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domingo, 3 de junio de 2018

Cuáles son las 5 fases del duelo y por qué no es algo que necesariamente tienes que dejar atrás.

Aunque hay algunas fases del duelo reconocibles e identificadas por la psicología, el luto es distinto para cada persona y, según los expertos, no es algo que necesariamente debamos o logremos "superar".

Cate Masheder es psicoterapeuta y trabaja con personas que pasaron por un duelo. El punto de partida para entender y aceptar esa pérdida es, según ella, aceptar la muerte y el consecuente dolor como algo natural.

"La muerte es parte de la vida. Va a pasar. Todos vamos a sentir tristeza, todos vamos a echar de menos a alguien, todos vamos a morir, es así", le dijo la especialista a India Rakusen, de la serie de la BBC sobre salud mental Like Minds.

Para explicarlo visualmente Cate dibujó en un papel un círculo, que representa a la persona. "Imagínate que este eres tú y todo lo que tiene que ver con tu vida está dentro de este círculo".

Después empezó a colorearlo explicando que "cuando llega el duelo no hay ni una sola área de tu vida que no se vea afectada por ese dolor. Llega hasta cada parte de ti".

"En el pasado pensábamos que con el tiempo ese dolor se hacía más pequeño y desaparecía. Pero el enfoque ahora es que ese dolor se mantiene tal y como está, pero nuestra vida crece alrededor de él".

Siguiendo con la analogía del círculo, es como si nuestra vida se empezara a desarrollar en otro círculo concéntrico más grande, pero siempre alrededor del dolor en el centro.

"Así, aunque experimentamos muchas otras cosas nuevas en nuestras vidas, el duelo se queda dentro. Y en ciertos momentos, como en los cumpleaños, los aniversarios, en Navidad, y en otras ocasiones volvemos a sumergimos directamente en ese dolor", explica la especialista.

"Después, cuando esa fecha pasa, vuelves a recordar la otra parte de tu vida", ese círculo concéntrico más amplio.

"Lo que yo creo ahora es que ese círculo de dolor no se queda para siempre igual de oscuro, de alguna manera cambia de forma y se vuelve menos rígido, pero se queda ahí".

Así que, según Cate, no superas el duelo ni lo dejas atrás realmente, sino que "aprendes a que forme parte de tu vida".

Las 5 etapas del duelo
Desde 1969 en este campo de la psicología domina la teoría de las 5 fases del duelo, desarrollada por la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross.

En su libro "Sobre la muerte y el morir" presentó este modelo general de cinco etapas de duelo que explican cómo se sienten las personas en fase de duelo y cómo tienden a actuar.

1. Etapa de la negación

Esa negación puede inicialmente amortiguar el golpe de la muerte de un ser querido y aplazar parte del dolor, pero esta etapa no puede ser indefinida porque en algún momento chocará con la realidad.

2. Etapa de la ira

En esta fase son característicos los sentimientos de rabia y resentimiento, así como la búsqueda de responsables o culpables. La ira aparece ante la frustración de que la muerte es irreversible, de que no hay solución posible y se puede proyectar esa rabia hacia el entorno, incluidas otras personas allegadas.

3. Etapa de la negociación

En esta fase las personas fantasean con la idea de que se puede revertir o cambiar el hecho de la muerte. Es común preguntarse ¿qué habría pasado si...? o pensar en estrategias que habrían evitado el resultado final, como ¿y si hubiera hecho esto o lo otro?

4. Etapa de la depresión

La tristeza profunda y la sensación de vacío son características de esta fase, cuyo nombre no se refiere a una depresión clínica, como un problema de salud mental, sino a un conjunto de emociones vinculadas a la tristeza naturales ante la pérdida de un ser querido. Algunas personas pueden sentir que no tienen incentivos para continuar viviendo en su día a día sin la persona que murió y pueden aislarse de su entorno.

5. Etapa de la aceptación

Con la aceptación de la pérdida las personas en duelo aprenden a convivir con su dolor emocional en un mundo en el que el ser querido ya no está. Con el tiempo recuperan su capacidad de experimentar alegría y placer.

Según los expertos estas fases dominadas por distintos sentimientos son comunes durante el luto, pero las personas no pasan necesariamente por todas esas etapas ni en ese orden específico, así que el duelo se puede manifestar de distintas maneras y en momentos diferentes para cada persona.

Ryan, por ejemplo, perdió a su madre y a su padre cuando era un adolescente.

"Muchas veces te preguntan: '¿todavía no lo superaste?', '¿cuándo lo vas a superar?'. Pero no es así, no es algo que tengas que dejar atrás", dice ahora de adulto.

"La mitad del duelo no es por lo que pasó, sino por las cosas que van a pasar en la vida de las que esa persona no va a formar parte", dice este británico.

Para él, las teorías sobre las fases del luto son útiles porque reflejan los sentimientos por los que en algún momento las personas en duelo irán pasando, "pero no es que te pases dos semanas en una fase y cinco meses en otra... no hay un guión", le dijo a la BBC.

Ryan sintió que no tuvo a quién acudir para lidiar con su pérdida, así que ahora trata de ayudar a otras personas que están en duelo.

¿Cuando el duelo se vuelve un problema? Un duelo complicado, según Cate, sucede cuando la persona se queda totalmente paralizada.

"Puede ser que su red social haya colapsado con la persona que murió, puede ser que dependiera de su pareja para todo y con su muerte sientan que no les quede nada, o puede ser porque ya tenían una depresión o una ansiedad y la muerte del ser querido las empeora...".

Este tipo de situaciones, según la psicóloga, resulta en situaciones más complejas.

¿Cómo ayudarte a ti mismo o a alguien en duelo? El duelo es inevitable pero tremendamente individual, así que ¿cuáles son las mejores estrategias para sobrellevarlo?, recomienda.

Pero ¿y si ni siquiera eres capaz de hablar del tema?

La psicóloga recomienda entonces usar un sistema parecido al que ella usa con los niños más pequeños, que no saben expresar sus sentimientos en palabras.

"Con ellos utilizo un sistema de semáforo, con piedras pintadas de colores, verde, ámbar y rojo. Les digo "si te sientes bien pon la piedra verde al lado de la cocina, para que mamá o papá la vean. Si no te sientes bien pon la roja, así alguien te puede decir, ¿estás bien?, ¿qué pasa?, ¿cómo te sientes?".

Según Cate también hay muchas cosas que la gente hace para sobrellevar el duelo que son muy comunes, aunque la gente no hable de eso. Son una manera normal de lidiar con el dolor.

"Hablar con la persona que se murió es una importante", dice Cate.

"Ponerse alguna de sus prendas, usar su perfume, tocar una fotografía, besarla... ", todo eso es normal, según la especialista.

Ryan, por experiencia, sabe que hay luz al final del túnel: "llega un momento en que el dolor se vuelve manejable, puedes vivir con él y deja de ser lo primero en lo que piensas cuando te levantas por las mañanas".

http://www.bbc.com/mundo/noticias-43893550

martes, 15 de agosto de 2017

_- Cómo ayudar a los niños a superar la muerte de una mascota

_- El fallecimiento de una mascota a menudo es la primera experiencia que un niño tiene con la muerte. Entender las formas únicas en que los niños ven a sus mascotas y responden a su muerte puede ayudar a los padres a facilitar el proceso del duelo.

Joshua Russell, profesor asistente de ciencias ambientales en el Canisius College de Búfalo, Nueva York, quien ha estudiado los efectos de la muerte de mascotas en niños, explicó que, para muchos de ellos, las mascotas son más que solo animales. “Muchos niños describen a sus mascotas como hermanos o mejores amigos con quienes tienen fuertes conexiones”, dijo.

En un estudio de 12 niños cuyas edades oscilan entre los 6 y los 13 años y que habían perdido una mascota, publicado en la revista Environmental Education Research, Russell halló que incluso años después de la muerte de la mascota, algunos niños todavía describían la pérdida como “el peor día de mi vida”.

También descubrió que a los niños se les ocurren maneras únicas de racionalizar el deceso de su mascota y que la forma en que muere una mascota influye en cómo los niños manejan el duelo.

Al igual que los adultos, los niños tienden a aceptar más fácilmente la muerte de su mascota cuando era esperada. Por ejemplo, los niños del estudio resultaban menos afectados cuando sabían de antemano que el animal tendría una vida corta. Parecían saber que un pez o un hámster, por ejemplo, no vivirían tanto como un perro o un gato. Cuando un animal estaba enfermo, generalmente aceptaban que la eutanasia aliviaba el sufrimiento de la mascota. Si un animal tiene una enfermedad terminal, los padres pueden ayudar a preparar al niño hablando de la pérdida inminente, así como de los sentimientos de tristeza que evocará.

Sin embargo, cuando las mascotas mueren de forma trágica e inesperada, la pérdida es más difícil para el niño. “Cuando una mascota muere repentinamente, enfatiza lo imprevisible que es el mundo. Les dice a los niños que las personas y los animales que aman pueden morir sin previo aviso”, dijo Abigail Marks, psicóloga clínica de San Francisco especializada en el duelo infantil.

Desde luego, la edad del niño y el nivel de desarrollo afectan cómo entiende la muerte y el dolor de un niño es notorio de maneras muy distintas al de un adulto. Los niños no siempre lloran ni muestran emoción inmediatamente. Pero esto no significa que no estén profundamente afectados por la pérdida.

“Los niños menores de cinco años tendrán dificultades para entender que la mascota se ha ido para siempre porque les es difícil captar el concepto de la muerte”, dijo Jessica Harvey, psicoterapeuta de San Francisco especializada en el duelo por la muerte de mascotas.

Una forma en que los niños pequeños pueden expresar su pena es a través del juego. Después de la pérdida de una mascota, pueden fingir, por ejemplo, que un gato o un perro de peluche se enfermó y falleció. Los padres pueden ayudar a sus hijos a través del proceso de duelo participando activamente en este tipo de juegos imaginarios.

Leer libros acerca de la muerte de mascotas apropiados según la edad también puede ser útil. Goodbye, Brecken de David Lupton, es un ejemplo de lectura para niños de entre 4 y 8 años.

Los niños en edad escolar a menudo tienen preguntas acerca de la muerte del animal, y el diálogo que se produce a raíz de ellas puede abrir conversaciones más amplias sobre el amor, la pérdida y lo que sucede después de morir. Cuando se habla con un niño en edad escolar sobre la muerte de una mascota, Marks recomienda ser honesto acerca de lo que sucedió. Hacerlo le permite saber al niño que no es un tabú hablar de la muerte o de sentimientos dolorosos, lo cual puede sentar las bases para procesar otros tipos de pérdidas en el futuro. Los padres también deben validar cualquier emoción que surja cuando el niño está de luto.

La Dra. Marks dijo que el dolor de un niño se iría y vendría; puede llorar un minuto y luego volver a jugar o hablar de otras cosas al minuto siguiente. Los padres deben estar más preocupados si un niño tiene pesadillas, mayor ansiedad o dificultad para dormir. Si esos síntomas persisten, la orientación psicológica puede ayudar.

Marks dijo que también es importante que los padres sigan el hilo de conversación de su hijo. “Si están preguntando acerca de los detalles de la muerte de la mascota, es una señal de que quieren hablar de eso”, dijo. “Están buscando tu consuelo”.

Para muchos niños, también es importante tener un ritual de despedida. “Los rituales en torno a la muerte son algunas de las formas más significativas que tenemos de reconocer la vida de alguien, pero estas ceremonias no están definidas socialmente para la muerte de mascotas”, dijo Marks. Las familias pueden crear sus propios rituales, como tener un pequeño funeral, dispersar las cenizas de la mascota, plantar un árbol para recordarlo o crear un álbum de fotos.

“Esa es una forma de procesar la pérdida y honrar el lugar que tenía la mascota en tu familia”, dijo Marks.

https://www.nytimes.com/es/2017/06/12/mascota-muerte-ayuda/

domingo, 13 de agosto de 2017

_- Cómo ser un adulto resiliente



_- Gran parte de las investigaciones científicas sobre la resiliencia —nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad— se ha enfocado en cómo desarrollar esta en los niños. Sin embargo, ¿qué hay de los adultos?


Si bien la resiliencia es una habilidad fundamental para un desarrollo saludable en la niñez, la ciencia demuestra que los adultos también pueden tomar acciones para impulsarla; a menudo es cuando más la necesitamos. La adultez puede traer consigo todo tipo de factores que causan estrés, incluyendo un divorcio, la muerte de alguno de los padres, reveses profesionales y preocupación ante la jubilación, pero muchos de nosotros no cultivamos las habilidades para enfrentar tales adversidades, como se requiere para superar estos retos.

La buena noticia es que algunas de las cualidades de una edad más avanzada, como una mejor capacidad para regular las emociones, la perspectiva obtenida a partir de las experiencias de vida y la preocupación por las generaciones futuras, pueden darles a las personas mayores una ventaja sobre las más jóvenes en cuanto al desarrollo de la resiliencia, dijo Adam Grant, profesor de Administración y Psicología de la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.

“Hay un conjunto de comportamientos que se pueden aprender de manera natural y que contribuyen a la resiliencia”, dijo Grant, quien escribió junto con Sheryl Sandberg, la directora de operaciones para Facebook, el libro Option B: Facing Adversity, Building Resilience and Finding Joy. “Esas son las conductas hacia las que gravitamos cada vez más conforme vamos creciendo”.

El año pasado, Dennis Charney, un investigador de la resiliencia y decano de la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí, en la ciudad de Nueva York, salía de una tienda de alimentos cuando recibió un balazo de un exempleado insatisfecho. Charney pasó cinco días en terapia intensiva y tuvo una recuperación difícil. “Después de 25 años de estudiar la resiliencia, yo mismo tuve que ser resiliente”, dijo Charney, coautor del libro Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. “Es bueno estar preparado de antemano, pero una vez impactado por un trauma no es demasiado tarde para cultivar la capacidad de salir adelante de manera resiliente”.

Los científicos que estudian el estrés y la resiliencia dicen que es importante pensar en esta última como si fuera un músculo emocional, el cual puede fortalecerse en cualquier momento. Aunque es útil desarrollar la resiliencia antes de que se presente una crisis pequeña o grande, también hay pasos activos que podemos tomar durante y después de las crisis para acelerar la recuperación emocional.

Estas son algunas de las formas en las que puedes cultivar la resiliencia en la adultez:

• Practica el optimismo.
El optimismo es en parte heredado y en parte aprendido. Así que, si naciste en una familia de pesimistas, de cualquier forma puedes encontrar a tu optimista interior.

Ser optimista no significa ignorar la realidad de una situación difícil. Después de la pérdida de un empleo, por ejemplo, mucha gente se siente derrotada y piensa: “Nunca me recuperaré de esto”. Un optimista reconocerá el reto, pero con más esperanza, y dirá: “Esto será difícil, pero es una oportunidad de replantearme mis objetivos de vida y conseguir un trabajo que realmente me haga feliz”.

Aun cuando suene trivial, tener pensamientos positivos y rodearte de gente positiva en verdad ayuda. Steven Southwick, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Yale y coautor del libro de Charney, señala que el optimismo, al igual que el pesimismo, puede ser contagioso. Así que su consejo es: “Júntate con personas optimistas”.

• Reescribe tu historia.
Cuando Charney estaba recuperándose del balazo, sabía que su vida había cambiado para siempre, pero reestructuró la situación, enfocándose en la oportunidad que le presentaba ese duro golpe. “Una vez que eres víctima de un trauma, eso se queda contigo”, dijo. “Pero yo sabía que podía ser un modelo. Tengo a miles de estudiantes que observan mi recuperación. Esto me da la oportunidad de usar lo que he aprendido”.

Ha sido demostrado en un estudio tras otro que podemos beneficiarnos de cambiar el discurso personal que moldea nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos. En estudios sobre escritura expresiva, obtuvieron mejores calificaciones los estudiantes universitarios a los que se les enseñó a reformular sus conflictos como una oportunidad de crecimiento, y fue menos probable que abandonaran sus estudios. Una investigación realizada en Harvard encontró que las personas que consideraban el estrés como un combustible para un mejor desempeño obtenían mejores resultados en sus exámenes y manejaban mejor el estrés –desde el punto de vista fisiológico– que aquellos a quienes se les había enseñado a ignorarlo.

“Se trata de aprender a reconocer la historia explicativa que tiendes a usar para tu vida”, dijo Southwick. “Observa lo que te dices a ti mismo y cuestiónalo. No es fácil. Requiere práctica”.

• No te lo tomes personal.
Tenemos la tendencia de culparnos por las adversidades de la vida y rumiar acerca de lo que podríamos haber hecho diferente. En su momento, una situación difícil parece no tener fin. Para fortalecer tu resiliencia, recuerda que incluso si cometiste un error, con toda seguridad hubo varios factores que contribuyeron al problema; cambia tu enfoque hacia los próximos pasos a seguir.

“Decirte a ti mismo que una situación no es personal, que no lo abarca todo ni es permanente, puede ser extremadamente útil”, dijo Grant. “Casi no hay fracasos que sean completamente personales”.

• Recuerda tus recuperaciones.
En tiempos difíciles, a menudo recordamos que otras personas —como los refugiados de guerras o un amigo con cáncer— la han pasado peor. Aunque esto pueda ser cierto, obtendrás un mayor impulso resiliente si te recuerdas a ti mismo los retos que tú ya has superado personalmente.

“Es más fácil identificarte con quien eras antes que con alguien de otro país”, dijo Grant. “Recuerda y di: ‘Ya pasé por algo peor en el pasado. Esto no es lo más horrible que he enfrentado o enfrentaré. Sé que puedo lidiar con esto’”.

Sallie Krawcheck, antigua ejecutiva de Wall Street, dijo que después de un despido bastante público, se recordó a sí misma lo afortunada que era de tener una familia sana y un colchón financiero. Aunque nunca ha estudiado la resiliencia, cree que algunos retos que enfrentó a temprana edad —como el que la molestaran en la secundaria (“Fue brutal”, dijo) o pasar por un divorcio doloroso— la ayudaron a recuperarse también en el ámbito profesional. “Simplemente creo en los resurgimientos”, dijo Krawcheck, quien recientemente fundó Ellevest, una plataforma de inversión en línea para mujeres. “Considero estos reveses como parte de un viaje y no un fracaso que pueda terminar con mi carrera. No había nada que pudieran hacerme en Wall Street que fuera tan malo como la secundaria”.

• Apoya a otros.
Los estudios sobre resiliencia muestran que las personas son más resilientes cuando cuentan con redes sólidas de apoyo de amigos y familiares que les puedan ayudar a enfrentar las crisis. Sin embargo, puedes obtener un impulso resiliente aún mayor cuando tú das el apoyo.

En un estudio sobre resiliencia psicológica realizado en 2017 entre veteranos del Ejército de Estados Unidos, quienes tenían niveles más altos de gratitud, altruismo y sentido de propósito también presentaban mayores habilidades de resiliencia.

“Cualquier manera en la que puedas acercarte a otros y ayudarlos es una forma de salir de ti mismo, lo que constituye una forma importante de aumentar tu propia fuerza”, dijo Southwick. “Una parte de la resiliencia es asumir la responsabilidad de tu vida y de crear una vida que consideres significativa y con propósito. No tiene que ser una misión elevada: puede ser tu familia. Mientras aquello en lo que participes tenga sentido para ti, eso puede impulsarte a superar todo tipo de adversidades”.

• Descansa del estrés.
Los tiempos de estrés manejable representan una oportunidad de cultivar tu resiliencia. “Debes cambiar la manera en que piensas el estrés”, dijo Jack Groppel, cofundador del Johnson &  Johnson Performance Institute, que hace poco comenzó a ofrecer un curso de resiliencia. “Debes invitar al estrés a tu vida. Un ser humano necesita estrés; el cuerpo y la mente quieren estrés”.

La clave, dijo Groppel, es reconocer que nunca eliminarás el estrés de tu vida. Por lo tanto, hay que crear oportunidades frecuentes para que el cuerpo se recupere de este, al igual que harías para dejar descansar a tus músculos entre repeticiones de levantamiento de pesas. Tomar una caminata a modo de descanso, dedicarle cinco minutos a meditar o ir a almorzar con alguna amistad son maneras de darles a tu cuerpo y a tu mente un descanso del estrés.

“El estrés es el estímulo para el crecimiento, y la recuperación es cuando el crecimiento ocurre”, dijo Groppel. “Así es como desarrollamos el músculo de la resiliencia”.

• Sal de tu zona de confort.
La resiliencia no solo proviene de las experiencias negativas. Puedes cultivar tu resiliencia poniéndote en situaciones desafiantes. Groppel está planeando escalar el monte Kilimanjaro con su hijo, por ejemplo. Así que toma unas vacaciones intrépidas o corre un triatlón. Comparte tus habilidades poéticas secretas con extraños en un evento de lectura de poesía.

“Hay algo biológico en ello”, dijo Charney. “Tus sistemas para regular la hormona del estrés se harán menos reactivos al estrés para que puedas manejarlo mejor. Vive tu vida de manera que adquieras las habilidades que te permitan manejarlo”.

https://www.nytimes.com/es/2017/07/31/resiliencia-edad-avanzada/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

Más aquí.

miércoles, 5 de julio de 2017

_- LO ETERNO

_- Acaba de fallecer un amigo íntimo, el escritor mexicano Antonio Sarabia. Se ha ido de golpe. Visto y no visto: en tan sólo un parpadeo se fue Antonio.
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En una carta de pésame a la familia Besso, Albert Einstein incluyó su ahora famosa cita "Ahora que se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de mí. Aquello no significa nada. La gente como nosotros, quiénes creen en la física, saben que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente."

VERÁN, LLEGA un momento en la vida en que se te empieza a morir la gente alrededor. Sí, desde luego, la parca nos acecha en cualquier rincón; como dice Fernando de Rojas en La Celestina, nunca se es lo suficientemente viejo como para no vivir un día más ni lo suficientemente joven como para no morir mañana. Así que a mí, como a cualquier humano, ya me había tocado atravesar unas cuantas pérdidas. Pero lo que digo es que llega un momento en el que se empiezan a morir muchos a la vez. Demasiados. Gente de tu edad o algo mayor que tú, pero que ha formado parte de tu vida. En ocasiones han sido amigos muy queridos; otras veces se trata de simples conocidos, pero añejos. El bosque humano de tu existencia comienza a ser talado. Esta es otra de las malditas consecuencias de envejecer, un proceso que no tiene ni pizca de gracia, más allá del alivio de saber que aún no estás en el suelo convertido en leña.

Justamente acaba de fallecer uno de esos amigos íntimos, el escritor mexicano Antonio Sarabia, que vivía en Lisboa desde hacía años. Se ha ido de golpe, apareció cadáver una mañana, una salida de escena estupenda para el protagonista, pero sobrecogedora para los demás. Visto y no visto: en tan sólo un parpadeo, allá se fue Antonio con todas sus vivencias, sus recuerdos, sus deseos, sus amores y sus disgustos, sus sueños y su talento, que era mucho. La muerte es increíble, impensable. Venimos a este mundo con un yo inmenso que lo llena todo, somos para nosotros mismos lo más importante que sucede en el universo, y de pronto se apaga la luz y ya no queda nada de todas esas ansias colosales de vivir. Fue precisamente Antonio Sarabia quien me hizo conocer estos bellísimos versos de Salvatore Quasimodo: “Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / atravesado por un rayo de sol: / y de pronto anochece”.

Bueno, sí perdura algo durante cierto tiempo: el nostálgico recuerdo de la gente que te quería. Pero ellos a su vez también morirán. En el caso de Antonio queda además su obra, que es magnífica y mucho menos conocida de lo que debería. Como su última novela publicada, Los dos Espejos, que trata precisamente de un hombre, el doctor Espejo, que es asesinado, y que se pasa la mitad del libro siendo un fantasma. O como la que sacará la editorial Malpaso el próximo otoño, No tienes perdón de Dios, genial y deliciosa. Aun así, la posteridad es esquiva, arbitraria. Autores formidables terminan arrumbados en estanterías nunca visitadas de bibliotecas remotas. Salvo escasísimas y azarosas excepciones, el destino de todos es el olvido.

Pero justamente ese estar abocados a la nada convierte la vida en algo precioso y único. Qué gran triunfo es una vida bien vivida. Y creo que esas vidas bellas quedan de algún modo resonando en la estela de la humanidad. Aunque no nos acordemos de quienes las vivieron, su efecto perdura. Y en esto mi amigo Sarabia fue también ejemplar. Era un hombre guasón y muy gracioso, pero en lo importante de la vida era estoico, riguroso, impecable. Con ese rigor se aplicaba a la escritura. Y al cuidado de su gente querida. Y a sobrellevar los mordiscos del destino con impávida entereza. Con el tiempo, Antonio fue creciendo ante mis ojos. En los últimos años le vi alcanzar la altura de un gigante. Era una de las personas más valientes que he conocido; valiente de verdad, sin los aspavientos del temerario. Valiente de sostenerle la mirada a la muerte y al deterioro. En el último chat de WhatsApp que nos intercambiamos, pocos días antes de irse, estuvimos comentando las tropelías de unos cuantos malvados; yo le dije que por desgracia los malos ganaban casi siempre, y él me contestó: “No siempre, linda, y sus pequeñas victorias sólo impresionan a los más tontos que ellos. Las verdaderas victorias ni siquiera son públicas”. Consiguió ser un sabio y su gran victoria privada fue hacer de su vida una obra de arte. En su novela Los dos Espejos, el fantasma del doctor logra resolver su propio asesinato y comprender lo que ha sido su existencia. Una vez alcanzado el conocimiento, comienza a disolverse en la nada. Y sus últimas palabras, con las que acaba el libro, son: “Qué maravilla: por fin, lo eterno”.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/rosa-montero-lo-eterno/

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miércoles, 12 de octubre de 2016

Qué decirle a una persona que está pasando por un duelo. Cuando se atraviesa un período de duelo no hay ninguna frase ni palabra que nos reconforte. Lejos de ello, algunas incluso pueden hacernos reaccionar de manera negativa

Cuando una persona está pasando por un duelo debemos ser muy cuidadosos con las palabras y con las formas en la que nos vamos a dirigir a ella.

En una carta de pésame a la familia Besso, Albert Einstein incluyó su ahora famosa cita "Ahora que se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de mí. Aquello no significa nada. La gente como nosotros, quiénes creen en la física, saben que la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente."

Es un momento sensible, las emociones están a flor de piel y tener tacto, en estos momentos, será algo imprescindible.
Por este motivo, hoy descubriremos algunas de las cosas que debemos decirle a una persona que está pasando por un duelo y, también, aquellas que debemos callar.
Porque, en ocasiones, en nuestro afán de ayudar, hacemos todo lo contrario.
Si necesitas llorar, hazlo

¿Qué te decían cuando eras pequeño y llorabas? “No llores”. ¿Qué te decían cuando estabas triste? “No estés triste”.
Intentar inhibir las emociones no es positivo para nadie y, menos aún, si se lo estás diciendo a una persona que está pasando por un duelo.
Debes permitirle a la persona expresar sus sentimientos si así lo desea. Jamás debes darle a entender que eso es algo que no debe hacer, que tiene que contener.
En estos momentos, lo mejor que puede hacer es desahogarse llorando, gritando o expresando sus emociones y sentimientos de cualquier otra manera.

Si me necesitas, aquí estoy
Relacionado con la situación anterior, muchas personas suelen practicar la huida. No les gusta esta situación y, entonces, se apartan.
Esto tampoco es positivo porque la persona que está pasando por el duelo necesita contacto. Un abrazo o simplemente alguien que se quede a su lado.
No es necesario hablar, aunque sabemos que para muchos guardar silencio es incómodo. Sin embargo, estar ahí, al lado de esa persona, para ella será algo necesario y fundamental.
De esta manera, si la persona quiere hablar o de repente llorar, sabrá que tiene alguien a su lado que le quiere y apoya.
Por eso nunca escapes, aunque te sientas violento, incómodo. Hay personas que creen que, como tiene que superar su proceso de duelo, debe estar solo. Esto no es así.
Créenos, en estos momentos te necesita más que nunca.

Sé que cuando estés preparado, seguirás con tu vida
¿Por qué nos gusta tanto mandar? Entre el “no llores” y el “ahora tienes que mirar para delante” no cesamos en nuestro intento de dar órdenes y “redirigir” la vida de la otra persona.
En estos momentos tan dolorosos lo que menos le preocupa es el futuro, mirar hacia adelante y todas esas cosas que ahora le parecen una nimiedad.
No necesita saber lo que va a pasar o lo que va a tener que hacer, ¡porque ya lo sabe! Pero, ahora, tan solo se encuentra centrada en su dolor.

Debemos permitirle que gestione la situación por sí misma.
No es una persona inútil, simplemente está pasando por un proceso de duelo que tiene que superar.
Cuando lo haga, ya actuará como crea conveniente.

No sé cómo te sientes en realidad
Acostumbramos a decir a todas las personas que están pasando por un mal momento la frase “sé como te sientes”.
No nos damos cuenta de que la variante ideal sería “entiendo que te tienes que sentir muy mal”, porque ese “sé como te sientes” puede provocar una reacción agresiva.
La persona que está pasando por el duelo se encuentra muy sensible y, quizás, tú nunca has pasado por una situación así.
Decir esta frase puede favorecer la respuesta de “¿cómo puedes saber cómo me siento? A ti nunca te ha ocurrido lo mismo que a mí”.
Siempre que podamos, tenemos que evitar decir esto y darle a entender que podemos empatizar con ella hasta cierto límite. Que no podemos conocer exactamente su grado de dolor, pero que lo entendemos.
El duelo tiene su propio momento, por lo que debemos respetarlo en todos sus sentidos, incluido el tiempo en el que tarde en superarse.
Intentar fingir que ya lo hemos superado o presionar a alguien para que recorte su tiempo de duelo es negativo.
Puede que sean semanas, meses, incluso años. Cada persona es un mundo.
¿Cuántas veces has dicho lo que no deberías en un proceso de duelo? ¿Cuántas veces has pronunciado un “sé lo que sientes”?

Ahora ya sabes cómo puedes ayudar de la mejor manera a esa persona que tanto lo necesita.

6 Consejos para superar el duelo
Para superar esta etapa es muy importante que aceptemos lo ocurrido. No olvides que tu ser querido desearía que fueras feliz. Procura distraerte y compartir tu tiempo con familiares y amigos
Afrontar la pérdida de un ser querido y sobrellevar el duelo, es quizá una de las pruebas más difíciles que nos puede poner la vida en cualquier momento. Tener que aceptar que alguien que amamos ya no estará presente físicamente en nuestros días, nos da un fuerte golpe y una confusión, que casi siempre nos hace caer en prolongados periodos de depresión y tristeza.
Todos tenemos formas diferentes de reaccionar ante la muerte de un ser querido y el contar con un apoyo puede ser clave para superar el dolor que esto nos produce. Según las investigaciones, el paso del tiempo, el contar con un apoyo en el entorno social y el mantener los hábitos de vida saludables, hace que las personas superen el duelo con más facilidad. Sin embargo, dependiendo del impacto que cause la muerte en la persona afectada, el tiempo de recuperación puede tardar meses o hasta un año.

Es muy importante tener en cuenta que el duelo implica síntomas emocionales y también físicos. Las personas que pasan por esta etapa por lo general sufren constantemente de cansancio extremo, pérdida del apetito o pérdida del deseo sexual. Cuando el duelo es tan complicado e incluye estos síntomas sumados a la depresión, se recomienda buscar ayuda de un psicólogo profesional que pueda ayudar a determinar cuál es la mejor forma para superar el duelo.
Si estás pasando por un momento tan difícil como la pérdida de un ser querido, te invitamos a tener en cuenta las siguientes recomendaciones que te ayudarán a aceptar la ausencia de esa persona y a continuar con el ritmo de tu vida.

Tiempo
El tiempo es clave en la superación del duelo. Algunas personas pueden tomarse más tiempo que otras, pero todos necesitamos darnos ese tiempo para hacernos a la idea de que esa persona ya no está y que debemos continuar nuestra vida.

Aceptar el duelo
El dolor ante una pérdida es algo inevitable y con él se mezclan una serie de emociones que nos pueden hacer sentir bastante mal y enfermos. Este proceso es algo muy normal que sólo se podrá superar poco a poco, siempre y cuando la persona no se hiera echándose culpas o reprimiendo sus sentimientos.

Expresar los sentimientos
Siempre habrá una persona dispuesta a escucharnos y a compartir el dolor que sentimos por la ausencia de nuestro ser querido. Hablar de lo sucedido y de todas las emociones que esto deriva, es una forma de aceptar que nuestro ser querido ya no está y que sólo nos queda su recuerdo. Cuando no expresamos todas esas emociones de tristeza y frustración, podemos caer en un estado de aislamiento que nos afectará más en el duelo y hará sentir muy mal a quienes nos rodean.

La vida continúa
Aunque perder a alguien es muy difícil y nos quita las ganas de seguir el ritmo norma de nuestra vida, la realidad es que la vida continúa y hay otras personas que también nos necesitan. Piensa en que tu ser querido siempre quiso lo mejor para ti y se alegrará de que puedas ser feliz a pesar de su ausencia. Procura hacer actividades que te distraigan y que te gusten, comparte con tus amigos y familiares, y dedica todos tus logros a esa persona que ya no está. Todas estas cosas te ayudarán a salir de la depresión y darás un paso muy importante a la superación.

Cuidar tu salud y la de los tuyos
El profundo dolor que nos genera la pérdida de un ser querido nos puede hacer olvidar de cosas importantes como la buena alimentación, el ejercicio y todos esos buenos hábitos que mejoran nuestra calidad de vida. Es muy importante dar un paso a recuperar este estilo de vida, pues esto nos ayuda a salir del estado de depresión y evita que nos enfermemos.

Apoyar a nuestros familiares
 Aunque nosotros estamos sintiendo mucho dolor, debemos recordar que no somos los únicos que sufrimos la perdida de esa persona y que quizá nuestra familia necesita de mucho apoyo. Cuando apoyamos a nuestros familiares o personas cercanas, tenemos más posibilidad de sentirnos mejor y ayudar a que los demás también se sientan así. La familia puede aprovechar para recordar momentos felices al lado de esa persona y todas esas anécdotas que quedarán en el corazón para siempre.

http://mejorconsalud.com/6-consejos-para-superar-el-duelo/

lunes, 5 de octubre de 2015

Las fronteras movedizas del mal. Los avances de la ciencia, Hitler y la globalización han replanteado los límites de la maldad. Varios libros analizan el cambio en uno de los grandes elementos de la literatura.

¿Cuándo entró el mal en Adi, como llamaba su madre a Hitler de niño? Aunque el mal no es un ente, ni un ser abstracto que se encarna en nadie, hay quienes se hacen esta pregunta cuando piensan en alguien considerado muy malo. La filosofía busca una explicación al origen de la maldad. La sociología y la ciencia también tratan de armar el rompecabezas que ha podido causarla. Pero donde la razón no alcanza entra la imaginación.

La verdad es que “el descrédito de la maldad es hoy absoluto. Ha llegado el momento de restaurar y restablecer el mal, teniendo siempre en cuenta los avances de la racionalidad y la ciencia”, reclama Salvador Giner, que publica Sociología del mal (Los Libros de La Catarata). Durante muchos siglos el hombre se debatió entre la bondad y la maldad en un mundo moralmente bipolar, recuerda el sociólogo. “No obstante”, agrega,“la llegada de la ciencia moderna fue socavando la noción de responsabilidad, y con ello la de la mala conducta y el daño intencional. Resultaba así que hasta el malvado era víctima de pasiones incontrolables, genes equivocados o ADN heredado. Se hizo imposible así una biología, una psicología y hasta una sociología del mal. La culpa se desvaneció: la ‘culpa’ de los males la tenía ahora el capitalismo, el instinto territorial innato, la psicopatología, y así sucesivamente”. A Giner esta deriva no le parece correcta y aboga por que “la filosofía moral y la teoría sociológica vuelvan a incorporar el mal a sus pesquisas, y a considerarlo con rigor. En un mundo presa del terrorismo, de los daños evitables y los horrores innecesarios, esa es hoy la tarea de la razón”.

Y no un rosario de especulaciones. Tras el paso de Adolfo Hitler por el mundo nada volvería a ser lo mismo. Todo lo concerniente al mal empezó una sigilosa relativización, se empequeñecieron las maldades pasadas y futuras; las fronteras del mal se hicieron más flexibles y móviles; la información de y sobre malos y maldades en un mundo hiperconectado parece impermeabilizar a la gente. Una huella que no deja de rastrear la literatura con personajes reales y ficticios. Un asomo a ese enigma se celebrará este fin de semana en las Conversaciones Literarias de Formentor: La novela más mala del mundo. Maldad, perfidia y espanto en la literatura.

La solución poética de la imaginación y de la literatura es una ventana ante la incapacidad de la razón para explicar el mal y la maldad en ciertas personas. Una aporía. Norman Mailer lo hizo con Hitler, en 2007. Fue la salida que encontró: novelar la infancia del führer y subir por el río de aquella vida en busca de desentrañar un misterio al que llamó El castillo en el bosque, a la sazón su último y póstumo libro. De sus páginas salieron más preguntas.

Jackie Cooper y Wallace Beery como Jim Hawkins y Long John Silver.
Esos interrogantes cobran vida en un momento en que las fronteras del mal y sus diferentes formas, explica la filósofa Amelia Valcárcel, “se han hecho más móviles en lo social. Más innovadoras en términos morales. Cosas que antes eran consideradas como malas ya no lo son, o empiezan a dejar de serlo. Un ejemplo es la homosexualidad, que hoy en varios países no es condenada y los Estados velan por la igualdad de derechos de las personas”. Valcárcel asegura que “no existe ninguna sociedad o cultura a lo largo de la historia que considere que el mal sea la norma. Los especialistas en él son las formas religiosas morales”.

¿Un invento o una banalidad?
“El mal no existe. La libertad tampoco. Dios tampoco. Las tres cosas están interre­lacionadas”, argumenta José Ovejero, novelista y autor del ensayo La ética de la crueldad. “Spinoza”, añade Ovejero, “escribió que los humanos se creen libres porque conocen sus actos, pero no las causas de estos. Y la neurociencia nos dice que nuestras decisiones están tomadas antes de que seamos conscientes de ellas. Nuestras decisiones no son tales: son resultado de la herencia genética y de la experiencia”. Así es que para Ovejero, “el mal es solo un invento tranquilizador: justifica nuestro odio y nuestro miedo”.

Pero es un tema que ha desvelado a los pensadores a lo largo de la historia. Cuando Immanuel Kant dijo que “el hombre es malo por naturaleza”, no se refería a que eso era lo que primaba en él, sino a que el mal es algo que se puede dar en el ser humano, no es sobrenatural. Recalca que el individuo se mueve entre su principal inclinación, hacer el bien y lo social para poder avanzar, y alguna pulsión opuesta. Es cuestión del libre albedrío. El mal no obra sobre sí mismo. Surge cuando en el acto normal de alguien al mirar alrededor y compararse con otros se antepone su amor propio al bien común.

Hannah Arendt abordó la cuestión desde otra esquina. Lo recordó el Nobel sudafricano J. M. Coetzee en su ensayo de la novela de Norman Mailer sobre Hitler: “La lección de Adolf Eichmann, nos enseña Arendt en la conclusión de Eichmann en Jerusalén, es la de ‘la temible, más allá de toda palabra y pensamiento, banalidad del mal”. Para Mailer, explica Coetzee, si la filósofa “tiene razón y el mal es banal, eso es infinitamente peor que la posibilidad opuesta de que el mal sea satánico”. Cuando Arendt escribió el libro, añade el Nobel, “se propuso mantener viva la paradoja de que si bien las acciones de Hitler y sus secuaces pueden superar nuestra capacidad de entendimiento, no hay en su concepción profundidad de pensamiento, ni grandeza de intenciones. Eichmann nunca fue consciente, en el pleno sentido filosófico, de lo que estaba haciendo”.
… Y llega la fascinación…

Lo que sí ha cambiado, insiste Amelia Valcárcel, es la metamorfosis que ha vivido el mal al haberse hecho más atractivo a algunos ojos: “Hay una tendencia hacia la fascinación por él. Esa cercanía aumenta desde el Romanticismo”. La literatura amplió su espectro y le dio otra carta de naturaleza. Todo eso, según Valcárcel, se afianza y diversifica en tiempos digitales que muestran un catálogo de maldades a un solo clic.

Crueldad, crimen, vileza, perfidia, daño, perversidad, injusticia, insidia o infamia son algunas formas de maldad cuyos conceptos y coordenadas se han alterado o suavizado.

Son los ecos nacidos en 1667 con El paraíso perdido, de John Milton. Los de “mal, se tú mi bien”. Ese libro es un punto de inflexión, analiza Rafael Argullol. El escritor y pensador recuerda que “el mal siempre ha estado presente en la literatura, desde Gilgamesh, pero hay un momento en que los escritores lo empezaron a hacer más visible”. La influencia de aquel paraíso se extendería por la Ilustración, y “con la llegada del Romanticismo aumentaría”. El ser humano miró dentro de sí, reconoció luz y descubrió oscuridad. Fue el hallazgo de los grises. Semillas del cambio del canon estético, ético y moral al que contribuyeron autores como el Marqués de Sade y Lord Byron. “Los malos no solo eran seres encarnados de malignidad. Tenían motivos y causas. Surgieron personajes magnéticos”. El autor de La atracción del abismo cita como ejemplo El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Allí, Kurtz es la representación de una persona que se pasa a las tinieblas, y Marlow, que va en su busca, sin darse cuenta, siente fascinación por él.

La imaginación como salida
Si la moral y la ética de los dioses griegos son más flexibles según sus intereses, el catolicismo predica el blanco y negro. Así, Caín es el primer malo sobre la faz de la Tierra, según la Biblia. ¿O fue Eva, tentada por la serpiente? El mal se esparce por la Tierra. Siglos después, san Juan narra en el Apocalipsis la llegada de un monstruo de siete cabezas que se encarnará en un niño como el anticristo. Es la venganza por la batalla librada en el origen de los tiempos cuando el ángel Luzbel se rebeló contra Dios, y, tras pelear con el arcángel, Miguel cayó a los infiernos, desde entonces siembra el mal.

Hasta allá va Norman Mailer en la historia de Hitler. Un ángel caído cuenta la historia de su libro, y de paso refleja las raíces de otros malos terrenales… Nerón, Atila, Torquemada, María I la Sanguinaria, Rasputín, Josef Stalin, Pol Pot, Idi Amin.

Clara Usón indagó en La hija del Este en un malo contemporáneo: Ratko Mladic, acusado de crímenes de guerra y genocidio por el asedio a Sarajevo, en la guerra de Bosnia, entre 1992 y 1996. Tras esa investigación y haberlo llevado a la literatura, Usón se pregunta: “¿Existe el Mal, así, con mayúsculas, o solo hay actos malos o buenos, y su maldad o bondad vendrá determinada por la moral, la religión y la cultura predominantes? Es la vieja disputa entre Platón y Aristóteles, entre nominalistas y universalistas, para los cuales el mal, el bien, la libertad, la patria, la fe no son palabras abstractas, sino realidades.

Quien está dispuesto a morir por la patria o la fe está dispuesto también a matar por ellas: Mladic es un ejemplo. Y también era un hombre honrado, un buen marido y un buen padre, un hombre muy religioso. Da que pensar”.

La literatura también se ha ocupado de malos “corrientes”. Truman Capote lo hizo en A sangre fría. Indagó en el atroz asesinato de la familia Clutter por parte de Perry Smith y Dick Hickock. Leila Guerriero ha rastreado la vida de varios criminales latinoamericanos al coordinar el libro de perfiles Los malos (Ediciones UDP), hecho bajo la pregunta ¿de qué está hecho un malo?

La periodista y escritora no piensa que “el mal duerma agazapado en cada persona y sea una circunstancia determinada la que lo despierte. Creer eso sería quitarle al malo toda responsabilidad sobre sus actos”. No duda en afirmar que hay una elección personal, “y en esa elección pesan diversas cosas: una convicción, una manera de ver el mundo, una circunstancia. Los malos nos interpelan como sociedad: ¿cómo es posible que en nuestras sociedades hayan prosperado tipos de esa naturaleza? Por otra parte, aunque el mal es diverso, preferimos pensar en el mal como arquetipo. Esa idea nos resulta tranquilizadora: si existiera una fórmula —si, por ejemplo, tuviéramos la certeza de que alguien que ha sufrido maltrato en la infancia resultará, sin dudas, un individuo malo— podríamos detectarlo. Mi sensación es que el mal está, muchas veces, en manos de gente perfectamente común”.


Irene Worth como Lady Macbeth.
Maldades cotidianas
El interés por conocer los entresijos del mal y sus formas y manifestaciones es tal, que la novela negra o policiaca vive un momento de esplendor. Acerca ese territorio a predios que recuerdan maldades más comunes. La infamia es una de ellas. La conoce el poeta y narrador Francisco Ferrer Lerín. La noveló en Familias como la mía: “La actividad principal del protagonista es considerada jurídicamente infamante, es la de esparcidor o expositor de cadáveres en el monte, como suministro complementario de comida a las grandes aves necrófagas y a otras especies amenazadas de extinción. Y así, la descripción en un libro de una actividad beneficiosa para el medio ambiente es catalogada como infamia de hecho”.

En un espacio más corriente y del que todos han sido por lo menos testigos circula la calumnia. “Según Dante, en un profundo foso del infierno gime el calumniador”, recuerda Basilio Baltasar, autor de Pastoral iraquí y director de la Fundación Santillana, organizadora de las Conversaciones de Formentor. Explica que “el asesino posee frialdad o cólera; el ladrón, una cierta intrepidez; los glotones, avaros y adúlteros calman su apetito con relativa modestia; pero el difamador necesita una gran imaginación narrativa. Como encarnación del mal, el calumniador no supera a los grandes criminales, pero la corrosión que produce es más perfecta: incesante, despiadada, impune. En el teatro del mundo, las dotes escénicas del difamador son muy influyentes”.

Como Yago, en Otelo, de William Shakespeare: “Señor, veo que sois juguete de la pasión, y ya me va pesando mi franqueza. ¿Queréis pruebas?”. Y su destino será como las preguntas del mal que van al mar de las respuestas perdidas.

En la lista negra
La Biblia es un vergel de malos. El mundo se abre con el asesinato de Abel a manos de Caín y se cierra con el anticristo liderando el Apocalipsis.

Shakespeare creó grandes malos, desde el Yago que susurra su veneno calumniador a Otelo hasta Lady Macbeth, que desliza el suyo para ayudar a que su marido sea rey.

En el mundo fantástico reina Sauron, que desata sus fuerzas oscuras en la Tierra Media de El señor de los anillos, de Tolkien. Magia negra es la que despliega Lord Voldemort en el colegio Hogwarts de Harry Potter, de Rowling.

Entre los malos incansables figuran el inspector Javert, que persigue a Jean Valjean, en Los miserables, de Victor Hugo, y un contemporáneo como Anton Chigurh, el psicópata asesino de No es país para viejos, de McCarthy.

Relaciones especiales con el mal son las de Kurtz en El corazón de las tinieblas, de Conrad, y la del músico Faustus y su pacto con el demonio en Doktor Faustus, de Thomas Mann.

Entre los malos más populares están el profesor Moriarty de la serie de Sherlok Holmes, de Conan Doyle; el tirano cerdo Napoleón de Rebelión en la granja, de George Orwell, y Mister Hyde, la personalidad criminal del Doctor Jekyll, de Stevenson.

Entre las bandas de violentos malvados porque sí figuran los cuatro amigos, encabezados por Alex, de La naranja mecánica, de Anthony Burgess.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/09/24/babelia/1443104690_168865.html

sábado, 18 de julio de 2015

Admiración. Hacía mucho tiempo que no me sorprendían tanto unas declaraciones de nadie

Vivimos tiempos huérfanos de admiración. Los líderes políticos, que lo saben mejor que nadie, recurren a escenografías insólitas, como Sánchez, o a viejos lemas admirables, como Rivera, para tratar de encender una chispa que alumbre siquiera un instante. La admiración parece hoy reservada para simples ciudadanos que intentan aportar un poco de honestidad, de serenidad o de cordura al panorama nacional, presentándose o no a unas elecciones. Por eso, quiero reflejar aquí mi admiración por el comunicado de Irene Villa acerca de los desdichados tuits difundidos por Guillermo Zapata. Nunca lo habría creído de mí misma pero así ha sido, y así lo reconozco. Irene Villa habría tenido muy fácil cualquier otro camino, habría encontrado cientos de voces que jalearan una declaración de honor maltrecho, de ofensa irreparable, de venganza imprescindible, miles de personas la estaban esperando para levantarla como una bandera del sacrosanto combate entre la España inmortal y los luciferinos radicales, pero ella ha escogido el camino de la ecuanimidad, de la cordura y, me atrevo a suponer, de la sinceridad. Ha dicho, igual que ciertos anónimos portavoces de la Audiencia Nacional que sin embargo no han dado la cara, que le parece una barbaridad que se juzgue a alguien por un chiste de una especie que ni la molesta ni la molestará. El problema, ha añadido, no es mío, sino de la gente capaz de hacer esa clase de chistes. Hacía mucho tiempo que no me sorprendían tanto unas declaraciones de nadie. Y más allá del escándalo, otro más, que supone que algunos jueces desautoricen en secreto la actuación de la fiscalía y de su propio tribunal en un caso cargado de repercusiones políticas, su actitud me parece admirable. Y lo digo.

 29 JUN 2015 -