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domingo, 23 de julio de 2017

Una visión naíf del referéndum. Ser catalán y español no son conceptos antagónicos. No ser independentista no significa ser fascista ni de Ciudadanos ni del PP. Este es el momento de tender puentes, de solventar diferencias e injusticias con genuina voluntad de diálogo.

Ya digo de entrada que este texto me parece prescindible porque lo escribo con el ánimo del que construye una cometa y la intenta hacer volar una tarde de domingo en la que no sopla ni una gota de aire.

La situación que vivimos en Cataluña en estos últimos tiempos posee particularidades que a mí, y sospecho que a mucha más gente, me parecen especialmente dañinas. Aquí enumero algunas; siéntanse libres de tachar las que quieran y añadir las suyas.

Desde hace mucho tiempo se promueve y fomenta continuamente el desprecio hacia los otros territorios del Estado español. Esto es una especie de cansina vuelta al patio del colegio: ese es tonto; el de más allá, un vagazo. Como persona viajada que soy puedo dar fe de que la tontería y la pereza no son patrimonio exclusivo de ningún pueblo del mundo. Si así fuera, ya me tendrían pidiendo asilo en la tierra de los perezosos. La pereza está muy infravalorada.

Se anteponen, antes que cualquier debate sobre qué hacer para mejorar la vida de los ciudadanos, las ventajas de una mítica tierra de promisión que pasa indefectiblemente por la “desconexión” de España, que, según sus partidarios, es algo con lo que soñamos desde la más tierna infancia los ocho millones de catalanes, ya que vivimos esclavizados, amordazados y sojuzgados por el perverso Gobierno central.

Inciso: vamos a ver, el Gobierno central que tenemos se las trae y no voy a ser yo la que diga lo contrario. La torpeza que siguen demostrando hacia la situación en que estamos es solo comparable a la actitud de las avestruces ante los avances de una manada de pumas. Pero de ahí a hablar de esclavitud y sojuzgamiento hay un trecho. Y en un mundo donde tanta gente es esclavizada y sojuzgada de verdad, que desde el Govern se hable en esos términos es sonrojante.

Que existe en muchos sectores de la población un sentimiento genuinamente nacionalista es innegable y merece el máximo respeto. Personas como Puigdemont o Junqueras han confesado —y les creo— la enorme ilusión que les hace la existencia de un Estado independiente. Es cuando imponen sus aspiraciones, asumiendo que todos las compartimos, cuando empiezan los problemas. No se han molestado en averiguar qué pensamos y por qué los que no compartimos esa ilusión.

Si los partidos lo pactan y se establece un marco legal, se podrá hacer una consulta

A mí me resulta extremadamente difícil dirimir cuáles son las diferencias reales entre un partido centralista de derechas y otro catalanista y nacionalista. Ambos, con diferentes acentos y talantes, se han ocupado de crear el nefasto campo de cultivo de la corrupción institucionalizada. Que Ignacio González y uno de los Pujol junior compartan cárcel tiene algo de justicia poética, pero ahora necesitamos justicia de la más prosaica para salir de este callejón sin salida que amenaza con enquistarse para los restos.

El debate sobre las esencias patrias ha engullido el debate sobre qué clase de sociedad queremos. Con la independencia, esto va a ser una mezcla de Shangri-La, Legoland y Ganímedes. Todavía estoy esperando que alguien me cuente cómo va a ser la nueva república independiente catalana. Si alguien tiene pistas, por favor que las comparta. A mí Legoland me gusta mucho, pero no quiero vivir en ella, debe de ser incomodísimo.

El baile de cifras de las balanzas comerciales e impuestos que se baraja para convencer al votante de las bondades de la absoluta necesidad de la independencia porque “España nos roba”. Este concepto ha calado en un gran sector de la población que se siente genuinamente nacionalista y que quiere y necesita encontrar alguna explicación para la crisis económica y que, por razones que se me escapan, está convencida de que ser catalán es mucho mejor que ser español. Ante esto, déjenme que les dé una noticia en exclusiva: ninguna de las dos cosas es una bicoca, pero hay cosas bastante peores. Se me ocurren bastantes. Llegado este punto, honestamente yo ya no sé si España me roba más que Amazon, Zalando o el operario que me ha soplado 400 euros por arreglarme en cinco minutos el aire acondicionado. Yo, sinceramente, me he perdido en este debate de cifras y competencias.

Hay que dejar de estar absortos en nuestro ombligo y elevar la vista más allá de banderas y agravios

Lo peor: este estado de cosas, con amenazas apocalípticas constantes desde el Govern y el pétreo “no sabe, no contesta” desde el Gobierno, hace que no haya cabida para ningún tipo de reflexión o diálogo sereno. Los que no pensamos que la independencia sea la mejor de las ideas inmediatamente somos descalificados como fascistas, vendidos al Gobierno central y un sinfín de lindezas. O, en el mejor de los casos, somos invisibles y se nos barre del ágora pública. Otro notición: no ser independentista no significa ser fascista ni de Ciudadanos ni del PP. Significa simplemente que pensamos que ser catalán y ser español no son conceptos antagónicos. Respecto a la consulta, si los partidos políticos lo acuerdan, si se cambia la Constitución —que se puede cambiar— y se establece un marco legal, ¿por qué no?

Pero un referéndum convocado unilateralmente sin censo y sin ningún control, con el argumento de que basta la mitad más uno para declarar la independencia, no, gracias. Quiero recordar aquí que cuando se convocó el referéndum en Quebec, los porcentajes requeridos para una decisión de ese calibre fueron establecidos por la Corte Suprema con la premisa de que a partir de una clara y rotunda mayoría (no la mitad más uno) habría una obligación por parte del resto del país a renegociar el encaje de Quebec en Canadá.

Y ahora viene la coletilla definitivamente naíf (o buenista o ingenua o boba) de este texto, lo digo por si quieren abandonar ahora: este no es el momento de crear más fronteras, ni muros ni barreras. Este, quizás más que nunca en la historia, es el momento de tender puentes, de centrarnos en las cosas que tenemos en común, de solventar las diferencias y las injusticias con auténtica y genuina voluntad de diálogo, de enfrentarnos juntos, todos los europeos en un marco federal, sin distinciones de pasaportes, a los desafíos de un mundo descabezado, convulso, ardiente, complejo y terrible.

Es el momento de dejar de estar absortos en nuestro ombligo y de elevar la vista más allá de los límites de lo que consideramos nuestro, más allá de nuestras banderas —por mucho que las amemos—, nuestros agravios —por muchos que tengamos—, nuestro pasado. Yo no poseo demasiadas certezas, pero he vivido lo bastante para saber que construir, sumar y amar siempre es infinitamente mejor que destruir, restar y odiar.

Isabel Coixet es directora de cine.

https://elpais.com/elpais/2017/07/17/opinion/1500292963_456977.html

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domingo, 26 de junio de 2016

El mundo debe dar gracias a Reino Unido. Los británicos nos han demostrado que la política no es, o no debería ser, un juego frívolo.

“Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, dijo Churchill sobre el sacrificio de los aviadores de la RAF en la segunda guerra mundial. Podemos decir lo mismo hoy del sacrificio que ha hecho Reino Unido por la humanidad.

El consenso casi total en el mundo es que al votar en el referéndum del jueves a favor de la salida de la Unión Europea los británicos (o, mejor dicho, los ingleses) cometieron un error incomprensible, demencial y de épicas proporciones. Tras conocerse el resultado, las caras pálidas, los tonos de voz entrecortados e incluso las palabras asombrosamente sobrias —no victoriosas— de los dirigentes conservadores de la campaña por el Brexit dieron la impresión de que se habían despertado la mañana después de una noche de alcohol y desenfreno preguntándose: “¡Dios mío! ¿Qué hemos hecho?”.

Malo esto para Reino Unido, pero bueno para todos los demás. Los británicos se encuentran de repente en una crisis económica y política sin precedentes, tan gratuita como innecesaria, y de la que solo se pueden culpar ellos mismos. Como consecuencia, la democracia parlamentaria más antigua ha dado al mundo una lección de un incalculable valor, una lección en cómo no se deben hacer las cosas en un país que aspira a la cordura y la prosperidad.

Lo que nos ha demostrado Reino Unido es que la política no es, o no debería ser, un juego frívolo; que los líderes demagogos que para alimentar su vanidad y sus ansias de poder alientan la noción de que la sabiduría de las masas es la máxima virtud de la democracia deben ser escuchados con cautela; que las decisiones de Estado son todas debatibles pero exigen que aquellos que las tomen posean un mínimo de responsabilidad cívica y un mínimo conocimiento de cómo funciona el Estado; que cuando los políticos que gobiernan o aspiran a gobernar opinan por ejemplo sobre la economía, sepan de lo que hablen, o al menos sepan más que el grueso de la población.

En resumen, los que tienen en sus manos el poder de influir en las vidas de millones y millones de personas deben ser expertos. Los expertos fueron precisamente aquellos cuyos argumentos fueron rechazados por la mayoría británica que optó por seguir las seductoras melodías de los flautistas del Brexit, conduciéndolos, como el de Hamelín, a las cuevas del infierno.

El momento más revelador de la campaña del Brexit fue cuando una de sus principales figuras, Michael Gove, declaró: “La gente de este país está harta de los expertos”. Gove, que fue ministro de educación durante cuatro años en el gobierno de David Cameron, estaba respondiendo a las advertencias del Banco de Inglaterra, de los jefes de los sindicatos obreros, de los principales empresarios británicos, de Barack Obama y de prácticamente toda la gente informada y pensante del mundo que se expresó en contra de votar por la salida británica de la UE. Escuchen a sus corazones y a sus juicios, les decía Gove a los votantes, gente que en su gran mayoría, como la gente en todo el mundo, se interesa mucho más por el futbol, o por las telenovelas, o por los concursos de talento, o por las historias de las vidas íntimas de los famosos o, por supuesto, por sus familias y sus trabajos que por la política, un deporte minoritario vaya uno donde vaya. Esto, que tanto les cuesta aceptar a los ideólogos profesionales, no es ni bueno ni malo. Es lo que es, y lo que hay.

Y es el motivo por el cual el primer ministro Cameron pecó de una irresponsabilidad histórica y de una idiotez monumental al encomendar la decisión sobre el complejísimo tema, entendido por una ínfima fracción de la población, de si salir o permanecer en la UE era bueno o malo. Si hubiera sido fiel al principio de la democracia representativa, que los propios británicos patentaron en el siglo XVIII, hubiera dejado la decisión en las manos de los electos relativamente expertos diputados parlamentarios, más de tres cuartos de los cuales estaban a favor de la permanencia y ahora se encuentran en la surrealista tesitura de tener que obedecer el veredicto de las masas y solicitar formalmente a Bruselas la salida.

Dicen muchos de los comentaristas de élite que escriben para las élites que el Brexit es el síntoma más alarmante hasta la fecha de un fenómeno global contemporáneo “antiélites”. Se ha vuelto un tópico esto, repetido (por un columnista élite del New York Times, por ejemplo, el viernes) hasta el aburrimiento. Así explican día tras día en Estados Unidos y en Europa y en todas partes el ascenso de Donald Trump, primo hermano de los brexiters. Si tantos lo dicen algo de verdad debe tener, se supone, pero existe una explicación más sencilla de estos fenómenos, una a la que las élites opinadoras quizá se resistan por temor a ser tachadas de elitistas: que en cuestiones políticas y económicas nacionales la gente es fácilmente manipulable por los que tienen la cínica astucia de apelar a sus prejuicios y sus sentimientos más viscerales o tribales como, en el caso de los ingleses, el ancestral desdén y desconfianza que les inculcan desde la infancia hacia los deshumanizados “extranjeros”.

¿Por qué los londinenses y los escoceses, a excepción de casi todo el resto de Reino Unido, escucharon a los expertos, desoyeron a los populistas y votaron abrumadoramente a favor de la permanencia en Europa? Fácil. Porque los londinenses habitan en la ciudad más cosmopolita del mundo, conviven y trabajan con extranjeros todos los días y ven no solo que aportan mucho a la ciudad en lo económico y en lo social sino que son tan reconociblemente humanos como ellos mismos. En el caso de los escoceses, que han recibido enormes cantidades de inmigrantes en su tierra en los últimos años y que cuando son pobres son igual de pobres que los ingleses, hay una doble explicación. Una, que no se les adoctrina con sentimientos xenófobos desde una temprana edad, sino más bien todo lo contrario; y que el sistema de educación estatal en Escocia es, como el exministro Michael Gove bien sabe, muy superior al inglés. Los escoceses poseen en mayor abundancia que los ingleses las facultades mentales necesarias para saber distinguir entre los predicadores farsantes y los sinceros, entre las políticas que les convienen y las que no.

La saludable lección que el resto del mundo debe aprender del disparate en el que han caído los ingleses, entonces, es estar más alerta que nunca al populismo barato de aquellos que pretenden llegar al poder apelando a sus prejuicios y resentimientos. Con suerte, el resultado del referéndum británico, y las consecuencias desastrosas que arrastrará, hará más difícil que los votantes estadounidenses sucumban al flautista Trump, o los franceses a Marine Le Pen, del mismo modo que el apocalíptico fracaso del también disparatado proyecto chavista en Venezuela con suerte servirá de advertencia a los demás países de América Latina.

Si el mundo no aprende de estas lecciones quizá llegue el día en el que tengamos que replantearnos la idea de que la democracia es el sistema político menos malo que ha inventado la humanidad. Mi padre, que combatió en la RAF de 1939 a 1945, decía con frecuencia algo que recuerdo mucho estos días: que el mejor sistema de gobierno era la autocracia moderada por el asesinato. Siempre pensé que era una locura y que lo decía en broma. Ya no estoy tan seguro.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/26/actualidad/1466928806_545463.html

domingo, 5 de julio de 2015

Entrevista a Jerome Duval, miembro de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD). “Tsipras tiene razón cuando habla de responsabilidad criminal del FMI”

Enric Llopis
“Hace seis meses que los acreedores le están imponiendo a un gobierno democrático sus tareas”; “Tiene toda la razón el presidente griego cuando habla de “responsabilidad criminal” del FMI, a la vista de cómo actúa en Grecia”. De este modo se expresa Jerome Duval, miembro de la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD) y del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). El activista ha participado en Buenos Aires en la Primera Conferencia Internacional sobre Deuda, Bienes Comunes y Dominación. Después de los planes de “rescate” y la “ayuda” financiera de los organismos internacionales, Grecia tiene una tasa de desempleo del 27% (60% de paro juvenil) y un endeudamiento público que hoy ronda el 180% del PIB (en 2010, cuando empezaron estos planes, se situaba en el 130%).

-¿Qué consecuencias sociales ha tenido para Grecia, en términos sociales, la irrupción de la Troika con los rescates? ¿Tienen razón quienes se refieren a estas medidas en términos de “rigor”, “seriedad” o “reformas” para sentar las bases del crecimiento?
El desempleo ha aumentado en Grecia un 273,7% entre 2009 y 2013. Actualmente la tasa de paro se sitúa en torno al 27%, como consecuencia de los célebres “planes de rescate” (los años 2010 y 2012). La caída de la pensión media es del 61%. El presupuesto para Sanidad ha caído un 40%, mientras han reaparecido en Grecia enfermedades como la tuberculosis y la sífilis. Los casos de VIH-SIDA se han multiplicado y los suicidios han aumentado un 45% desde el inicio de la crisis hasta 2011. Después de las medidas aplicadas por los organismos internacionales (planes de “rescate” y “ayuda” financiera), la deuda pública ronda actualmente el 180% del PIB. Aun así, la UE y el FMI quieren continuar con el ajuste y presionan al gobierno griego para que mantenga las políticas de austeridad. El “rescate” ha constituido un rotundo fracaso social, pero también económico (El PIB ha caído un 25% desde el inicio de la crisis).

-¿Qué aportaciones realiza el Comité de la Verdad de la Deuda Griega?
Al menos hasta mayo de 2016 se continuará trabajando en la auditoría de la deuda. Los análisis se están centrando en lo ocurrido durante los últimos años desde la intervención de la Troika. Se trata de darle herramientas al gobierno, para que considere el repudio de la deuda por “ilegal” e “ilegítima”. María Lucía Fatorelli y otros autores afirman que en Grecia se reproducen las mismas matrices que en otros países, los mismos actores que antes operaron en otros lugares. El objetivo, en todos los casos, es la socialización de pérdidas mediante el “salvataje” bancario. De hecho, el rescate de los bancos en Grecia representa ocho años de salarios públicos y pensiones, según Daniel Munevar, quien trabajó para el CADTM y actualmente es asesor de Varufakis.

-¿Qué conclusiones pueden extraerse?
Se trata de un auténtico robo a la población. Pero quedan pendientes también otros aspectos, como los ambientales, que se abordarán más adelante: el saqueo de recursos y la contaminación vinculada al endeudamiento. El rol del FMI es muy grave en relación con Grecia, sobre todo cuando vemos su actuación respecto a países como Ucrania (con graves problemas de deuda, se habla en cambio de reestructuración). Se ve, así, que el fondo del problema es político: quieren austeridad y no un gobierno como el de Tsipras en Europa. El uso del dinero del “rescate” está estrictamente dictado por los acreedores, por eso menos del 10% de los fondos se han destinado a gasto corriente del gobierno.

-¿Es posible probar estas afirmaciones?
Desde finales de 2010, los bancos comerciales fueron reemplazados por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que pasó a ser el principal acreedor. Paulo Batista, uno de los dirigentes del FMI, afirmó a principios de marzo de 2015 que la concesión del préstamo al país heleno servía para “rescatar a los bancos alemanes y franceses, pero no a los griegos”. Philippe Legrain, asesor económico de Durao Barroso cuando presidía la Comisión Europea (y entrevistado por la Comisión de la Verdad), animó al gobierno griego a no aceptar las condiciones de los acreedores, a causa de los sufrimientos económicos y la colonización política impuesta al pueblo griego. Por otro lado, según el último informe del CADTM, entre 2008 y 2012 las ayudas directas a los bancos griegos ascendieron a 35.000 millones de euros (el 19,3% del PIB). Además, las garantías públicas ascendieron 73.000 millones de euros (28,1% del PIB). En ambos casos Grecia ocupa el segundo lugar de la UE-28 después de Irlanda.

-¿Qué posibilidades hay de que las conclusiones de Comisión de la Verdad tengan efectos prácticos?
Antes se gritaba “No debemos, no pagamos” en la Plaza Sintagma. Ahora también se defienden estas consignas en el parlamento griego. Más de 40 diputados de Syriza han pedido un debate en sede parlamentaria sobre los resultados de la auditoría.

-¿Se han cometido irregularidades?
Más allá de la ilegitimidad, la comisión ha descubierto ilegalidades. El FMI actuó en contra de sus propios estatutos. Las instituciones de la UE, contra las normas europeas. Según la ONG Jubilee Debt Compaign, el FMI se ha embolsado más de 2.500 millones de euros en beneficios por los préstamos y los intereses sobre estos préstamos con los que ha financiado a Grecia. Por otro lado, la Comisión de la Verdad ha invitado al diputado argentino Claudio Lozano y al presidente de la Comisión Bicameral de la Auditoría de la Deuda argentina, Eric Calcagno. Esto es interesante para fortalecer los procesos en ambos países. El objetivo del “rescate” ha sido salvar a los bancos alemanes y franceses, pero también de otros países como Suiza. La Comisión de la Verdad ha observado compras de armamento a Alemania y Francia que se apoyaron en el “fantasma” de un riesgo de enfrentamiento con Turquía. En algunos, casos se trataba de armamento defectuoso y sin facturas. La compañía alemana Siemens tiene mucho que decir en todo esto.

-¿Qué se dirime en el referéndum del 5 de julio?
Los medios de comunicación privados han desencadenado una campaña brutal por el “Sí”. También los acreedores y los gobiernos del centro de Europa. Mienten cuando hablan de una posible salida del euro, ya que realmente esto no se está planteando. En el referéndum se pregunta por la última propuesta de los acreedores, sabiendo que el gobierno de Tsipras ha hecho muchas concesiones y atravesado numerosas “líneas rojas”. La consulta es la vía más democrática para saber lo que opina el pueblo, de hecho, Tsipras ha sido elegido para desarrollar un programa social que las instituciones internacionales le impiden aplicar. Ocurre que la propuesta de los acreedores no tiene nada que ver con el programa por el que se eligió a Syriza. Ya hubo un intento de referéndum en 2011, que no se realizó finalmente por la presión enorme de Alemania y los países del Eurogrupo. En la campaña a favor del “sí” defienden la “responsabilidad”, pero gente tan poco radical como Krugman o Stiglitz, apoyan al pueblo griego, y afirman que el “sí” resultaría un fracaso.

-¿Hay vida fuera de la eurozona?
La Comisión de la Verdad no plantea nada que tenga que ver con una salida del euro, ni tampoco el referéndum. Además, no está prevista la salida de la moneda única dentro de los estatutos de la Unión Europea, por tanto, habría que introducir cambios. En mi opinión, ahora hay que centrarse en la denuncia del “sistema” deuda, que con otra moneda también podría sangrar y oprimir –como lo está haciendo ahora- a las poblaciones. El gobierno griego no quiere salir del euro, si lo hace es porque lo expulsan. Además, creo que la denuncia del “sistema” deuda y la austeridad unifica a las poblaciones. Gran Bretaña y Ucrania, que no pertenecen a la eurozona, también sufren problemas relacionados con la deuda y las políticas austeritarias. Con esto no quiero decir que esté a favor o en contra del euro, pero sí que lo que realmente sojuzga a las poblaciones es la deuda.

-En medio de todo el ruido de comunicados, declaraciones, cartas y amenazas, ¿qué pretenden realmente las instituciones europeas y el FMI? ¿Cuál es su estrategia no explícita? ¿Y la del ejecutivo griego?
Sacar a Tsipras del poder en Grecia. Y de ese modo, impedir el “efecto contagio” en países donde se celebrarán pronto elecciones, como España o Irlanda. Estamos viviendo un periodo histórico en el que se atenta contra la democracia como nunca antes en tiempos de paz. También, un saqueo brutal contra un pueblo, en este caso el griego. Pero asistimos al mismo tiempo a un gran momento de lucha y resistencia (históricas), en países como Grecia o España. Por eso es tan importante apoyar el “no” en el referéndum. Por otro lado, la posición de Tsipras no es radical. Sólo ha planteado una reestructuración de la deuda para posponer los pagos y poder funcionar de un modo “normal”, además de desarrollar un plan de inversiones. Lo que ocurre es que se ha negado a traspasar la “línea roja” de las pensiones.

-Por último, ¿se debería continuar negociando después del referéndum del domingo?
Personalmente estaría a favor de la ruptura para que no hubiera negociaciones. Hace seis meses que los acreedores le están imponiendo a un gobierno democrático sus tareas. Las instituciones internacionales han empujado al máximo a Tsipras, hasta el límite de sus “líneas rojas”. Si negocian, es sólo para que se apliquen medidas de austeridad. Tiene toda la razón Tsipras cuando habla de “responsabilidad criminal” del FMI a la vista de cómo actúa en Grecia. Siempre hay que tener con cuenta que, por ejemplo para “honrar” el pago de la deuda, la masa salarial del sector público pasó de 24.500 millones de euros a 15.800 millones de euros entre 2009 y 2013, lo que además implicó un “recorte” de 277.000 empleos.

Influyentes economistas toman partido en el referéndum griego. Los argumentos de importantes académicos, tres de ellos premios nobel, a favor de la opción del sí o del no

La convulsa situación que se vive en Grecia, inmersa en un ‘corralito’ financiero y en el intento de alcanzar un acuerdo de tercer rescate con la Eurozona, ha provocado que algunos de los más influyentes teóricos de economía se hayan posicionado en uno u otro lado en el referéndum del próximo domingo. Estos economistas, entre los que destacan tres premios Nobel, argumentan el porqué de su decisión así como las posibles consecuencias que conllevaría para el país heleno y su población el hecho de decantarse por el ‘sí’ o por el ‘no’ en la consulta.

A favor del no
Joseph Stiglitz, nobel de Economía 2001: “Las condiciones impuestas a Grecia son indignantes” El teórico estadounidense ha defendido claramente el ‘no’ en el referéndum en diversas entrevistas y artículos publicados en los últimos días. Pese a reconocer que es complicado aconsejar a los griegos, Stiglitz no tiene dudas de que un ‘sí’ en la consulta “significaría una depresión casi interminable” y solo llevaría a Grecia a una crisis más profunda, tal y como afirmó en su artículo ‘Obligar a Grecia a ceder’ publicado en ‘El País’ y The Guardian.

Stiglitz cree que la antigua troika (BCE, FMI y Comisión Europea) tiene una importante responsabilidad en la situación de crisis que atraviesa el país. Sin exculpar a Grecia, defiende en una entrevista en BBC Mundo que Europa debió apostar en el año 2010 por un plan de deuda que devolviera al país a la senda del crecimiento en lugar de adoptar unas medidas que dieron paso a una etapa de austeridad que da por fracasada. Para culminarla, apuesta por decir ‘no’ a unas condiciones que tacha en la misma entrevista como “indignantes y un ataque para la democracia”.

El ‘no’ que, tal y como reconoce en el artículo citado, podría abrirles la puerta a un futuro que “aunque no tan próspero como el pasado” será “más esperanzador que el inadmisible tormento actual”. Una situación que para Stiglitz ha llegado por culpa del programa económico impuesto por la Troika y cuyos resultados, entre los que se encuentran un descenso del 25% del PIB nacional o una tasa de paro juvenil del 60%, han sido “terribles”. En definitiva, un rechazo rotundo a un ‘sí’ que solo agravaría la crisis del país heleno.

Joseph Stiglitz es economista y profesor estadounidense. Logró el Premio Nobel de Economía en el año 2001. Antes, en 1979, recibió la medalla John Bates Clark. 'El precio de la desigualdad' es una de sus obras más importantes. Es execonomista jefe del Banco Mundial.

Paul Krugman, nobel de Economía 2008: "Grecia debe votar 'No"
Todavía más contundente que Stiglitz se muestra Paul Krugman, quien en su artículo ‘Grisis’ publicado en ‘The New York Times’, afirma con rotundidad que la población helena debe decidirse por el ‘no’ en el referéndum del domingo y que el gobierno de Tsipras debe estar preparado para abandonar el euro si fuera necesario. El motivo, la postura de la Troika. El Premio Nobel de Economía considera que la austeridad impuesta a Grecia en los últimos años ha sido la causante de esta situación y que por lo tanto el ‘sí’ supondría "una prolongación indefinida del momento actual".

Por ello, los ciudadanos griegos deben decir 'no' y rechazar al que ha sido el causante del desplome de la economía helena desde el año 2010, cuando comenzaron los recortes del gasto público, los aumentos de los impuestos y demás medidas austeras que solo provocaron una enorme reducción de la recaudación, tal y como explica el teórico estadounidense en su columna.

En ella, critica a la troika su actitud de extrema dureza y su decisión de aplicar una mayor dosis de austeridad, rechazando las medidas de un Tsipras para el que pide el apoyo del pueblo griego. Pese a afirmar que el ‘Grexit’ no es un efecto automático del 'no', argumenta que no sería una vía tan catastrófica como hace ver la eurozona, puesto que "las consecuencias más temidas serían el cierre de bancos y el control de capital", algo que ya se ha dado con el ‘corralito’ financiero impuesto el lunes.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía en el año 2008 y ganador del Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2004.
Actualmente es profesor de Economía y Asuntos Exteriores en la Universidad de Princeton y columnista de ‘The New York Times’.

Postura intermedia
Thomas Piketty: "La salida de Grecia del euro sería el principio del fin"
El economista francés desglosa y argumenta con dudas su posición respecto al referéndum del próximo domingo. Sin decidirse por el 'no' como hacen Stiglitz o Krugman, Piketty considera en una entrevista a Efe que el plan puesto en marcha por los acreedores es “malo y recesivo” y que por lo tanto es absolutamente negativo para Grecia. Piketty considera que el ‘no’ nunca debería suponer la salida de Grecia del euro, un escenario al que augura consecuencias catastróficas.

Por otro lado, entiende a aquellos griegos que voten 'sí’ por miedo a las “amenazas de expulsión” recibidas por la Troika y a la “política de asfixia del Banco Central Europeo”. Unas amenazas que no considera nada creíbles, ya que para Piketty “la salida de Grecia sería el principio del fin” para una Europa que se quedaría en una posición mucho más frágil. Por tanto, en la entrevista, el francés considera que es una utopía pensar que la zona euro está preparada para la marcha de cualquier miembro y aboga por el diálogo y la reestructuración del conjunto de deudas sea cual sea el resultado del referéndum.

Thomas Piketty es economista francés y autor del conocido ensayo El capital en el siglo XXI. El impulsor de la Escuela Económica de París es profesor en ese centro y en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París. Fue galardonado con el premio Yrjö Jahnsson en el año 2010.

A favor del sí
Christopher Pissarides, nobel de Economía 2010: "El 'no' podría dejar a Grecia fuera del euro"
Pissarides cree que la única salida viable para Grecia pasa por un ‘sí’ de los ciudadanos en el referéndum del día 5 de julio. El Premio Nobel considera que el gobierno de Tsipras ha tomado decisiones equivocadas, como "retrasar el control de capitales o negar la existencia del pánico a la fuga de capital", tal y como reconoce en una entrevista en Deutsche Welle. Además, critica la forma de llevar las negociaciones por parte del primer ministro griego, quien debería haber negociado con más insistencia ciertas medidas impuestas por la eurozona. En la entrevista, advierte de que un 'no' "podría dejar a Grecia fuera del euro mientras que el 'sí' asegura su permanencia".

Pese a ser partidario del ‘sí’ en la consulta, no está a favor de las exigencias de la Troika, a quien también critica. En una columna que escribió en The Guardian, Pissarides afirma que cualquier medida de austeridad es "negativa no solo para Grecia sino también para toda la Unión Europea"y que lo único que ha provocado es agravar la situación griega así como "generar una división en Europa". Por ello, anima a los dirigentes europeos a ser más benévolos en ciertos puntos, renegociar la deuda y hacer ver así a Grecia que quieren mantenerse unidos.

En ambos medios pide a los helenos que apuesten por el ‘sí’ para solucionar su crítica situación. Por otro lado, si llega el ‘no’ augura a Grecia un enorme distanciamiento de Europa, un retroceso y un mayor aumento de la recesión.

247 profesores de economía de universidades griegas abogan por el 'sí' en una declaración conjunta
La crítica situación vivida en Grecia y la convocatoria del referéndum provocó que 247 profesores de economía de diversas universidades del país se juntaran para publicar una declaración firmada en la que piden el ‘sí’ para Europa a la población griega, haciéndoles ver las graves consecuencias que conllevaría la victoria del ‘no’ y la posible salida de la Eurozona. Este grupo de profesores defiende en su manifiesto que este ‘no’ siempre sería peor que pagar la deuda y sentarse a negociar y pactar con el resto de socios de Unión Europa y el FMI.

Además, la negativa a Europa supondría unos efectos “económicos, sociales, políticos y geopolíticos desastrosos” y una serie de consecuencias funestas a corto y medio plazo que han querido hacer llegar a la población griega:

"Consecuencias a corto plazo: Cierre de los bancos, corte en el valor de los depósitos, notable descenso del turismo, escasez de productos básicos y materias primas, mercado negro, hiperinflación, quiebras, gran aumento de la tasa de desempleo, rápida bajada de los salarios y del valor real de las pensiones, profunda recesión, disturbios sociales y graves problemas en el funcionamiento de la sanidad pública".

A continuación, detallan los efectos a medio plazo: "aislamiento internacional, falta de acceso al mercado internacional de capital durante varios años, crecimiento bajo e inversión anémica, enorme desempleo combinado con altas tasas de inflación, suspensión del flujo de fondos estructurales de la Unión Europea, importante disminución del nivel de vida, deficiente prestación de bienes y servicios públicos básicos".

Consideran que todas estas consecuencias no deben producirse tras los graves sacrificios realizados por el pueblo griego en los últimos años ni tampoco en un momento en el que la situación económica estaba empezando a recuperarse. El manifiesto culmina con la petición al pueblo heleno de un ‘sí’ que les asegure mantenerse del lado de la Unión Europea y la eurozona.

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/07/03/actualidad/1435913452_956868.html

martes, 18 de febrero de 2014

El referéndum de Suiza contra la emigración de la UE solo es un síntoma de cómo el proyecto europeo, socialmente devaluado por la crisis y sus estafas, pierde cohesión y base social.

Esto era la granja modelo de la Unión Europea: tres países, Francia, Alemania y Suiza, dos de ellos enemigos históricos y hoy pilares de la UE, y el tercero históricamente neutral y hoy con acuerdos estrechos con Bruselas, conviviendo, sin fronteras y con infraestructuras comunes, alrededor del Rin: el corazón de Europa.

Es el llamado “Eurodistrito del Rin” o “Aglomeración trinacional de Basilea”, con 2,3 millones de habitantes de las tres naciones. A un lado la ciudad suiza, sede de importantes industrias, al otro Saint Louis, villa francesa de la alta Alsacia, y un poco más allá Lörrach, parroquia de Baden-Württemberg, el estado más boyante de la dominante Alemania. Todo en razonable armonía. Y en eso llegó el referéndum suizo.

El día 9 los suizos aprobaron en consulta limitar la emigración europea, renegociando los acuerdos vigentes establecidos en la materia con la UE. El mandato, que habrá que ver cómo se aplica, contempla el establecimiento de unas cuotas de emigración dentro de tres años. La UE, que cada vez más se comporta como un imperio arrogante y autoritario ha recibido una bofetada de la pequeña Suiza. ¡Intolerable!

En la prensa alemana se lee que en el referéndum de Suiza, “ha ganado la estrechez de miras y la cerrazón” y ha perdido, “la tolerancia y la justicia”. La canciller Merkel ve “importantes problemas”. En Bruselas se enfadan, congelan acuerdos y amenazan con represalias.

Nadie parece ser consciente del espejo que ese referéndum, en el que indudablemente la derecha suiza ha capitalizado un resentimiento nacional hacia ciertos deterioros, ofrece a toda Europa y en primer lugar a Alemania.

Desayuno
Desayuno en Saint Louis, 20.000 habitantes y una calle sin gracia que acaba en la frontera. Bajo las banderas de Francia y Suiza un edificio de aduanas abandonado desde 2008 y con las ventanas polvorientas. Edouard Dombó es uno entre las decenas de miles de franceses que atraviesan diariamente esta frontera para trabajar en Basilea. Treinta años en “Swiss Metall”, una empresa metalúrgica que fabrica piezas para relojes. La empresa la han comprado los chinos que se van deshaciendo poco a poco de la plantilla. “Alguno de mis compañeros se ha suicidado”, dice. Ya sesentón, él se ha podido jubilar. El referéndum del domingo va a cambiar aún más el ambiente hostil hacia los “frontaliers” (en alemán “Grenzgänger”, en italiano “frontalieri”) los que atraviesan cada día la frontera para trabajar en Basilea, explica. “Mi hijo, que nació en Suiza se ha encontrado con que esta semana le han puesto problemas para obtener el pasaporte suizo, le han dicho que hay que esperar a ver qué pasa”. “Todo esto no anuncia nada bueno para Europa”, dice Dombó, nacido en Martinica y votante de François Hollande. ¿Decepcionado?, “claro, pero, ¿qué se podía esperar de Hollande? Todo esto supera a los políticos. Tampoco Obama ha podido cambiar nada en Estados Unidos”, dice. “El euro lo desordena todo, esto no hay quien lo arregle”, concluye encogiéndose de hombros...
Fuente y leer más, en Rafael Poch. http://blogs.lavanguardia.com/berlin/?p=550

lunes, 16 de diciembre de 2013

El debate que todo lo oscurece

Se nos distrae a los españoles con la excusa de Cataluña y se distrae a los catalanes con la excusa de España


A la vuelta de las vacaciones navideñas se pondrán en marcha las maquinarias electorales: en mayo se celebrarán las elecciones europeas y algunos no descartan la posibilidad de que se junten con unas elecciones andaluzas, en el caso de que la nueva presidenta de la Junta decida adelantarlas para someterse al voto directo de los ciudadanos.

Sea como sea, empezará un año delicado desde el punto de vista político: la recuperación económica, de producirse, no tendrá efectos apreciables sobre los ciudadanos; por el contrario, se empezará a notar cómo los recortes se han transformado en auténticas reformas estructurales que dañan el núcleo del sistema sanitario, educativo, judicial y asistencial. Cubriéndolo todo, e impidiendo casi cualquier otro análisis, se acelerará el debate catalán, colocado ya en el disparadero por la intención de Artur Mas de convocar antes de fin de año una consulta sobre la independencia.

La situación va a depender mucho de cómo se quiera conducir este último capítulo. De un lado, por parte de CiU, por supuesto, pero también por parte del PP. El presidente del Gobierno advirtió ya que la consulta catalana se sitúa fuera de la Constitución, por lo que ningún Gobierno español podrá nunca autorizarla. Rajoy cuenta con el apoyo del PSOE (295 diputados sobre un total de 350). Rubalcaba fue terminante al calificar la hipotética consulta de “referéndum de autodeterminación”.

A la vuelta de las vacaciones navideñas se pondrán en marcha las maquinarias electorales: en mayo se celebrarán las elecciones europeas y algunos no descartan la posibilidad de que se junten con unas elecciones andaluzas, en el caso de que la nueva presidenta de la Junta decida adelantarlas para someterse al voto directo de los ciudadanos
...Más en El País. SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ.