- Criticamos a otros y les ponemos etiquetas.

- Nuestra cabeza llena de mil pensamientos de lo que hicimos ayer o lo que nos gustaría hacer.

Vamos a utilizar la siguiente metáfora:



Cuando siento todo esto, no me puedo concentrar. ¿Cómo puedo calmarme?

Es muy fácil. Sólo escuchando tu respiración. Allí encontrarás alivio. Además te darás cuenta que las cosas malas no duran para siempre.

Imagina que tus pensamientos son como nubes y que van pasando por el cielo.

Te tranquilizas cuando tu mente y tus emociones se calman también. De esta manera podemos poner atención a las cosas buenas que nos pasan:
sentir el cariño de los amigos y mascotas, ayudar a los que sufren, admirar los dibujos de una amiga, ver nacer una flor,…
Vamos a intentarlo. Vamos a oír nuestra respiración un ratito.

Nos sentamos de forma cómoda, con los pies en el suelo, la espalda recta, sin tensión en el cuerpo. Cerramos los ojos o los dejamos entreabiertos.

Vamos a escuchar nuestra respiración
Es como si jugáramos a atrapar la mente. Vamos a ponerla en la respiración, en una sensación corporal o en un objeto (según el ejercicio que estéis practicando).

Si nos viene un pensamiento, una sensación (frío, calor, picor,…) o un sonido, lo identificamos y lo dejamos pasar. Cuando nos demos cuenta de que la mente se ha vuelto a escurrir… ¡zash! ¡A por ella! ¡A traerla a aquí!.

Dile a tus pensamientos, sensaciones o sonidos incómodos:
AHORA NO ES TU MOMENTO, AHORA NO TE ATIENDO. MAS TARDE, TENDRÉIS VUESTRO ESPACIO

Es muy importante saber que en el momento que los alumno son capaces de hacer este juego de “atrapar a la mente”, ya saben que “no son la mente” (porque son quienes la atrapan). Comprenden que su mente es una cosa y ellos otra, comienzan a aprender que al poder manejar la atención también se sienten mucho más tranquilos y a gusto que cuando la mente va a mil por hora y sin control.

Lo que pensamos no somos nosotros. Las cosas pueden ser agradables o desagradables, debemos aceptarlas sin poner etiquetas. Todo pasa. Si no pensamos en el pasado, no nos molestará. Si no pensamos en lo que va a pasar nos encontraremos más calmados y atentos a lo que ocurre alrededor. En el presente hay cosas nuevas.

Mindfulness te enseñará a ver más allá. A responder a tus emociones, en vez de reaccionar. A empatizar con otros. A calmar tus miedos y enfados. A reconocer que tus pensamientos no son hechos. Te sentirás aliviado y tranquilo Respira…
Pon la atención en tu respiración AUDIO:

https://www.spreaker.com/user/8217383/solo-respira

jueves, 25 de junio de 2015

Seis claves para ser feliz, según la Universidad de Harvard. Existe una asignatura sobre la dicha en el prestigioso centro educativo. "La alegría también se aprende, como el golf o el esquí"

Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es  atesorar felicidad,  un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí  Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.

Con su superventas  Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.

Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? "Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.

Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:

1. Perdone sus fracasos.
Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo.
Cosas grandes y pequeñas. "Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista".

3. Haga deporte.
Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.

4. Simplifique, en el ocio y el trabajo.
“Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.

5. Aprenda a meditar.
Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque  no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxitosí le aportará un grato momento de paz.

6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia.
La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o "lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos", un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como "oportunidad", que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. "En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos” ("No tira la toalla" "Conmigo no han podido"), afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.



Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/06/16/buenavida/1434480172_001091.html