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viernes, 26 de octubre de 2018

La escuela no es capaz de mejorar la clase social del alumnado. La brecha en el desempeño académico de unos estudiantes y otros se abre a los diez años, según la OCDE-

La mitad de los estudiantes españoles de clases pobres se concentra en escuelas de condiciones depauperadas. A este respecto, España se encuentra muy cerca de la media de la OCDE (48%), y esta “segregación” es una de las claves que dificultan el progreso social porque esos alumnos arrastrarán durante años un peor rendimiento escolar. La escuela no cumple, de este modo, la función clave de proporcionar una ventana de oportunidad para niños de todos los orígenes económicos y sociales, advierte la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en el estudio Equidad en la Educación: superar las barreras a la movilidad social, publicado este martes.

“La escuela no está sirviendo de contrapeso a las desigualdades económicas que sufren las familias”, lamenta el responsable del informe de la OCDE y analista de PISA, Daniel Salinas, en conversación con este diario en París.

Según el informe, presentado en Londres, “hay una fuerte relación entre el perfil socioeconómico de la escuela y el desempeño del alumno: estudiantes que acuden a escuelas con recursos materiales, buenos profesores y de alumnado de clases acomodadas obtienen mejores resultados en PISA”.

De promedio, alumnos desfavorecidos que acuden a escuelas de mayor nivel socioeconómico lograron una puntuación 78 puntos superior —equivalente a más de dos años y medio de escolarización— que la de aquellos que van a escuelas desfavorecidas. Por eso, concluye el informe, “los estudiantes desfavorecidos que acuden a escuelas desfavorecidas sufren, a priori, una desventaja doble”.

Una constatación preocupante sobre todo porque, tal como destaca en el informe el director de Educación de la OCDE, Andreas Schleicher,
“los niños de familias pobres a menudo solo tienen una oportunidad en la vida, y esa es una buena escuela que les dé la posibilidad de desarrollar su potencial”.

Estudiantes desfavorecidos pero emocionalmente resilientes (que se sobreponen a las dificultades) tienden al menos a tener un rendimiento académico mejor.
Sin embargo, en España, más del 80% de estos alumnos no son ni social ni emocionalmente resilientes (frente a la media de 73,8% de la OCDE), lo que hace que se sientan menos integrados en la escuela.

La desigualdad precoz
Además, el estudio, que compara datos del informe PISA 2015 y 2006, lanza otra advertencia: la brecha de desempeño académico se empieza a abrir a los diez años de edad, antes de lo que se pensaba. “Las desigualdades en educación no se originan de un día para otro, sino que empiezan desde muy temprano y se van acumulando a lo largo del tiempo”, explica Salinas. “La diferencia socioeconómica ya es de una magnitud bastante grande a los diez años, sigue creciendo a los 15 y todavía crece un poco más después de los 15 años”.

El informe constata en este sentido que más de dos tercios de la brecha de desempeño académico observado en estudiantes de 15 años y otros dos tercios de la brecha entre los jóvenes de 25-29 años “ya se veía en los niños de diez años”.

“Se han logrado muy pocos avances para acabar con las barreras de la movilidad social y darle a todos los niños una oportunidad igual de tener éxito” en la vida, criticó Schleicher en Londres. El responsable de Educación de la OCDE reclamó “más inversiones para ayudar a los estudiantes desfavorecidos”.

Desde París, el autor del informe coincide y apunta a otras claves: “Focalizar” mejor los esfuerzos y, sobre todo, “intervenir lo antes posible”. Se trata, señala, de “garantizar no solo acceso a la educación infantil, sino que esta sea de buena calidad”. También se debe asegurar que las escuelas primarias y secundarias a las que acceden los estudiantes más vulnerables “tengan los suficientes recursos y tengan profesores de calificaciones y preparación comparables a los que enseñan en escuelas que reciben a estudiantes de clase más privilegiada”.

Las escuelas desfavorecidas son aquellas que están en el 25% más bajo de la escala socioeconómica entre las escuelas de un país. Las escuelas favorecidas se sitúan en el 25% más alto de escala. Para medir el nivel socioeconómico de los estudiantes, PISA tiene un índice basado en la formación y ocupación de los padres, así como los bienes materiales disponibles en el hogar. El nivel socioeconómico de una escuela es el promedio del nivel socioeconómico de sus estudiantes.

El informe de la OCDE constata que, hoy por hoy, “ningún país del mundo puede afirmar que ha acabado con estas desigualdades en la educación”. Lo que no quiere decir, subraya Salinas, que sea algo imposible. “El nivel de equidad o inequidad en educación no es algo que esté fijo, sino que es modificable”, sostiene. Clave es la voluntad de los Estados para cambiar la situación porque, recuerda, “lo que sí está muy claro es que las políticas y las prácticas de los países en educación pueden hacer una diferencia”.

https://elpais.com/sociedad/2018/10/23/actualidad/1540304913_128972.html?rel=str_articulo#1540353686321

viernes, 29 de junio de 2018

Para criar hijos resilientes, debes ser un padre resiliente.

Muchos padres queremos que nuestros hijos sean resilientes emocionalmente, que sean capaces de superar los altibajos de la vida. Pero nuestra capacidad para fomentar la resiliencia depende, en gran medida, de nuestra propia resiliencia emocional.

“La resiliencia de los padres funciona como un patrón para que el niño pueda identificar cómo enfrentar los desafíos, cómo comprender sus propias emociones”, afirma Dan Siegel, autor de The Yes Brain, que se enfoca en cultivar la resiliencia en los niños.

Sin embargo, poder afrontar con filosofía los berrinches y rabietas representa un reto para muchos padres, en especial, si tenemos expectativas poco realistas sobre lo que es la infancia.

“La idea de que la crianza debe ser la maravillosa, feliz y perfecta culminación de nuestras esperanzas y sueños es parte de eso”, comenta Katherine Reynolds Lewis, autora del libro próximo a publicarse The Good News About Bad Behavior.

Lewis dice que el enojo, las lágrimas y otros arrebatos son parte natural del desarrollo de cualquier niño; es lo que ella llama “el caos de la niñez”.

No obstante, los padres que son incapaces de enfrentar ese caos o que no están dispuestos a hacerlo podrían considerar los arrebatos del niño como un problema que debe resolverse de inmediato.

Laura Markham, psicóloga clínica y editora del sitio AhaParenting.com, dice que, cuando eso sucede, “ridiculizamos a los niños, los culpamos y les decimos que es culpa suya; los aislamos al enviarlos a su habitación”.

La naturaleza de la respuesta de los padres puede variar, aseveró Markham, pero el mensaje es el mismo: el enojo, la tristeza o la frustración son inaceptables.

Según Markham, eso es lo contrario a la resiliencia; se trata de imponer una frágil rigidez que hace que padres e hijos se sientan temerosos de que las emociones intensas los destrocen.

En contraste con esa fragilidad, los padres que no evaden el poder de emociones como el enojo tienen una mayor capacidad para asimilar las interacciones desafiantes con sus hijos, expuso Siegel, quien es director ejecutivo del Instituto Mindsight. Además, no hay que preocuparse si este tipo de resiliencia no llega de forma natural, añade, pues con la práctica se vuelve más sencillo.

A continuación, ofrecemos algunos consejos para que esas interacciones complicadas sean más sencillas de asimilar.

Respira profundo
Para responder con inteligencia a los arrebatos de un hijo, primero debemos apagar las alarmas que se encienden en nuestra cabeza. Markham aconseja a los padres “presionar el botón de pausa” antes de ejercer cualquier acción, aun ante el escenario de un niño gritando.

En su investigación, Lewis descubrió que padres e hijos a menudo sincronizan los latidos de su corazón, su respiración y otras funciones fisiológicas, de modo que calmarnos puede tener un efecto físico mensurable en nuestro hijo, sin mencionar que también puede ayudarnos a enfrentar la situación con serenidad.

Deja que las emociones se presenten
La resiliencia depende de comprender que las emociones —incluso aquellas que se consideran “negativas”, como la tristeza, el sufrimiento o el enojo— no son un problema que debe resolverse, sino una consecuencia natural de ser humano.

“El asunto con las emociones es que no duran para siempre; hay un comienzo, un desarrollo y un final en todas ellas”, dice Carla Naumburg, trabajadora social clínica y autora de Ready, Set, Breathe: Practicing Mindfulness With Your Children for Fewer Meltdowns and a More Peaceful Family.

Más allá de eso, permitirnos (y permitirles a nuestros hijos) experimentar y expresar un amplio rango de emociones es vital para nuestro bienestar. Markham resaltó que cuando no expresamos nuestras emociones perdemos el control sobre ellas.

Sé curioso
Como padres, nos preguntamos con mucha frecuencia “¿por qué?” cuando observamos alguna conducta no deseada (“¿Por qué no puede recordar poner los calcetines en el cesto?”). Pero Naumburg afirma que preguntarnos por qué reaccionamos de esa manera podría ser más útil, en especial, cuando nos sacan de nuestras casillas. “Date cuenta de lo que está sucediendo contigo y comienza a responsabilizarte de eso”, sugirió Markham.

Establece límites con compasión
Establecer reglas y límites y apegarse a ellos puede convertirse en uno de los momentos más desagradables en la relación entre padres e hijos, pero actuar con compasión y amabilidad en esos momentos puede ayudar a mantener bajo el nivel de tu presión sanguínea.

Markham y Naumburg indican que reconocer verbalmente los sentimientos de tu hijo y consolarlo no necesariamente va de la mano con ceder ante sus exigencias. “Hay ocasiones en las que me siento con mi hija en el regazo, mientras llora, y la abrazo mientras le digo: ‘No’”, dice Naumburg. “Continúa llorando pero seguimos conectadas”.

Analiza tus respuestas
Susan Newman, psicóloga social y autora de The Book of No: 365 Ways To Say It and Mean It, afirma que los padres deben estar especialmente conscientes de las ocasiones en las que es más probable que cedan ante los arrebatos de su hijo y agrega: “Si puedes reconocer lo que te hace decir que sí de manera automática, es hora de retroceder y pensar: ‘Espera, ¿por qué lo hago?’”.

Newman continúa: “Vivimos en una cultura de los padres que dicen: ‘Sí’ y es más fácil decir que sí que batallar con el berrinche de un niño”. Sin embargo, los padres pueden considerar una negativa como una manera de explorar los límites y así poder comprenderlos mejor.

Toma distancia
Cuando nos identificamos demasiado con nuestros hijos o los consideramos un barómetro de nuestra propia autoestima, estamos preparando el terreno para la decepción (o algo peor) cuando las cosas no salen como las planeamos.

“Nuestro ego está muy atado a nuestro modo de crianza”, dice Julie Lythcott-Haims, autora de How to Raise an Adult. Naumburg señala que esto se debe en parte a una narrativa cultural que sugiere que “si los niños no están bien, entonces es porque nos hemos equivocado como padres”.

Como lo describe Lythcott-Haims: “Si nosotros logramos vivir nuestra vida, quizá nuestros hijos también puedan hacerlo”.

https://www.nytimes.com/es/2018/04/05/hijos-resilientes-berrinche-rabieta/

domingo, 13 de agosto de 2017

_- Cómo ser un adulto resiliente



_- Gran parte de las investigaciones científicas sobre la resiliencia —nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad— se ha enfocado en cómo desarrollar esta en los niños. Sin embargo, ¿qué hay de los adultos?


Si bien la resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, la ciencia demuestra que los adultos también pueden tomar acciones para impulsarla; a menudo es cuando más la necesitamos. La adultez puede traer consigo todo tipo de factores que causan estrés, incluyendo un divorcio, la muerte de alguno de los padres, reveses profesionales y preocupación ante la jubilación, pero muchos de nosotros no cultivamos las habilidades para enfrentar tales adversidades, como se requiere para superar estos retos.

La buena noticia es que algunas de las cualidades de una edad más avanzada, como una mejor capacidad para regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de las experiencias de vida y la preocupación por las generaciones futuras, pueden darles a las personas mayores una ventaja sobre las más jóvenes en cuanto al desarrollo de la resiliencia, dijo Adam Grant, profesor de Administración y Psicología de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.

“Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia”, dijo Grant, quien escribió junto con Sheryl Sandberg, la directora de operaciones para Facebook, el libro Option B: Facing Adversity, Building Resilience and Finding Joy. “Esas son las conductas hacia las que gravitamos cada vez más conforme vamos creciendo”.

El año pasado, Dennis Charney, un investigador de la resiliencia y decano de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la ciudad de Nueva York, salía de una tienda de alimentos cuando recibió un balazo de un exempleado insatisfecho. Charney pasó cinco días en terapia intensiva y tuvo una recuperación difícil. “Después de 25 años de estudiar la resiliencia, yo mismo tuve que ser resiliente”, dijo Charney, coautor del libro Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. “Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente”.

Los científicos que estudian el estrés y la resiliencia dicen que es importante pensar en esta última como si fuera un músculo emocional, el cual puede fortalecerse en cualquier momento. Aunque es útil desarrollar la resiliencia antes de que se presente una crisis pequeña o grande, también hay pasos activos que podemos tomar durante y después de las crisis para acelerar la recuperación emocional.

Estas son algunas de las formas en las que puedes cultivar la resiliencia en la adultez:

• Practica el optimismo.
El optimismo es en parte heredado y en parte aprendido. Así que, si naciste en una familia de pesimistas, de cualquier forma puedes encontrar a tu optimista interior.

Ser optimista no significa ignorar la realidad de una situación difícil. Después de la pérdida de un empleo, por ejemplo, mucha gente se siente derrotada y piensa: “Nunca me recuperaré de esto”. Un optimista reconocerá el reto, pero con más esperanza, y dirá: “Esto será difícil, pero es una oportunidad de replantearme mis objetivos de vida y conseguir un trabajo que realmente me haga feliz”.

Aun cuando suene trivial, tener pensamientos positivos y rodearte de gente positiva en verdad ayuda. Steven Southwick, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale y coautor del libro de Charney, señala que el optimismo, al igual que el pesimismo, puede ser contagioso. Así que su consejo es: “Júntate con personas optimistas”.

• Reescribe tu historia.
Cuando Charney estaba recuperándose del balazo, sabía que su vida había cambiado para siempre, pero reestructuró la situación, enfocándose en la oportunidad que le presentaba ese duro golpe. “Una vez que eres víctima de un trauma, eso se queda contigo”, dijo. “Pero yo sabía que podía ser un modelo. Tengo a miles de estudiantes que observan mi recuperación. Esto me da la oportunidad de usar lo que he aprendido”.

Ha sido demostrado en un estudio tras otro que podemos beneficiarnos de cambiar el discurso personal que moldea nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos. En estudios sobre escritura expresiva, obtuvieron mejores calificaciones los estudiantes universitarios a los que se les enseñó a reformular sus conflictos como una oportunidad de crecimiento, y fue menos probable que abandonaran sus estudios. Una investigación realizada en Harvard encontró que las personas que consideraban el estrés como un combustible para un mejor desempeño obtenían mejores resultados en sus exámenes y manejaban mejor el estrés –desde el punto de vista fisiológico– que aquellos a quienes se les había enseñado a ignorarlo.

“Se trata de aprender a reconocer la historia explicativa que tiendes a usar para tu vida”, dijo Southwick. “Observa lo que te dices a ti mismo y cuestiónalo. No es fácil. Requiere práctica”.

• No te lo tomes personal.
Tenemos la tendencia de culparnos por las adversidades de la vida y rumiar acerca de lo que podríamos haber hecho diferente. En su momento, una situación difícil parece no tener fin. Para fortalecer tu resiliencia, recuerda que incluso si cometiste un error, con toda seguridad hubo varios factores que contribuyeron al problema; cambia tu enfoque hacia los próximos pasos a seguir.

“Decirte a ti mismo que una situación no es personal, que no lo abarca todo ni es permanente, puede ser extremadamente útil”, dijo Grant. “Casi no hay fracasos que sean completamente personales”.

• Recuerda tus recuperaciones.
En tiempos difíciles, a menudo recordamos que otras personas —como los refugiados de guerras o un amigo con cáncer— la han pasado peor. Aunque esto pueda ser cierto, obtendrás un mayor impulso resiliente si te recuerdas a ti mismo los retos que tú ya has superado personalmente.

“Es más fácil identificarte con quien eras antes que con alguien de otro país”, dijo Grant. “Recuerda y di: ‘Ya pasé por algo peor en el pasado. Esto no es lo más horrible que he enfrentado o enfrentaré. Sé que puedo lidiar con esto’”.

Sallie Krawcheck, antigua ejecutiva de Wall Street, dijo que después de un despido bastante público, se recordó a sí misma lo afortunada que era de tener una familia sana y un colchón financiero. Aunque nunca ha estudiado la resiliencia, cree que algunos retos que enfrentó a temprana edad —como el que la molestaran en la secundaria (“Fue brutal”, dijo) o pasar por un divorcio doloroso— la ayudaron a recuperarse también en el ámbito profesional. “Simplemente creo en los resurgimientos”, dijo Krawcheck, quien recientemente fundó Ellevest, una plataforma de inversión en línea para mujeres. “Considero estos reveses como parte de un viaje y no un fracaso que pueda terminar con mi carrera. No había nada que pudieran hacerme en Wall Street que fuera tan malo como la secundaria”.

• Apoya a otros.
Los estudios sobre resiliencia muestran que las personas son más resilientes cuando cuentan con redes sólidas de apoyo de amigos y familiares que les puedan ayudar a enfrentar las crisis. Sin embargo, puedes obtener un impulso resiliente aún mayor cuando tú das el apoyo.

En un estudio sobre resiliencia psicológica realizado en 2017 entre veteranos del Ejército de Estados Unidos, quienes tenían niveles más altos de gratitud, altruismo y sentido de propósito también presentaban mayores habilidades de resiliencia.

“Cualquier manera en la que puedas acercarte a otros y ayudarlos es una forma de salir de ti mismo, lo que constituye una forma importante de aumentar tu propia fuerza”, dijo Southwick. “Una parte de la resiliencia es asumir la responsabilidad de tu vida y de crear una vida que consideres significativa y con propósito. No tiene que ser una misión elevada: puede ser tu familia. Mientras aquello en lo que participes tenga sentido para ti, eso puede impulsarte a superar todo tipo de adversidades”.

• Descansa del estrés.
Los tiempos de estrés manejable representan una oportunidad de cultivar tu resiliencia. “Debes cambiar la manera en que piensas el estrés”, dijo Jack Groppel, cofundador del Johnson &  Johnson Performance Institute, que hace poco comenzó a ofrecer un curso de resiliencia. “Debes invitar al estrés a tu vida. Un ser humano necesita estrés; el cuerpo y la mente quieren estrés”.

La clave, dijo Groppel, es reconocer que nunca eliminarás el estrés de tu vida. Por lo tanto, hay que crear oportunidades frecuentes para que el cuerpo se recupere de este, al igual que harías para dejar descansar a tus músculos entre repeticiones de levantamiento de pesas. Tomar una caminata a modo de descanso, dedicarle cinco minutos a meditar o ir a almorzar con alguna amistad son maneras de darles a tu cuerpo y a tu mente un descanso del estrés.

“El estrés es el estímulo para el crecimiento, y la recuperación es cuando el crecimiento ocurre”, dijo Groppel. “Así es como desarrollamos el músculo de la resiliencia”.

• Sal de tu zona de confort.
La resiliencia no solo proviene de las experiencias negativas. Puedes cultivar tu resiliencia poniéndote en situaciones desafiantes. Groppel está planeando escalar el monte Kilimanjaro con su hijo, por ejemplo. Así que toma unas vacaciones intrépidas o corre un triatlón. Comparte tus habilidades poéticas secretas con extraños en un evento de lectura de poesía.

“Hay algo biológico en ello”, dijo Charney. “Tus sistemas para regular la hormona del estrés se harán menos reactivos al estrés para que puedas manejarlo mejor. Vive tu vida de manera que adquieras las habilidades que te permitan manejarlo”.

https://www.nytimes.com/es/2017/07/31/resiliencia-edad-avanzada/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

Más aquí.

sábado, 8 de octubre de 2016

5 consejos para ser un mejor padre y madre. BBC Mundo

¿Cuáles son las cosas que todos los padres deberían saber antes de emprender "el trabajo más importante de la vida"?

Esa fue la pregunta que le planteamos a la psicóloga educativa y asesora familiar, Zubeida Dasgupta, quien compartió cinco claves para mejorar la crianza y la salud mental de tus hijos.

1. Conéctate y sintonízate con él (Utiliza la empatía mejor que la simpatía)

Para ayudar a tus hijos a sentirse seguros desde el inicio de su vida debes conectarte y sintonizarte con ellos, al tiempo que también estableces límites claros y consistentes.


Tu objetivo debe ser establecer una relación que te permita saber lo que tu hijo necesita en determinado momento, lo que está pensando y sintiendo.

¿Te necesita a ti? ¿O necesita un poco de espacio? Tienes que estar preparado para saber qué es lo que quiere.

Si la relación está sintonizada, entonces el niño se sentirá seguro (algo muy importante) y podrá manejar las dificultades en el mundo externo.

Hay mucha evidencia que muestran que los niños que no obtienen esto en los primeros 1.000 días de su vida no desarrollan una buena capacidad de apego.

Y los momentos de alegría compartida también son importantes porque te harán sentirte bien como padre, y te ayudarán a la comunicación e interacción con tu hijo.

2. Cuida tu propia salud mental

Debes ser consciente de qué es lo que te produce estrés, ansiedad o depresión. Si tú te cuidas bien, estas con mejor ánimo para cuidar y educar a tu hijo

¿Cuentas con una red de apoyo, ya sea tu pareja, amigos, familiares o reuniones locales de padres?

Asegúrate de que tienes apoyo porque esto te hará sentir menos aislado, porque tendrás espacio para desahogarte.

Para los padres que trabajan puede ser realmente estresante compatibilizar y equilibrar la crianza de los hijos el tiempo y la dedicación que requiere con un empleo.

Pero si nos sentimos tranquilos y en calma, si nos sentimos mentalmente bien, podremos apoyar mejor a nuestros hijos.

3. No desbordes sus días con actividades

Da a tus hijos tiempo y espacio.

A menudo queremos llenar sus días de actividades cuando, en realidad, deberíamos quitar el pie del acelerador y tratar solamente de "ser".

Permite que tus hijos tengan espacio, tanto físico como mental, para simplemente "ser".

Demasiadas actividades, sin embargo, ejercen presión y sobre cargan las expectativas en el niño. Eso no les permite tener el espacio para ser ellos mismos y hacerse conscientes de sí mismos.

A menudo vivimos en la modalidad de "apresurado" y no en la modalidad de "ser", de tranquilo.

Si tenemos espacio, tanto en tiempo como en nuestra mente, podemos escuchar lo que nuestros hijos dicen, ya sea verbalmente o no verbalmente. De esta forma será más probable que el niño hable de sus sentimientos.

No tienen que ser horas, sólo pasar 10 o 20 minutos en el mundo de tu hijo, observando, uniéndote a sus actividades, siguiendo o compartiendo su juego.

Dialoga y discute los sentimientos en situaciones diarias. Por ejemplo en los libros, ¿qué sienten los personajes? Muestra con delicadeza interés en lo que tu hijo está sintiendo y pensando.

Esto ayuda a los niños a desarrollar el vocabulario para hablar sobre sus sentimientos.

4. Ayúdalo a ser resiliente y a resistir la frustración

Ayuda a tu hijo a ser más resiliente, incluso desde una edad temprana. Si no puede introducir un cubo en un juego de formas, tú no podrás sentir su frustración ni ayudarle a soportarla.

Aprende a juzgar hasta dónde puedes ayudar a tu hijo a tolerar la frustración. Pero todos nos hemos enfrentado a alguna frustración a lo largo de nuestra vida. Y aprender a ser resiliente y a resistir la frustración es una buena habilidad.

Intenta ser un padre sensible que puede juzgar hasta dónde puede ayudar a su hijo a tolerar la frustración. Así, cuando el niño logre controlar una situación realmente bien, muéstrale lo que ha hecho y ayúdale a reflexionar sobe ello y a evaluarlo.

5. Las "otras cinco" porciones básicas que debemos consumir todos los días

Los expertos en salud afirman que debemos asegurarnos comer cinco porciones de frutas y verduras al día para cuidar y mejorar nuestra salud física.

Pero hay otras cinco cosas que también debemos tener diariamente para mejorar nuestra salud mental:

-Vive el momento con atención plena

-Establece y cuida tus relaciones

-Ejercítate

-Aprende algo nuevo

-Sé generoso

La idea es que hagas un poco de cada una de estas cosas cada día para mantenerte mentalmente sano.

Los padres también deben confiar en sus instintos si están preocupados por la salud mental de sus hijos y pedir consejo a su médico cuando vean que algo va mal.

Y un consejo adicional...
¡Diviértete! Porque la risa libera las hormonas de la felicidad y "el humor constructivo nos abre la inteligencia".

http://www.bbc.com/mundo/noticias-36559324

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cómo sobreponerse a los golpes de la vida

Las personas resilientes ven los problemas como misterios a los que hay que dar salida.
Abandone el victimismo, le dejará fuera de juego.


Cada vez que en alguna presentación de equipos pongo el vídeo de Rocky, cuando habla con su hijo y le dice durante el discurso: “Hay que soportar sin dejar de avanzar; si tú sabes lo que vales, ve y consigue lo que quieres. Pero tendrás que soportar los golpes de la vida”, me emociono.

Frente a los problemas, más o menos graves, parecidas circunstancias socioeconómicas, familiares y laborales, hay personas que se hunden y que contemplan la vida como un lugar en el que ya no hay capacidad de reacción, o personas que piensan que la vida vale la pena, que ahí fuera quedan oportunidades para todos, y que a mal tiempo, buena cara.

La resiliencia se define como la capacidad de soportar los golpes y los avatares de la vida y sobreponerse a las circunstancias. La persona resiliente sufre, siente y padece, pero no se recrea en estas emociones, no se recrea en el dolor. Sino que lo interpreta como parte del proceso, o del bache. El dolor y las circunstancias difíciles forman parte de la vida, son parte del juego.

¿Alguna vez se ha preguntado si tiene resiliencia? ¿Es capaz de olvidar el pasado, sobreponerse y mirar hacia delante?

Imagine la existencia como un juego; un juego en el que parte de las reglas las escribe usted, pero otra parte vienen determinadas. La definición que haga de cada piedra determina la forma como se enfrenta o huye de ella. Si vemos la vida como ese lugar en el que tiene que aprender a vencer obstáculos, luchar como un guerrero fuerte contra los dragones, un tablero con pruebas de lógica y estrategia en las que debe pensar para resolver las situaciones, seguro que será más atractivo que si define las piedras como mala suerte, desgracias, o como algo dado en lo que no puede intervenir. Esta visión le hace ser víctima y no protagonista.

La vida es un juego en el que tienes que ganar;
entendido este concepto como la capacidad de ir solventando obstáculos, aprendiendo de los errores y de sus victorias, siendo feliz y disfrutando de los detalles. Y también significa no dejar que el pasado le condicione, de tal forma que siempre pueda estar en la casilla de salida. Siempre hay oportunidades, pero se deben tener los ojos bien abiertos para poder verlas. Su atención es como un faro que alumbra en la oscuridad. Deje de enfocar a lo que no funciona, esto no le va a ayudar a avanzar.

¿Por qué hay personas con resiliencia y otras no? ¿Podemos entrenarnos para convertirnos en alguien resiliente, o tiene que aceptar su victimismo y derrotismo como modo de vida? Es importante tener presente:

Aceptar la parte injusta de la vida.
Todos vivimos alguna vez una situación que no nos merecemos. ¿Qué hacer? La decisión inteligente es centrar la atención en cómo puede actuar para sumar. Refunfuñar, quejarse sin sentido, dedicarse a hurgar en la herida no le devolverá la justicia. Abandone el victimismo, le hace débil y le deja fuera de juego.

Valorar sus recursos y capacidades.
Se percibirá como alguien valioso si le da valor a lo que funciona, si en su memoria están más presentes los éxitos que los fracasos. Tener un autoconcepto positivo da confianza y autoestima. Es importante fomentar esto en los niños, para que sean adultos resilientes. Reconozca y potencie sus fortalezas.

Cómo observa su potencial.
A pesar de que el juego de la vida le haya ganado una partida, quedan muchas por delante. Debe contemplarse como alguien con capacidad para volver a superarse. ¿Por qué? Porque tiene capacidad de aprendizaje. Los fracasos nos dicen cómo no hacer algo, pero no dicen que no sea capaz de volver a intentarlo. Analice el error para aprender de él. Y luego haga borrón y cuenta nueva. Es el momento de empezar otra vez.

Solución de problemas.
Las personas resilientes ven los problemas como misterios a los que hay que dar salida. No son problemas que bloquean sus vidas. Son enigmas, juegos y pruebas. Imagine que es otra persona, con una manera distinta de observar el mundo… más positiva, más atrevida, más creativa. Intente buscar propuestas desde ese punto de vista.

Diga adiós al victimismo.
Las personas resilientes no se lamentan de su pasado, ni del que ellos provocaron, ni del que fueron víctimas. Su pasado les sirve para analizar y tomar decisiones, pero no para sufrir. Su atención está puesta en hoy, en qué puedo hacer ahora para ser más fuerte, más feliz y para alcanzar mi objetivo. Se trata de evitar que la vida decida por usted. Deje de mirar por el retrovisor.

Implicarse con responsabilidad.
A principio de los años setenta, Kobasa y Maddi definieron la personalidad resistente. Y una de sus virtudes era la responsabilidad con lo que depende de uno mismo. Busque atribuir sus éxitos y sus fracasos a variables internas suyas. Así sabrá qué tiene que repetir la próxima vez que se enfrente a un reto y qué tiene que cambiar para mejorar ante futuros problemas.

Comprométase.
El compromiso es una de las características de los resilientes. Depende de su escala de valores, del respeto que tenga a su palabra. Pero también está vinculado a su implicación, a cómo se involucra en sus obligaciones y en sus placeres. Tener compromiso significa decir que va a hacer algo y hacerlo; tener palabra con uno mismo y con los demás. Si tiene dudas de no ser capaz de llevar a cabo lo que está diciendo, es mejor pecar de prudente que de bocazas.

Ponga un ritmo diferente en su vida.
Si se dedica a pasar por la vida a toda velocidad, no será consciente de qué le está pasando, de qué puede disfrutar ni de vivir en el presente. Querrá todo el rato buscar la felicidad en el futuro, llegar a ese lugar en el que cree que será feliz. Pero la felicidad está aquí, hoy, con usted y con todo su entorno. Tiene que aprender a relacionarse de forma diferente, de manera que le favorezca, que sea capaz de contemplar y degustar lo que ve, oye, siente, huele y toca. El presente es el lugar en el que tiene margen de maniobra, no lo desprecie ni lo ningunee.

Observe la vida de forma positiva.
Confíe en que la vida le deparará momentos felices e involúcrese para conseguirlo. Puede dirigir su cerebro, su mente, sus pensamientos, y orientarlo como un radar para buscar los aspectos positivos. Su manera de pensar determina en gran parte cómo se siente y las cosas que hace.

Buscadores de tesoros.
La vida es un continuo desafío, un lugar en el que aparecen oportunidades. Si se aferra a la idea de que hay un tren y que si no se sube al vagón preferente perderá la oportunidad, se está condicionando. La vida está llena de trenes, de todos los tipos y de todas las clases; si no pasa hoy, será mañana. En alguno tiene que subirse, pero no hay solo uno que si se le pasa, pierda la oportunidad. La vida ha dejado de tener ese carácter de “para toda la vida”. Ahora se acepta el cambio, tanto en la vida personal como en la profesional.
...
Enfrentarse en lugar de huir.
Los resilientes postergan menos. ¿A qué le conduce postergar? A nada positivo. Solo a que retrase la obligación, se sienta mal consigo mismo y le aumente el nivel de pereza y ansiedad para resolver lo que tiene pendiente. Los obstáculos se analizan, se solucionan, se saltan, pero no se evitan. Evitar no es la solución, ....

Recuerde: la vida no le deja en el camino si usted no se lo permite.

Para conectarnos

Frase: “La totalidad está presente incluso en las piezas rotas” (Aldous Huxley)

Película: ‘Patch Adams’, comedia-drama protagonizada por Robin Williams y dirigida por Tom Shadyac. Basada en una historia real

Stephen Crane: “El que puede cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino”

Viktor Frankl: “El hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído”
Fuente: El País

lunes, 12 de marzo de 2012

Son padres, no los dueños de sus hijos

El derecho a corregir a los menores tiene que ejecutarse sin maltrato físico ni psicológico.

Los límites no siempre están claros. El castigo en muchas ocasiones llega tarde y mal.

El castigo es necesario cuando la situación lo requiere. Su función más importante debe ser la educativa, explica María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. “Hay que aplicarlo para ayudar al hijo a cambiar una conducta inadecuada”, añade. Sin embargo, también advierte de que implica ciertos riesgos: “Supone aplicar una medida que genera rechazo, y este puede quedar asociado a la persona que lo aplica. Si es muy intenso puede originarlo hacia el adulto”. Además, en algunos castigos, los menores son obligados a cambiar de conducta sin entender qué han hecho mal. Esto es contraproducente. Pone un ejemplo: “Si lo encierras en la habitación porque saca malas notas, la indignación producida por el castigo puede impedir la concentración necesaria para estudiar. Es mejor sentarte a analizar con tu hijo por qué ha suspendido, cómo se ha organizado y tomar una medida correctora consensuada. Esto es más eficaz para que los adolescentes aprendan a tomar las riendas de su vida y entiendan que su conducta tiene consecuencias. También suele serlo premiar conductas positivas alternativas a la que deben evitar”.

En 2010, Díaz-Aguado encabezó el estudio del Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar. Se les preguntó a 11.000 padres de estudiantes de la ESO sobre múltiples factores alrededor de la educación de sus hijos. Muestra que las familias son partidarias de salidas dialogadas a los conflictos. La primera solución que proponen (el 71,9%) es “analizar en cada caso por qué se ha producido y ayudar al estudiante a resolverlo de otra forma”. Le sigue “ayudar al menor castigado a anticipar las consecuencias de su conducta inadecuada y el daño que produce” (40,2%). Solo un 6,6% escogió “aplicar el castigo lo más próximo posible a la conducta castigada” y un 10,4% “aplicar las normas con más rigor y dureza”. La catedrática subraya que ha habido un gran cambio en sociedad: “Ha avanzado el rechazo al autoritarismo. Las medidas consideradas mejores por los padres son las más coherentes con los valores de la democracia: comunicación, racionalidad, respeto a dignidad de la persona, tratar de convencer, respeto a los límites. Pero, en la práctica, hay contradicciones. La mayoría de las familias sigue justificando pegar al menor como una medida educativa. Nadie puede enseñar a no pegar pegando”...

Disciplina educativa eficaz antes que comportamientos punitivos.

La catedrática de Piscología Educativa María José Díaz-Aguado analizó en un artículo el castigo y sus alternativas. Considera que supone muchos riesgos para la educación del menor y para la relación con sus padres según cómo se aplique y propone unas premisas para ejecutar una disciplina educativa y eficaz. Lo que sigue es un resumen de los consejos.

“Las normas deben estar claramente definidas y los adultos se deben comportar coherentemente con ellas”. Así se consigue que los niños participen “activamente en su definición y en el establecimiento de lo que deberán hacer si no las respetan”.
Hay que evitar la permisividad con comportamientos extremos para que el menor no interprete que hay un “apoyo implícito” a estos. “La eficacia de las normas se reduce cuando las transgresiones graves quedan impunes”.

La disciplina debe promover cambios de comportamiento y ayudar a que los niños “entiendan por qué es inadecuada la conducta que deben cambiar”. Hay que intentar que no solo haya una enmienda, sino que el menor se arrepienta del mal que ha hecho e intente “reparar el daño originado”.

“Para prevenir que las conductas inadecuadas vuelvan a repetirse es necesario favorecer alternativas”.

“La disciplina debe ayudar a ponerse en el lugar de aquellos a los que se ha hecho daño, estimulando esta importante capacidad, la de ponerse en el lugar de los demás, la empatía”.

“Hay que evitar reñir continuamente a los hijos por conductas de escasa relevancia”.
La corrección de una conducta negativa no debe plantearse en cualquier momento, conviene tener en cuenta varias premisas: se debe evitar las situaciones de tensión; hay que analizar “conductas específicas, sin caer en las descalificaciones globales, ni en las expresiones que puedan ser interpretadas como cuestionamiento del afecto incondicional” al hijo; conviene “evitar monólogos para estimular la participación del niño”; es positivo favorecer que el hijo se explique y reflexione sobre lo que ha hecho para que se enmiende.

“La eficacia de los adultos para enseñar a respetar límites aumenta cuando tienen una relación de calidad con los hijos”.

Leer aquí todo el artículo en El País.

miércoles, 7 de abril de 2010

L'Europe aux portes de la deuxième division

Cela relève probablement de la déformation professionnelle, mais, même en regardant à la télévision les matches de la Ligue des champions, on ne peut s'empêcher de penser - un peu - à la crise des subprimes.
Le football européen, métaphore de celle-ci. Une bulle spéculative nourrie par l'endettement (6,3 milliards d'euros), avec ses bons côtés (cela dope la croissance du PIB de la même façon que cela stimule les performances sportives) et ses risques de faillite, avec son inflation salariale et ses rémunérations délirantes pour ses joueurs-traders. Avec des régulateurs pleins de bonne volonté mais visiblement impuissants, une UEFA et son président Michel Platini désireux d'instaurer "un fair-play financier", un peu l'équivalent, pour le ballon rond, des normes de Bâle III pour les banques.

Arsenal-Barcelone, donc, qui fut le sommet des quarts de finale aller, match déjà culte. Où l'on retrouvait deux représentants surendettés des deux championnats eux-mêmes les plus endettés (3,8 milliards pour la Premier League anglaise, près de 1 milliard pour la Liga espagnole).Comme par hasard issus des deux grands pays d'Europe, la Grande-Bretagne et l'Espagne, où la crise financière, le boom du crédit et de l'immobilier ont fait le plus de ravages et où les déficits atteignent aujourd'hui des records. Comme par hasard aussi au moment même où la Bundesliga, dont les matches sont à peu près aussi passionnants à suivre qu'une allocution du président de la Bundesbank, dégage des bénéfices. Vertueuse Allemagne dans son football comme dans ses finances publiques.

Arsenal, pour aggraver son cas, est sponsorisé par Fly Emirates, la compagnie aérienne de Dubaï, l'émirat qui a frôlé la faillite. Quant au Barça, il ne pratique pas seulement un football de rêve - des talents individuels sublimant le jeu collectif et réciproquement, un communisme qui fonctionnerait, en quelque sorte - mais offre des rémunérations de rêve à ses joueurs. Lionel Messi a gagné 33 millions d'euros en 2009. Et Thierry Henry 18,8 millions.

On pourrait naïvement se dire que percevoir par an 17 000 smic, quatre fois plus que le patron du CAC 40 le mieux rémunéré (Franck Riboud, Danone), dont les décisions engagent le sort de dizaines de milliers de salariés, c'est un peu beaucoup pour quelqu'un qui passe l'essentiel de son temps assis sur le banc des remplaçants et utilise sa main pour qualifier la France à la Coupe du monde. Presque choquant. Mais non, les Français, qui ont l'égalitarisme et la détestation de la richesse décidément très sélectifs, adulent "Titi" (33e au classement de leurs personnalités préférées), alors qu'ils sont prêts à pendre haut et court les PDG. Passons.

Du moins le possible éclatement de la bulle spéculative du foot européen (le club de Portsmouth vient de déposer son bilan) aurait-il l'avantage de faire revenir en France ses meilleurs joueurs. Ce qui serait une excellente nouvelle pour le championnat national mais surtout pour les finances publiques du pays. Les impôts de ces citoyens exemplaires, l'honneur de la nation, pourraient enfin contribuer au financement de nos hôpitaux et de nos écoles. Voilà un argument massue que Nicolas Sarkozy pourrait peut-être utiliser pour tenter de justifier le maintien de l'injustifiable, par temps de crise, bouclier fiscal.

... Si l'avenir économique à long terme de l'Europe s'annonce sombre, il ne se présente guère plus ensoleillé à court terme.

Inutile même de se lancer dans une comparaison avec la Chine, dont il se susurre que le taux de croissance pourrait avoir atteint 12 % au premier trimestre. Plus inquiétant : la croissance américaine devrait cette année dépasser de deux points celle de l'Europe (3,1 % contre 1,1 %). Simple question de résilience, assènent les économistes pour expliquer un tel écart. "Résilience", le grand mot est lâché, popularisé par l'ancien chef économiste de l'OCDE, Jean-Philippe Cotis, le Boris Cyrulnik de l'économie. Depuis trente ans, l'économie américaine a démontré sa capacité à rebondir après des chocs importants. Après le choc exceptionnel qu'a constitué la crise des subprimes aussi.Reste à savoir d'où vient cette résilience . On pense immédiatement à des facteurs subjectifs, d'ordre psychologique. En gros, les Américains, optimistes invétérés, recommenceraient à consommer et à investir, contrairement à des Européens tristes et apeurés. C'est très tentant, mais très faux, selon l'économiste Patrick Artus.

Comme le prouvent les enquêtes d'opinion, les récents comportements d'épargne ou de dépenses des ménages, les Américains ne sont ni plus ni moins confiants dans l'avenir, n'ont pas plus ni moins le moral que les Européens - en vérité, il n'y a guère que les Français, en Europe, à se dire très très malheureux, ce qui ne les empêche pas, de façon un peu schizophrénique, de consommer beaucoup plus que la moyenne.

Il faut donc aller chercher du côté des éléments objectifs. Pas des politiques économiques, monétaires et budgétaires, comparables de part et d'autre de l'Atlantique. Mais, avance M. Artus, plutôt du côté de la structure géographique des exportations : 57 % de celles des Etats-Unis sont tournées vers les pays émergents à forte croissance, 23 % seulement vers la zone euro. Et du côté du marché du travail et de sa flexibilité. L'ajustement de l'emploi a été beaucoup plus rapide aux Etats-Unis qu'en Europe, ce qui permet d'y envisager une reprise plus soutenue (162 000 emplois ont été créés en mars). DSK a peut-être raison. Au sens propre. Dans vingt ans, les futurs Messi joueront peut-être tous dans des clubs américains ou chinois. [En la foto Messi, del Barça, el dia 6 de abril de 2010 cuando le marcó 4 goles de antología al Arsenal, hundiendolo en humillante derrota]. Ver aquí en Le Monde del 5-04-2010.

Europa a las puertas de la Segunda división.
Esto es probablemente deformación profesional, pero aún cuando miramos en la televisión los partidos de la Liga de Campeones, no podemos dejar de pensar - un poco - en la crisis de las subprime.

La metáfora del fútbol europeo es la misma. Una burbuja especulativa alimentada por la deuda (6,3 millones de euros), con sus lados buenos (lo que aumenta el crecimiento del PIB de la misma manera que promueve el rendimiento deportivo) y los riesgos de quiebra, con una inflación de salarios y los locos (comerciantes) pagando a sus jugadores. Con los que quieren regularlos llenos de buenas intenciones, pero impotentes, obviamente, un presidente de la UEFA, Michel Platini, y su deseo de establecer un “juego financiero justo”, algo equivalente para el balón, las normas Basilea III para los bancos.

Mientras en el Arsenal-Barcelona, que es la cima de cuartos de final, partido ya adorado. Y nos encontramos con dos representantes de los dos campeonatos en dificultades con más deuda (3,8 millones de euros para la Liga Premier Inglés, cerca de $ 1 mil millones para la liga española).

La suerte de los dos países más grandes de Europa, Gran Bretaña y España, donde la crisis financiera, el auge del crédito y bienes raíces hizo el mayor daño y donde el déficit alcanzó hoy esos registros. Casualmente, al mismo tiempo la Bundesliga, donde los partidos son también casi tan emocionantes, y como consecuencia de un discurso del Presidente del Bundesbank, es rentable. El fútbol de Alemania es tan virtuoso como en sus finanzas públicas.

El Arsenal se refuerza en su caso, con el patrocinio de la aerolínea de los Emiratos de Dubai, que escapó por poco de la bancarrota. Como para el Barça, que no practica el fútbol más que como un sueño – los que subliman el talento individual y por equipos se enfrentan entre sí, el comunismo va a funcionar, de alguna manera - pero ofrece sueldos de sueño a sus jugadores. Lionel Messi ganó 33 millones de euros en 2009. Y Thierry Henry 18,8 millones.

Uno podría decir ingenuamente que esa cantidad supone 17 000 veces el sueldo base (smic) por año, y cuatro veces más que el del Director General mejor pagado (de una empresa en Francia -CAC - Franck Riboud, de Danone), cuyas decisiones son vinculantes para el destino de decenas de miles de empleados y es mucho para alguien que pasa la mayor parte de su tiempo sentado en el banquillo y usó su mano para calificar a Francia en la Copa del Mundo. Chocante...

Por lo menos es posible el estallido de la burbuja especulativa en el fútbol europeo (el club Portsmouth se ha declarado en quiebra) que tendría la ventaja de devolver a los mejores jugadores de Francia…

Este es un argumento fuerte de que podría ser utilizado por Nicolas Sarkozy, para tratar de justificar lo injustificable de mantener, en tiempos de crisis, el ahorro en impuestos.

No es necesario incluso entrar en comparación con China, de la que se susurra que la tasa de crecimiento habría llegado al 12% en el primer trimestre. Más preocupante: el crecimiento de EE.UU. este año superará los dos puntos porcentuales más alto que la de Europa (3,1% contra 1,1%). Simple cuestión de la capacidad de recuperación, los economistas nos bombardean para explicar la diferencia. “Resiliencia”, la gran palabra que sale ahora, popularizada por el ex economista en jefe de la OCDE, Jean-Philippe Cotis, el Boris Cyrulnik de la economía. Durante treinta años, la economía de EE.UU. ha demostrado su capacidad para recuperarse de perturbaciones.

… Como se desprende de las encuestas de opinión, el comportamiento reciente de ahorro y gasto de los hogares, los estadounidenses no tienen ni más ni menos confianza en el futuro, no tienen ni más ni menos moral, que los europeos…
Literalmente. En veinte años, los esfuerzos de futuros Messis estarán todos en los clubes chinos o americanos.

miércoles, 8 de abril de 2009

Resiliencia

"Habrá un momento político para luchar contra los crímenes de guerra, un momento filosófico para criticar las teorías que preparan esos crímenes, un momento técnico para repara esas heridas y un momento resiliente para retomar el curso de nuestra existencia" .
Boris Cyrulnik. Resilencia.

Una entrevista a Stefan Vanistendael, psicólogo, referente por sus teorías sobre la resiliencia o resilencia. Deseo que os guste. Me quedo con la frase de que "el humor constructivo nos abre la inteligencia".
"Queremos ser admirados más que amados, qué error"
IMA SANCHÍS - 16/12/2008

57 años. Nací en Holanda, soy belga, y vivo en Suiza con una inglesa. Sin hijos, lástima. Sociólogo, jefe de investigación en la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), en Ginebra. La crítica con humor es necesaria y la espiritualidad cristiana una buena guía ética. (Lo que para mi es discutible que siempre lo sea, al menos en las versiones que observamos. No siempre las religiones son fuentes de buenas éticas)

¿Qué tenemos cuando ya no nos queda nada?
La capacidad de crecer a través de grandes dificultades, la resiliencia. Lo que da sentido a nuestra vida son esas pequeñas cosas que nos conectan con la vida: la amistad, la pareja, los hijos...
Eso no son pequeñas cosas.

Tener responsabilidad por otro, aunque sea un gato, es suficiente. Pero se trata de vivir conectado positivamente. Y la belleza (la naturaleza o el arte) y el humor me parecen dos maneras de conectarse con la vida muy poderosa. El humor es el último tesoro, en situaciones difíciles, como dictaduras, la gente desarrolla un humor muy agudo.

A veces sarcasmo.
El sarcasmo es dañino para el que lo practica y para quienes lo sufren. Pero el humor constructivo nos abre la inteligencia.

¿Y cómo nace el humor?
En la infancia deriva de una aplicación estricta de la lógica, y me parece delicioso. Los adultos creemos que somos los más capaces de pensar lógicamente, pero no es cierto, nos lo impiden los filtros, las normas sociales y nuestra experiencia de vida. En cambio los argumentos lógicos aunque inocentes de un niño son demoledores.

Póngame un ejemplo.
"¿Qué quieres para Navidad?", pregunta el papá. "Un Tampax, porque con él puedo montar a caballo, nadar e ir en bicicleta".

¿Por qué nos reímos tan poco?
Porque todo funciona muy bien en la vida cotidiana, el humor viene cuando algo no funciona bien, y gracias a él no se pierde la confianza. Cuando la madre esconde su cara tras las manos, el bebé pasa de la angustia a la sorpresa de volver a recuperarla y lo hace a través del humor.

El humor, ¿un mecanismo de defensa?
Es mucho más que eso, nos ayuda a ajustar situaciones que nos desorientan. Un señor muy viejo me dijo: "Tengo un gran problema que no puedo resolver, pero comparado con la inmensidad de la vida es pequeño".

Eso es un acto de realismo.
Sí, nos permite redescubrir una perspectiva más amplia. Nos da ese equilibrio esencial entre el ideal y la realidad. Queremos ser más guapos e inteligentes, pero somos lo que somos, ese es el mensaje del humor.

¿El humor se puede enseñar?
Se aprende viviendo, pero uno se puede esforzar. Sabemos que la lógica extrema tiene un efecto humorístico, recuperarla puede crear bastantes situaciones oxigenantes. La risa es un indicador de salud mental.

¿Cómo trabajar el humor con niños?
Se debe permitir, establecer un clima en el que pueda fluir. El humor necesita confianza para que no se convierta en sarcasmo y algunas normas como que no te puedes reír de los otros, sino con los otros. Y no olvidar nunca que no te puedes tomar en serio a alguien que no tiene sentido del humor.

Humor y belleza son sus caballos de batalla...
Sí, y a menudo cuando la gente quiere ser seria pierde estas dos cualidades imprescindibles. En una ocasión un preso me invitó a dar una conferencia en una prisión francesa. En la mesa el preso puso un enorme ramo de flores, me sorprendió en una cárcel. Al terminar la conferencia dije una tontería.

¿? Le pregunté al preso qué podía hacer yo con esas flores (me iba en avión). Él me miró:
"Estaban ahí para embellecer el acto", luego las cogió y se las llevó a su celda. Aquello era toda una economía de la belleza: eran las flores de la misa que él recuperó para mi conferencia y luego para su celda.

Habla usted de humor y espiritualidad.
El juego está muy cerca del humor, es otra manera de colocarse en la vida. Con humor podemos librarnos de la obsesión de controlarlo todo. La integración de lo que no es perfecto en la vida me parece fundamental en la espiritualidad, que consiste en vivir la vida como es, con imperfecciones.

¿Qué ha aprendido usted en la vida?
Las malas intenciones existen, pero lo más común es que con buenas intenciones se haga daño a los demás. Hay que ser prudente con nuestras buenas intenciones y con nuestra buena conciencia.

Sí señor.
Bonhoeffer, gran teólogo alemán asesinado por los nazis, decía que cuando en la vida has perdido los referentes, la buena conciencia no sirve; sin embargo, la mala conciencia por lo menos te mantiene despierto. Necesitamos una trascendencia en la vida, y no estoy pensando en Dios, sino en responder a la pregunta ¿qué me hace feliz?
Igual nos ensimisma demasiado.

Curiosamente es una pregunta que se hace muy poco en trabajo social y con los niños. Es fácil de comprender y muy difícil de responder, pero es trascendental porque siempre nos invita a dar un paso más.

¿La felicidad es la capacidad de integrarlo todo?
Y la de recibir. Al principio una relación se basa en la admiración, pero llega el momento en que se descubren los puntos débiles, la fragilidad del otro y cosas peores.

O respetas o rompes.
Respetar la fragilidad del otro puede estar en el corazón de un crecimiento relacional muy positivo entre dos personas. Pero en nuestra actual sociedad hay una tendencia a eliminar la fragilidad, queremos ser admirados más que amados, y eso es un error.
(Sobre el tema también tenéis aquí, una entrevista a Anna Forés, también especialista en Resiliencia, que publicó en “El Periódico” de Cataluña, el pasado 10.12.2008). Y otra entrevista con el considerado mayor experto francés en resiliencia BORIS CYRULNIK

http://www.eldiario.es/consumoclaro/cuidarse/Resiliencia-arte-superar-adversidades_0_489601985.html