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lunes, 11 de marzo de 2024

Margarita Nelken, socialista y feminista

 

Margarita Nelken Mansberger, nació en Madrid el 5 de julio de 1894 y murió en el Distrito Federal de México el 8 de marzo de 1968. Fue una figura destacada de la militancia femenina española.​ Y se destacó en particular por su actuación como diputada, que se extendió de 1931 hasta 1939. Luego se dedicaría sobre todo a la crítica de arte, sin por eso cejar en su compromiso con causas de la esfera política que consideraba justas.

Hija de una francesa y de un acaudalado joyero español, ambos descendientes de judíos alemanes, había nacido en pleno corazón madrileño. La acusación de ser extranjera la perseguía, sumada a su condición de judía. De nada sirvió que demostrara una vez tras otra que había nacido en España.

Margarita recibió una educación esmerada que se tradujo en tempranas inclinaciones hacia la pintura, las letras y la música. De inteligencia precoz, su primer artículo crítico sobre los frescos de Goya en San Antonio de la Florida lo escribió a los quince años para la prestigiosa revista de arte londinense The Studio.​

Abandonó sus primeras aficiones en plena juventud para dedicarse al activismo político y social, aunque seguiría siendo siempre una destacada escritora. Se le ha atribuido la primera traducción de Franz Kafka al español, de La metamorfosis, publicada en la Revista de Occidente en 1925, de forma anónima.

En 1914 se enamoró del malogrado escultor Julio Antonio, que falleció prematuramente a los veintinueve años, con quien tuvo una hija: Magda. Fruto de una relación posterior, iniciada en 1917, nació su otro hijo: Santiago. Mujer libre por principios, eludió el matrimonio, fue orgullosa madre soltera y estableció las relaciones sentimentales que sus deseos le dictaron.

En 1919 encabezó una huelga de mujeres, del gremio de cigarreras, que fue la primera en su tipo en España.

Inquieta por la realidad social española, ese mismo año publicó su primera obra larga, La condición social de la mujer en España. Su estado actual: su posible desarrollo, un incisivo estudio feminista que causó fuerte impresión y polémica. En esta obra valiente y reveladora, Nelken analiza la opresión y desigualdad que enfrentaban las mujeres en la sociedad española de la época. Denuncia al patriarcado y aboga por la emancipación femenina, defendiendo la igualdad de derechos y oportunidades.

Continuó esta línea de trabajos con Maternología y puericultura (1926), En torno a nosotras (diálogo socrático) (1927), Las escritoras españolas (1930) y La mujer ante las Cortes Constituyentes (1931). En el libro sobre las escritoras hispanas se remontó desde autoras de la Edad Media hasta escritoras entonces recientes, como Emilia de Pardo Bazán.

En 1927 se convirtió en directora de la revista Nuevo Mundo, destacada publicación literaria. Fue un logro significativo para ella, un reconocimiento a su ya vasta actividad.

Bajo su liderazgo, la revista se convirtió en una plataforma para promover movimientos artísticos y literarios vanguardistas. Nelken hizo hincapié en la inclusión de voces femeninas y destacó a escritores y artistas marginados. Fomentó la publicación de textos innovadores, ensayos políticos y críticas de arte.

Los días de la segunda república.
En los primeros meses de 1931, ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y participó, como candidata de la Agrupación Socialista de Badajoz, en las elecciones parciales de octubre de 1931. Resultó elegida entonces y de nuevo en noviembre de 1933 y febrero de 1936. Fue así la única mujer que consiguió ser elegida tres veces durante la Segunda República. Ya diputada destaca en el medio rural por su defensa de las masas campesinas. ​

Se le culpó, injustamente, de tener parte de responsabilidad en el desencadenamiento de los sucesos de Castilblancon cuando fueron masacrados guardias civiles después de provocar la muerte de un obrero (diciembre de 1931), a causa de los apasionados discursos que había pronunciado en la provincia de Badajoz a finales de año. ​ Durante esta época fue muy crítica con los abusos de la Guardia Civil y de los terratenientes. ​

Fue contraria a otorgar el derecho de sufragio a las mujeres en 1931, al igual que la también diputada Victoria Kent y en contraposición a la otra mujer parlamentaria, Clara Campoamor. Sostenía que «poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario».​

Entusiasta y vehemente, se dedicó plenamente a la defensa del campesinado extremeño que sobrevivía en malas condiciones. Siempre siguió atenta a los sufrimientos de esos varones y mujeres del campo, quienes con su voto la habían conducido a la representación parlamentaria.

Durante el llamado “bienio negro”, entre fines de 1933 y principios de 1936, denunció la creciente brutalidad de la represión en el ámbito rural, estimulada y apañada por el gobierno conservador. Sus denuncias y reclamos eran ignorados por las autoridades de ese signo.

A raíz del fracaso de la Revolución de Octubre de 1934, la diputada socialista es acusada de incitar y promover las huelgas campesinas de Badajoz y de haber estimulado a los campesinos a sumarse a la huelga general con epicentro en Asturias. Se le retiró la inmunidad parlamentaria y fue procesada. Le dictaron una condena a veinte años de prisión, pero entretanto había huido a Francia. Viajó posteriormente a la Unión Soviética en donde recogió una impresión muy favorable, que preparó su posterior paso al comunismo.

Durante los meses de gobierno en paz del Frente Popular, entre febrero y julio de 1936, se alineó con las posiciones revolucionarias que había adoptado el sector del PSOE conducido por Francisco Largo Caballero. En nada le simpatizaban, en cambio, las posiciones moderadas del sector encabezado por Indalecio Prieto. Tras un nuevo viaje a la Unión Soviética defendió la unificación del PSOE y del Partido Comunista de España (PCE) para formar el «partido único del proletariado» que llevara a cabo la revolución socialista.

La guerra civil.
Tras el estallido de la guerra, Margarita Nelken colaboró regularmente en el diario caballerista Claridad. Estuvo en los frentes de Extremadura y Toledo, participó en la defensa de Madrid y colaboró en la organización de la Unión de Mujeres Antifascistas. Con creciente afinidad con los comunistas, se afilió a su partido en noviembre de 1936, ​ poco después de la formación del Gobierno de Largo Caballero.

La prensa franquista publicó injurias sobre ella: “’presunta intelectual, más ramera de cerebro que de quehacer sexual, No es española, afortunadamente. Ni mujer tampoco”. Le dirigieron toda suerte de improperios, como el periodista y poeta Juan Pujol, quien la calificaría de “vagabunda sin patria y sin Dios” y de “serpiente con faldas”.

Tras la caída de la república fue juzgada por el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Se la acusó de ambos delitos, masonería y comunismo. Y fue procesada en rebeldía. Se señalaron como indicios de masonería su relación con la Institución Libre de Enseñanza y su participación en la Liga de los Derechos del Hombre. Para la pseudojusticia franquista cualquier participación en organizaciones progresivas equivalía a delito.

Se señalaba asimismo su afiliación al PSOE, su condición de diputada socialista y su participación en la revolución de 1934, así como la campaña que había realizado en 1935 en favor de los represaliados de Asturias. También se aludía a sus estancias en la Unión Soviética, su pertenencia a la Asociación de Amigos de la URSS y su actividad para implantar el comunismo en España. En parte, el tribunal no hacía más que repasar su trayectoria militante.

La principal prueba física del sumario era una carta de recomendación de la logia Lealtad, de Barcelona, fechada en 1924, que en realidad correspondía a la cupletista Stella Margarita, con quien la confundieron. Pese a la falta de pruebas, se consideró en la sentencia que Margarita Nelken había ingresado en la masonería, a la que había dispensado “protección importante”.

El exilio.
Cruzó la frontera francesa junto a su hija durante la retirada general de Cataluña, en febrero de 1939. Ambas trabajaron intensamente en la asistencia a los refugiados republicanos internados en los campos de concentración franceses. Marchó luego a París y, a finales de 1939, a México, donde el presidente Lázaro Cárdenas la había invitado a radicarse.

El exilio significó dejar atrás su país, su trabajo y su lucha, pero no terminó con su espíritu de resistencia. Continuó su labor en defensa de los derechos humanos y mantuvo viva su voz en la lucha por la libertad y la justicia.

En México se ganó la vida escribiendo y traduciendo. Y retomó con pasión la crítica de arte. Trabajó en la Secretaría de Educación Pública, colaboró con el Gobierno republicano en el exilio, participó en las actividades de la Unión de Mujeres Españolas. Todo sin abandonar las actividades literarias y periodísticas, ocupándose de una página semanal sobre arte en el diario Excélsior. En octubre de 1942 fue expulsada del PCE tras haber criticado la política de la Unión Nacional Española, contra la opinión del grupo de dirección del partido establecido en Moscú.

A partir de entonces se mantuvo como independiente, y tomó parte en ese carácter de actividades auspiciadas por el gobierno de la república en el exilio. Durante 1948 viajó por Europa dando conferencias sobre arte latinoamericano en Ámsterdam y en París.

Fue una de las críticas de arte más influyentes y respetadas en México hasta su fallecimiento en 1968. Valoró la pintura pos-muralista mexicana. También recibió allí el homenaje por su defensa de los trabajadores de la tierra. Le fue conferida la Medalla de los Agraristas.

Durante casi treinta años Nelken se ocupó casi sin interrupción del arte mexicano. Analizó en particular la pintura femenina, que adquiere en esos años un notable valor, con figuras como Remedios Varo, Frida Kahlo, Leonora Carrigton, Lillia Carrillo y María Izquierdo.

A lo largo de su trayectoria vital, Margarita Nelken dejó una vasta labor literaria, periodística y de crítica de arte, además de su producción en el campo de la política o el reconocimiento de la mujer. Sus análisis de lo mejor del campo artístico de la España del primer tercio de siglo y del México del tercio siguiente resultan aún hoy de un gran interés para los estudiosos.

Nelken visitó Buenos Aires en varias ocasiones durante su exilio. En la capital argentina, participó en actividades culturales y políticas, manteniendo contacto con exiliados españoles y figuras relevantes de la época.

La muerte de sus dos hijos —Santiago en 1944, luchando en el Ejército Soviético durante la Segunda Guerra Mundial, y Magda en 1954, víctima de cáncer, la sumieron en una profunda depresión. Se quejó de que el PCE no le informó a tiempo de la muerte de su hijo. Fueron las autoridades soviéticas quienes al final de la contienda, le informaron el deceso en combate y le entregaron una condecoración. Pese a todo logró superar la depresión y se mantuvo activa hasta el final de sus días.

Retomó contacto con figuras disidentes del PCE como Enrique Líster, y con otras personalidades exiliadas como su viejo amigo Luis Jiménez de Asúa, que residía en Buenos Aires.

En un sucinto balance sobre su persona, África Cabanillas, una investigadora que la estudió sobre todo como crítica de arte sostiene: “Nelken fue una valiente y comprometida feminista, escritora, crítica de arte y política. Una mujer, transgresora y polémica, que se encuentra entre las más interesantes intelectuales y activistas por la mejora de la condición femenina y de los grupos sociales más desfavorecidos de las décadas de los veinte y principios de los treinta del siglo XX español. Sin olvidar el papel destacado que tuvo a partir de los años cuarenta en la cultura de México, el país que la acogió durante su exilio.”

Margarita Nelken es por sí misma un símbolo de la conjunción entre ideales feministas y objetivos socialistas. En ella la reivindicación de los derechos de las mujeres fue en paralelo con la persistente defensa de los campesinos y jornaleros extremeños. No hubo contraposición sino complementariedad. Sus discursos parlamentarios y sus investigaciones sobre las pintoras mexicanas fueron parejas demostraciones de su compromiso político e intelectual.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Enhorabuena, señor Zapatero

Es un deber ciudadano criticar y denunciar esas formas negativas de proceder. Pocas veces elogiamos sus comportamientos ejemplares

Con frecuencia denunciamos comportamientos de políticos que, por un motivo u otro, consideramos indecentes. Es un deber ciudadano criticar y denunciar esas formas negativas de proceder. Pocas veces elogiamos sus comportamientos ejemplares. Y es necesario hacerlo. Hoy quiero felicitar a un político por lo que considero una actuación admirable.

El día 16 de diciembre de 2006 escribí en este mismo espacio un artículo titulado ‘Adelante, señor presidente’. Era un artículo en el que animaba a José Luis Rodríguez Zapatero, presidente por entonces del gobierno de España, a seguir adelante con su plan de negociación con ETA para alcanzar el fin del terrorismo.

Frente a la avalancha de insultos, de calumnias, y de agresiones de la derecha, de buena parte de los medios de comunicación y de un sector de la ciudadanía que le achacaba su falta de respeto a los muertos, quise manifestar mi apoyo incondicional al proceso de negociación porque nadie hace más por las víctimas que quien consigue que no haya ni una víctima más.

Sé que el entonces presidente leyó el artículo porque una persona amiga se lo entregó en el periódico La Opinión de Málaga donde se había publicado en la misma fecha que él visitaba mi ciudad. Decía en aquel texto, entre otras cosas, que ojalá les pudiéramos decir a nuestros hijos y a nuestros nietos que lo que no consiguieron las armas lo había conseguido la palabra. Y así fue.

Admiré y aplaudí después el final de ETA cuando capituló y se entregó al gobierno del señor Zapatero. Desde entonces ya no existe ETA, ya no hay lucha armada. No hay demostración más contundente de esta afirmación que la ausencia de asesinatos desde que la organización terrorista anunció su disolución y el abandono de las armas. Es un infundio decir que ETA existe y que Bildu es su cara visible.

Pero hoy no quiero hablar de aquellas negociaciones y de su indiscutible éxito final. Un éxito que, como es lógico, no se debió exclusivamente al gobierno socialista y a su presidente sino a la actuación de las fuerzas de seguridad del Estado, a todos los partidos políticos y al pueblo español, que mostró una y otra vez, con tanto dolor como desesperación, un rechazo contundente a la violencia. La democracia venció al terror y hemos de celebrarlo cada día, aceptando con normalidad y satisfacción la participación en las instituciones de aquellos que un día estuvieron participando o respaldando la lucha armada.

Hoy quiero elogiar y agradecer la participación de José Luis Rodríguez Zapatero en la reciente campaña electoral. Una participación que considero admirable. Ahora diré por qué.

En primer lugar quiero destacar los motivos que impulsaron la decisión. Nobles motivos. Cuenta que no pudo soportar las acusaciones que se vertían sobre el presidente Sánchez al decirle que estaba más cerca de los verdugos que de las víctimas del terrorismo. Entendió que esas acusaciones (que él mismo había sufrido) eran injustas e inadmisibles. Y quiso salir a la palestra para denunciar la injusticia del ataque.

En segundo lugar, es admirable que abrazase una causa que tenía todos los visos de fracasar. Las elecciones del 28 de mayo habían supuesto un fracaso estrepitoso para la izquierda. Todas las previsiones eran pesimistas. Y, a pesar de ello, apostó por el caballo perdedor.

En tercer lugar es de destacar que sale en defensa de un candidato que la derecha había convertido en la diana de todos sus dardos electorales: persona que se aferra al poder, que miente, que pacta con filoetarras e independentistas, que usa el Falcon (el periodista Jiménez Losantos le endosó el apodo de Falconeti), que firma una ley que abarata las penas y concede la excarcelación de los violadores…

En cuarto lugar no puedo dejar de comparar su valiente contribución en la campaña con la actitud de otro presidente del partido como Felipe González que ha permanecido en silencio e, incluso, realizando algunas críticas que la oposición ha utilizado como armas electorales. Ese hecho llevó a decir a la oposición que una cosa (buena, por supuesto) era el PSOE con Felipe González a la cabeza y otra el sanchismo. Qué decir de otros líderes, como Joaquín Leguina, que aconsejó votar a la señora Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid y que escribe una carta al presidente Sánchez invitándole a que abandone el poder y el partido. Qué deslealtad. Mientras el señor Feijóo contaba con el apoyo de los dos expresidentes de su partido, señores Aznar y Rajoy, Sánchez solo pudo contar con uno de sus dos antecesores en el cargo.

Quiero felicitar al señor expresidente por su participación en la campaña y por las características que la adornaron. Mencionaré algunas.

Participación intensa. No se ha limitado a un par de mítines en los que se aplaude y jalea a cualquiera que hable. Ha estado implicado al cien por cien, ha acudido a todos lo frentes, ha viajado sin cesar…

¡Está usted desatado!, le dijo el periodista Antonio García Ferreras en su programa Al rojo vivo.

Participación valiente. Digo valiente por varios motivos. Se metió en la boca del lobo de entrevistadores que pretenderían destrozarle. Periodistas que un día tras otro, con ocasión y sin ella, demonizaban al presidente Sánchez. Ahí están como ejemplo, sus entrevistas con Carlos Herrera en la radio, y con Ana Rosa Quintana en televisión.

Y digo valiente también porque se ha enfrentado a una campaña de descalificación de la persona y la política de Pedro Sánchez. La ‘derogación del sanchismo’ se había convertido en un lema y al presidente se le dedicaban todo tipo de insultos: felón, mentiroso, déspota, vendepatrias…

Por otra parte, de forma valiente, ha entrado en cuestiones que se habían convertido en armas de destrucción del gobierno. Por ejemplo, los acuerdos con Bildu, los acuerdos con los independentistas, la evolución de la economía, la gestión de la pandemia… Ha tratado de desmontar las agresiones, las mentiras y las descalificaciones.

Participación arriesgada. Los resultados de las elecciones del pasado 28 de mayo auguraban una catástrofe para la izquierda. Zapatero se lanzó al vacío. Cuando todo parecía perdido, él salió a la palestra en un gesto lleno de valor y de generosidad.

Participación contundente. He visto en instagram algunos cortes de sus intervenciones. Están llenos de argumentos consistentes, de condena de las calumnias, de defensa de las políticas progresistas

Participación leal. Lealtad a la persona del presidente del partido, no solo al partido. Frente a los ataques despiadados a la persona, él ha puesto la mano en el fuego en su defensa y ha dicho con énfasis que es un «presidente sin tacha», «una persona ejemplar».

Participación entusiasta. Creo que no ha habido intervenciones más contundentes contra la política del PP, en defensa de las gobierno de coalición y en apoyo de la persona del presidente.

Participación generosa. Me emocionó el escucharle decir que su alegría la noche del 23J fue más grande que la noche de su propia victoria electoral. Es evidente que no buscaba nada personal, que no había intereses egoístas, que no esperaba nombramientos ni prebendas… Solo amor a la causa y respeto a la persona.

Y luego está el estilo. Sus intervenciones eran vibrantes y sentidas, sin insultos ni agresiones al adversario. Se notaba desde lejos que nacían de un convencimiento pleno y de una sinceridad absoluta. Se percibía de forma clara la autenticidad de las intervenciones.

Estoy seguro de que la participación de Zapatero en la campaña fue uno de los elementos que inclinó la balanza hacia la izquierda, uno de los motivos por los que se produjo la remontada. Creo que las posibilidades de reedición de gobierno de coalición se debe, en buena parte, a la campaña de Zapatero.

Ojalá se pueda avanzar en las políticas progresivas y que, para ello se reedite el gobierno de coalición. Por cierto, qué insistencia en llamar gobierno Frankenstein al que integraba al partido socialista y a Podemos. También es un gobierno Frankenstein el de Valencia o el de Extremadura. La expresión desafortunada de Rubalcaba se ha utilizado hasta la saciedad por la derecha. ¿Es monstruoso un gobierno de coalición? Si así se considera, será Frankenstein en la izquierda y en la derecha.

La campaña de Zapatero es un ejemplo de compromiso político, de lealtad al partido, de coraje ciudadano, de generosidad humana, de optimismo consciente, de valentía cívica… Hace dieciséis años le dije: «adelante, señor presidente». Hoy le digo: «enhorabuena y gracias, señor presidente». No puedo negar que una parte de mi simpatía procede de motivos ajenos a la política. Me refiero a nuestra condición de compatriotas de la tierra leonesa.

El Adarve

sábado, 22 de julio de 2023

"¿POR QUÉ LA GENTE VOTA AL PP?" Por Carlos Fernández Liria

Desde las últimas elecciones y a la espera del resultado de las próximas el 23-J, no he cesado de hacerme una inquietante pregunta: ¿por qué será que la gente vota al PP? Me parece una pregunta tan enigmática y misteriosa que había pensado colocar este vídeo en la sección de psicoanálisis, pero es que todavía no hemos visto lo que entiende Freud por la “pulsión de muerte” · Voy a intentar explicarlo sin demasiadas resonancias técnicas.

Da la impresión de que el perfil antropológico del votante del PP hundiera sus atávicas raíces en ese grito con el que se saludó la restauración del absolutismo en 1823: “Vivan las cadenas”, “Vivan las caenas”.

Sin recurrir a la psicología profunda, resulta difícil comprender por qué los pensionistas, por ejemplo, votan de forma masiva contra un gobierno que les ha subido un 8 por ciento las pensiones o a favor de un gobierno que está desmantelando lo que queda de la sanidad pública; o por qué a tantos jóvenes les parece casi surrealista votar a Sumar en lugar de por ejemplo a Vox cuando Sumar les ha prometido una herencia universal de 20 mil euros al cumplir los 18 años, una propuesta modesta comparada con la que había propuesto por ejemplo el gran economista Tomás Piqueti, 150.000 euros por joven, pero menos es nada ¿no?,

Una propuesta por otra parte perfectamente viable como han demostrado grandes economistas españoles, como el propio Nacho Álvarez que la ha defendido y, por supuesto, Eduardo Garzón que ha publicado varios vídeos críticos con esta propuesta porque le parece insuficiente, pero, en cualquier caso, muy aclarativos y explicativos sobre por qué no es ningún disparate y por qué no hay que llevarse las manos a la cabeza con respecto a su posible viabilidad.

Pero todo ocurre como si existiera en las profundidades del alma de la población española un profundo nervio franquista transmitido de generación en generación que tuviera que ver con algo así como el resentimiento y la venganza contra todo aquello que se sospeche que no sería aprobado, que no sería bien visto por el Caudillo.

El Caudillo no habría visto con buenos ojos una sociedad llena de maricas, de trans, de lesbianas, de mujeres emancipadas; tampoco habría visto con buenos ojos eso de la herencia universal, eso de dar dinero a los jóvenes para que se emancipen de sus padres… Y, desde luego, habría mirado con mejores ojos a esos partidos que al fin y al cabo son su herencia en este país que defienden la privatización de la sanidad pública, que defienden que no hay que subir el salario mínimo, que no hay que conceder derechos laborales. Y es como si la opinión de Caudillo fuera la voz del superyó de la sociedad española.

El PP es un partido que no debería existir. El PP debería haber sido ilegalizado en el año 2003, mismo que fue ilegalizada Herri Batasuna, desde el mismo momento en que se supo que en Irak no solamente no había armas de destrucción masiva, si no que se supo que siempre se había sabido que no las había y que, por tanto José María Aznar, presidente del gobierno, había declarado, mintiendo, una ofensiva terrorista contra un país inocente, la mayor ofensiva terrorista del siglo XXI. Con esta mentira, como referencia y punto de partida, un pretexto con el que Aznar engañó a la opinión pública mundial, engañó también a la población española y engañó especialmente a sus votantes, murieron en Irak, entre 2003 y 2006, según distintas encuestas, citando por ejemplo la encuesta de opinión Lancet, 654.965 personas. Otras encuestas ascienden la cifra a mucho más, la Opinión de Encuesta Empresarial la asciende a 1.220.580 personas.

El PP no fue acusado en ese momento de incitación al terrorismo, a un terrorismo masivo, lo que demuestras que la Ley de Partidos era una Ley ad hoc, diseñada para ilegalizar a un partido político concreto, Herri Batasuna, lo que le convierte de alguna forma en una Ley que debería haber sido de inmediato anulada por el Tribunal Constitucional. De lo contrario, el PP debería haber sido de inmediato ilegalizado y sus dirigentes encausados por terrorismo por colaboración con la banda armada más potente del planeta que en esos momentos comenzaba una guerra ilegal con un pretexto falso, que no solamente era falso, sino que se habría demostrado, como bien se sabe, que siempre se supo que era falso, y además se ha demostrado, como bien se sabe, que siempre se supo que era falso y además en contra de la opinión pública internacional y sobre todo española que se había mostrado en contra de la guerra de Irak, en masivas e insistentes manifestaciones, día a día.

Sin embargo, el pasado mes de febrero, hace bien poco tiempo, el dirigente del PP José María Aznar declaró que no se arrepentía de su decisión y que no solamente no se arrepentía de ella si no que se sentía muy orgulloso: no hay pues arrepentimiento. Los votantes del PP, por otra parte, tampoco han sentido al respecto una gran inquietud… Me acuerdo que por esas fechas, el político francés Régis Debray escribió un artículo que publicó por cierto El País, en el que decía, un artículo firmado luego por varios intelectuales europeos, que se calculaba que a causa del bloqueo y luego de la guerra habían muerto ya en Irak 500.000 niños. Y Debray argumentaba diciendo que si se hubiera tratado de 500.000 perros, Europa entera se estaría rasgando las vestiduras por maltrato animal. Pero no, no eran perros, solo eran niños iraquíes.

Pero mira qué sorpresa, los votantes del PP en el último proceso electoral se rasgaron las vestiduras porque Bildu había incluido en sus listas electorales a antiguos criminales de ETA. Se obviaba el pequeño detalle de que esos criminales sí que habían sido juzgados, sí que habían cumplido condena y sí que habían pedido perdón. Se obviaba también el pequeño detalle de que ETA ya no existe.

La diferencia que hay entre el votante de Bildu y el votante del PP no solo está en la diferencia en el numero de víctimas, también está en que el votante del PP jamás ha sentido la menor inquietud, ni la menor muestra de arrepentimiento. Muy al contrario, ni siquiera el atentado de Atocha, el 11 M, con sus 191 muertos, despertó en el votante del PP la más mínima reflexión, muy al contrario, lo que se desató fue una ola de negacionismo masivo y delirante, de tal forma que aún hoy son muchos los votantes del PP que piensan que el atentado lo cometió ETA y quizá, quién sabe si con la complicidad de ciertos dirigentes del Partido Socialista. Todo ello pese a que la policía tenía ya el vídeo del portavoz de Al Qaeda, Abu Dujan el Afgani, que reivindicaba el atentado, leo textualmente, “como una respuesta a vuestra colaboración, con los criminales Bush y sus aliados, como respuesta a los crímenes que habéis causado en el mundo y en concreto en Irak y en Afganistán”.

Como recordareis, si queréis recordarlo, los dirigentes del PP hicieron todo lo posible por negar su responsabilidad en el atentado e iniciaron un proceso de manipulación generalizada de la opinión pública a través de los medios de comunicación y, en concreto de los telediarios. Jamás creo que haya habido en este país, quitando la época de Franco, un intento tan colosal de manipulación de la opinión pública. La responsabilidad que tuvo en esta campaña de intoxicación José María Aznar fue bien conocida desde el primer momento porque la denunciaron los directores de los periódicos, algunos directores que denunciaron cómo Aznar les había llamado personalmente para darles instrucciones de cuáles deberían de ser los titulares. Pero tampoco esto ha despertado ninguna inquietud en los votantes del PP que sigue mirando con admiración, incluso con orgullo y simpatía a su antiguo líder José María Aznar. Su mentalidad se armó más bien de un ciego negacionismo, apuntalado por una pandilla de mercenarios periodistas que consiguieron poner sobre la mesa la versión de que el atentado había sido perpetrado por ETA, poniéndose de acuerdo con Zapatero, quizás con Rubalcaba y también con Al Qaeda, todo para hundir al PP.

Así pues, hay carta blanca, todo está permitido. Díaz Ayuso ganó las elecciones en Madrid, por mayoría absoluta, con el lema de que había que votar, o que había que elegir entre ETA y la libertad, “ETA sigue existiendo y la financiamos entre todos con nuestros impuestos”.

A este respecto creo que hizo muy bien Pablo Iglesias saliendo al paso y recordando ciertas evidencias sangrantes: siguiendo con la lógica que identifica a Bildu con ETA, habría que comenzar por recordar que el fundador y presidente del Partido Popular, don Manuel Fraga Iribarne, fue ministro de la dictadura franquista y no es que se comportara precisamente como una hermanita de la caridad. Recordaré algunos célebres hitos de su actuación como ministro. En 1969 la policía detuvo al estudiante de 21 años Enrique Ruano. Lo torturaron tan salvajemente que parece que se les fue de las manos y entonces lo arrojaron desde un séptimo piso. Para intentar fingir que había sido un suicidio, llegaron a manipular la autopsia hasta quitarle un trozo de clavícula donde estaba incrustada una bala con la que le habían rematado. El ministro Fraga, el posterior presidente de honor del PP, fue el encargado de manipular a la opinión pública para que la hipótesis del suicidio saliera adelante. Fraga dio instrucciones para que se manipulara unos de los diarios de Enrique Ruano en los que tenía que aparecer con ciertas tendencias suicidas. Como la opinión pública no se tragó el cuento, hubo protestas masivas y encendidas y entonces, el futuro presidente de honor del Partido Popular llamó personalmente al padre de Enrique Ruano diciéndole que o paraban las protestas o la hermana de Enrique Ruano correría la misma suerte.

La intervención de don Manuel Fraga Iribarne, futuro presidente de honor del PP, también fue muy ilustrativa en el caso del fusilado Julián Grimau, uno de los fusilados más famosos del franquismo. Este dirigente comunista había sido detenido y también había sido torturado y, por cierto, también le habían tirado por la ventana intentando aparentar que había sido un suicidio, lo que pasa es que sobrevivió. Grimau era un famoso dirigente del Partido Comunista que había tenido una enorme relevancia durante la guerra civil y la campaña internacional que se desató para pedir el indulto fue impresionante, intervino incluso el Vaticano pidiendo a Franco que le perdonara. Fraga, como ministro declaró que ese “caballerete”, dijo, estaba en las dependencias policiales recibiendo un trato exquisito: le habían tirado por la ventana después de torturarle brutalmente. Poco después le fusilaron y este fusilamiento lleva el sello del Consejo de ministros en el cual estaba también Fraga Iribarne.

También en 1969, Fraga en tanto como ministro de Información y Turismo fue el encargado de sacar adelante la campaña de propaganda más colosal del franquismo, la campaña de los 25 años de paz.

En resumen, Fraga, que había comenzado como falangista, ostentó cargos franquistas ya desde 1951 ininterrumpidamente hasta la muerte de Franco. Y en 1971, todavía no disimulaba sus simpatías por el nazismo, llegó a firmar una carta de apoyo pidiendo la liberación de Rudolf Hess, el número dos de Hitler. Una vez muerto Franco, en 1975, fue nombrado ministro de Gobernación por el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, ese sanguinario carnicero que antiguamente durante la guerra civil había perpetrado la famosa espantá de Málaga en la que había bombardeado a la población civil. Si, ese que salió por la televisión diciendo eso de “españoles, Franco ha muerto”. Fraga Iribarne, como ministro de Gobernación reprimió con toda dureza las manifestaciones del 1 de Mayo de 1976, las primeras sin Franco. Fue cuando pronunció su más famosa frase: “La calle es mía”, algo que por lo visto siguen pensando algunos de sus seguidores. Ordenó a la policía disparar contra la población civil en las manifestaciones de los sucesos de Vitoria en las que murieron cinco obreros, en Montejurra murieron dos.

Durante la transición, Fraga fundó Alianza Popular con otros siete ex ministros o altos cargos franquistas, es verdad que no quedó muy bien durante las elecciones, pero de alguna forma la refundación de Alianza Popular fue el actual Partido Popular.

Fraga nunca se arrepintió durante su papel protagonista durante el franquismo, nunca pidió perdón a las víctimas. Tampoco el PP ha condenado el franquismo, ha condenado la dictadura, ni ha hecho autocrítica alguna. Más bien, los dirigentes del PP se han mostrado sarcásticos, burlones con respecto a aquellos que todavía siguen buscando a sus desaparecidos, a los desaparecidos del franquismo como dijo Pablo Casado esos carcas que siempre andan por ahí removiendo los huesos del pasado.

Pero los votantes del PP siguen convencidos de que el peligro es que ETA sigue existiendo y ahora se llama Bildu. La posibilidad de gobernar con orgullosos franquistas de ultraderecha, en cambio, no les parece cosa grave. El renacimiento del franquismo del interior de la población española, no les parece cosa grave.

Pienso que para resolver el enigma de por qué la gente vota al PP habría que remitirse la tesis sobre la banalidad del mal que planteó Hannah Arendt a propósito de la Alemania nazi de 1933. Si, es un tema ya clásico desde el punto de vista filosófico. En un artículo ciertamente impresionante que escribió Arendt que se llama Responsabilidad moral durante una dictadura, se preguntaba con cierta angustia por qué tantos colegas, amigos suyos se habían sumado al carro del nazismo, por qué tantos grandes filósofos incluso tremendamente inteligentes habían abrazado una doctrina tosca, biologicista, ramplona y sin duda alguna criminal. Estaban deslumbrados por el éxito de los nazis, comienza diciendo Hannah Arendt. Se subieron al carro de los vencedores, de los que pensaban que iban a ganar y quizás por eso ganaron. Pero según Hanna Arendt fueron sobre todo la mediocridad, el negacionismo, los que provocaron lo que ella misma llamó el colapso moral de la Alemania de los años 30. Es como si todo el mundo hubiera sabido y no sabido al mismo tiempo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, sabían que estaban dictando leyes absurdas y genocidas contra los judíos, sabían que estaban deteniendo a sus vecinos judíos, sabían que había trenes que se iban y no volvían y, sin embargo, todo el mundo hacía como que no lo sabía. Era puro y simple negacionismo, pero era también, nos dice Hanna Arendt, mediocridad, falta de reflexión, una negativa a pensar lo que estaba sucediendo. Como sabéis, su obra más famosa al respecto se llama “Eichmann en Jesrusalén, ensayo sobre la banalidad del mal”. Hanna Arendt asistió al juicio que se celebró en Jerusalén contra Eichmann, uno de los directores de la Solución final, uno de los directores de los campos de concentración o de exterminio. Y lo que más le sorprendió fue que Eichmann no era precisamente un genio del mal, una especie de sádico disfrazado de nazi. No, era una persona absolutamente mediocre, absolutamente banal, una persona que había estado exterminando judíos como podía haber estado perfectamente empaquetando tomates.

Fue una verdadera ola de mediocridad la que impidió a la población alemana sentirse responsable. Y cuando quisieron darse cuenta, habían sido exterminados seis millones de judíos delante de sus narices. Pero ni siquiera Eischmann, el director de este genocidio, se sentía responsable. Durante el juicio perdió los estribos tan solo una vez, una vez en que unos testigos le acusaron directamente de haberle visto estrangular a un niño judío con sus propias manos, entonces perdió la calma y empezó a gritar desesperado: “yo nunca he matado a nadie, yo nunca he matado a nadie”. Sin embargo, era él quien ordenaba poner en marcha las cámaras de gas, los hornos crematorios todos los días. Pero él no tenía conciencia de haber matado a nadie, siempre se consideró algo así como una pieza insignificante de una inmensa maquinaria, en la cual él se limitaba, dijo, a obedecer órdenes. Él se había limitado, dijo, a cumplir con su deber. Durante el juicio llega a decir incluso que lo que había hecho era obedecer al imperativo categórico, el que te dice que hagas lo que consideras que es tu deber, aunque como es sabido los nazis no dejaron un rastro legal de órdenes y decretos exigiendo el exterminio de los judíos. Así que más bien lo que había que hacer era cumplir con lo que intuías que era tu deber según tu propia conciencia moral, hasta el punto de que Eischmann llega a reformular el imperativo categórico de esta forma: obra siempre de tal manera que si el Führer te estuviera observando, aprobaría tus actos.

Si, en nuestra serie de psicoanálisis hemos dedicado un capítulo a las noticias para Kant alertando sobre el peligro de lo que puede pasar si se confunde la voz del deber con la voz del superyó, sobre todo cuando el superyó es la conciencia moral de Hitler en tu cabeza. Son las malas noticias freudianas: la voz de la conciencia no siempre es la voz de la razón, también es la voz de la razón de un superyó obsceno y tiránico que habla en tu interior.

Es algo que sin duda podemos experimentar por nosotros mismos, pero es algo que también se repite muy a menudo históricamente. No siempre somos conscientes de lo que estamos haciendo y de lo que estamos provocando cuando atendemos a las voces de nuestro ancestro interior.

Y sí, yo creo que en España, en este país que vivió 40 larguísimos años de dictadura, la voz del Caudillo, la voz de Franco sigue hablando silenciosa, reprimida, negada en el interior de la conciencia de los españoles, marcando los límites de lo que puede ser aprobado y de lo que no puede ser aprobado. Han pasado 50 años, pero haría falta un psicoanálisis colectivo muy profundo para librarnos de ello. Pensad en otro caso, uno de los maridos de Hanna Arendt precisamente Günther Anders, escribió un libro que se llama “Mas allá de los límites de la conciencia” que es una correspondencia con el piloto de Hiroshima, con el piloto que dejó caer la bomba sobre Hiroshima, apretó un botón y cinco minutos después habían muerto 200.000 personas abrasadas vivas. Günther Anders estableció una correspondencia con él porque le llamó la atención que hubiera sido encerrado en un manicomio después de haber intentado explicar a la población que lo que había hecho no tenía perdón y que no se podía vivir con esa carga sobre sus espaldas. La gran sorpresa de este piloto fue comprobar que nadie se sentía responsable a su alrededor, que nadie se sentía culpable. Y es más todo el mundo consideraba que él no había hecho nada malo, que él había hecho lo que tenía que hacer y que estuvo bien lo que hizo. El piloto acabó en un manicomio y Günther le intenta explicar en una correspondencia magnífica como él es la única persona cuerda en realidad y cómo el mundo entero es el que se ha convertido en un manicomio. Nadie se siente culpable ya por nada. El, en cambio, se había dedicado a hacer atracos a mano armada, primero para que le metieran en la cárcel y le castigaran por lo que había hecho, no por los atracos sino por la bomba de Hiroshima y segundo para recoger dinero y enviarlo a Japón, a las víctimas que él había provocado en Hiroshima. Así que consideraron que en efecto estaba como una regadera. También a él se le decía, pero tu no hiciste más que cumplir órdenes, tu no eras más que una pieza de una maquinaria, al fin y al cabo, también tu obedecías al imperativo categórico. Pues algún día todos tendremos que preguntarnos en que sentido todos somos piezas de una enorme maquinaria genocida, sobre todo teniendo un mediterráneo que hace tiempo se convirtió en una inmensa fosa común en la que todos los años mueren a millares intentado entrar en nuestra Europa fortaleza, sí estos emigrantes frente a los que el voto a Vox pretende tomar tantas precauciones.

El hecho es que, desde las elecciones pasadas, España se ha sumado a la ola reaccionaria que triunfa en Europa y no será con grandes aspavientos criminales por los que avanzaremos por esta senda que tenemos por delante.

La pulsión de muerte se abre camino entre nosotros de una forma mucho más banal, mucho más mediocre, mucho más estúpida, mucho más ciega. Nos volvemos demasiado estúpidos para dejar un espacio de juego posible a la reflexión. Cuando un partido político, como hizo Díaz Ayuso en las elecciones pasadas en Madrid, convierte una perfecta estupidez en un lema de su campaña política, estamos jugando con fuego: o ETA o yo, o ETA o la libertad, esa completa memez anega los cauces de la reflexión. Es como intentar convencer a un terraplanista de que no tiene razón. Pero la historia ya nos ha aleccionado bastante de lo que pasa en estos casos, las consecuencias de tanta estupidez no serán por eso más benignas: quizás lleguen a ser aterradoras.

Para ir haciéndonos a una idea de lo que se avecina basta con imaginar lo que podría haber ocurrido si la gestión de la pandemia y la gestión de la crisis económica hubiera sido gestionada por el PP y por Vox.

A mi no me cabe duda de que este gobierno en el que el PSOE ha tenido que gobernar con un contrapeso a la izquierda ha sido sin duda alguna el mejor gobierno de la historia de la democracia, quizás esto no sea decir mucho porque el listón no estaba demasiado alto, pero algo es algo, ¿qué habría ocurrido si no se hubieran nacionalizado con los Ertes los salarios de la población española, si no se hubieran potenciado las ayudas sociales. Habríamos seguido los pasos de Bolsonaro en Brasil cuya gestión de la pandemia fue prácticamente un genocidio. O como mínimo habríamos seguido los pasos de Díaz Ayuso en Madrid con su gestión de las residencias y sus recortes en la sanidad pública.

He escuchado a algunos ancianos pensionistas de esos a los que no van a votar jamás a ese partido que les ha subido un 8 por ciento las pensiones, que la culpa del deterioro de la sanidad pública la tiene el gobierno socialista y cuando se encuentran que tienen una lista de espera de un año para una mínima prueba médica, ni por un momento se les ocurre recordar que las competencias en sanidad están trasferidas a las Comunidades Autónomas y que por ejemplo en Madrid la presidenta es Díaz Ayuso, nuestra heroína del PP.

Lo que ahora se está denominando el “sanchismo” en todos los medios de comunicación, no ha sido más que un giro social impuesto al partido socialista desde la izquierda y es patente que el hundimiento de Podemos en las anteriores elecciones es una gran tentación para el partido socialista para dar un nuevo giro a la derecha.

Me parece obvio que este funesto regreso al bipartidismo solo podemos evitarlo desde la izquierda votando a Sumar. Yolanda Díaz, la artífice de la reforma laboral ya tiene suficiente experiencia en un gobierno de coalición con el Partido Socialista. Volver a repetir esta experiencia sería sin duda alguna lo mejor que le podría ocurrir a este país, pero sobre todo sería una magnífica forma de pararle los pies a los herederos del terrorismo de estado franquista.

Carlos Fernández Liria
Profesor de Filosofía en el UCM

Nota: Se trata de una opinión del autor publicada originariamente en YouTube, transcrita en DCLM por su interés.


 

sábado, 18 de marzo de 2023

Ni todos malos ni todos iguales

Comenzaré el artículo con una historia que luego voy a criticar. Lo advierto para que el lector o lectora no se regodee demasiado en su lectura y en su conclusión. Cuentan que un político muere y va al otro mundo. Al llegar allí le dicen que la norma existente es que tiene que pasar veinticuatro horas en el infierno y otras veinticuatro en el cielo. Y que luego tendrá que decidor dónde quiere pasar la eternidad. Y lo tendrá que decidir con cuidado porque no puede retroceder en la decisión.

Dice que él quiere ir al cielo para toda la eternidad pero le responden que la norma es la norma y que primero tendrá que probar en el cielo y en el infierno durante un tiempo exactamente igual. Le dan a elegir por dónde quiere empezar y dice que mejor por el infierno. Al entrar ve a otros políticos de su partido que pasean con unos trajes elegantes. Tienen rostros juveniles, parecen contentos mientras conversan amigablemente entre risas. El clima es magnífico y todo parece resplandecer. Después de caminar se encuentra con un reluciente campo de golf, en el que echa unos hoyos con una preciosa joven que llega al mismo tiempo.

Pregunta dónde puede comer algo y le dicen que hay un restaurante llamado El Tridente, donde puede elegir manjares exquisitos y vinos de altísimas marcas. No puede estar más feliz. Se acerca con su recién estrenada amiga y piden langosta, caviar y otras viandas exquisitas. Los vinos, tintos, rosados y blancos no pueden ser de mejor calidad.

Después de la comida, les dicen que hay bailes, fiestas y licores a discreción. Van pasando las horas y casi se ha olvidado ya de qué es lo que está haciendo allí. De pronto le avisan de que ha terminado su estancia en el infierno. Lo lamenta, pide quedarse allí definitivamente y le responden taxativamente que no es posible. Entonces recuerda que ahora le toca disfrutar del cielo. Con buen criterio se argumenta que si eso ha sido el infierno, qué no será lo que le espera.

Abren las puertas del cielo y ve unas nubes blancas y esponjosas de diferentes tamaños. No hay nadie, hecho que le sorprende y preocupa. Pensó que, al menos su amiga, estaría en la nueva prueba. Pregunta por ella y le dicen que no vendrá nadie. Le dan un arpa y, sorprendido y enfadado, dice que no sabe tocar y que no tiene ningún sentido musical. Él rechaza la prueba y dice que ya tiene la decisión tomada. No quiere pasar todo ese tiempo, acompañado del arpa y saltando de nube en nube. Dice que ha hecho amistades en el infierno y que quiere volver allí cuanto antes para toda la eternidad. Le dicen que no es posible. Tiene que completar la prueba. Las veinticuatro horas se le hacen eternas. Se aburre como una postra mientras se reafirma en la decisión tomada. No hay comparación.

Cuando le avisan de que ha terminado la segunda estancia, le proponen que elija con sumo cuidado dónde quiere pasar la eternidad Con cuidado porque no hay marcha atrás. Sin dudarlo ni un segundo dice que quiere ir al infierno. Le insisten en que tiene que elegir con mucho cuidado y él se reafirma en lo dicho.

Cuando entra en el infierno se lleva un susto terrible. Están los políticos de su partido, pero ahora visten trajes andrajosos, sus rostros son decrépitos y están buscando comida en la basura. El clima es asfixiante y el olor insoportable. Se dirige al campo de golf para distraer su enfado y para localizar a su amiga. Pero el campo está calcinado. Cuando pregunta por la comida le dicen que tiene que hacer lo que ha visto que hacían sus compañeros de partido: buscar en el basura algo que se pueda llevar a la boca.

Quiere cambiar la decisión y le responden que no es posible, que fue advertido de forma clara reiterada. Tenía que elegir con sumo cuidado porque no se podía cambiar la decisión. Entonces pide formular una enérgica protesta y le aconsejan que vaya a las oficinas del infierno para presentar su queja. Así lo hace.

No hay derecho. Estoy indignado. He pasado ayer veinticuatro horas maravillosas y, ahora, cuando he elegido pasar aquí la eternidad me encuentro con una situación insoportable. ¿Qué ha sucedido?
Muy sencillo, señor, le dicen, es que ayer en el infierno estábamos en campaña electoral.
Es probable que esta historia sea celebrada con risas y aplausos cuando se cuenta en corrillo o en una tertulia. Viene a confirmar esa sospecha de que todos los políticos son falsos y mentirosos.

Siempre es bienvenida la descalificación y la crítica a la clase política.. No caemos en la cuenta de que ese rechazo, esa crítica indiscriminada, esa condena constante y generalizada es profundamente antidemocrática.

Sé que este es un artículo que va contra la corriente, sobre todo en tiempos preelectorales. La corrupción política es tan escandalosa que corremos el peligro de pensar que todos los políticos son corruptos, delincuentes, mentirosos y ladrones. Cuando se dice que todos los políticos son iguales se quiere decir que todos son igual de corruptos. Pues no. Yo pienso que la mayoría, la inmensa mayoría son personas generosas y docentes. Más o menos acertadas, pero decentes.

¿Hay políticos corruptos? Sí, lamentablemente. Pero también hay arquitectos corruptos. Y médicos y profesores y abogados… Pero hay una especial tendencia a la generalización cuando se produce la corrupción en la política. Y es verdad que tiene una especial gravedad cuando se produce en democracia. Porque esas personas están en el cargo porque los ciudadanos y ciudadanas depositamos en ellas nuestra confianza a través del voto.

Creo que es una mala práctica democrática meterlos a todos en el mismo saco y poner fuera la etiqueta de BASURA. Porque no es verdad que todos puedan meterse en un mismo saco. Y menos en ese saco que les hace a todos despreciables.

Ellos mismos inducen a que realicemos esos juicios injustos e inexactos. Porque, cuando la corrupción se produce en el partido adversario, se trata de extender tramposamente la acusación a todos sus militantes y simpatizantes. He oído decir al señor Maroto, a raíz del “caso mediador” que la droga y la prostitución es como una seña de identidad del partido socialista. Porque ha habido algunos (muy pocos) en Canarias y hubo también algunos (muy pocos) en Andalucía que incurrieron en esas prácticas.

Se equivocan cuando se muestran implacables en condenar la corrupción en el partido adversario. Y mucho menos cuando se produce en el propio partido. No caen en la cuenta de que haciendo esas generalizaciones están echando tierra sobre el propio tejado.

¿Hay curas pederastas? Los ha habido y los hay. Pero, ¿sería justo generalizar y mirar a cada persona embutida en una sotana como un malhechor contra la infancia?

Con esto no quiero decir que no haya que perseguir de forma implacable esos casos de corrupción. Ni los disculpo, ni los minusvaloro. Como decía, son especialmente graves en quienes han traicionado la confianza depositada en ellos por la ciudadanía.

Son celebradas las agresiones a los políticos en las tertulias televisivas y en los programas de radio. Qué decir de los bares y de las peluquerías. Tiene el aplauso seguro quien diga algo ingenioso y despectivo sobre ellos.

Son todos unos sinvergüenzas
Son todos iguales
Son todos unos ladrones
Son todos unos corruptos
Son todos unos mentirosos

Es curioso observar el celo apocalíptico de la de la derecha o de la izquierda cuando descubre en el adversario un atisbo o una imputación o una condena de alguno de sus miembros. La furia condenatoria no tiene limites. Incluso se explora para ver si se encuentra un saco de piedras escondido en el pasado de algún contrincante.

Se da a entender que si lo hace el adversario es diferente, más grave, más alevoso, más perverso, más despreciable, más condenable. Si lo hacen los otros es distinto. Y ese juicio severísimo es especialmente acentuado en época de elecciones. Como si alguien fuera más decente en la medida que denuncia y condena el hecho delictivo de los demás. Ayudémosles a ser honestos. No solo condenando la corrupción. También y, sobre todo, reconociendo su honradez.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2023/03/11/ni-todos-malos-ni-todos-iguales-2/

domingo, 26 de febrero de 2023

Le llamé hijo de perra y otras indirectas

Estoy alarmado por la proliferación de insultos que nos lanzamos unos a otros. Basta seguir algunas sesiones parlamentarias para ver cómo cruzan en todas las direcciones palabras cargadas de desprecio. Hace unos días, en el Senado, el Presidente del gobierno hacía una relación de los insultos que, en unos pocos meses, le había lanzado el jefe de la oposición: déspota, sectario, débil, mediocre, ególatra, adanista, irresponsable, autista, autoritario, frívolo, caudillista… E ironizaba diciendo al señor Feijóo que había dicho cuando asumió la jefatura del partido de la oposición que no había venido a la política nacional para insultar. ¿Sí? ¿De verdad?

Se cuenta de dos amigos que pasaban por delante del parlamento italiano. Se detuvieron en la puerta y oyeron una sarta casi interminable de insultos:

Hay que ver cómo se tratan, dijo uno de ellos.
El amigo respondió:

– Es que están pasando lista.

En su libro “Humor y política”, Alfred Sanvy habla de una recepción en la embajada de Moscú en la que el propio Khuschev cuenta esta historia: Un hombre en plena plaza de Moscú comienza a gritar: Khuschev está loco. Al momento llega la policía secreta y lo detiene. En el juicio le caen tres meses por insultos… y diez años por revelar un secreto de estado.

En la radio, hay algunos periodistas que se ensañan repartiendo calificativos gruesos a quienes consideran del otro bando. Voy a citar a Federico Jiménez Losantos que, cada mañana, se permite hacer descalificaciones insultantes a quienes no considera dentro de su línea de pensamiento. Creo que confunde con demasiada facilidad libertad de expresión con libertad de agresión. Resulta impresionante escuchar un diálogo de Losantos con Rosa Díaz, por ejemplo, hablando sobre el Presidente del gobierno. Es como si estuviesen en una disputa sobre quién insulta más y mejor. Se animan mutuamente a soltar exabruptos. Lo menos que le llaman es psicópata, trilero, mentiroso, traidor, felón… Probablemente sepan, y por eso lo hacen, que esos insultos no solo descalifican al interesado, también dejan un poso de desprecio a todos sus electores y electoras. El Presidente no hace nada, absolutamente nada, bien. Se merece todo el desprecio, todo el odio, todo tipo de insultos. Losantos tiene una sección en el programa que se titula “La república de los tontos”. Por ella desfilan cada mañana un buen número de aquellos a quienes consideran estúpidos. La risa y la burla están aseguradas.

Hay programas de televisión en los que parece existir licencia para insultar, a contertulios y a personas ausentes. Me pregunto muchas veces qué es lo que estamos enseñando desde los medios a nuestros niños, a nuestras niñas. Me acuerdo muchas veces del entrañable Eduardo Galeano y de su libro La escuela del mundo al revés. Un libro en el que explica que la vida es el gran currículum en el que las personas aprenden las lecciones que imparten las personas. Un currículum demoledor.

En los partidos de fútbol se corean insultos y frases despectivas. Recuerdo un partido que vi en el estadio Santiago Bernabeu hace algunos años. Muchos, porque entonces se veían los partidos de pie. Delante de mí se encontraban un padre y su hijo. El padre profería insultos que repartía a voz en grito entre el árbitro, el entrenador y los jugadores. De pronto el niño, que tendría unos diez años, soltó una palabrota dirigida al árbitro. El padre le sacudió una tremenda bofetada mientras decía:

Eso no se dice.
A los dos minutos, el padre siguió gritando de forma desaforada los más gruesos insultos. ¿Qué aprendió el niño? ¿Qué hará cuando se encuentre solo?

Algunas veces se profieren insultos a personas que no conocemos. ¿Quién no ha visto un accidente de coche en el que chocan dos vehículos? Salen ambos conductores de sus respectivos coches y, enfurecidos, comienzan a insultarse, aunque sea la primera vez que se han visto.

El lenguaje sirve para entendernos y también para confundirnos y enfrentarnos. Para insultarnos. Hay una sección en el programa el Intermedio que se titula “Hablando se enciende la gente”. Espero que el lector haya leído con atención. Porque es fácil que se haya dejado arrastrar por el sentido del tradicional aforismo: hablando se entiende la gente. Una ce por una te. Y cambia todo.

Algunos se sienten orgullosos mientras más duros se muestran con los adversarios. Alardean de contundencia y dureza. Como dice mi querida amiga Lola Alcántara, citando a un poco espabilado energúmeno: le llamé hijo de puta y otras indirectas.

Se insulta no solo con palabras. También se insulta con hechos y, a veces, con silencios. Lo cuenta José María Cabodevilla: El señor Iacarino, redactor jefe de un periódico italiano de derechas, se rompió la clavícula en un accidente de equitación. Otro periódico, también italiano, pero de izquierdas, tituló así la noticia: el caballo del señor Iacarino ha salido indemne de un accidente.

Hay frases hirientes que se utilizan como insultos. ¿Has estado alguna vez en el zoo…, quiero decir…, como espectador? Un crítico de teatro resumió su análisis del estreno de la obra de un consagrado autor teatral con una sencilla pregunta: Ayer se estrenó en el Teatro X la obra de Z. ¿Por qué?

Capítulo aparte merecen los apodos y pseudónimos, algunos cargados de veneno concentrado. El citado Jiménez Losantos llama habitualmente al señor Biden, presidente de los Estados Unidos, la Momia. Otros más benignos pretenden provocar la sonrisa a través del ingenio. A un muchacho de mi pueblo le llamaban Mocolindo. No hay necesidad de explicar por qué. A un profesor que tenía la costumbre de leer en voz alta sus lecciones como un busto parlante, le apodaban el Telediario.

Dentro de este capítulo de ingenio menos agresivo leí hace algún tiempo la siguiente anécdota. El Papa Pablo VI padecía una dolencia de próstata en los últimos años de su pontificado. En el Vaticano le llamaban Pablo VI el Apróstata.

Es curioso el mecanismo semántico del insulto. Con una palabra nos referimos a una persona que, dada su tremenda complejidad, no podría ser definida con precisión en varios libros. Es un resumen despiadado que solo pretende hacer daño.

He leído en estos días un precioso libro titulado “Diccionario de las palabras olvidadas”, cuya autora es la londinense Pip Williams. ¿Por qué convertir algo tan maravilloso como las palabras, algo que se puede amar intensamente, en un arma arrojadiza contra el prójimo?

Es una pena que el trabajo educativo de las escuelas, encaminado a cultivar la solidaridad, la compasión y el respeto entre todos los seres humanos, tenga el enorme contrapeso de los insultos radiados, televisados y coreados en masa?

Tengo en mis estanterías un libro titulado “Inventario general de insultos”. Contiene, de la A la Z, exactamente 856 insultos.. Como para llevar el libro a una discusión. Como para hacer un regalo a los candidatos de los partidos en tiempos de mítines y elecciones. Como para llevarlo a una reunión: siéntate, que te voy a leer un libro. En ese catálogo ilustrado hay insultos especializados para dirigirse al marido engañado, a la persona que no responde al prototipo sexual, al extranjero, al de otro color… El odio convertido en palabras. La intolerancia en píldoras. Los insultos están cargados de sexismo, de homofobia, de racismo, de desprecio… Algunos de los insultos recogidos y analizados en el Inventario (tanto en su raíz histórica como en su dimensión literaria) necesita estudio: asnejón, balandrón, boquiblando, bujendón, chafallón, churrullero, estafermo, fodolí, jaquetón, lilipendo, macandón, mojarreras, rastrapaja, tontilindando… Y así hasta zurumbático, que es el último que aparece en la extensa relación. La verdad es que alguna de estas palabras pueden ser utilizadas como insultos sin saber su significado.

Para insultar hace falta tener animus iniuriandi o voluntad maldiciente. El deseo de hacer daño, de herir, de injuriar se colma a través de los insultos que se dirigen al destinatario, haya o no testigos. Hay quien insulta de forma cobarde, en ausencia de los aludidos o, lo que es peor, a través de anónimos.

Algunas veces se pretende hacer gracia con el insulto. Se trata de provocar la risa y el aplauso de los afines. Hay personas muy dotadas en ese rasgo cruel. Son especialistas del sarcasmo.

¿No podríamos tratarnos un poco mejor, más amablemente, más respetuosamente, sin tanto desprecio, sin tanta acritud? ¿No sería un buen ejercicio decirle algo agradable a nuestros colegas? Claro que alguno, empecinado en su destemplanza, acabaría diciendo: es que no se me ocurre absolutamente nada bueno. ¡Qué pena!

martes, 10 de enero de 2023

Carta a Sus Majestades los Reyes Magos con postdata para Felipe VI

Juan Torres López, Publicado en Público.es el 6 de enero de 2023

Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar: Habiendo comprobado desde mi infancia su extraordinaria generosidad y su mágica capacidad de transformar en realidad tantas de mis ilusiones, me permito pedirles en esta ocasión tan solo tres regalos sobre las cuestiones económicas de las que Sus Majestades saben que modestamente me ocupo.

Sobre la crisis que estamos viviendo, les pido que hagan que sea breve y leve y que las previsiones sobre su gravedad y naturaleza estructural que vengo realizando resulten equivocadas, aunque eso hiciera que se vendan menos ejemplares de mi nuevo libro Más difícil todavía que aparecerá en febrero.

En particular, quisiera pedirles que desplieguen Sus Majestades todo su poder para hacer que los organismos internacionales que constantemente nos supervisan y controlan y muy especialmente el Banco Central Europeo dejen de equivocarse en sus predicciones y, sobre todo, que no vuelvan a ser ellos, con sus medidas equivocadas, quienes creen los problemas que se supone deben resolver, como viene sucediendo desde hace décadas.

En relación con la economía española, me gustaría que Sus Majestades hicieran que se cumpla el vaticinio que vengo haciendo desde mayo de 2019, cuando comenzaba a manifestarse la crisis estructural que hay detrás de la subida de precios que estamos sufriendo: si nuestros gobernantes y las fuerzas sociales aciertan y son capaces de diseñar y asumir conjuntamente una estrategia nacional, de intereses del país y no de los grupos de más poder, España podrá aprovechar la gran oportunidad que esta crisis le brinda para que nuestra economía salga fortalecida y con mucho mejor desenvolvimiento.

Les pido, para que ello sea posible, que concedan a la derecha económica y política española el don de la generosidad y la virtud del realismo para que sea capaz de reconocer lo que de positivo hay en nuestra situación económica y no mientan sobre lo que de verdad ocurre para tratar de vencer de cualquier forma y en particular a base de mentiras, a sus adversarios. Sé que es mucho pedir a Sus Majestades que hagan patriotas a las derechas españolas, para que entiendan que España va mucho más allá de sus idearios conservadores e intereses oligárquicos, o que dejen de ser nacionalistas, excluyentes y en consecuencia totalitarias. Pero me atrevo a pedírselo confiando en su generoso poder y por el bien de los millones de españolas y españoles que estamos hartos de la polarización, del cainismo y del odio a quien no es exactamente igual que los nacionalistas, de uno u otro lado, que se creen exclusivos depositarios de la identidad de su patria.

Quisiera pedirles también, mis queridos Reyes Magos, que concedan al gobierno que ahora tiene la responsabilidad de decidir sobre los destinos de nuestra economía las dosis que sean suficientes de lucidez y prudencia para evitar que siga metiéndose innecesariamente en charcos que no conducen nada más que a enturbiar su buena gestión en las cuestiones más importantes. Esto, al revés que mi anterior petición, puede que parezca a Sus Majestades una cuestión nimia o apenas sin importancia, pero déjenme tomarme la osadía de indicarles que no es así. Resulta desolador que un gobierno que mejora las cifras del empleo, el problema que más han sufrido los españoles durante décadas, que combate la subida de precios con más éxito que los demás de su entorno, que está marcando a Europa las líneas a seguir y el que más medidas de protección a familias y empresas ha tomado en muchos años, eche fango sobre sus éxitos por sus continuas manifestaciones de división interna o por empeñarse en tomar medidas sobre cuestiones de segundo orden tan polémicas y desacertadas que ni sus partidarios podemos defender.

Para terminar, puesto que tengo entendido que todos los monarcas se consideran primos entre sí y que, por tanto, deben tener indudable ascendencia sobre nuestro actual Jefe de Estado, el Rey Felipe VI, me permito pedirles un último regalo a manera de suplicante postdata.

Deben saber Sus Majestades, que el artículo 56.1 de nuestra Constitución establece que el Rey «arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones».

Sucede, sin embargo, que don Felipe de Borbón viene incumpliendo este mandato pues nada ha hecho para moderar y arbitrar con el fin de evitar la situación irregular en la que se encuentran algunas de nuestras instituciones, cuando el principal partido de la oposición se niega explícitamente y con argumentos expresamente ilegítimos a tomar las medidas a las que está obligado para hacer que nuestras funcionen con la regularidad y normalidad debidas.

El hecho de que la máxima autoridad de nuestro Estado, su representación primera y más elevada, el rey de España, no ejerza la función que le encomienda la ley de leyes es tan grave que me permito solicitarles que adviertan a su primo de la vergüenza y la indignación que su comportamiento está provocando en millones de sus compatriotas, hasta el punto de que él mismo está reforzando la idea de que más valiera que abdicara si sigue comportándose de esa manera. Algo que va a resultar obligado que le reclamen quienes defendemos el cumplimiento de la ley y la Constitución como base de la vida democrática.

En la confianza de que se hagan reales mis deseos, les deseo toda clase de felicidad y ya espero con renovada ilusión su llegada en 2024.


jueves, 24 de febrero de 2022

_- Juan Torres López. La noche que hablé con Pablo Casado y la gran lección que ha dado a la política y la gran empresa españolas

_- Solo he hablado una vez en mi vida con Pablo Casado. Fue el 30 de noviembre de 2014 en el plató donde se emitía el programa La Sexta Noche.

Me habían invitado para debatir sobre el documento que, junto a Vicenç Navarro, habíamos entregado a Podemos para que le sirviera de referencia en la elaboración de su programa electoral.

Cuando entré en el set, saludé a quienes estaban más cerca de mí. Muy brevemente, a Antonio Miguel Carmona, entonces en el POSE y asistente habitual a ese programa. Estuvo muy frío y distante y apenas nos dirigimos la palabra. Luego me acerqué a Francisco Marhuenda que sí entabló un pequeño diálogo conmigo, con la misma cordialidad y respeto con los que siempre se ha dirigido a mí. Enseguida me dijo que él también era profesor universitario y comentamos alguna cosa más que ahora no recuerdo porque no creo que tuviera más trascendencia que la agradable cortesía con que las personas educadas solemos tratarnos en cualquier momento. A su izquierda llegó Pablo Casado y creo recordar que fue él quien se acercó a mí, lo cual me produjo una primera impresión grata y que agradecí. Me saludó también cariñosa y respetuosamente y, sin que por mi parte mediara otro comentario, me dijo que no conocía a Vicenç Navarro pero que había estado en su misma universidad de Estados Unidos. Más tarde, en su intervención en el programa lo dijo expresamente: «Venimos de la misma universidad, de la John Hopkins, que es una universidad muy conservadora (se puede comprobar en el minuto 5:08 de este video).

También me dijo que él no había leído el documento.

En unos pocos minutos, Pablo Casado me había mostrado que era un mentiroso y un charlatán. Mentiroso porque no es verdad que viniese de la misma universidad en la que Vicenç Navarro es catedrático desde hace décadas. Se lo había inventado cuando habló conmigo en privado y también cuando lo dijo en público ante millones de espectadores. Y un charlatán porque lo demostró cuando intervino en directo acusándome de defender justamente lo que en el documento condenaba. Tanto así, que debí reprocharle que un parlamentario que trabaja con dinero público y al servicio de la ciudadanía no hiciera el esfuerzo mínimo de leer los documentos que criticaba.

A lo largo de su carrera como secretario general del PP, Casado ha mostrado, ya a toda España o incluso en las instituciones europeas, que miente sin pudor y se inventa lo que más le conviene con tal de descalificar a sus adversarios. Ha ofendido a otros líderes políticos con datos falsos, con palabras sin más contenido que el insulto y ha dado cifras inventadas en multitud de ocasiones. Yo mismo lo he denunciado por escrito en alguno de mis artículos (Las mentiras y burradas económicas de Pablo Casado son incompatibles con la democracian o Pablo Casado y el Partido Popular también mienten a los españoles en materia económica).

Es bien sabido que Pablo Casado forjó su trayectoria académica a base de, digámoslo así, «cosas raras» y que se ha sacado de la manga méritos que no es verdad que haya alcanzado. Sus mentiras están en las hemerotecas muy bien documentadas y en alguna ocasión se dijo que ya había mentido en público 1.637 veces (aquí). Yo no sé si ha sido esa la cantidad de mentiras que ha dicho, o si han sido algunas más o menos, pero que han sido muchas se puede comprobar fehacientemente tan solo poniendo «las mentiras de Pablo Casado» en cualquier buscador de internet.

No voy a insistir, pues, en esos rasgos de su carácter y de su forma de hacer política. En realidad, estas letras que he comenzado a escribir a partir de mi recuerdo personal pretenden subrayar algo que me parece mucho más importante, la gran lección que Pablo Casado ha dado y sigue empeñado en dar cuando escribo estas líneas, a la política española.

Durante unos años, los medios de comunicación, muchos periodistas, empresarios y otros dirigentes políticos y financieros lo han jaleado sin pudor, cuando atacaba sin piedad al gobierno, a los socialistas o, en general, a la izquierda española. Estaban contentos porque su descaro, en realidad la poca vergüenza, destrozaba la imagen y la labor de un gobierno que no era el que hubieran deseado que existiera. Sabían que inventó su curriculum, que no tenía apenas formación, que decía barbaridades impropias no ya de un jurista sino de un mal bachiller, que nunca había tenido más oficio que el de medrar en las organizaciones y aparatos del Partido Popular, pero lo apoyaban y financiaban porque tenía la sangre fría de un matón y no se arredraba ante nada ni nadie a la hora de atacar a quien la derecha económica, eclesial y política siempre ha despreciado. Estaban contentos con Pablo Casado porque era un descarado sin igual a la hora de defender los intereses de las grandes empresas y del poder mediático y financiero sin que nunca le importase decir un día una cosa y otro la contraria, inventarse los argumentos, o asumir valores que ponían en peligro la convivencia pacífica entre los españoles.

Sin embargo, lo que me parece más relevante es que, como digo, Pablo Casado ha terminado dando una gran lección que espero tengan en cuenta y aprendan los grandes poderes que lo han apoyado, como apoyan a otros y otras que están haciendo exactamente lo mismo que él: no se puede poner a un tonto, a un tipo iletrado y torpe, irresponsable, sin vergüenza y mentiroso compulsivo al mando de un nave, si se quiere que esa nave llegue a buen puerto.

Dejemos de lado el daño que hizo Casado a miles de personas cuya salud o la de sus familiares sufrió o que perdieron la vida por su boicoteo permanente al gobierno de Pedro Sánchez durante la pandemia. Seguramente, eso sea lo que menos importa a los poderes que recurren a tipos como él. Sí se han debido poner nerviosos cuando estuvo a punto de echar por tierra una reforma laboral que la gran empresa deseaba o de poner en riesgo el dinero europeo que, al fin y al cabo, van a recibir las empresas. Sí, esas empresas que financian al PP que auparon y jalearon a Casado.

En fin, la gran lección que da este político mediocre que hace lo imposible por mantenerse en el puesto a costa de destruir al PP, es muy clara: a nadie compensa recurrir a gente sin experiencia, a pillos sin más conocimientos que los de la traición y el pasilleo, sin formación, ni cultura, ni más valores que los de cualquier otro delincuente, para que se hagan cargo de responsabilidades políticas de envergadura.

Confiar en ese tipo de personas para tareas importantes se vuelve antes o después contra quien confió en ellas. Por eso creo que hay que dar las gracias a Pablo Casado: ha demostrado lo peligrosas que son las personas como él y ahora solo cabe esperar que aprendan la lección quienes tienen que aprenderla.

Juan Torres López.

lunes, 21 de febrero de 2022

Religión, ciencia, política

El fundamentalismo religioso es algo más que solo religión. La palabra clave es fundamentalismo, aunque sus sinónimos son muy adecuados para el caso: extremismo, fanatismo, intolerancia… Todas son formas de prohibir el pensamiento, la razón, la ciencia y el sentido común. La postura anti-ciencia del creacionismo tiene mucho en común con otras formas de negacionismo, por ejemplo, las relativas a la catástrofe climática, el coronavirus y el sida, y también empuja a prácticas antisociales como el racismo, sexismo, homofobia, xenofobia y crímenes de odio.

El solapamiento religión-ciencia-política resulta claro cuando los antiabortistas, que citan las escrituras y que serían felices bombardeando infieles en Afganistán, enarbolan la bandera «Pro-vida es Pro-ciencia» y sostienen que la sentencia del caso Roe vs Wade fue «rancia» porque «la ciencia ha cambiado». Mucho menos científico es el «odioso pequeño argumento», como Jean y Peter Medawar lo llamaron, de la "Falacia del Gran Beethoven", que consiste en afirmar que si se está de acuerdo en interrumpir un embarazo porque el padre tuviera sífilis y la madre tuberculosis ello habría significado asesinar a Beethoven. En realidad, ni siquiera el padre de Beethoven tenía sífilis. Pero es lo de menos: el objetivo no es la verdad. Como apuntan los Medawar, a no ser que haya una conexión causal por la que una madre tuberculosa y un padre sifilítico produzcan genios musicales, de igual manera la abstinencia de relaciones sexuales privaría al mundo de un Beethoven. Cualquier famoso vale. Justin Bieber es una eventual versión actualizada. Y al tratarse de una discusión fatua Hitler puede usarse como contraargumento. Mientras tanto, la cuestión de los derechos de las mujeres se ha alejado del debate y las antiabortistas como la republicana Madison Cawthorn habla de las mujeres como «vasijas de barro santificadas por Dios todopoderoso».

En las discusiones sobre evolución y creacionismo los obscurantistas esgrimen seis argumentos retóricos tratando de dar la apariencia de un debate legítimo: 1) poner en duda la ciencia; 2) cuestionar las motivaciones e integridad de los científicos; 3) inflar los desacuerdos entre los científicos y citar a moscas cojoneras como autoridades; 4) exagerar el daño potencial; 5) apelar a la libertad personal; y 6) rechazar los descubrimientos científicos por no gustarnos sus implicaciones. En tiempos de Martín Lutero, solo era necesario contraponer fe y razón, siendo ésta «la puta del diablo, el mayor enemigo que la fe tiene».

En tiempos más recientes, la teoría de la evolución por selección natural de Darwin ha requerido un giro pseudocientífico al viejo cuento de que Dios ordenó la existencia de materia latente (modelo «logus»), o venciendo monstruos marinos y creando así otro mundo (modelo «agon»). Así, ahora tenemos el «diseño inteligente». En su Teología natural (1802), William Paley postuló de manera famosa: si encuentras un reloj deberá haber tenido éste, en algún momento, un artífice o artífices, y «cada indicio de invento, cada manifestación de diseño, que existen en el reloj, existe en las obras de la naturaleza»; por lo tanto, hubo un diseñador inteligente, una inteligencia suprema, a saber, Dios. El venerable viejo reloj fue acabado y puesto a funcionar por el profesor de derecho y convertido en cristiano Phillip Johnson, autodenominado «padre del movimiento del diseño inteligente», con su libro Darwin on Trial [Darwin a juicio], de 1991. De hecho, poner a Darwin en el banquillo de los acusados escondía un plan más ambicioso. La estratagema política de Johnson de condenar el darwinismo, esto es, la «estrategia de la cuña» [wedge strategy], fue aprovechada por el Discovery Institute, el cual, en su manifiesto Wedge Document, establece que su objetivo no es otro que el de cambiar la cultura americana influyendo en la opinión pública y los medios de comunicación para reflejar valores evangélicos en la esfera política. Como para Johnson, sus credenciales científicas podrían ser mejor entendidas si añadimos a su currículum el hecho de que pertenecía a un grupo que afirma que el VIH no causa el sida. Pero da igual la ciencia y la verdad, es su política la que importa. Otro negacionista del sida, un moonie y predicador del diseño inteligente, Jonathan Wells, explica que su motivo para estudiar teología cristiana en Yale y conseguir un segundo doctorado en biología en Berkeley fue que el hombre de negocios reverendo Moon (valor neto de su riqueza: unos 900 millones de dólares) lo convenció de dedicar su vida a «destruir el darwinismo, tal y como hacen muchos de mis compañeros unificacionistas que ya habían dedicado sus vidas a destruir el marxismo». El Marx materialista: otro anatema.

Pero el darwinismo fue un mazazo para el pensamiento mágico sobre la evolución. En palabras de Jerry A. Coyne, «la vida en La Tierra evolucionó gradualmente con una forma de vida primitiva –quizá una molécula autorreplicante– que vivió hace más de 3,5 mil millones de años; se ramificó con el paso del tiempo, arrojando muchas nuevas y diversas especies; y el mecanismo de la mayoría (pero no todo) el cambio evolutivo es la selección natural». En un artículo de opinión precisa los peligros políticos y en derechos humanos de cualquier posición intermedia que ponga a científicos y creacionistas en un debate entre iguales:

[…] pretender que la fe y la ciencia son vías igualmente válidas de encontrar la verdad, no solo debilita nuestro concepto de verdad, sino que también da a la religión una inmerecida autoridad que no hace nada de bien al mundo. Porque es la certeza de la fe de que tiene un dominio de la verdad, combinada con su incapacidad para verdaderamente encontrarla, lo que produce cosas como la opresión de mujeres y gays, la oposición a la investigación con células madre y a la eutanasia, los ataques a la ciencia, el rechazo de los anticonceptivos para controlar el embarazo y prevenir el sida, la represión sexual y por supuesto todas las guerras, bombas suicidas y persecuciones religiosas.

Creacionistas de varias tendencias cristianas siguen repitiendo que el registro fósil está lleno de lagunas («Enséñame tus ‘eslabones perdidos’»), los famosos eslabones perdidos ausentes que son supuestamente suficientes para desmontar cualquier argumento evolucionista. Richard Dawkins responde, «[…] no necesitamos fósiles para demostrar que la evolución es un hecho. La evidencia de la evolución sería totalmente segura, incluso si ningún cadáver hubiera sido fosilizado». Aunque Dawkins y otros científicos lo han mostrado, («más allá de dudas razonables, más allá de dudas serias, más allá de dudas inteligentes, informadas y sanas, más allá de toda duda la evolución es un hecho»), el hecho no parece tener muchos seguidores. Quienes están seguros de sus creencias no necesitan hechos. Es más, como dijo Peter Medawar, «para un biólogo la alternativa al pensamiento evolucionista es no pensar».

Una encuesta de Gallup de 1982 sobre evolución, creacionismo y diseño inteligente muestra cómo las creencias religiosas se resisten a los cambios de época. El formato de la encuesta es siempre el mismo. «¿Cuál de las siguientes afirmaciones se acercan a las visiones sobre el origen y desarrollo de los seres humanos: i) los seres humanos se han desarrollado tras millones de años desde formas menos avanzadas de vida, pero Dios guio este proceso; ii) los seres humanos se han desarrollado tras millones de años desde formas menos avanzadas de vida, pero Dios no ha participado en este proceso; y iii) Dios creó los seres humanos en su forma actual en algún momento en los últimos 10.000 años?». En el siguiente gráfico aparecen los resultados hasta 2019, el último año con encuesta:

Han cambiado poco en casi cuarenta años. Los creyentes en la evolución guiada por Dios han ido del 38 al 33%; quienes creen que Dios creó a los humanos en su presente forma han caído del 44 al 40%; y la gran variación se produce con aquellas personas que aceptan lo que ha mostrado la evidencia científica, del 9 al 22%. Obsérvese que las dos primeras opciones sobrenaturales suman en el año 2019 el 73% frente al 22% de los bien informados científicamente. ¡Esto en uno de los países más avanzados científicamente del mundo! El creacionismo y el diseño inteligente han estado ganando terreno en Europa, especialmente en Alemania y Polonia, al igual que en Reino Unido, Brasil (donde sus intenciones políticas son claras) y por muchas partes de Latinoamérica. Uno de los principales propagandistas creacionistas fuera de la cristiandad es el supuestamente laico Estado de Turquía, especialmente significativo por su influencia en las poblaciones musulmanas de Europa. El presidente Erdogan quiere crear «generaciones piadosas» y la teoría de la evolución (que el antiguo viceprimer ministro Dr. Numan Kurtulmus llama arcaica y decaída) ha sido casi suprimida de los currículos escolares para dejar paso a más Kemal Ataturk, más religión y más yihad.

En la Europa cristiana la religión manda. En otras palabras, el laicismo –definido como «un sistema político caracterizado por la exclusión del control e influencia eclesiásticos»– que debería ser la base de la democracia moderna, no existe en Europa. Como un informe apunta,

En Europa no hay diferentes ideales laicos, sino más bien diferentes figuras de la relación entre las religiones y el poder público, según el grado de laicización mayor o menor en base al ideal que se haya alcanzado en cada país. Si bien todos los países firmaron la Convención Europea de los Derechos Humanos (a través del Consejo de Europa, en 1950), por la que se obligan a respetar la libertad de conciencia y de pensamiento, así como la libertad de elegir una religión o de no adoptar ninguna, no se respeta la igualdad de derechos de los diversos creyentes, ateos y agnósticos, porque la religión sigue gozando en la mayoría de los países de un estatus de derecho público, acompañado de privilegios financieros y de otros tipos (educativos, simbólicos, jurídicos). Los ciudadanos no disfrutan de una ‘igual libertad’, piedra de toque del laicismo.

Naturalmente, existen diferencias entre los estados. Si Francia sería el que más cercano estaría a un estado laico, el Reino de España o Italia estarían entre los más lejanos, con vergonzosos privilegios para la iglesia católica incomprensibles en el siglo XXI en un estado con pretensiones democráticas. Pero en Grecia, Países Bajos, Bélgica, Reino Unido, Suecia, Alemania, Polonia… para qué seguir, sus iglesias protestantes o católicas o ortodoxas tienen privilegios comparativos inmensos con respecto a otras religiones o con respecto a los ateos. Sin embargo, mientras algunos estados ligan las fundaciones religiosas a «potenciales contribuciones positivas a la sociedad», un informe de 2021 del Foro del Parlamento Europeo para Derechos Sexuales y Reproductivos encontró que las fundaciones para actividades contra los derechos de mujeres y LGTB suman más de 700 millones de dólares desde 2009, con más de 340 millones provenientes de Europa, incluyendo «fundaciones privadas, grupos religiosos, ONGs y partidos políticos, con las principales fundaciones católicas de Francia, Alemania, Italia, Polonia y el España entre los mayores financiadores». Más aún, «los extremistas religiosos han aprovechado la financiación pública» también y están consiguiendo dinero de gobiernos con proyectos para convencer a mujeres de seguir adelante con embarazos no deseados y para la educación conservadora de niños. Si la religión es un asunto privado como exige un estado secular, ninguna religión debería recibir fondos públicos, y menos una o dos a expensas de otras.

La discriminación religiosa también incluye la costumbre aparentemente inofensiva de agrupar a la gente bajo rúbricas religiosas. La socióloga argelina Marieme Hélie-Lucas señala los peligros:

Es pernicioso calificar religiosamente, sin haberles jamás preguntado si son o no creyentes, a personas que viven en todo el mundo, principalmente en Asia y en África (el Oriente Próximo no representa numéricamente sino una ínfima minoría de los presuntos musulmanes del planeta). Es ignorar la masa de agnósticos y de ateos, y es atribuirnos a la fuerza una identidad religiosa que muchos de nosotros rechazamos, incluidos no pocos creyentes. Hacer de una “fe” una “raza” es lo que sufrieron los judíos, ¡y ya se vio con qué costes! Ahora está en vías de pasarles a los presuntos musulmanes…

Las aguas se enturbian más incluso, especialmente en Europa, con la distinción entre religiones fundamentalistas y no-fundamentalistas. No obstante, el islam, el cristianismo y el judaísmo son todas fundamentalistas en la definición generalmente aceptada de religión en tanto creencia incuestionable y veneración de un poder sobrehumano, especialmente un Dios personal o dioses, así como de dogmas y la autenticidad de libros «sagrados» y demás.

Quizá, necesitemos preguntarnos la pregunta esencial de quién lo hizo. ¿Quién se beneficia? Walter Benjamin nos ofrece una pista. El fanatismo occidental tiene más que ver con el capitalismo que con Dios: «el capitalismo se ha desarrollado como un parásito de la cristiandad en Occidente … hasta llegar al punto de que la historia de la cristiandad es esencialmente la de su parásito –esto es, el capitalismo–». Antes que él, en su estudio de cuarenta años del fetichismo (un compromiso o devoción excesiva o irracional a una cosa particular), Marx (El capital III, Parte 7, Cap. 48) había ampliado su categoría de fetiche para incluir casi todo componente del capitalismo, describiendo «la completa mistificación del modo de producción capitalista» para producir «un mundo encantado, pervertido y patas arriba» donde las cosas son personificadas y «las relaciones de producción devienen cosas» en «esta religión de la vida cotidiana». Esta es la religión realmente peligrosa –destructora del planeta–. Y la creencia en algún plan divino es una de las formas de negar que los humanos somos los responsables de inventarlo.

Daniel Raventós Es editor de Sin Permiso. Doctor en Ciencias Económicas, profesor titular del departamento de Sociología en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, y miembro del grupo de investigación GREECS. Su último libro es "La renta básica: ¿Por qué y para qué?" (Catarata, 2021).

Julie Wark Antropóloga y traductora profesional. Es autora del “Manifiesto de derechos humanos” (Barataria, 2011) y miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.

jueves, 2 de septiembre de 2021

Muere Mikis Theodorakis, el compositor de "Zorba el griego" a quien Grecia tenía en su propio Olimpo

Puede que para buena parte del mundo hoy se haya anunciado la muerte del compositor de una canción universal: Zorba.

Pero a los griegos, en realidad, se les acaba de morir una divinidad.

Mijalis "Mikis" Theodorakis, fallecido este 2 de septiembre en Atenas a los 96 años, fue una de las figuras más importantes y emblemáticas de la Grecia contemporánea.

Y no sólo por su música.
Theodorakis también encarnó las luchas políticas y sociales que marcaron a su país y al mundo en el siglo XX.

Además de músico, Theodorakis fue parlamentario, ministro y activista.

Su apellido, que en una traducción libre podría ser regalito de Dios, lleva décadas impreso en la cabeza y el corazón de los griegos.

A ellos verdaderamente se les ha muerto un tesoro nacional.

Dos gigantes
Contar la vida de Mikis, como se le conocía popularmente, es relatar una odisea.

Nacido en julio de 1925 en la isla de Xíos (en español se pronuncia Jios), desde muy pequeño tuvo clara su vocación.

Theodorakis fue un coloso de la creación: su carrera abarca más de 1.000 piezas.

Aunque más tarde realizó estudios formales en París, aprendió a componer solo, escuchando música folclórica y bizantina, y a los 17 años dio su primer concierto.

Nunca más paró.
Ni cuando combatió en la Segunda Guerra Mundial y en la Guerra Civil que acto seguido desangró a Grecia, ni cuando fue perseguido, torturado y exiliado durante la Junta Militar que gobernó su país entre 1967 y 1974. Sus canciones fueron prohibidas y dos veces lo enterraron vivo.

Nada lo hizo sucumbir. Siempre, en toda circunstancia, fue una presencia imponente, exuberante, expresiva.

Parecía un volcán.
En YouTube hay un video fantástico de un concierto de 1995 en Munich, Alemania, en que Mikis comparte escenario con Anthony Quinn, el famoso actor de origen mexicano que en 1964 protagonizó la película "Zorba el griego", de Mijalis Kakoyiannis.

Theodorakis tenía 70 años y Quinn 80. Cantan, bailan, se besan, se abrazan, se elogian, pero sobre todo disfrutan.

Son dos gigantes que gozan como niños.

 

En 2017 circuló otro video que mostraba su grandeza. Aparece dirigiendo ya muy anciano, en silla de ruedas, con una pasión envidiable a un coro de mil personas de 30 ciudades que cantaban en su honor.

Hacia el final rompe en llanto de la emoción, mientras el público le grita maestro, enorme, eterno, el último de los grandes griegos.

Obra maestra
El legado de Mikis Theodorakis es contundente.

Entre cantatas, óperas, sinfonías, ballets, música de cámara, oratorios, películas y canciones populares, su carrera musical llegó a sumar más de mil piezas.

Puede que "Zorba el griego" sea la más conocida, pero no es necesariamente la más alabada.

Para muchos su obra maestra es la "Trilogía (o balada) Mauthausen".

En los años 60, Theodorakis grabó La balada de Mauthausen con el Servicio Griego del Servicio Mundial de la BBC.

Basada en la trágica experiencia del poeta griego Iakovos Kambanellis en el infame campo de concentración nazi, ha sido descrita como el trabajo musical más hermoso jamás compuesto sobre el Holocausto.

Muchas de las grandes composiciones de Theodorakis están, de hecho, inspiradas en la literatura: entre otras, les puso música a las palabras de sus compatriotas Giorgos Seferis y Odiseas Elytis, al "Romancero Gitano" del español Federico García Lorca y al "Canto General" del Premio Nobel chileno Pablo Neruda.

Son obras épicas, un buen reflejo de su ambición, de su compulsión por crear y mezclar. Lo clásico con lo popular, lo griego con lo universal, lo simple con lo grandioso.

Epitafio
La carrera musical de Mikis se desarrolló en paralelo a un intenso compromiso político.

Theodorakis.
Fundó partidos, fue parlamentario, ministro y militante comunista durante gran parte de su vida, aunque en 1989 fue candidato independiente por el partido de centroderecha Nueva Democracia, lo que le valió críticas de quienes lo consideraron un traidor.

Pero especialmente fue un activista, un defensor vociferante de la libertad, el medio ambiente, los derechos humanos y de la infancia y un opositor acérrimo a la violencia y la guerra.

En la década de los 60 se convirtió en una figura sobresaliente en la escena internacional y fue, junto a la actriz y cantante Melina Mercuri, el símbolo de la resistencia a la dictadura en Grecia.

La lista de personalidades que lo recibieron y apoyaron en esa época es destacable e incluye a artistas como Dmitry Shostakovich, Leonard Bernstein y Arthur Miller y a políticos como Yasser Arafat, Francois Mitterand, Olof Palme y Salvador Allende.

Melina Mercuri fue junto a Theodorakis uno de los principales símbolos de la resistencia a la Junta Militar griega.

Su nombre daba y siguió dando la vuelta al mundo.
En 1964 los Beatles grabaron una versión de su canción Honeymoon (Luna de miel), en los 80 Moscú le dio el Premio Lenin de la Paz y en los 90 recibió el Premio Musical de la Unesco.

En 1994 realizó una gira humanitaria que lo llevó a varios países de Europa, Canadá y Estados Unidos dirigiendo una megaorquesta de 150 músicos y cantantes.

Cuando llegó a Washington, el Senado lo recibió con una resolución oficial en que lo honró y aplaudió "su excepcional talento artístico, su profundo amor por su país y su dedicada labor a favor de las grandes causas"...

https://www.bbc.com/mundo/noticias-37532467 

La fascinante historia de la amistad entre Mikis Theodorakis y Pablo Neruda que llevó al compositor griego a musicalizar el poemario "Canto General" aquí.